domingo, 30 de enero de 2022

HISTORIAS PARA RECORDAR

EL DIA QUE EL NAPOLI JUGO SIN PATROCINADOR 

FUENTE: KODRO MAGAZINE 

El SSC Napoli, con Diego Armando Maradona como gran estrella y reclamo, disputó el 12 de agosto de 1988 la Copa Xerox Super Soccer en el Estadio Nacional de Tokio, un evento organizado por el gigante tecnológico Fuji Xerox.




Esta competición comenzó en 1979 y se interrumpió en 1990, siendo sustituida por la Supercopa Xerox o Supercopa de Japón, en la que compiten los campeones de la J-League y los ganadores de la Copa del Emperador. Sin embargo, de 1979 a 1990 se invitó a equipos extranjeros a jugar contra la selección nacional japonesa o contra una selección de los mejores jugadores de los clubes japoneses (incluidos los extranjeros).

La curiosidad de aquel encuentro fue ver al Napoli sin ningún patrocinio en su camiseta, ni Buitoni (1985-1988) ni Mars (1988-1991). A pesar de que algunas teorías apuntaban a un descuido de utilería o de que se trata de un partido disputado al final del contrato de Buitoni antes de firmar con Mars, la realidad fue bien distinta. El verdadero motivo fue que en la Xerox Super Soccer los patrocinios en las camisetas estaban prohibidos por aquel entonces, al igual que en la liga japonesa.

Aquella fue la tercera vez que la Xerox Super Soccer contó con la participación de Diego Armando Maradona sobre el terreno de juego. En 1982 lo hizo por primera vez con Boca Juniors, y en 1987 como capitán con la selección suramericana. Diego se batió contra jugadores de la selección nacional y de la liga japonesa y, con el sonido de las vuvuzelas zumbando por todo el campo, desplegó un repertorio de proezas sobre un césped mustio, indigno de una superestrella.

El partido terminó 0-2 a favor del Napoli con dos goles del brasileño Antonio Careca. Las alineaciones fueron las siguientes:

Japón: Matsunaga; Ihara, Shinto, Kajino (82′ Hariratani), Hirakawa (20′ Horiike), Nagai (23′ Mori), Natori, Yoshida (45′ Kusaki), Okudera (23′ Sasaki > 71′ Asaoka), Hara y Maeda.

Nápoles: Giuliani, Corradini, Renica, Francini (45′ Carannante), Alemao, Ferrara (86′ Bigliardi), De Napoli (79′ Filardi), Romano (45′ Carnevale), Fusi, Maradona y Careca.

 

 

sábado, 29 de enero de 2022

RECORDANDO GRANDES EQUIPOS

EL GRAN MOMENTO DE CENTRAL CORDOBA DE ROSARIO 

FUENTE:XENEN.COM/CARLOS AIRA

Hace 89 años, Central Córdoba de Rosario tocó el cielo. Se consagró campeón de la Copa Beccar Varela 1933, un torneo internacional de primera división, derrotando en memorable final a Racing Club. Un momento único para la tradicional institución del barrio Tablada de la mano de un mito del fútbol argentino: Gabino Sosa. Una historia que merece ser recuperada.




11 de febrero de 1934. En los inmensos tablones de Alvear y Tagle, una mezcla de emoción y incredulidad embargó a quienes habían llegado desde Rosario en ese tren embanderado en azul y rojo. Si bien el partido no había finalizado - y no se sabía que podía ocurrir porque enfrente había un gigante como mucho poder - Central Córdoba se plantó y mostró su escuela en Buenos Aires. Habían sido los jugadores de Racing quienes no quisieron continuar el partido; como pibes caprichosos molestos porque les cobraron dos penales en contra en una misma tarde. Once días mas tarde, la Liga Argentina de Football consagró campeón a los Charruas de la Copa Beccar Varela 1933. Ahí llegó el festejo en Tablada. Medido pero vital. Un título aún festejado en el sur rosarino.


En 1931, el fútbol argentino se partió en varios pedazos. El profesionalismo llegó a Buenos Aires, Rosario y Santa Fe. Todas las plazas se acogieron en forma independiente y lejos del amparo de la Asociación Argentina Amateur de Football, de escaso poder, pero dueño de la filiación FIFA. Hacia fines de 1933 la fusión era necesaria. No sólo pensando en la Copa del Mundo del año siguiente, sino porque estaba claro que no se podía continuar así. Bajo ese marco unificador, la Liga Argentina de Football - el profesionalismo porteño - invitó a las ligas de Rosario, Córdoba, Santa Fe y el profesionalismo uruguayo a participar de la Copa Beccar Varela, instaurada el año anterior.

Adrián Beccar Varela fue una prenda de unidad que encontró el fútbol porteño dentro del marco de división de los años veinte. Abogado, hijo de una tradicional familia de San Isidro, llegó al fútbol sin conocer nada del juego ni los clubes. Tan sólo porque se entendía que los destinos debían ser conducidos por hijos de aquella aristocrática elite. Presidente de la disidente Asociación Amateurs de Football, con la unificación de 1927 quedó al frente de la creada Asociación Amateurs Argentina de Football. Renunció a la misma en 1929, cuando el profesionalismo era una realidad. Su abolengo no le permitía estar a cargo. Viajó hacia Europa, donde encabezó el lobby que permitió a Uruguay organizar la Copa del Mundo al año siguiente. Murió sorpesivamente, en Madrid, el 9 de junio de 1929.

La Copa Beccar Varela 1932, su primera edición, estuvo limitada al profesionalismo porteño y se disputó finalizada la temporada oficial. Racing Club se consagró campeón venciendo en un triangular final junto a Boca Juniors y Tigre.  Para la Copa de 1933, la Liga Argentina de Football entregó cuatro plazas a Montevideo, dos a Rosario y una a Santa Fe y Córdoba. Hubo que hacer un corte clasificatorio en Buenos Aires y Rosario. En Capital se realizó un torneo a cuatro fechas donde los ocho clubes con más puntos jugaban la Beccar Varela. Quedaron fuera grandes como Boca Juniors, River Plate o el campeón de la temporada, San Lorenzo de Almagro. Por su parte, en la Chicago argentina, Central Córdoba y Nacional (actual Argentino) quienes dejaron fuera a los tradiconales Newells y Rosario Central.

