lunes, 30 de diciembre de 2019

LOS GRITOS DEL GRINGO EN CAMPANA

HECTOR HORACIO SCOTTA Y SU PASO POR VILLA DÁLMINE


Consiguió lo que muy pocos pueden dejar: una marca imborrable en la historia. En 1975, hizo 60 goles para San Lorenzo y marcó el record absoluto de gritos en una temporada. Héctor Scotta, con este cañonero que en su tiempo de jugador se cansó de reventar redes y de burlar arqueros contrarios, me reencontré en 2016 despues de largo tiempo, por esas vueltas que tiene la vida. En ese entonces, a los 66 años, con el mismo físico imponente, sigue acaparando el cariño de la gente que lo vio jugar y no olvida sus éxitos deportivos y su paso por el fútbol de Campana.




-¿Te acordas de ese domingo 26 de abril del 1981, en Lima, cuando cenamos juntos con el plantel?
-Sí, es verdad. tenés buena memoria. Veníamos de jugar en Rosario ante Newell´s. Yo jugué la fecha anterior pero igual integré esa delegación que tenía como director técnico a Victorio N. Cocco.


-Con San Lorenzo, lograste dos títulos. Metropolitano 72 y Nacional 74. Fueron con la "Azulgrana" 226 partidos y señalaste 140 goles. ¿Estos hoy cuánto te valdrían?
-En realidad no tengo idea, pero gracias a ellos llegó la titularidad en la mudanza al fútbol europeo, al Sevilla de España. Despues de la vuelta al país para jugar en Ferro, otra vez en San Lorenzo, Boca y unos cuantos clubes del ascenso y entre ellos Villa Dálmine.


-El Sevilla te compró en 300 mil dólares, cifra record en su momento.
-Sí, fue despues de la gira de la Selección. Fueron los cuatro años más felices de mi vida.


-¿Qué me podes decir del 87, cuando también luciste la divisa de Villa Dálmine?
-También es hoy un recuerdo muy lindo. Fue Roberto Resquín, en ese momento el director técnico, que me tuvo en cuenta para conformar un excelente equipo. Recuerdo a Salvaggio, José Céliz, Oscar Barrios, el "Tano" Labonia, Crema, José Basualdo, entre otros muchachos generadores de una muy buena compañía. Cuando llegamos a la semifinal del torneo zonal Sureste, le ganamos el primer partido de local a Estudiantes de Río IV, por 2 a 1. El primer gol lo señaló Lucchetti y a mí me tocó la alegría de obtener de penal el tanto de la victoria. Después empatamos de visitante en Córdoba (foto) y también eliminamos a Argentino Oeste en San Nicolás y perdimos la posibilidad de ascender ante Almirante Brown. Fue una pena, es que Dálmine y su gente se merecía ese gran halago.


-Muchos no saben que te agrada jugar a la paleta.
-Fue con mi amigo Roberto Telch, que nos gustó darle al frontón con esa pequeña pelotita, costumbre que viene de cuando éramos compañeros en San Lorenzo.


-El fútbol, por su brillante trayetoria, te ha dejado seguramente, innumerables recuerdos.
-La verdad que sí, y todo eso me encanta. En mi hogar, tengo una pieza en donde se puede ver, aquella casaca de San Lorenzo con el escudito a la izquierda y sin publicidad. La de la Selección. La Nº 10 de Diego Maradona. La del Sevilla de España. Banderines, presentes recordatorios, como el de la Filial Roberto Telch. A esa pieza que ya te señalé, hoy me cuesta mucho entrar, va mi hijo Héctor Leonel. Es que pasan los años y yo me emociono mucho.


Es hincha de Independiente, cuando de chico aprendió en sus pagos de Santa Fe a pegarle con potencia a la pelota. El que siguó los consejos de Juan Carlos Lorenzo. el que conoció ser campeón, en un lugar histórico como el viejo Gasómetro de Avenida la Plata. El que con la fama nunca perdió la humildad, entendió en 1989 que por fin se merecía un descanso y también los guardavallas.



Hoy cuando lo ven, nadie deja de saludarlo. Se sacan fotos con él. "Es para la revista la Chacra", dice el "Gringo" con una sonrisa. Dicen que el que siembre, siempre algo cosecha y Héctor Horacio Scotta, recoge el fruto por darle en su pasado al hincha, tantas victorias, con sus goles, que son por su importancia, a pesar de los años ya transcurridos, muy difíciles de olvidar.


