En la historia del fútbol argentino quedaron por el camino centenares de clubes. Algunos se retiraron con una respetable trayectoria en la era amateur, hasta 1931: Atlético San Isidro, Belgrano Athletic y Estudiantil Porteño perduraron y se hicieron fuertes en otras disciplinas deportivas; en cambio, el mítico y multicampeón Alumni se disolvió. Pero la mayoría, que como jirones se fueron desafiliando de la AFA y sus antecesoras, desapareció y quedó en el olvido.



Ocurrió con Maldonado, El Ultimátum, Deutscher Fußball Verein, El Aeroplano, Enigma, Juventud Libre, Charley y Oriente del Sud, animadores de los torneos del Ascenso a comienzos del siglo XX.



Luego llegarían las despedidas de los desaparecidos Arsenal de Llavallol y Defensores de Corrientes y del único club de la colectividad judía afiliado a la AFA, Macabi, o el sindical Luz y Fuerza. Las últimas sangrías que sufrió la AFA ocurrieron en los 80. Se marcharon de la D Piraña, Sportivo Pilar y Defensores de Almagro (los tres aún existen).




No es el caso de Sportivo Palermo, el anteúltimo club que se desafilió de la AFA, en febrero de 1984, y que al poco tiempo desapareció. En 1983 se despidió con una pobre campaña en Primera D.



Duele confrontar la virtual evaporación de Sportivo Palermo con su rica historia y su aporte al fútbol. Fundado en 1908, se afilió en 1916 y al año siguiente ganó el ascenso a Intermedia, por entonces antesala de la Primera.



La segunda gran escisión del fútbol, a mediados de 1919, la afrontó fusionándose con Eureka, un equipo con cancha en Floresta. Sportivo Palermo impuso su nombre y sus colores azul y blanco.



De este modo, en 1920, los palermitanos ya estaban en Primera, donde permanecieron trece temporadas. En 1922 obtuvieron su mayor logro: subcampeones de la Asociación Argentina. Su difícil reducto estaba en la intersección de Canning con el Río de la Plata, zona muy anegable.



Por esos años, Sportivo Palermo abasteció a la Selección de grandes figuras: Carlos Izaguirre, Adolfo Zumelzú y Juan Evaristo, half izquierdo presente en las dos finales perdidas por la Argentina ante Uruguay: Juegos Olímpicos 1928 en Ámsterdam y Mundial 1930 en Montevideo.


En las décadas siguientes se desafilió y regresó tres veces, deambulando por el Ascenso. Disputó el primer torneo de la C, en 1937, y se benefició con dos ascensos por reestructuraciones decididas en la AFA (1956 y 1963). Su cancha estaba en Villa Lynch.


En las décadas del ’20 y del ’30, Sportivo Palermo abasteció a la Selección de grandes figuras: Carlos Izaguirre, Adolfo Zumelzú y Juan Evaristo, half izquierdo presente en las dos finales perdidas por la Argentina ante Uruguay: Juegos Olímpicos 1928 en Ámsterdam y Mundial 1930 en Montevideo
Con la caída a la D en 1970, empezó una debacle de trece años, ocupando los últimos puestos y sin cancha.



El volante Carlos Fabregat ( ex Ferro, Lamadrid y Luján) llegó a Sportivo Palermo en 1983: “Había muchos chicos de la zona de San Miguel, por eso entrenábamos en Juventud Unida, martes, miércoles y jueves. Nunca conocí la sede y casi no había socios. No teníamos utilero y el técnico traía la ropa. Los dirigentes eran tres o cuatro; gente grande de antes, muy decentes. Hacían de boleteros y de hinchas. Todo lucha, corazón y amor. Benito y yo éramos los únicos que cobrábamos unos pesos; siempre cumplieron”.



En su última campaña, Sportivo Palermo jugó en cancha de Brown (Adrogué). Terminó antepenúltimo en su zona. “Imaginate lo que era para nosotros jugar con San Martín o Laferrere. La gente que llevaban a la cancha. Aun así, hicimos una aceptable primera rueda, con un equipo humilde. Hasta le empatamos a San Carlos en Berisso y goleamos a Paraguayo”, saca pecho Fabregat.



El 27 de agosto, por la penúltima fecha, igualó 2 a 2 con Victoriano Arenas en Valentín Alsina, y apenas juntó diez jugadores, sin suplentes. El sábado 10 de septiembre de 1983, Sportivo Palermo jugó su último partido: 0 a 0 con Yupanqui, con el arbitraje del luego internacional Luis Olivetto.



Los problemas económicos significaron el final. Se desafilió y, agobiado por un préstamo abusivo que los desesperados dirigentes habían tomado en la dictadura, desapareció al poco tiempo.


Hoy, un sitio en Facebook nuclea a un puñado de nostálgicos que afirman su deseo de refundarlo. En una página web, incluso se animaron a arriesgar cómo sería su uniforme hoy en día.



*Esta nota fue publicada originalmente en el número 19 de Un Caño, en noviembre de 2009.