Ya estaban los dieciseis equipos: IndependienteRacing ClubAtlantaEstudiantes de La PlataTigreFerro Carril OesteVélez SarsfieldPlatenseNacional (Montevideo), PeñarolSud AméricaDefensorCentral CórdobaNacional (Rosario), Gimnasia (Santa Fe) y Belgrano.

Los charrúas del barrio Tablada ingresaron al profesionalismo rosarino con un gran equipo. Campeón 1931 goleando 4-0 a Tiro Federal en la final. El campeonato rosarino de 1932 fue extenuante. Disputado a tres ruedas, Central Córdoba repitió el título propinándole una goleada inolvidable a Rosario Central: 8 a 0 en Barrio Tablada, la tarde que se consagró campeón.

Detrás de aquel equipo, un duende que manejaba los hilos. Era Gabino Sosa, el Payador de la RedondaJulio Rodriguez es investigador de la historia de Central Córdoba. Autor de la deliciosa biografía de Gabino. Consultado sobre su figura, expresó: “Gabino fue un personaje pintoresco del fútbol rosarino. Todos lo querían copiar. Pero luego fue una especie de maestro. Un formador de enorme cracks que luego jugaron en los mejores equipos del país“.

Rodríguez nos mete en la vida y obra del crack de Tablada: “Llegó al club en 1916, cuando Central Córdoba recién hacía pie en la Liga Rosarina. De alguna manera formó una escuela de futbolistas. No sólo en Central Córdoba sino también en los combinados de la ciudad. Era el jugador a imitar. Gabino es la esencia del potrero de la ciudad. El formó a los jugadores de divisiones inferiores que lo miraban y admiraban, por ejemplo Vicente de la Mata. Fue uno de los primeros grandes gambeteadores; esa característica le valió la convocatoria a la Selección Argentina, participando en el Sudamericano de 1921, primer título continental de nuestro fútbol, y la famosa tarde del gol olímpico en cancha de Sportivo Barracas”

Para Central Córdoba, la Beccar Varela comenzó el domingo 7 de enero. Esa tarde enfrentó a Platense en cancha de River Plate. Escaso público se hizo presente. Con juego atildado y cohesionado, Central Córdoba derrotó 2 a 0 a Platense. Al público porteño le sorprendió el nivel de Gabino Sosa. Con el título “Don Gabino continúa moviendo las tabas“, Ultima Hora dio cuenta de su calidad a los 33 años y de la recia marca de sus rivales: “El negro, pese a sus años, sigue siendo un elemento de calidad y aunque reserva las pocas energías que le están quedando, tiene de tanto en tanto algunos de esos chispazos que le consagraran como un jugador de excepción. Lástima que algunos muchachos de Platense no quisieron acordarse de los buenos momentos que habrán pasado hace años viéndolo jugar y apelaron a lo prohibido para contenerlo”. 

En Cuartos de Final, el azar emparejó a Central Córdoba con Atlanta. Tal vez el más accesible de los siete rivales posibles. Para más suerte, en el sorteo también ganó la localía. El encuentro se disputó el domingo 14 de enero en el Parque de la Independencia, y nuevamente, terminó con victoria charrúa 2 a 0.

Central Córdoba semifinalista de la Beccar Varela. Ya era un gran mérito para un equipo que no tenía chapa en Buenos Aires. Otro equipo santafesino había pegado un batacazo. Fue Gimnasia de Santa Fe, los Pistoleros, que derrotaron 4 a 0 a Estudiantes de La Plata. Por su parte, Racing le ganó 5 a 1 a Belgrano de Córdoba en el cemento rojo. Defensor e Independiente igualaron 0 a 0 en el Centenario de Montevideo. No había penales en aquellos días; se jugó un nuevo partido, en el cual los Diablos Rojos vencieron 1 a 0.

El sorteo emparejó a los santafesinos por un lado y los grandes de Avellaneda por otro. Curiosamente, el duelo no se disputó en la provincia de Santa Fe sino en Villa Crespo. Domingo 28 de enero. Una gran barra de hinchas bohemios se acercó al cajoncito de la calle Humboldt para alentar al Gimnasia santafesino. Según Ultima Hora: “Central Cordoba volvió a brindar una exhibición de alto valor, como la hecha en el field de River contra Platense. Atacó a base de ese juego que le es tan propio, elegante y rendidor a la vez y consiguió  vencer la resistencia del goalkeeper correntino Mors en dos oportunidades. Con ello se adjudicó el match”.  Tan grato fue el juego de los rosarinos que los propios hinchas de Atlanta que los fueron ver perder terminaron ovacionando a los muchachos de Gabino.

Racing Club fue el otro finalista de la Beccar Varela. Luego de igualar 3 a 3 con Independiente en el Gasómetro, terminó goleando 4 a 1 en Alvear y Tagle. La Asociación quiso mover la fecha del partido que coincidía con el primer día de Carnaval. Pero los clubes decidieron disputar la final el 11 de febrero. Se esperaba una recaudación importante, sobre todo porque público de Racing tenía interés en ver un equipo que goleaba con una delantera notable: Demetrio Conidares - Vicente Zito - Alberto Fassora - Eduardo Leoncio y Roberto Bugueyro. Era un duelo de estilos. La Academia, potencia arrolladora. Central Córdoba, juego afiligranado y elegante. Por un lado, el pase corto como religión; del otro, el pelotazo vertiginoso hacia los wines.

Finalmente, llegó el domingo 11 de febrero. Julio Rodríguez nos mete en corazón y alma la previa rosarina: “El club fletó un tren completo que salió desde la estación donde se fundó con entradas agotadas. Más de mil quinientas personas viajaron en un tren que tenía en la locomotora una bandera argentina y otra del club. Un rasgo de identidad de un club fundado por ferroviarios. El plantel concentró en el hotel Central Córdoba de Retiro. Ahí había concentrado en la previa de los partidos ante Platense (2 a 0, en River Plate) y Gimnasia de Santa Fe (2 a 0, en Atlanta)”. 