FUENTE: LA AUTENTICA DEFENSA / POR HÉCTOR TABORDA

viernes, 20 de diciembre de 2019

EL TRISTE FINAL DE BARBOSA

EL ARQUERO DEL MARACANAZO

Los vecinos de la calle Joao Romariz, en el barrio de Ramos, en Leopoldina, zona norte de Río de Janeiro, creen que en el número 56 hay un incendio. El humo aumenta. En la casa, sin embargo, todo está tranquilo. El automóvil De Soto Luxo, como siempre, permanece estacionado frente a la puerta. 

Y dentro de casa, Clotilde, vestido claro, estampado, habla y sonríe con Moacyr, camisa de seda, short oscuro y medalla de oro de Nuestra Señora Aparecida. Moacyr ve que las llamas alcanzan buena altura, entre cerámicos y flores rojas y amarillas. Llegan invitados y curiosos. 
Reciben explicaciones y asisten a la ceremonia en silencio. No miran la carne, que ya está lista para ir a la parrilla. Miran el fuego. La madera que se convierte en brasas. Es 1963 y Moacyr Barbosa está quemando los postes que, trece años atrás, fueron su prisión perpetua. Son los postes del Maracanazo, la final del Mundial de 1950 que Brasil, dijeron todos, perdió por su culpa. Cantó Tabaré Cardozo: "Quema los palos Barbosa/ del arco de Brasil/ la condena del Maracaná/ se paga hasta morir".
A  años de su muerte, Barbosa sigue sin paz. En 2009, una epidemia de dengue en Praia Grande, litoral de San Pablo, obligó a encontrar nuevos espacios para enterrar tantos muertos. 
Las autoridades quisieron remover su tumba en el cementerio municipal. Tereza Borba, heredera, resiste desde hace años y ahora quiere que la tumba sea un centro de atracción turística. Puso en subasta el trozo de uno de los postes malditos que Barbosa salvó de su propio fuego. 
Barbosa, ya retirado, trabajaba en 1963 en el Maracaná y su jefe, Abelardo Franco, le regaló los postes cuando la FIFA ordenó instalar nuevos arcos de hierro. Los viejos postes de madera aparecen en Maracaná, documental uruguayo presentado hace unos días en el Festival de Cine de Punta del Este. La sala Cantegrill estalló en gritos de gol cuando Alcides Ghiggia, único sobreviviente y allí presente, sorprendió a Barbosa, quien intuyó centro atrás y descuidó el primer palo. Fue el 2-1. El gol acaso más mítico en la historia de los Mundiales, anotado ante una multitud récord de 200.000 personas, el diez por ciento de la población de Río de Janeiro.
Al primero que le escuché la historia de los postes fue a Eduardo Galeano. Barbosa le dijo que los partió con un hacha y los quemó hasta hacerlos ceniza. Pero "el exorcismo -escribió Galeano- no lo salvó de la maldición". "En Brasil -dijo una vez Barbosa, después de que, en 1993, supuestamente, le prohibieron ingresar a una concentración de la selección, por mufa-, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. 
Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí." Dos libros brasileños reconstruyeron en 2013 la historia de los postes quemados, con el añadido del asadito. Barbosa, de Roberto Muylaert, y Queimando as traves do 50, de Bruno Freitas. También tengo Anatomía de una derrota, el fabuloso libro que Paulo Perdigao escribió en 2000. Unos meses atrás, Geneton Moraes Neto presentó Dossié 50. Entrevistas que hizo en los 80 a los once titulares de aquella final. "Todos con el estigma del naufragio." "Todos -me dijo hace poco Ghiggia- señalan a Barbosa, pero esa tarde yo volví loco a Bigode."
Pocos saben que, en realidad, el primer apuntado apenas terminó el partido fue Bigode, desbordado por Ghiggia en los dos goles. Pasó dos años dentro de su casa. Sólo salía para ir a entrenarse. El DT Flavio Costa y el plantel señalaron siempre a Juvenal, porque falló en ambas coberturas. La noche previa a la final, Juvenal, autorizado a salir, volvió a la concentración tarde y borracho. Venía del Dancing Avenida, un cabaret en el centro de Río. 
