domingo, 20 de enero de 2019

LOS PROTAGONISTAS

GARRINCHA, EL ÁNGEL DE LAS PIERNAS TORCIDAS 

En la época del Brasil imperial, cuando la 'canarinha' coleccionaba mundiales y todos los ojos apuntaban al gran Pelé, existía un futbolista de aspecto desgarbado y una pierna derecha mágica que convivía casi en el anonimato con 'O Rei'. Cuando se echa la vista atrás hasta los años 50 y 60, pocos se acuerdan del gran Garrincha.




Manuel Francisco dos Santos no tenía lo que precisamente se entiende como un cuerpo habitual de futbolista. Tenía los pies girados 80º hacia dentro. Su pierna derecha era 6 centímetros más grande que la izquierda y tenía la columna vertebral torcida. Como muchos de los grandes genios de este deporte, compaginó una exitosa carrera deportiva con malas costumbres lejos de los terrenos de juego. Era adicto al tabaco desde los diez años y sus problemas con el alcohol le acabaron costando la vida. "Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí", apuntó en una ocasión el genio brasileño.



Abrumado por su popularidad y éxito deportivo, llegó a tener 14 hijos reconocidos entre sus mujeres y alguna amante. Uno de ellos, creado durante el Mundial de 1958 en Suecia con una chica del país europeo. Un carácter peculiar le generaba una despreocupación inédita por su profesión. De hecho, durante el famoso 'Maracanazo', el joven Garrincha se había ido de pesca sin tener noticia alguna del fatídico encuentro para los brasileños. Jugaba porque se divertía y raras veces prestaba atención al rival o a la competición que disputaba. "Le gustaba la cerveza y el aguardiente, pero odiaba ser elogiado", aseguró su primer entrenador en el Esporte Clube de Pau Grande, Seu Toti.




"Garrincha", sobrenombre que le dieron sus hermanos por su similitud con un pájaro que vive en las selvas de Mato Grosso, en Brasil, destacaba, como el ave, por su tremenda velocidad y por contar con un físico poco agraciado. Botafogo fue su primer destino profesional y en él vivió su mejor etapa a nivel de clubes. Conquistó tres campeonatos cariocas y permaneció en el equipo de Río de Janeiro durante más de diez años. Después vinieron Corinthians, Junior de Barranquilla colombiano, Flamengo, Red Star París y Olaira.




Pero su carrera estuvo marcada por sus actuaciones con la selección brasileña. Considerado por muchos como el mejor regateador de todos los tiempos, Garrincha ofrecía espectáculo y contagiaba a la granda con su fútbol alegre. Cambiaba de dirección, pisaba el balón, amagaba y desbordaba con una facilidad asombrosa. 




Llegó el Mundial de Suecia en 1958 y el habilidoso extremo estaba entre los convocados. Sin embargo, unos test psicofísicos desaconsejaban su presencia. Sacó 38 puntos cuando eran necesarios 123 para superar la prueba. Joao de Carvalahaes, psicólogo de la selección brasileña, fue muy contundente: "Es un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo".




Condenado a dejar el fútbol por ese test, Nilton Santos, lateral izquierdo de Botafogo encabezó un movimento interno dentro de la plantilla para que Garrincha no faltara a la cita. "Los soviéticos nos marcaban al hombre, pero, de repente, comenzaron a amontonar gente en el lado izquierdo de su defensa". El recuerdo de Nilton Santos hace referencia al debut de aquella Brasil ante la Unión Soviética y al despliegue de un extremo derecho dispuesto a dejar una huella eterna en los aficionados brasileños.




Brasil ganó aquel Mundial, algo que para Garrincha no tenía la misma importancia que para el resto. "Sólo hemos ganado un campeonatito, sin valor… pobre. Fíjense que ni tiene segunda vuelta". Su interés se centraba en driblar a sus rivales, a los que llamaba siempre "Joao", síntoma del ninguneo al que se enfrentaban los integrantes del equipo contrario ante Garrincha.
Hizo de Pelé en Chile 1962




Su ya decisivo papel en la 'canarinha' aumentó cuando, en el mundial de Chile en 1962, Pelé cayó lesionado a las primeras de cambio. Garrincha asumió el protagonismo y Brasil repitió éxito. No es de extrañar, por tanto, que Pelé no oculte su admiración por su ex compañero. "Era capaz de hacer cosas con el balón que ningún otro jugador podía hacer. Sin Garrincha, yo nunca me habría convertido en tricampeón del mundo". Y es que, de 60 partidos que jugó con Brasil, Garrincha únicamente perdió uno. Con él y Pelé sobre el campo, el combinado sudamericano jamás experimentó una derrota.





Pero, como decíamos antes, el extremo diestro que sorteaba rivales por diversión no pudo esquivar las tentaciones que le ofreció la vida lejos de los campos de fútbol. "La diferencia con Pelé es que yo apenas supe driblar los problemas con los pies", llegó a decir el propio Garrincha una vez. Murió a los 50 años a causa de su alcoholismo crónico pero su legado con un balón en los pies aún hoy sigue vivo. Ya lo dice su propio epitafio: "Aquí descansa en paz el hombre que fue la alegría del pueblo: Mané Garrincha". Alegría que perdura en la retina de los aficionados brasileños.



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FUENTE: MARCA.COM

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