En Última Hora dio cuenta de como llegaron ambos equipos a la final: “Tanto los rosarinos como los muchachos que se encuentran bajo las órdenes de Marinetti han seguido durante la última semana un eficaz método de entrenamiento que les ha hecho adquirir su mejor estado físico, lo que les habilita para rendir una performance de acuerdo con la expectativa que ha suscitado el encuentro”.

Más de treinta mil personas concurrieron a Tagle y Alvear. Cinco mil charrúas se hicieron presentes en Buenos Aires. En su Gabino, Julio Rodríguez dio cuenta de la emoción de la jornada: “El convoy salió a las seis de la estación Central Córdoba y pisó Retiro en el mediodía. El calor reinante no hizo mella en la mayoría de los viajantes trajeados, con cofias y embanderados con la azul y roja, quienes iniciaron la peregrinación a pie rumbo al estadio millonario“.

A las 17:30, los dos capitanes se reunieron en el círculo central junto al árbitro Manuel Sobreira. De un lado, el mítico Gabino Sosa, del otro el tucumano Demetrio Conidares. La Academia formó con Juan Bottaso; Rodríguez, Arturo Scarcella; Pedro Pompey, Ángel Serramía, Antonio
De Mare; Demetrio Conidares, Vicente Antonio Zito, Alberto Fassora, Eduardo Leoncio, Roberto Bugueyro.

Por su parte, Central Córdoba lo hizo con Ernesto Funes; Andrés Garramendi, José Busano; Lorenzo D’Uva, Germán Gaitán, Ricardo Solero; Telmo Collins, Tomás Constantino, Gabino Sosa, Antonio Morales, Guillermo Fernández.

Julio Rodríguez nos cuenta la importancia vital que tuvo Germán Gaitán en aquel equipo: “Se había lesionado Félix Ibarra, centrohalf del equipo. Fue así que la dirigencia contrató a Gaitán, jugador de Provincial, quien llegó para jugar los partido de la Beccar Varela y fue un jugador determinante de aquel equipo”. 

El trámite fue trepidante. Con duelos entre guapos, como el protagonizado por Arturo Scarcella y Telmo Collins. El defensor racinguista - duro entre duros - tenía un apodo que intimidaba: Pepe, el herrero. El delantero, nacido en Armstrong, no le hacía asco al choque. Este duelo será determinante en el partido.

Racing se puso en ventaja apenas iniciado el partido por intermedio del tucumano Demetrio Conidares. Córdoba dio vuelta el partido con goles de Tomás Constantini. Telmo Collins, puntero derecho charrúa, malogró un penal, atajado por Juan Bottaso, la mítica Cortina Metálica. Igualó Vicente Zito, la Bordadora de la Academia, a los ocho minutos del segundo tiempo. El partido estaba para cualquiera; hasta que al final del encuentro, el árbitro uruguayo Sobreira cobró otro penal para los rosarinos. Los jugadores de Racing no lo podían creer. Hicieron una sentada, como había hecho Gimnasia meses atrás, cuando fue despojado de un campeonato en cancha de San Lorenzo. Pero no tenían nada que discutir. A un grande se le podían cobrar dos penales en contra. Racing se fue del campo de juego.

A pesar del resultado Central Córdoba dio una justa vuelta olímpica encabezada por Gabino Sosa. Desde las tribunas una ovación saludó las camisetas azulgranas. Era merecido, sin importar el fallo del Tribuna de la Liga de Football Profesional, los charrúas de Tablada eran justos campeones del torneo. En el vestuario, Gabino Sosa expresó emocionado: “En nombre de mis compañeros y en el mío propio, hemos cumplido de la mejor manera posible  el encargo honroso que se nos confió. Rosario merecía el título que vinimos a buscar y creo que lo hemos ganado en buena ley. Racing jugó sin declinar y por ello nuestro esfuerzo es meritorio. Ahora tiene la palabra la Liga, y si hay que jugar de nuevo, ¡Haremos el esfuercito!

El cronista de Ultima Hora destacó, una vez más, la actuación del veterano crack: “Fue la figura más sobresaliente de la cancha, teniendo en cuenta que ya es un hombre que anda cerca de los cuarenta años. Gabino Sosa, con la justeza que le caracteriza para el pase y la disposición que le imprime a los ataques, se ha consagrado como uno de los mejores delanteros del momento. Viejo Gabino, ¡Todavía sos un crack!”.

La prensa porteña debió recular en sus pasos. Como Julio César Marini, muy influyente en aquellos días, quién escribió: “Era uno de los que no creían que Racing pudiera perder ante Central Córdoba por ver en el equipo de Avellaneda mayor ajuste, técnica y garra para un lance de esta naturaleza. Pero he de reconocer que los rosarinos hicieron una gran presentación y que a pesar de que los avances hacia la valla de Racing fueron menos frecuentes que los del team contrario a la de Central Córdoba, estos llevaban mayor peligro”.

“Días más tarde se reunieron los representantes de las diversas federaciones que disputaron el torneo. Los medios daban por ganador a Central Córdoba y repudiaron la actitud de los jugadores de la Academia. Finalmente, para sorpresa de muchos, decretaron que el partido no continuaría y Central Córdoba se consagró campeón, señaló Rodríguez.

A 89 años de un campeonato aún celebrado. La fiesta de los humildes. Central Córdoba de Rosario, campeón en Buenos Aires.



viernes, 28 de enero de 2022

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA

¿PORQUE A INDEPENDIENTE DE AVELLANEDA LE DICEN EL REY DE COPAS? 

FUENTE: INFOBAE 

La Suruga Bank es un invento meramente del marketing. La Copa Máster de Supercopa y la Copa de Oro Nicolás Leoz, también. Ya lo dijo el "Profesor" Ariel: "Si los demás cuentan las copas que son discutibles, ¿cómo nosotros no vamos a contar esta?".