Mantuvo el puesto sólo porque el suplente Nena estaba lesionado. Ese equipo fue el primer Brasil subcampeón de la historia. Ninguna otra selección brasileña llegó a anotar 22 goles en un Mundial. En la rueda semifinal, después del 7-1 a Suecia (mayor goleada de Brasil en todos los Mundiales), se produjo el 6-1 a España, según muchos, la mejor exhibición de una selección verdeamarilla en el Maracaná. "Fútbol del futuro", lo describió el periodista inglés Brian Glanville. Pero no hubo título. "Antes de la final -dijo Ademir, goleador con 9 tantos- tenía una fortuna en mis manos. Era nombre de pelota, marca de chocolate y cigarrillos y hasta concejal. Cuando terminó el partido, era un hombre muerto." El eterno señalado, sin embargo, siguió siendo Barbosa. "Ése -le dijo una madre a su hijo al verlo por la calle- es el hombre que hizo llorar a doscientos millones de brasileños."
La reconstrucción del día final desnuda que la derrota pudo haberse debido a algo más que a las fallas de dos jugadores negros (Barbosa y Bigode) y de un mulato (Juvenal). A las 7 de la mañana, los jugadores asisten a una misa organizada por una radio. "Éstos -los presenta en portada el diario O Mundo- son los campeones del mundo." 
A las 11 comienza el almuerzo, pero hay que pararse porque llega Cristiano Machado, candidato a presidente. "Están a un paso de dar a nuestra patria un trofeo que figurará bien alto en el pedestal de la inmortalidad", les dice el político. Le sigue Adhemar de Barros, candidato a senador. Y luego Eduardo Rios, ministro de Educación. Los socios de Vasco da Gama -la concentración es en Sao Januario- reclaman a Adhemir, su ídolo. Un desconocido invoca misión oficial y hace firmar a los jugadores decenas de fotos que luego planea revender a precio de oro. "Vámonos ya mismo al Maracaná", decide Costa. 
El micro toca un portón y Augusto, el capitán, se raspa la cabeza. Una versión indica que los jugadores debieron bajarse para empujar el ómnibus. Costa dispone colchones en el piso del vestuario, apaga la luz y hace sándwiches de queso para los que ni siquiera pudieron almorzar. Faltan tres horas para el partido. 
Ya cerca del inicio, la charla final de Costa es interrumpida porque llega Angelo Mendes de Morais. "Ustedes -dice el alcalde por los 254 altavoces del estadio-, que en pocas horas serán aclamados campeones por millones de compatriotas. Ustedes, que no tienen rivales en todo el hemisferio? Ya los saludo como vencedores. Yo cumplí mi promesa construyendo este estadio. ¡Ahora cumplan con su deber, ganando la Copa del Mundo!" Su busto, fuera del estadio, cae destruido tras la derrota. Es el único daño de la multitud en luto. "Prepararon la fiesta para coronar al rey, pero el rey -diría luego Barbosa- murió antes de tiempo."
"Clotilde -le dice Barbosa a su esposa al día siguiente de la derrota-, vestite que vamos a salir." Suben al De Soto Luxo. Pasean. El arquero compra un regalo a Clotilde. En el cine, unos jóvenes amagan decir algo. Años después, a otro joven burlón Barbosa le pregunta si sabe "por qué la vaca defeca mucho y el cabrito hace apenas una aceituna". 
"Si no sabés ni de la mierda, no podés hablar conmigo de la Copa del Mundo." Barbosa fue elegido mejor arquero del Mundial. Ganó todo con el Vasco da Gama. No fue al Mundial siguiente por una fractura de rodilla. Atajaba sin guantes. Sufrió seis fracturas en la mano izquierda y cinco en la derecha. Se rompió tres costillas. Las crónicas recuerdan atajadas formidables. Se retiró a los 42 años. 1300 partidos. Los gastos para curar a Clotilde liquidaron sus ahorros. 
Muerta su esposa, en 1996, y cansado de que siempre le preguntaran sólo sobre el gol de Ghiggia, Barbosa se refugió en Praia Grande. Tereza Borba se convierte en la hija que no tuvo. Barbosa ubica su silla al lado de su quiosco, sobre la playa, en Cidade Ocean. Tereza logra que el Vasco le pague a Barboza el alquiler de un humilde departamento de 50 metros cuadrados. 
Allí lo entrevista Muylaert. El periodista termina su libro con un cuento que fue llevado al cine. El actor Antonio Fagundes hace del hombre que ve el futuro y que se desespera para avisarle a Barbosa que Ghiggia apuntará al primer palo. Para evitar "nuestro Hiroshima", como lo exageró Ary Barroso. También Geneton Moraes hizo un documental con Dossie 50. El trabajo, una verdadera lección de historia, comienza jugando con un poema de Walt Whitman: "¡Viva para los que cayeron! ¡Y para aquellos cuyos buques de guerra se hundieron en el mar! ¡Y para todos los generales de estrategias derrotadas! ¡Fueron todos héroes!".
Por: Ezequiel Fernández Moores/DIARIO LA NACIÓN

