NAPOLEÓN EL AMULETO
DE ATLANTA:
Empezaremos a
recorrer desde hoy y una vez por día
tanto en el blog deportivo: “DEPORTES EN GENERAL “ como en “MINUTO CERO AL
HISTANTE” “HISTORIAS INSOLITAS DEL DEPORTE” que servirán para darle un toque de
distinción al blog como así también al programa deportivo.
Hoy el CAPITULO 1:
“NAPOLEON EL AMULETO DE ATLANTA”
FUENTE: DIARIO UNO
ortiz.lucio@diariouno.net.ar
Era una mezcla entre
salchicha y callejero. Perro sin raza
determinada. De patas cortas con su cuerpito casi rozándole el piso.
Cuando el perrito
llegó a manos de Francisco Belón a mediados de los años ’30 lo bautizó con un
nombre de un conquistador y le puso Napoleón.
El dueño era hincha
de Atlanta y le había llegado el cachorro por intermedio de un hincha de Chacarita, el clásico rival
del barrio.
El perrito en su
nuevo hogar no paraba de jugar con la
pelota de cuero marrón que se confundía con su pelaje corto del mismo color.
Pasaba horas corriendo con la pelota intentando morderla.
Francisco lo llevaba
a la cancha y su fanatismo lo condujo a
ingresarlo como mascota del equipo,
cuando jugaba de local. El perrito posaba con
el equipo previa exhibición de sus habilidades con el balón.
El periodista Félix
Frascara lo vio antes de comienzo de un
partido ante River y escribió en El Gráfico: “Empujándola con la cabeza, entre
el cogote y la espalda, a toda
velocidad entre las piernas de quienes
intentaban quitársela, el perrito atajaba y gambeteaba y era saludado por una
ovación del público”.
Actuaba como un perro
de circo haciendo piruetas para el
público futbolero y la broma más
utilizada era gritar “por favor ponganlo de titular que es mejor que todos los perros que entran a la cancha”.
Napoleón era la
mascota oficial de Atlanta en la primera
división del fútbol argentino. Tras la muestra de habilidad, lo ponían en la
platea y no dejaba de correr, al lado
del alambrado, para el lado a donde iba la pelota. Así todo el partido.
Dicen algunas
historias fantásticas que Napoleón
“festejaba los goles y si el equipo perdía, volvía a la casa con la cola entre
las patas”. Cuesta creer.
El dueño lo comenzó a
llevar a algunos partidos de visitante, y debía
usar el ingenio y un bolso para viajar con el perro en tren, tranvía o
en el colectivo.
Pero hay una historia
en la que el pequeño can ingresó al salón de los amuletos o los talismanes de la suerte. El 22 de noviembre de 1936, Atlanta visitaba
la cancha de Talleres de Remedios de
Escalada en el torneo Oficial de la AFA. Era por la 14ª ronda de partidos, del certamen de 17 fechas, que ganó River Plate. Napoleón
estaba alzado por su dueño esperando.
la salida de los equipos. Sonaron unas bombas de estruendo y el perrito saltó
asustado y se volvió por el túnel y se escapó de los vestuarios.
Los goles de
Talleres se producían seguido en una
gran demostración de los locales que al
final del primer tiempo se imponían 5 a 1. Entre los hinchas de Atlanta se corría la voz del “perro
perdido por las bombas”.
El
salchicha-callejero apareció y les cambió la cara a los jugadores y a los hinchas del Bohemio. Como por arte de
magia Atlanta comenzó a mejorar y metió 4 goles para igualar el partido 5 a 5.
El empate se le
adjudicó a la aparición de Napoleón, que
había estado acurrucado debajo de una
tribuna. En abril de 1938 el perrito en su
intento por cruzar la calle fue atropellado por un auto negro.
Francisco decidió
embalsamarlo sobre la pelota que tanto
le gustaba. Napoleón posaba en las vitrinas de Atlanta junto a los trofeos.
Unos años después
Francisco discutió con un dirigente se enojó mucho y se llevó el perro embalsamado a su casa.
Su hijo Osvaldo
continuó conservando a la mascota en el
hogar y luego siguieron sus hijos. Napoleón
aparece en cada festejo de Atlanta y es mostrado como un trofeo. Los niños preguntan por el perrito y la historia se vuelve a contar de padres a hijos.
A Napoleón le brillan
los ojitos y parece que quiere jugar.
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