Estadísticas y debates sobre calidad de los títulos aparte, Independiente es el Rey de Copas por toda la eternidad a partir de un dato inexpugnable: el 29 de agosto de 1976 conquistó su título 12 a nivel internacional y se apropió del mote, relacionado a las imágenes que llevan las barajas españolas.


En el intangible, el apodo se lo llevó por la mística, por la estirpe, por el dominio, por haber sido el único equipo que representó al país durante una extensa época por encima de la selección argentina. Por todo eso es el Rey de Copas, título nobiliario que algunos intentan apropiarse para tener la identidad que no lograron.


jueves, 27 de enero de 2022

EL PARTIDO FANTASMA POR LA CLASIFICACION AL MUNDIAL DE ALEMANIA 1974

CHILE VS UNION SOVIETICA 

FUENTE: "TyC SPORTS"/AL ANGULO

El 21 de noviembre de 1973, Chile debía enfrentar a la Unión Soviética por la vuelta del repechaje para clasificar al Mundial de Alemania 1974. La ida había salido 0-0. Los once jugadores trasandinos salieron al campo de juego, sacaron del medio, fueron tocando la pelota con mucha facilidad hacia el área rival y Francisco Valdez controló y definió con el arco vacío. Todo sin oposición, del otro lado no había jugadores. El duelo duró 30 segundos y se dio por terminado. Ganó Chile 2-0 por walk over y se clasificó a la Copa del Mundo.



Para explicar lo sucedido en el famoso partido fantasma, y uno de los más trascendentales de la historia del fútbol, hay que retroceder poco más de dos meses. En septiembre de 1973 todo parecía normal. Chile peleaba por un lugar en el Mundial. En las eliminatorias le tocó un grupo únicamente con Perúambos partidos terminaron 2-0, uno para cada uno, y definieron el clasificado al repechaje a través de un duelo de desempate, que se jugó en Montevideo el 5 de agosto, con triunfo chileno por 2-1.


El 11 de septiembre de ese mismo año, el plantel comandado por Luis Álamos se encontraba a días de emprender el viaje hacia la Unión Soviética para el duelo de ida, que se jugaría el 26. Mientras tanto, en su país ocurría uno de los peores golpes de estado. Tras el bombardeo del Palacio de la MonedaSalvador Allende habló por última vez como presidente de Chile y su lugar fue ocupado por el dictador Augusto Pinochet.


Chile era el gran aliado de la Unión Soviética en Sudamérica. Sin embargo, desde el golpe de estado a Salvador Allende, rompieron relaciones diplomáticas y el elenco de la selección chilena tuvo inconvenientes para ingresar a MoscúDos jugadores no lucían iguales a su pasaporte y no los querían dejar entra. A falta de embajador, fue el propio Zorro Álamos quien negoció su ingreso. Si retenían a uno, no entraba nadie. Finalmente los dejaron entrar al país y el duelo se jugó.


El miércoles 26 de septiembre, en el Estadio Lenin de Moscú, Unión Soviética recibió a Chile por la ida del repechaje para el Mundial de Alemania 1974. Con temperaturas bajo cero, los trasandinos buscaron aguantar el cero ante los soviéticos, que habían sido subcampeones de la Eurocopa un año antes. Y lo consiguieron. Con una defensiva 6-3-1, los de Luis Álamos soportaron las llegadas de la URSS, y logró la hazaña. Fue final con empate sin goles. Todo se definiría en Chile en noviembre.


Luego de consumado el golpe de estado de Augusto Pinochet, el ejército chileno utilizaba el Estadio Nacional de Santiago como un campo de concentración, por lo que la Unión Soviética emitió un pedido formal a la FIFA para jugar la vuelta del repechaje para clasificar al Mundial de Alemania 1974 en otra localidad de Sudamérica, como por ejemplo Buenos Aires. "Los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estado de Santiago, salpicado con la sangre de los compatriotas chilenos", expresaron.


Sin embargo, el ente madre del fútbol se negó. Enviaron a un inspector a supervisar el campo (los detenidos habían sido trasladados a otra sede), y dieron el OK para que el partido se jugara allí. Llegó entonces el 21 de noviembre de 1973. Como se especulaba, la Unión Soviética no viajó y no se presentó. Chile sí. Salieron en solitario al campo de juego, se sacaron la típica foto previa al partido, el árbitro dio inicio al juego, hubo un gol que celebraron con timidez los 15 mil chilenos que fueron al Estadio Nacional, y el duelo se dio por terminado. Chile ganó 2-0 por walk over y clasificó al Mundial de Alemania 1974.



martes, 25 de enero de 2022

GRANDES RECUERDOS

"CHARLY CRRIO" EL MAGO DE LA PELOTA

FUENTE: CLUB ATETICO ATLANTA/ EDGARDO IMAS 



El ex volante ofensivo de Atlanta, Carlos Alberto "Charly" Carrió, volverá a pisar Villa Crespo y será homenajeado por su trayectoria en el club antes del comienzo del partido con Villa San Carlos. Actualmente es ayudante de campo del DT del equipo de Berisso, Osvaldo Ingrao.

Carrió comenzó en la categoría 1955 en el fútbol infantil de Atlanta, con el recordado Isaac Tirzler como delegado. En 1970 ya integraba la Novena División, junto con compañeros que, como él, debutarían cinco temporadas después en la Primera, tales los casos de Francisco Azzolini, Eduardo Filipetti, Lamadrid y Rocha.

Actuó durante siete temporadas (1974-1980) en la Primera bohemia, seis de ellas en la Primera A. Totalizó 207 presencias y 24 goles. Se lo recuerda por ser un abanderado del buen juego y por su velocidad mental para resolver en ataque.

Carrió debutó en la Primera en el torneo Nacional 1974, cuando a causa de un conflicto con el plantel profesional,

Atlanta afrontó dicho certamen con jugadores amateurs.
Su debut fue el 28 de julio de 1974, Atlanta 3 – Chaco For Ever 1, y el primer gol se lo convirtió en la 13.ª fecha, el 20 de octubre de 1974, en la victoria en Humboldt 2 a 1 a Chacarita.