jueves, 19 de diciembre de 2019

LA HISTORIA DEL BOXEADOR DE 60 AÑOS QUE SUBIO A UN CUADRILATERO

LA LEYENDA DE SAOUL MAMBY

Mamby, nacido en el Bronx neoyorquino, hijo de madre española y padre jamaicano, fue a la Guerra del Vietnam antes de hacerse profesional. Debutó en 1969, y en 1980 se proclamó campeón del mundo del peso superligero en Corea del Norte. Lo defendió con éxito en cinco ocasiones, y en su carrera boxeó en Jamaica, Puerto Rico, Venezuela, Tailandia, Francia, Indonesia, Antillas Holandesas, Nigeria, México, Guyana, Canadá, Zambia... y España. En 1992, Javier Castillejo lo derrotó en Bilbao.

Pero su pelea más mítica, la que lo convirtió en una leyenda, fue en las Islas Caimán, un ocho de marzo de 2008. La Comisión Atlética del Estado de california lo había retirado por razones de salud ocho años antes, cuando, con 52 años, perdió a los puntos en ocho asaltos contra Kent Hardee, pero él quería más. Ocho años después decidió que era el momento de hacer historia.

Como estaba vetado para pelear en los Estados Unidos, intentó organizar una velada en una reserva india para, bajo sus leyes, pelear; no pudo. Así, encontró hueco en una velada en las Islas Caimán contra Anthony Osbourne. Cuando saltó al ring ya había hecho historia.

Mamby perdió, en una decisión unánime a los puntos en 10 asaltos, ante un pésimo boxeador, que por entonces había ganado seis combates y había perdido 26. Quizá no fue el final que él esperaba. A la historia del deporte, eso sí, le da igual. Él está en ella para siempre.

FUENTE: LA INFORMACION.COM

EL ARQUERO CANTOR

JULIO MUSIMESSI 

Se suele decir en España que, cuando un portero comete un fallo garrafal, ‘canta’. El de hoy es un portero cantante, pero no por malo, sino porque de verdad le daba a la canción. Y muy bien, además. Era Julio Musimessi.




El 9 de julio de 1924 nacía en Resistencia, provincia del Chaco, Argentina, Julio Elías Musimessi. De niño, la pasión de Julio era el baloncesto, pero la casualidad lo llevó a ponerse bajo una portería. Debido a la lesión de un amigo, Musimessi tuvo su primera experiencia como guardameta, y le fue bastante bien.


Animado, se enroló en un equipo llamado Boca Unidos, en Corrientes, y con 19 años firmó su primer contrato, con Newell’s Old Boys de Rosario. Con la ‘Lepra’ estuvo 11 años, donde se consagró como uno de los mejores porteros del continente. Pero de manera paralela al fútbol, Musimessi practicó su otra gran pasión: la canción.


Daba recitales en directo y a través de la radio, y llegó a tener su propio programa en la emisora LR2 Radio Argentina. Por esto, en su país se le conocía como ‘el Arquero Cantor’.



En 1953 lo ficha Boca Juniors, y pocos meses después de debutar con la selección argentina. Con los ‘xeneizes’ logra una liga en 1954. Debutó con la selección en un amistoso ante España, en Chamartín, el 7 de diciembre de 1952. 



Ganaron los albicelestes 0-1 y ese día Musimessi dio una exhibición. En julio del año siguiente, España le devuelve la visita a Argentina en Buenos Aires y se repite el resultado, con otro partidazo del cantante. Se dice que don Santiago Bernabéu trató de llevárselo al Real Madrid, pero Musimessi declinó la oferta.



El protagonista de hoy, que disputó con Argentina el Mundial de 1958, jugó en Boca hasta 1960, cuando se fue al Green Cross chileno, donde se retiró al año siguiente.
Tras colgar botas y guantes, Musimessi abrió un bar en Castelar. 



En 1986, en una pelea con un grupo de borrachos que organizó una trifulca porque no querían que Musimessi cerrara el local, recibió dos disparos que le dejaron herido grave. Se recuperó y diez años más tarde, el 4 de septiembre de 1996, sufrió un derrame cerebral y moría a los 72 años de edad.



