"LA PEPONA" JOSE REINALDI
VILLA MARIA es mi infancia, que fue feliz. Como todo chico, prefería jugar a la pelota antes que ir a la escuela. Fue una infancia muy linda, muy diferente a la de hoy, con mucha libertad para estar en la calle. La calle era nuestro lugar de reunión para jugar a la pelota.
LA ILUSIÓN de jugar al fútbol la tuve siempre. Escuchaba la radio y me imaginaba cómo eran los ídolos. Yo era hincha de Boca y en esa época, los periodistas radiales inducían a que tuvieras ídolos. Pero eran ídolos imaginarios, no los conocía, no los veía. Se armaba por lo que decían los relatores.
DE CHICO tenía baja estatura y siempre me ponían al arco. En el campito jugábamos los de diez, once, doce años con chicos más grandes, de catorce, quince. Y yo iba al arco y decía que era Roma. Después, cuando ya tenía nueve o diez años, fui a jugar al baby fútbol y no podía ir al arco porque era muy petiso. Entonces, me pusieron de delantero. Y ahí, ya era, según yo, Angel Clemente Rojas.
SIEMPRE FUI DE HACER GOLES de chico. Jugué varios años en el baby fútbol y siempre salía goleador. Recién a los 13 años pude ser federado, cuando empecé la secundaria. Fui a un club donde iban todos mis compañeros, que no era el club de mi barrio. Y comencé a jugar en Unión Central. A los 15, debuté en la Primera. Jugué hasta que me vine a Córdoba, a la facultad, a estudiar Arquitectura.
EN 1967 LLEGUÉ A CÓRDOBA y jugaba en el campo. En el 68 fui a una prueba a Ferro Carril Oeste, que me llevó Miguel Angel López. Pero justo cuando fui, a los diez días los vendieron a él y al Chamaco Rodríguez a River. Estuve 40 días y me dijeron que no seguía. Me volví a estudiar a Córdoba, y me fui a jugar a Lavalle de Córdoba. Estuve tres meses, no me pagaban y era un problema, porque dependía de eso para poder estudiar.
EL PRIMER AÑO de mi carrera de Arquitectura me lo bancó el fútbol, si no, no tenía posibilidades de estudiar. Cuando tuve ese problema, no podía seguir en Córdoba, se me complicó. Pero uno de esos partidos con Lavalle jugué contra Belgrano y anduve bien. Entonces, cuando termina el torneo, clasifica Belgrano al Nacional y me piden. Fue una sorpresa para mí.
EL TIEMPO QUE DEJE, antes de ir a Belgrano, jugué para la Facultad de Arquitectura, y el que armaba el equipo era el dueño de la cantina. Jugaba por el café con leche y las medialunas de la mañana. Siempre recuerdo a ese tipo, tuvo un muy buen gesto... o me veía con cara de hambre.
ME TOCÓ VIVIR una época muy difícil en Córdoba, encima estaba en una facultad muy politizada. La rebeldía contra el sistema era usar el pelo largo. Acá la policía te agarraba y te cortaba el pelo. Yo ya en esa época usaba el pelo largo. Cuando uno es joven, no tiene miedo. Todo era una cultura diferente, en una ciudad convulsionada. Los gremios eran muy fuertes e influía mucho en la vida social. Pero nunca tuve problemas; tuve la suerte de ser conocido por el fútbol.
ME SIGO CULPANDO por no haber terminado la carrera. Siempre digo que no soy un buen ejemplo en ese sentido, en mi labor de formador de deportistas. Hice un sacrificio importante para estudiar. Pero me dediqué a entrenar y jugar, y me vino todo rápido, pasé de jugar en forma amateur a profesional en muy poco tiempo, con 18 años. Pero yo inculco que hay que hacer las dos cosas. El fútbol es una carrera de corto plazo.
MI PRIMER PARTIDO en Belgrano fue ante Estudiantes de La Plata. ¡Venía de jugar en la facultad y de pronto estaba jugando con Belgrano ante el Estudiantes campeón de América! Esa era como una prueba.
BELGRANO es el equipo que me dio esa chance impensada. Estuve seis años, hice más de cien goles, no sé. Los que llevan las estadísticas saben. Me hizo crecer. Me dio la oportunidad y la supe aprovechar. Soy agradecido a Raúl Hipólito Arraigada. Yo era un pibe en un equipo con jugadores importantes, me puso en la cuarta fecha de un campeonato y no me sacó más. Y no es que jugaba todos los partidos bien. Pero me bancó y eso me dio confianza. Todo fue tan rápido, que influyó para que dejara la facultad.