A pesar de su juventud rápidamente se consolidó como el número 10 titular en el Metropolitano 1975, donde jugó el mítico partido en que Atlanta, con gol de Mario Finarolli, venció 1 a 0 en el Monumental a River, que se coronaría campeón luego de dieciocho años.

Integró el plantel que en 1979 descendió a Primera B, junto con Chacarita y Gimnasia La Plata, luego de la disputa del "cuadrangular de la muerte". Como el descenso impidió que Atlanta disputara el torneo Nacional de ese año, fue cedido a préstamo a Independiente Rivadavia (Mendoza) en el segundo semestre. Volvió en 1980 y fue subcampeón de la B con Atlanta, detrás de Sarmiento (Junín).

El último partido de Carrió en Atlanta fue el 1.° de noviembre de 1980, goleada 4 a 0 en Villa Crespo a Los Andes. En 1981 siguió su carrera en Loma Negra (Olavarría). En 1982 pasó a Gimnasia LP, donde permaneció hasta 1988 y logró el ascenso a la A en 1984. Jugó una temporada en Argentinos Juniors en la A, y volvió a la B Nacional para lograr ascensos con Huracán y Belgrano (Córdoba).

jueves, 20 de enero de 2022

CUANDO LLEGO A LA COPA LIBERTADORES 1991

EL GRAN AÑO DE DEPORTES CONCEPCION DE CHILE 

FUENTE: KODRO MAGAZZINE 

El Deportes Concepción SADP se radica en la ciudad de Concepción de la Región del Biobío y actualmente se encuentra en la Segunda División Profesional de Chile. Lejos queda su gran gesta de clasificarse para la Copa Libertadores de 1991 ante todo pronóstico, sin duda un hito que los aficionados del «Conce» nunca van a olvidar.



Este club chileno fundado el 15 de abril de 1966 ejerce de local regularmente en el Estadio Municipal Alcaldesa Ester Roa Rebolledo, recinto ubicado en la misma ciudad, y que posee una capacidad aproximada de 33 000 espectadores. Su fundación tuvo lugar el 25 de enero de 1966, como resultado de la fusión de varios clubes de fútbol de la ciudad de Concepción (Galvarino, Liverpool, Juvenil Unido y Santa Fe), que, renunciando a un brillante y largo historial deportivo, se fusionaron para hacer realidad el ambicioso proyecto de tener un equipo representativo de la cuenca del Biobío en el concierto futbolístico chileno.​

A estos clubes se les sumó el apoyo deportivo y financiero del prestigioso Lord Cochrane, club desde el primer día, e incluso antes, durante un fallido intento en 1965, se comprometió con la idea de incorporar un nuevo club al fútbol rentado.​ El club nació como Deportes Concepción Unido, y fue aceptado en la Segunda División el 15 de abril de 1966, fecha que sería adoptada erróneamente como aniversario, confundiéndose con una inexistente formación de un primer directorio. La denominación de «Unido» se quitó del nombre del equipo en 2 de marzo de 1968.

Gracias al explosivo aporte goleador de Juan Carlos Almada y después de cinco participaciones en Liguilla Pre-Libertadores, Deportes Concepción logra clasificar al minitorneo de 1990 como ganador de uno de los «tramos» en que se dividió el campeonato de ese año. La liguilla se disputó íntegramente en Santiago, y el equipo fue dirigido en la ocasión por Luis Vera, que había reemplazado al renunciado Fernando Cavalleri.

Luego de una categórica derrota por 0-4 ante Universidad Católica en la primera jornada doble, los lilas se recuperan derrotando por 3-0 a O’Higgins y 2-0 a Unión Española. El último partido del minitorneo, que se disputaba en el Estadio Nacional entre Universidad Católica y O’Higgins, era el decisivo en determinar quién sería el acompañante de Colo-Colo en la Copa Libertadores de América. El empate final 2-2 terminó clasificando sorpresivamente a Deportes Concepción, que accedió, de esta forma, a su primer torneo internacional. El triunfo en la liguilla significó que los lilas, en lo formal, se titularan subcampeones chilenos de la temporada 1990, y acompañaran a Colo-Colo en la Copa Libertadores de América de 1991.

Ya en el torneo continental, el equipo logra acceder a segunda fase, merced a sus triunfos como local sobre Liga de Quito (3-0) y Barcelona S.C. (1-0), ambos equipos ecuatorianos y dos empates: uno, como local, ante el que sería campeón del torneo, su compatriota Colo-Colo (0-0) y otro, como visita, frente a Barcelona S.C. (2-2). En la segunda ronda, los lilas enfrentaron al América de Cali en un Estadio Municipal de Concepción sumido en una espesa niebla, cayendo derrotados por 3-0. En la revancha, jugando en San Cristóbal, Venezuela, conquistan un empate 3-3, que de todas formas los deja fuera de competencia.

La base de aquel equipo la conformaron jugadores históricos como los mencionados Juan Carlos Almada, Miguel Ardiman, Marcelo Miranda y Nicolás Villamil, más el aporte de Héctor Adomaitis, Héctor Correa, Danilo Figueroa, Óscar Lee Chong, Héctor «Tito» Francino, José Perez, Luis Carrasco, Oscar «Negro» Lepe, Juan Cruz entre otros.

“Fue todo tan nuevo para ese grupo. Eliminamos al subcampeón de América, dimos pelea con Colo Colo que fue campeón ese año y nos eliminó el América de Cali, que era la mitad de la selección de Colombia. En la Copa América después estaban los mismos que nos ganaron a nosotros”, recuerda Óscar Lepe, una de las estrellas de Deportes Concepción que en 1991 jugó su primera Copa Libertadores y llegó a octavos de final.