POR: EDUARDO CASADO /BLOGS.20 MINUTOS.ES

martes, 17 de diciembre de 2019

EL ARQUERO QUE TAMBIÉN PATEABA PENALES

MARCELO ARTURO YORNO

En un mano a mano de agenda abierta con 0221.com.ar revela que junto a otros compañeros de aquel Estudiantes quedó marcado por el descenso. Dice que le dolió y que fue injusto porque el equipo no era para nada malo. Es que cuando las cosas van mal en la materia institucional, enderezar el rumbo se hace muy difícil. Y para Yorno fue justo eso lo que llevó a la B al Pincha.

Tanto lo marcó que lanzó, de entrada, una dura frase: “Me fui como un delincuente y el golpe fue muy feo. Pero de algo estoy seguro: ese descenso a Estudiantes le significó un empujón para resurgir y ser hoy uno de los mejores clubes de la Argentina”.


Yorno tiene de 57 años, está divorciado y tiene un único hijo, Alan (31), quien buscó imitarlo en el arco. “Estoy al frente de un emprendimiento hotelero en mi ciudad”, dice el exarquero del Pincha.

Atrás quedó su trabajo en el sur vinculado al entrenamiento de arqueros y también otros emprendimientos comerciales que llevó adelante, como una granja. “Mi último paso por el fútbol fue en el 2013. Hicimos una linda tarea en el Real Potosí en Bolivia junto a Víctor Zwenger (exjugador de Gimnasia)”, recuerda Yorno. Y agrega: “Igual el fútbol sigue siendo especial, veo todo lo que puedo, no me olvidé y cada vez que puedo voy. Ahí vuelvo a sentir que una cancha es mi lugar”, confesó el necochense.


Otro de sus momentos fuertes en Estudiantes fue en un encuentro de Supercopa ante Gremio, el rival que por Libertadores se viene en horas. Yorno lo recuerda: “El partido estaba picado, tuve un lió con el 9 de ellos, quedé en el piso y Pablo Erbín y me dijo que me iban a expulsar. Me dijo 'buscá llevarte a uno de ellos'. Le hice caso y me la agarré con el pobre Caio que no tenía nada que ver. Lo dormí de la piña que le pegué. Después me sentí un estúpido, son momentos de locura que después uno se arrepiente”.

Su carrera se hizo fuerte en Cipolletti, Río Negro, y desde ahí recaló en Estudiantes junto al Flaco Máximo Raúl Nardoni y el Topo Jorge Márquez. En el Pincha jugó entre 1988 y 1994. Defendió el arco en 162 partidos y anotó un gol de penal. Aquél partido terminó 3 a 3. A Yorno le anotaron un gol de casi mitad de la cancha y Estudiantes remontó un 0-2. Descontó el arquero y completaron Gabriel González de penal y Claudio París.


Yorno debió convivir en el arco con su baja estatura para el puesto pero con una gran agilidad de piernas y excelentes reflejos le permitieron convertirse en un muy buen golero. Se dio el gusto de llegar a Boca, aunque le tocó ser suplente de Carlos Navarro Montoya y sólo pudo defender la valla del Xeneize en 3 ocasiones, una de ellas casualmente ante Estudiantes en cancha de Independiente.

“A pesar que no jugué mucho, porque el Mono la rompía y nunca dejaba de atajar fue una linda experiencia. El mundo Boca es muy especial y me tocó compartir plantel con Diego (Maradona), el Kily (González), Verón, Claudio Caniggia, el Negro Fernando Gamboa y muchos enormes jugadores”, aseguró.

Además, el necochense fue el tercer arquero argentino en patear penales en el profesionalismo: “Alguna vez me dieron ese dato y me hablaron que Carlos Fenoy, en Newell’s y Vélez, y Albero Parsechián, en varios clubes del ascenso fueron los primeros. Después llegó Chilavert”, recuerda.

Y con el gran Chilavert, el exPincha tuvo una gran tarde. Como arquero de Unión le atajó en una misma tarde dos penales. Toda una curiosidad, que no volvió a repetirse.

