jueves, 23 de mayo de 2019

EL KARMA DE ITALIA

SOLO DOS CAMPEONES DE FORMULA UNO 


Domingo 23 de agosto de 1953. Alberto Ascari gana el Gran Premio de Suiza y a falta de una fecha para terminar la temporada consigue el bicampeonato de Fórmula 1. Italia celebraba su tercer título de pilotos y el segundo al hilo en el cuarto ejercicio de la Máxima, nacida en 1950. El país vivía una efervescencia gloriosa por el dominio de sus hombres y máquinas, con Ferrari, Alfa Romeo y Maserati como referentes. Sin embargo, nadie imaginaba que comenzaba una sequía que ya lleva más de 65 años sin coronas para corredores italianos en la categoría.


Italia junto con Alemania e Inglaterra son las mecas del automovilismo europeo. Pero en la F-1, mientras que los germanos y británicos pueden decir que en las últimas 27 temporadas marcan tendencia con sus campeones, los “tanos” deben remontarse a los comienzos de la especialidad. Giuseppe Farina (1950), con Alfa Romeo y el propio Ascari (1952 y 1953), con Ferrari, son los únicos reyes que entregó este país. Luego hubo un grupo de talentosos que merecieron mucho más, aunque no alcanzaron la cúspide por diferentes motivos.


Las tragedias marcaron a algunos consagrados italianos y otros que buscaban serlo. Ascari falleció en un accidente en Monza (Italia) en 1955. En el mismo país, pero en Módena, perdieron la vida Eugenio Castellotti (1957) y Giulio Cabianca (1961). Corrieron con igual suerte Luigi Musso en Francia (1958), Lorenzo Bandini en Mónaco (1967), Ricardo Paletti en Canadá (1982) y Elio de Angelis en una prueba de Brabham en Paul Ricard (Francia) en 1986. Éste último tenía pasta, hasta que en 1985 se vio opacado en Lotus por el brasileño Ayrton Senna y por eso emigró a la estructura de Bernie Ecclestone en la temporada siguiente.


Otros talentosos con desgracia fueron los casos de Ignazio Giunti, fallecido en un accidente en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires de 1971 (válido por el Mundial de Endurance), y el de Andrea de Adamich, involucrado en un múltiple choque en Silverstone (Inglaterra) en 1973 en F-1, sufriendo una fractura abierta en el fémur, lesión que lo llevó a su retiro con solo 32 años.


Luego hubo una generación entre mediados de los años setenta y principios de los ochenta, algunos más destacados que otros. Aparte de los malogrados de Angelis y Paletti, cabe mencionar a Vittorio Brambilla, ganador en Austria en 1975. Bruno Giacomelli (sin triunfos), baluarte de Alfa Romeo entre 1979 y 1982. Riccardo Patrese (6 victorias), quien a pesar de ser un gran piloto número 2 detrás del brasileño Nelson Piquet en Brabham, del inglés Nigel Mansell en Williams y ser superado por un joven y pujante alemán llamado Michael Schumacher en Benetton en 1993, es el italiano con más carreras en la Máxima, con un total de 256, y el sexto en el historial general. Otro que dejó su sello con más ímpetu que talento fue Andrea de Cesaris (tampoco ganó), quien en sus inicios se lo recuerda por su paso en McLaren y Alfa Romeo. Ya retirado, en 2014 se mató en un accidente con su motocicleta.  Tenía 55 años. Y no hay que olvidar a Michele Alboreto, el último italiano en vencer con Ferrari, en el GP de Alemania en 1985, temporada en la que fue subcampeón detrás del francés Alain Prost (McLaren). Falleció en 2001, con 43 años, en un accidente mientras probaba en el circuito alemán de Lausitz con un prototipo de Audi.


Más tarde aparecieron otros que pasaron con más pena que gloria como Teo Fabi, Gabriele Tarquini, Ivan Capelli, Alex Caffi, Pierluigi Martini y Nicola Larini, por nombrar algunos. De este grupo la excepción fue Alessandro Nannini, quien con su Benetton heredó la victoria en el GP de Japón de 1989 tras la exclusión de Senna por usar la vía de escape de la chicana, luego de su recordado toque con Prost (N. de la R: ambos peleaban el título y corrían para McLaren). Ferrari lo tenía en vista para incorporarlo a largo plazo, pero al año siguiente Nannini sufrió un grave accidente en helicóptero donde le amputaron el brazo derecho. Volvió a correr en autos de turismos usando un brazo ortopédico, aunque la F-1 ya era un recuerdo...