El “Negro”, que defendió 6 años al “León” como volante, aún recuerda que “clasificamos a pura pelea en la liguilla del año anterior, donde nadie nos daba muchas posibilidades. Fue con Luis Vera de técnico y después llegó Siviero, que era un caballero. Nada que decir. Y le gustaba el fútbol directo, igual que a nosotros. Éramos de pegarle para arriba y teníamos a (José) Pérez y Almada que te aguantaban todo y hacían la pausa para que llegáramos. Cruz y yo éramos más de meter, no tan pulcros. Óscar Lee Chong era el más ‘10‘, pero no teníamos uno clásico.

 Adomaitis llegó ese año y lo suyo era lo físico. Teníamos un tremendo equipo, pero más directo que vistoso. Se mantuvo una base del año anterior y llegaron un par y los extranjeros”. También destaca el orden defensivo. “El ‘Negro’ Correa era un jugadorazo y hacía goles. Miranda tenía mucha llegada y Ardiman era impasable. Jugaba de lateral y tenía una velocidad que nadie se lo llevaba mano a mano. Miranda se fue a Cobreloa, Ardiman a Católica. Enfrentamos a delanteros de categoría mundial y nunca nos achicamos. Cuando llegábamos a otro país, nadie sabía quién era Concepción, si era del norte o del sur. Se conocía solo a Colo Colo, Católica y Cobreloa. Ni la ‘U’ era conocida”, repasa el mediocampista.

Debutaron empatando con Colo Colo 0-0 en Collao, con el penal que Villamil le tapó a Pizarro, luego derrotaron a Barcelona 1-0 en casa con tanto de Almada. “Era extraordinario. Defendiendo, aguantando. Le podíamos tirar cualquier cosa”. Luego empataron 2-2 en Guayaquil, perdieron 4-0 en Quito y 2-0 a manos de Colo Colo. Todo se puso cuesta arriba, pero lograron el boleto a octavos goleando 3-0 a Liga. Los goles fueron de Correa, Adomaitis y Pérez.

“Era un grupo magnífico, lo pasábamos bien juntos. No había celulares ni tanta prensa encima. Hacíamos hartas tonteras. También estaba Villamil que siempre fue bien loco. Se mandaba sus errores también, pero siempre fue de acercarse y disculparse. Conmigo, por ejemplo. Nos eliminó un América de lujo (6-3 global), en ese partido con neblina donde no se veía nada, con De Ávila, Rincón y Bermúdez en cancha. Es un orgullo y la gente lo recuerda. Te lo hacen sentir”, concluyó.

sábado, 15 de enero de 2022

HISTORIAS DE COLECCION

CUANDO FIFA PROHIBIO LAS CAMISETAS DE CAMERUN 

FUENTE: KODRO MAGAZINE 

Las camisetas de la selección de Camerún prohibidas por la FIFA pasarán a la historia, más que por su estética, por la polémica que generaron en su momento. A principios de la década del 2000 las marcas de ropa deportiva estaban en plena revolución tanto en diseños visuales como funcionales, y Puma quiso posicionarse dando un toque de innovación un par de veces a las camisetas de la selección de Camerún. Pero el recorrido de las dos brillantes ideas acabaron en la mesa de la FIFA.



La camiseta sin mangas con la que Camerún disputó y ganó la Copa de África 2002 fue un verdadero antes y después. La FECAFOOT no puso ningún problema en lo que era una variante nunca vista hasta aquel momento, pero la FIFA no toleró que los indomables leones de África se presentaran con la misma camiseta en el Mundial de Japón y Corea.

Lo más curioso del caso fue que la justificación oficial relativa a la prohibición de la camiseta se refería a la imposibilidad de colocar el parche del torneo en las mangas. Camerún intentó un tira y afloja que sabía que no podía ganar, pero a pesar de las mangas negras que se añadieron después, arruinando el experimento de diseño de PUMA, la camiseta sigue siendo aún a día de hoy un hito en los diseños de camisetas de fútbol.

El segundo desencuentro entre la selección nacional africana con la organización futbolística más poderosa del mundo tuvo lugar en 2004 cuando Puma elaboró una especie de «body»: un maillot en rojo y verde. Inmediatamente después del partido de la Copa Africana de Naciones 2004 contra Túnez, Sepp Blatter legisló sobre las nuevas equipaciones, declarando que «todas las camisetas y los pantalones cortos deben ser prendas separadas».



Camerún seguiría jugando con ese uniforme, haciendo caso omiso de la nueva norma procedente de las oficinas de Nyon. El desafío de Camerún acabó con una multa de 130 mil euros y 6 puntos de penalización en el grupo de clasificación para el Mundial 2006.

viernes, 14 de enero de 2022

HISTORIAS QUE VALEN LA PENA LEER

LA HISTORIA DEL GRAN  OLIVER KHAN 

FUENTE: KODRO MAGAZINE/PAOLA MURRANDI 

Oliver Kahn fue uno de los porteros alemanes más laureados de la historia y uno de los mejores de todos los tiempos. «Der Titan», a pesar de dar la impresión de ser un bruto descerebrado por su carácter agresivo e irascible, aplicaba método a su locura y reflexión en su ferocidad.



Rara vez se precipitaba a la hora de realizar una parada o un desafío, y su agresividad, a pesar de casos puntuales, disciplinada. Era simplemente alguien que aprovechaba sus atributos para imponerse en el juego de la manera más influyente que podía, sellando todas sus actuaciones con severo carácter.

Sus aportaciones individuales le valieron el récord de cuatro premios consecutivos al mejor portero europeo de la UEFA, así como tres premios al mejor portero del mundo de la IFFHS, y dos trofeos al mejor futbolista alemán del año. Además, en la Copa Mundial de la FIFA 2002, «Volcano» se convirtió en el único portero de la historia del torneo en ganar el Balón de Oro. Quedó quinto en las elecciones de la IFFHS al mejor portero del siglo XXI y al mejor portero de los últimos 25 años. A todo ello hay que sumarle ocho títulos de la Bundesliga, seis DFB-Pokals, la Copa de la UEFA en 1996, la Liga de Campeones de la UEFA y la Copa Intercontinental, ambas conseguidas en 2001.