Si bien su carrera lo llevó hasta Boca, Yorno recuerda con nucho cariño su pasado en Estudiantes. Asegura que más allá del descenso pasó hermosos momentos y conoció a grandes personas, como el Ruso Edgardo Prátola. "Me dolió mucho todo el tema de su enfermedad. Fue terrible. Otros lindos recuerdos los tuve con los pibes. En esa época Sebastián (Verón) y Martín (Palermo) y se quedaban pateando un rato con nosotros después de los entrenamientos. Después tuvieron una carrera brillante y hoy la Bruja hace un gran trabajo como presidente”, relató.

Por eso es que el partido contra River en el Monumental que Estudiantes ganó 2 a 0 con goles del Loco González y Claudio París y las eliminaciones a Boca de dos Supercopas quedarán para siempre en la mente del arquero.

Jugó en Cipolletti, Estudiantes, Boca, Rosario Central, Unión y Deportivo Español. Terminó en el club donde se inició, en el Club Del Valle de Necochea.

POR OSVALDO FANJUL EN 0221.COM.AR 



lunes, 16 de diciembre de 2019

UNA HISTORIA BIEN GIGANTE

JORGE "EL GIGANTE" GONZALEZ 

No es normal que un ser humano mida en torno a los 2.30 de estatura, mucho menos que este sea nacido en suelo argentino. Es el caso de Jorge González, formoseño, nacido en el año 1966 y fallecido en el 2010, con 44 años de edad. 


“El Gigante” González como era conocido, tuvo una particular historia de vida. No solo por su llamativa estatura, sino porque en su recorrido de vida, además de ser jugador de básquet, también fue una estrella de la lucha libre en los Estados Unidos.

Jorge nació y creció en El Colorado, pequeño poblado distante a 170 kilómetros al sureste de Formosa capital. Criado en una familia muy humilde, la cual se dedicaba al cultivo de algodón, justamente, el primer trabajo de Jorge a sus pequeños 9 años de edad. A edades tempranas su altura ya llamaba la atención, y a pesar de que el no tenía conocimiento, sufría de gigantismo. 

Con 12 años medía 1.95, y con 16, ya estaba en los 2.17, leyó bien. Su estatura lógicamente no pasaba desapercibida. Oscar Razonovich, allegado al club Hindú de Resistencia, iba a acercarlo a dicho club, donde jugaría en su etapa de juveniles. Años más tarde, el mismísimo León Najnudel, en aquellos momentos, seleccionador argentino, quien en 1985 lo convoca a la selección nacional, lo recomendó a Gimnasia y Esgrima La Plata, equipo al cual ayudó a subir a la primera división en el año 1986. Su nombre estaba en alza, y luego de su exitoso pasaje por el elenco de La Plata, pasó al Sport Club Cañadense. 

Su facilidad para aprender los conceptos básquetbolisticos, y su gran movilidad para los 2.31 de altura y sus 180 kilos, hicieron que la NBA ponga sus ojos en el. Fueron los Atlanta Hawks los que lo seleccionaron el la posición número 54 del Draft del año 1988, siendo el primer argentino en ser seleccionado para formar parte de la mayor liga del mundo. 

Aunque no fue el único argentino, ya que tres posiciones después de González, fue elegido Hernán Montenegro por los Philadelphia 76ers. A pesar de la ilusión que tenían en la ciudad de Atlanta por el desempeño del gigante albiceleste, este nunca iba a debutar, y su vida cambiaría drásticamente. 

El elenco perteneciente a la NBA, necesitaba que el formoseño baje de peso, por lo menos 20 kilos. Aquel joven no pudo bajar de peso, y a pesar de su agilidad para el monstruoso tamaño, en la NBA se jugaba a un ritmo que el no aguantaría. A esto, se le sumaron las enfermedades, que de por si, su problema de gigantismo conllevan. Jorge padecía acromegalia y diabetes, y sus rodillas estaban cada vez más debilitadas. Fue por eso, que el sueño de jugar en la NBA se iba a esfumar. Y por si fuera poco, “El Gigante” González no volvería a pisar una cancha de básquet.

La vida tomaría un giro totalmente inesperado para “El Gigante”. Richard Kane, scout que lo llevó a los Hawks de Atlante, sabía que el futuro del argentino no estaba ligado al básquet, y fue por eso que se lo recomendó a a Ted Turner, magnate de CNN y en aquellos momentos lanzando al mercado televisivo a TNT (Turner Networking Televisión). ¿Para qué lo iba a recomendar?. Bueno, para hacer lucha libre. 