CONTRA BOCA fue mi primer partido oficial. Entré en el segundo tiempo e hice un gol. Perdimos 3-1. Y en ese primer campeonato que jugué fui elegido como el mejor jugador del interior por una revista, no recuerdo cuál, si fue El Gráfico o Sport. Fui a Buenos Aires, me dieron un premio y de pronto estaba en la mesa con Rattin, Rendo… Eran esos que yo escuchaba por radio. Una cosa es jugar contra ellos y otra era estar sentado en la misma mesa.
ME SIENTO ORGULLOSO de haber jugado en esa época para Belgrano, porque ese equipo del que participé cambió el fútbol de Córdoba. Porque comenzó a entrenar diferente, a jugar por cosas importantes. Jugar en Belgrano no era lo mismo que hacerlo en otros clubes. Tuve compañeros muy importantes que fueron figuras del fútbol mundial, como Milonguita Heredia, Bernardo Patricio Cos, Chupete Guerini, Colorado Suárez, Pancho Rivadero...
FUI UN AFORTUNADO EN EL FUTBOL. He sido un buen acompañante de grandes jugadores. Ese es mi orgullo. En el fútbol hay primeras guitarras, segundas guitarras, acompañantes. Yo nunca fui primera guitarra, siempre fui un buen acompañante. Las primeras guitarras eran otros. A mí me pone orgulloso haber estado con ellos.
JUGUÉ EN LAS MEJORES EPOCAS de Belgrano y Talleres. En la primera parte de la década del 70, Belgrano era el equipo más importante, hasta que llegó Amadeo Nuccetelli a Talleres e hizo una revolución. Y justo me fui de Belgrano y no pude competir contra ellos. Me fui a River, Barcelona de Ecuador y volví a Córdoba. Y me tocó el final de la década en Talleres, cuando tenía un equipo fantástico. Un equipo que hizo hablar al país.
EN TALLERES TAMBIEN HICE MAS DE CIEN GOLES, pero debo agradecer a quienes me daban los pases. Por ejemplo al Angel Bocanelli, Daniel Valencia o el Hacha Ludueña, que eran jugadores superlativos. Yo no me puedo comparar con ellos, eran cracks. Ese equipo fue reconocido por todo el país, y tuvo jugadores campeones del mundo como Galván, Oviedo y Valencia.
SOY RESPETADO por los hinchas de Belgrano y de Talleres. Ando por la calle y me saludan los hinchas de los dos equipos. Ese es otro orgullo, soy agradecido a la gente de Córdoba que me respetó y me hizo sentir bien. A mi edad, que me saluden los hinchas en la calle es un mimo al corazón. A los eventos de Belgrano o de Talleres me invitan, y voy.
NUNCA TUVE PROBLEMAS. La gente de Talleres en su momento me recibió muy bien, a pesar de que había jugado en Belgrano. El primer partido que jugué en Talleres fue un amistoso con Independiente. Jugaba Daniel Willington. Yo de 8 y él de 10. Y a los quince minutos la gente empezó a gritar: “¡Ya van a ver, ya van a ver, cuando la toquen la Pepa y el Daniel!”. Y en el 81 volví a Belgrano, me compró a Talleres, y cuando vuelvo al club, los Piratas pintaron en la entrada: “Bienvenido, Pepa”.
ME PONE MUY TRISTE recordar la final de Talleres con Independiente del 78. Sobre todo por la gente. Me emociona recordarlo, qué lo parió. Fue un partido atípico. Fue un partido imposible. De haber ganado, Talleres hubiese cambiado el fútbol argentino. Es imborrable el recuerdo de la tristeza de la gente.
CON RIVER FUI CAMPEÓN e hice un gol para dar una vuelta olímpica. El fútbol te cambia. Uno se hace hincha de la camiseta que tiene puesta, por respeto a uno mismo y a la gente. Hay momentos en la vida de un jugador que uno se pregunta cosas. Debuté en Belgrano ante Boca y grité ese gol con una pasión... El objetivo es hacer goles. Era hincha de Boca, y pasé a ser jugador de fútbol profesional, que se debía a la camiseta que defendía.
FUE FANTÁSTICO JUGAR EN ESE RIVER, era un grupo bárbaro, grandes jugadores. Sabía que llegaba para ser acompañante de un gran equipo, donde estaban Perfumo, Passarella, Jota Jota López, Alonso. Llegué a un club que hacía 18 años que no salía campeón. Cuando hoy hablan de presión, les digo que no era fácil jugar en ese momento. Ganamos dos campeonatos, el Metro y el Nacional, y al año siguiente jugamos la Copa y salimos segundos.