De 1994 a 2006, Kahn formó parte de la selección alemana, en la que jugó como titular tras la retirada de Andreas Köpke, y también formó parte de la expedición que ganó la Eurocopa de 1996, aunque no llegó a jugar ni un solo minuto. Disputó 86 partidos con la selección alemana, 49 de ellos como capitán. Se convirtió en Campeón de Europa (1996) y Subcampeón del Mundo (2002).

Nacido el 15 de junio de 1969 en Karlsruhe, a los seis años, Oliver se incorporó al Karlsruher Sport Club, donde su padre Rolf había jugado de 1962 a 1965. Curiosamente, el barrio de Baden-Württemberg fue testimonio privilegiado de sus orígenes como jugador de campo, condición que con el paso del tiempo abandonaría para convertirse en el cancerbero que todos recordamos.

La temporada 1987-88 fue incorporado en el primer equipo, siendo al principio el portero suplente por detrás de Alexander Famulla en la Bundesliga. El 27 de noviembre de 1987, debutó en la liga en una derrota a domicilio por 4-0 ante el 1.FC Köln. Sin embargo, hasta 1990, el entrenador Winfried Schäfer no decidió ponerlo de titular en lugar de Famulla.

Fue considerado un jugador clave y un motivador en la plantilla del Karlsruher SC que alcanzó las semifinales en la Copa de la UEFA de 1993-94. Durante los octavos de final, el equipo logró una goleada de 7-0 contra el Valencia en su campo, después de perder el primer partido por 1-3 en el estadio de Mestalla. Los medios de comunicación alemanes apodaron el partido como el «Milagro en el Wildparkstadion», y Kahn fue proclamada uno de los héroes del equipo. Pero la alegría duró poco, ya que el Karlsruher SC cayó derrotado por el SV Austria Salzburgo en la semifinal. Para la historia quedaron las eliminaciones de rivales de mayor renombre, como el PSV o el Burdeos. En los 10 partidos que el KSC disputó en las cinco rondas de ida y vuelta, mantuvo la asombrosa cifra de cinco partidos sin recibir goles.


La brillante campaña del Karlsruher fue seguida por los grandes clubes europeos y el verano siguiente, el Bayern de Múnich aprovechó la oportunidad de fichar a Kahn ofreciéndole la titularidad para la temporada de su desembarco, la 1994-1995. A pesar de una grave lesión, pudo participar en 30 partidos.

La temporada 1995-96, Kahn fue capaz de ir más allá en la Copa de la UEFA que con su anterior equipo y consiguió hacerse con el trofeo. El hecho de no encajar ni un solo gol contra el Lokomotiv de Moscú y el Raith Rovers, marcaron la pauta de la competición y, tras superar con éxito esos complicados viajes, el Bayern se deshizo de los antiguos ganadores de la Copa de Europa, el Benfica, el Nottingham Forest y el Barcelona, antes de enfrentarse al Burdeos en la final.

El Girondins, que solamente se había ganado su puesto en la competición al superar la primera edición de la Copa Intertoto eliminando al antiguo club de Kahn, contaba con los futuros campeones del mundo franceses Christophe Dugarry y Zinedine Zidane entre sus filas, pero no fueron rival para los bávaros. La victoria por 2-0 en Múnich en el partido de ida (otra vez con la portería a cero en una gran ocasión) dio al Bayern la base para seguir avanzando, y en la vuelta arrasó con el equipo francés, con Jürgen Klinnsman, que marcó su 15º gol en la competición, en una victoria por 4-1.

Fue la primera vez que Kahn se hizo con un trofeo, y no tardó en conseguir su primera Bundesliga y la DFB-Pokal la temporada siguiente. A su brillante temporada en el ámbito nacional se sumaron más éxitos en el ámbito europeo; como miembro de la selección alemana en la Eurocopa 96, se marchó de Wembley con otra medalla de campeón (sin jugar) para añadir a su floreciente palmarés. Sin embargo, la siguiente oportunidad de Kahn de ganar una competición europea en el ámbito de clubes terminó en un desengaño, y es una que dejó una marca indeleble en él y en la mente de los aficionados: Barcelona 1999.

Todavía era de día en el Camp Nou cuando Mario Basler lanzó un suntuoso tiro libre que rodeó la barrera y entró por la esquina inferior para dar al Bayern una ventaja que debía defender. Cuando la oscuridad empezó a descender, también lo hizo la marea roja, mientras el Manchester United intentaba remontar el marcador. Aunque el United se lanzó a por el partido, la verdad es que el portero del Bayern tuvo poco que hacer. Mientras mantenía a raya a los contrarios, tenía que ver cómo sus compañeros desperdiciaban ocasiones presentables, ya que se las ingeniaban para golpear el poste y el larguero.

Y entonces las cosas cambiaron. Cuando Teddy Sheringham empató el partido, Kahn cayó impotente en el centro de su área, con un solo brazo en alto, el dedo índice levantado y agitando mientras suplicaba una bandera de fuera de juego que nunca llegaría. Momentos después, su portería fue profanada una vez más, esta vez por Solskjær, el «deus ex machina» favorito del United, que evadió los intentos de Kuffour de despojarlo para rematar instintivamente un pase al primer palo.

Fue fascinante ver a Kahn cuando el balón llegaba al fondo de la red. Por una vez, esas piernas gruesas como un roble parecían haber echado raíces en la boca de gol para mantenerlo en su sitio mientras miraba impotente. La única parte de su cuerpo que se movía era la cabeza, que giraba, primero para seguir la trayectoria del disparo y luego para seguir los movimientos de los jugadores del United celebrando el gol. El Bayern fue dominante y desperdició numerosas ocasiones de oro en una final que representa una de las mayores remontadas de la historia del fútbol.

Dos años después, el Bayern tuvo otra oportunidad de conseguir el trofeo que se le había escapado por poco. Tras deshacerse del Real Madrid en las semifinales, los alemanes se dirigieron a Milán para enfrentarse a un nuevo rival español, el Valencia. La final de la Liga de Campeones de 2001 fue un partido dominado por los penaltis. Se lanzaron tres durante los 90 minutos, con Gaizka Mendieta y Stefan Effenberg convirtiendo tranquilamente cada uno de los lanzamientos de Mehmet Scholl, que se dirigió directamente a Santiago Cañizares, pero no fueron suficientes para separar a los dos equipos y se llegó a la tanda de penaltis. Aquí es donde Oliver Kahn se lució.