Ted sabía que esas características físicas, llevarían al argentino a ser un gran atractivo para el publico asiduo a la lucha libre, y no falló. El chico aceptó, un contrato de 150.000 dolares para el primer año, y 225.000 y 350.000 para los siguientes dos años, serían imposibles de rechazar. Recordemos que Jorge nació en una familia muy humilde de un pequeño pueblo de Formosa, y aquel dinero le proveería una mejoría económica para su familia sustancial. 

En el año 1990 debutaría en la WWC (World Championship Wrestling), convirtiéndose en el más alto competidor de lucha libre de la historia. Durante los siguientes seis años, se codeó entre los lujos del mundo de la lucha libre. Recorrió el mundo a la largo y lo ancho, vivió una vida de rockstar, participó en exitosas series de los Estados Unidos, y todo parecía un sueño para un chico nacido en un pequeño pueblo de Argentina, y que apenas llegaba a los 30 años de edad.

En el año 1996, sufriría una lipotimia en un espectáculo realizado en Japón. Ya sin el sustento económico de los años anteriores, decidió volver a sus ciudad natal. Los problemas que sufría a raíz de la diabetes, se acrecentaban. Por si fuese poco, le diagnosticaron gigante acromegalia,enfermedad que consigo traía un montón de problemas para “El Gigante”. 

El fenómeno de El Colorado, lo sabía. Sabía que una persona que sufría de giganto acromegalia vivía alrededor de 45 años, a lo sumo 47. Fue por eso, y sumado a su negativa situación económica, que decidió vivir sus últimos años de vida, donde nació, se crió y donde en tenía a su familia. 

La situación continuó en un claro debacle. Jorge dependía de las insulinas, la diabetes deterioraba cada vez más sus músculos, los cuales eran más escasos con el correr del tiempo. Las dificultades para caminar eran notorias, sus pies ya no los sentía,  y su dependencia a una silla de ruedas especial, era sabida. En varias entrevistas en distintos medios argentinos, comentó que en muchos pasajes de su vida, y sobre todo luego de comenzar a sufrir graves problemas de salud, le pasó por la mente la posibilidad de acabar con su propia vida. 

El ambiente del básquet argentino intentó estirarle la mano en varias oportunidades, aunque en la tarde del 24 de septiembre de 2010 y a sus 44 años de edad, Jorge “el Gigante” González fallecía en un hospital del Chaco. 

Para finalizar, me quedo con una frase que Jorge dijo en una de las tantas entrevistas que dio. “Este mundo no está hecho para un hombre de 2 metros y 30 centímetros”. Cuanta razón en sus palabras. El mundo no solo no está hecho para los gigantes, sino que no está hecho para los diferentes. 

FUENTE: DOBLEYFALTA.COM

domingo, 15 de diciembre de 2019

EL DOPING EN EL CALCIO

LOS SECRETOS REVELADOS POR CARLO PETRINI

Carlo Petrini, ex futbolista italiano de los años 60 y 70 ha confesado en Sky Sport 24 que fue víctima del dopaje durante su carrera profesional.


"Además de medicamentos, sufrí el dopaje porque sufrir es la palabra para mí", declaró el ex jugador del Génova, Milán, Torino y Roma.

"La primera vez llegaron a los vestuarios el médico, el masajista y el entrenador. El médico tenía un frasco en las manos, que parecía un botella de refresco con un tapón blando rojo".

"En mi época, no existían las jeringuillas de usar y tirar, utilizabamos jeringuillas grandes de cristal que se hervían al mismo tiempo que la aguja. Aquel día la aguja entró cinco veces en el frasco y luego en cinco nalgas diferentes, sin cambiarla, declaró.

"Aquel día nos dimos cuenta de lo que nos habían dado porque podíamos correr, saltar, tirarnos, correr hacia la portería, tener la mente lúcida y seguir corriendo sin cansarnos. Tenía una fuerza en el cuerpo que las demás veces era inimaginable", añadió.

"Durante un encuentro te salía una especie de baba verde de la boca, que tenías que escupir para no ahogarte", añadió el ex delantero, que explicó que otro de los efectos del dopaje era tener la lengua hinchada.

"Sólo a las 3 ó 4 de la madrugada, te llegaba el cansancio y te podías dormir en cualquier sitio", agregó.

Petrini afirmó que las inyecciones eran una costumbre generalizada entre los equipos y que "incluso algunos de sus compañeros se las ponían ellos mismos, porque no se fiaban de los masajistas".

La entrevista fue realizada para un programa televisivo que se emitirá hoy y que hablará de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que ha sido la causa de la muerte de quince futbolistas que jugaron en Italia y que ha afectado a unos 50.