No obstante ¿el italiano es hincha de sus pilotos o de sus autos? “El tifosi sólo entiende de Ferrari; si usted es un italiano al volante de un coche inglés, entonces no vale nada”, sentenció Patrese en 1983, quien ese año con un Brabham-BWM turbo largó desde la pole positions en Monza, pero abandonó por la rotura de motor. Lejos de bajonearse por la deserción de su compatriota, el público local deliró cuando René Arnoux heredó la punta con un auto de Maranello. Ese día el francés fue segundo detrás de Piquet (Brabham). El último italiano en ganar en ese mítico autódromo fue Ludovico Scarfiotti (1956), con un monoposto de la Scuderia. En tanto que hace diez años que un local no corre para La Rossa y fue por razones de fuerza mayor, cuando Luca Badoer y Giancarlo Fisichella reemplazaron en diferentes carreras al brasileño Felipe Massa, quien se recuperaba de un accidente en Hungría. Pero si se debe hablar de pilotos italianos titulares en Ferrari, hay que remontarse a 1992, época en la que Capelli primero y Larini después, corrieron la FA92A número 28. En ese entonces el competidor principal de la casa italiana era el francés Jean Alesi, que logró solo un triunfo en F-1, en Canadá 1995, también con un auto rojo. Acaso por haber sido el baluarte del Cavallino Rampante en años muy duros, el galo sigue siendo muy querido por los tifosis.


En los 69 años de historia de la F-1, Italia es la nación que tuvo más cantidad de corredores: 69 (un promedio de uno anual). Le siguen Francia (50), Estados Unidos (31), Alemania (30), Brasil (28) y la Argentina (25). En tanto que para encontrar un italiano ganador hay que remontarse al GP de Malasia de 2006, mérito de Fisichella, con Renault. Después de ocho años hay al menos un italiano como titular en la Máxima: Antonio Giovinazzi, quien corre este año en Alfa Romeo Racing. En 2017 reemplazó al alemán Pascal Wehrlein en Sauber en las fechas de Australia y China. De 25 años, fue subcampeón de la GP2 en 2016, piloto de reserva de Haas en 2017 y en 2018 en Sauber. Los últimos antecedentes fueron en 2011 con Jarno Trulli con el Team Lotus y Vitantonio Liuzzi con Hispania Racing Team, ambos equipos del fondo del pelotón.


Este complicado panorama en la F-1 contrasta en la última década con otro mundial como el de motociclismo de velocidad, con muchos italianos en las tres clases a lo largo de su historia. Ni que hablar de los referentes como el más famoso del planeta, Valentino Rossi, nueve veces campeón ecuménico (1 de 125 cm3, 1 de 250 cm3 y 7 de MotoGP). En la categoría reina hoy también figuran Andrea Dovizioso, Andrea Iannone, Danilo Petrucci, Franco Morbidelli, Francesco Bagnaia y el resto de su legión en las divisionales menores, Moto2 y Moto3.



Italia se quedó en el tiempo con sus campeones en F-1 en comparación con Inglaterra, con 13 Títulos de Pilotos y Alemania, con 12. En las últimas 27 temporadas sus representantes lograron 20 campeonatos, contando desde el obtenido por el inglés Mansell (Williams) en 1992. Desde 2008 también dominan con sus reyes: los británicos Lewis Hamilton (2008, 2014, 2015, 2017 y 2018) y Jenson Button (2009), y los germanos Sebastián Vettel de 2010 a 2013 inclusive) y Nico Rosberg (2016). Esta temporada, Hamilton y Vettel vuelven a asomar como los máximos postulantes.


¿Qué pasó con los italianos en la F-1? Se trata de un país con una gran cultura en el deporte motor, equipos importantes en las categorías promocionales y también en la Máxima ¿Será por la fuerte presión de los medios locales de comunicación?, ¿el exitismo típico de los tifosis?, ¿acaso aún siguen pagando por aquél dominio inicial?, ¿o la letra chica del contrato tácito entre los italianos y la gloria decía que ella con el correr de los años sólo iba a estar destinada a Ferrari...?



Karma, maleficio o como quiera llamarse, lo cierto es que en las últimas dos décadas no hubo un corredor italiano que deslumbre. Menos una joven promesa con sobrado talento que encienda la expectativa para llegar y brillar en la F-1, donde hace más de 65 años que ninguno de ellos se consagra. Por ende cada vez más lejos queda aquél domingo 23 de agosto de 1953 y el segundo título de Alberto Ascari. 




La italiana Lella Lombardi fue una de las cinco mujeres en correr en la Fórmula 1 y la única en la historia en sumar puntos. Fue al menos la media unidad que cosechó al ser sexta en el Gran Premio de España de 1975, a bordo de su March-Ford. La carrera se detuvo en la vuelta 29 con bandera roja por el grave accidente del alemán Rolf Stommelen (Hill-Ford) en donde murieron cuatro espectadores. Por eso se dio la mitad del puntaje



POR: DARIO CORONEL/ REVISTA CORSA 

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