Acabó realizando tres paradas, incluida la decisiva para conseguir la victoria: una zambullida hacia su derecha, rechazando el balón con una técnica poco ortodoxa, utilizando el dorso de sus puños cerrados para rechazar el disparo. Fue feo e intransigente y típicamente Kahn: canalizar su beligerancia en una impresionante hazaña de portero.

La mejor de sus paradas se produjo en el lanzamiento de un penalti de Amedeo Carboni que iba directo al centro. Kahn, que en un primer momento interpretó mal el lanzamiento, se dejó caer hacia su izquierda, pero tuvo la presencia de ánimo para levantar el brazo derecho y lanzar el balón contra el travesaño sin esfuerzo, como un oso pardo que saca un salmón de un río. Después de que el balón rebote y se ponga a salvo, se abalanza sobre él, lo agarra con las dos manos mientras lo sacude violentamente y grita. Es un momento de puro alivio y de pura locura.

Kahn recibió el premio al mejor jugador del partido por su actuación y el Bayern consiguió exorcizar los demonios de Barcelona que le perseguían desde entonces. Fue una victoria catártica, pero también una demostración de su gran personalidad y de su condición de auténtico caballero del fútbol. Para la historia queda su imagen consolando a un Santiago Cañizares totalmente abatido por la derrota, mientras sus compañeros de equipo celebraban la victoria.

El Mundial de 2002 vio como los alemanes a pesar de no practicar un gran fútbol y sus graves limitaciones lograron superar su grupo. A partir de ahí, se esforzaron por conseguir victorias por un solo gol contra Paraguay, Estados Unidos y la anfitriona Corea del Sur en las rondas eliminatorias. No es exagerado decir que aquella selección teutona no habría llegado tan lejos sin su portero, que a veces, sobre todo contra Estados Unidos, parecía arrastrarlos a través de los partidos con su carácter hasta llegar a la final.

De la misma manera que la victoria del Bayern sobre el Valencia le permitió alejar el fantasma de su espectacular derrota contra el United, la final de la Copa del Mundo dio a Brasil la oportunidad de superar lo ocurrido en París cuatro años antes. Más concretamente, ofreció a Ronaldo, la posibilidad de dar la talla en el mayor escenario de todos, después de que las extrañas circunstancias que le rodearon justo antes de la anterior final contra Francia le hicieran jugar como una sombra de sí mismo.

Por momentos, el resto del partido pareció secundario ante el duelo personal entre el delantero brasileño y el portero alemán: Ronaldo no consiguió más que rozar sus tacos en un uno contra uno, y luego Kahn blandió su espinilla derecha para rechazar un disparo con la zurda al filo del descanso. El objeto aparentemente inamovible no podía negar la fuerza irresistible. Al cabo de una hora, Kahn se quebró.

Un disparo desde fuera del área de Rivaldo parecía que iba a ser una parada fácil, pero se escapó de las manos de Kahn y fue a parar directamente a los pies de Ronaldo. Fue un error espantoso que se castigó sin contemplaciones. Es fácil criticar al guardameta por cometer un error de esta magnitud, pero en este caso sus compañeros de equipo le defraudaron: Dietmar Hamann perdió la posesión de la pelota por parte de Alemania al caer débilmente ante un reto de Ronaldo y Ramelow no reaccionó en absoluto al rebote, por no mencionar el hecho de que su equipo no habría llegado tan lejos sin él.

Poco después, la defensa se volvió a complicar. Thomas Linke se vio tan sorprendido por el amago de Rivaldo que Ronaldo tuvo tiempo de sacar el transportador y medir su disparo en la esquina inferior por la parte interior del poste. En 10 minutos, Ronaldo consiguió enterrar cuatro años de malos recuerdos, destrozar los sueños de los alemanes y privar a Oliver Kahn de la condición de portero ganador de la Copa del Mundo. Destacable la muestra de empatía del brasileño en acabar el partido al correr hacia Oliver para reconocer su actuación y animarlo en la derrota. ¡Qué grande fue el fútbol!

Los tres años transcurridos entre 1999 y 2002, con una victoria europea intercalada entre dos gloriosos fracasos, llegaron a definir y socavar el legado de Kahn. Por desgracia la historia la escriben siempre los vencedores y apenas se piensa en los vencidos. Es demasiado fácil dejarse envolver por la alegría de una buena historia que llega a buen puerto y olvidar las consecuencias para los vencidos. Una mirada a la carrera de Oliver Kahn nos recuerda que los cuentos de hadas no tienen un final feliz para todos.


 


lunes, 10 de enero de 2022

LA DUPLA SILVA ACOSTA

LOS ALBAÑILES DE LANÚS 

FUENTE:"EL GRAFICO"




En una época como aquella (a mediados de los 60 hasta entrados los 70) en que la Argentina disfrutaba del boom de la construcción, tanto en propiedad horizontal como en todo tipo de estructuras, el paraguayo Bernardo Acosta y el argentino Manuel Ángel Silva se ganaron sobradamente el mote de Los Albañiles. 

Construían paredes con suma facilidad y llegaban al gol en un equipo de Lanús que adquirió notoriedad por la actuación de esos jugadores de distinta característica, pero que supieron ensamblarse hasta convertirse en una pareja difícil de contener para cualquier defensa. En 185 partidos con la camiseta granate, Silva convirtió 54 goles. Después pasó a Newell’s y también actuó en Banfield. En todos los equipos fue goleador. El paraguayo Acosta, de Lanús –donde hizo 63 goles- pasó al Sevilla, de España, país donde se radicó definitivamente.


Fragmento de la nota Mi media naranja de El Gráfico de abril de 2003. Textos: Poggi, Perugino y Borinsky

HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER

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