El ex delantero del Milán Stefano Borgonovo, de 44 años, es uno de estos afectados por la llamada también síndrome de Lou Gehrig y a través del canal televisivo ha comenzado una campaña de sensibilización para que se aumente la investigación sobre porqué afecta a los futbolistas.

Algunas de las posibles causas que se manejan como causa de esta enfermedad son el dopaje, los traumatismos y sustancias tóxicas utilizadas para el correcto mantenimiento de los terrenos de juego.

FUENTE: AS.COM

UN LOBO DE AQUELLOS

RODOLFO "EL LOBO" FISCHER:

El Lobo nació el 2 de abril de 1944 y se inició en el Club Atlético Oberá. Con sólo 16 años ya integraba la selección obereña y en poco tiempo llegó la gran oportunidad de probar suerte en el fútbol grande. Su debut en primera división con San Lorenzo fue en 1965. Vistió la camiseta azulgrana en el período desde el 65 al 72 y del 77 al 78, y fue campeón con Los Matadores del 68 y el San Lorenzo del 72. Además, fue dos veces goleador del fútbol argentino: Metro 68 y Nacional 69. En Argentina también jugó profesionalmente en el Club Sarmiento de Junín, donde se retiró.

En 1968 convirtió quizás su gol más importante, cuando en cancha de River se enfrentaban San Lorenzo y Estudiantes por la final del campeonato de ese año. El partido terminó igualado en un tanto, pero en el suplementario el Lobo puso las cosas 2 a 1 y les brindó a todos los hinchas azulgranas la victoria y el campeonato. Otro hito en su historia con la camiseta de San Lorenzo se remonta a la novena fecha del torneo Metropolitano del 72, cuando convirtió tres tantos en el triunfo 4 a 3 de San Lorenzo sobre River.

Quienes lo vieron jugar aún lo recuerdan por su fuerza y velocidad que lo hacían imparable por el sector centro-izquierdo. Si bien no fue un virtuoso con la pelota, con los años mejoró su técnica en base a mucho esfuerzo y trabajo, lo que siempre fue un ejemplo para los más jóvenes que lo veían quedarse después de los entrenamientos practicando la pegada, el cabezazo y otras facetas del juego individual.

Mantiene la sencillez intacta, más allá del reconocimiento que logró en las canchas. A Rodolfo José “Lobo” Fischer (67), ídolo eterno de la hinchada de San Lorenzo de Almagro, los memoriosos lo recuerdan a toda hora pegándole a la pelota en la plazoleta frente a la casa paterna, donde forjó una enorme carrera que lo llevó a vestir las camisetas de San Lorenzo, Botafogo de Brasil, Once Caldas de Colombia y Sarmiento de Junín, además del seleccionado argentino.

En San Lorenzo marcó 141 goles en 272 partidos y es uno de los máximos goleadores en la historia del club. Pero su trayectoria es tan grande que reconoció que le cuesta elegir un momento en especial: ganó dos títulos con el Cuervo y fue dos veces goleador del fútbol argentino; también fue máximo artillero del Botafogo en la Copa Libertadores y ganó el ascenso a primera división con Sarmiento.

Desde hace muchos años reside en la localidad de Monte Grande, provincia de Buenos Aires, donde tiene un campo y se dedica a la explotación ganadera. De todas formas, a pesar de los años y su bajo perfil, siempre es objeto de reconocimiento por parte de los fanas del cuervo. Siempre que viene surgen invitaciones para algún asado, alguien le acerca una camiseta para que la firme y se multipliquen las fotos.

Desde el año 2003 el estadio de fútbol del Complejo polideportivo Municipal de Oberá lleva su nombre a partir de un merecido homenaje impulsado por la Agrupación Sanlorencista «Lobo Fischer».

Rodolfo jugó un total de 35 partidos para el Seleccionado Argentino, entre 1967 y 1972, marcando 12 goles. Quiso el destino que en el ante último partido que jugaría por Argentina, marcara cuatro goles. Esto sucedió el 18 de junio de 1972, en ocasión de enfrentar al seleccionado de la CONCACAF, en el marco de la Copa Independencia jugada en Brasil. Ese día conquistó el primero a los 26 minutos del primer tiempo y los otros tres en el complemento, 22’, 35’ y 40’ minutos. Una marca que lleva 44 años esperando a ser batida.

FUENTE: NEXOSPORTS.COM

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