LO QUE MÁS ME ACUERDO es el gol que hice cuando salimos campeones. Me acuerdo todo de ese día. Son imágenes que tengo grabadas, en la memoria está la jugada, el gol y el grito de la gente. Ese día se jugó en Rosario y había más gente de River que del local. Fue un desahogo fantástico. Fui partícipe de un gran equipo, con un símbolo como don Angel Labruna.
¿POR QUE VOY A RIVER? En la Liga cordobesa, en el 74 jugamos la final con Belgrano ante Talleres en cancha de Instituto. Talleres nos ganaba 1-0, yo hice dos goles y salimos campeones, y don Angel vio el partido y dijo: “A este me lo llevo”. El siempre confió en mí. Yo era el primer suplente. Me hizo jugar de 7, de 8, de 9, de 10 y de 11. En los cinco puestos. Siempre siempre entraba. No sé si jugaba bien en todas esas posiciones, pero me ponía siempre. Confiaba mucho en mí, y no le podía fallar.
FILLOL FUE EL MEJOR ARQUERO de la historia del fútbol argentino, y yo jugué con él. Perfumo fue el mejor 2 de la historia del fútbol argentino, y yo jugué con él. Jugué con Passarella, con Alonso, con Luque, con el Mono Mas... A mí me da orgullo haber sido acompañante de ellos, haber compartido con ellos un vestuario, por cómo eran como compañeros.
JUGUÉ EN LOMA NEGRA y fue toda una experiencia... son esos clubes atípicos. Más que un club era una empresa, hoy también hay de esos, pero en esa época era raro. Se conformó un equipo para salir primero, y ese era el incentivo para ir. Un objetivo claro. En Loma Negra éramos 23 jugadores y uno solo era de ahí. Fue una linda experiencia. Tuvimos chances, pero en el fútbol a veces ganás y a veces perdés. Una experiencia rara, porque veníamos uno de cada lado. Estábamos todo el día juntos. Me acuerdo de que vivíamos en Olavarría e íbamos a entrenar a Loma Negra, a 15 kilómetros, y que la cancha estaba bárbara. La práctica terminaba a las 11 y teníamos todo el día libre. Nosotros nos quedábamos a patear, a tratar de hacer algo para pasar el tiempo. Nos quedábamos entrenando más hasta la hora de ir a comer. Eramos como una familia... gigante.
NO EXTRAÑO JUGAR AL FÚTBOL, no extraño esa adrenalina. Dejé de jugar porque ya estaba saturado. Cuando te empieza a costar, ya está. Dejé de jugar un domingo y al otro domingo era técnico.
YA NO SOY MÁS TÉCNICO. Siempre digo que para ser técnico primero hay que hacerse un buen chequeo del corazón. Estás sometido a un estrés importante y hay gente que no se da cuenta. Me gustó mucho esa experiencia. Ahora trabajo en la escuela de técnicos.
HACE 20 AÑOS QUE COMENTO FÚTBOL en Córdoba y me gusta. Es interesante. Primero hay que saber escuchar para poder opinar. Hay que ser respetuoso de lo que se dice y hay que ser precisos para no confundir, más en el fútbol donde hay tanta pasión.
Por Marcos Villalobo / Fotos: Nicolás Aguilera y Archivo El Gráfico.
Nota publicada en la edición de Julio de 2017 de El Gráfico
FUENTE: EL GRÁFICO
VILLA MARIA es mi infancia, que fue feliz. Como todo chico, prefería jugar a la pelota antes que ir a la escuela. Fue una infancia muy linda, muy diferente a la de hoy, con mucha libertad para estar en la calle. La calle era nuestro lugar de reunión para jugar a la pelota.
LA ILUSIÓN de jugar al fútbol la tuve siempre. Escuchaba la radio y me imaginaba cómo eran los ídolos. Yo era hincha de Boca y en esa época, los periodistas radiales inducían a que tuvieras ídolos. Pero eran ídolos imaginarios, no los conocía, no los veía. Se armaba por lo que decían los relatores.
DE CHICO tenía baja estatura y siempre me ponían al arco. En el campito jugábamos los de diez, once, doce años con chicos más grandes, de catorce, quince. Y yo iba al arco y decía que era Roma. Después, cuando ya tenía nueve o diez años, fui a jugar al baby fútbol y no podía ir al arco porque era muy petiso. Entonces, me pusieron de delantero. Y ahí, ya era, según yo, Angel Clemente Rojas.
SIEMPRE FUI DE HACER GOLES de chico. Jugué varios años en el baby fútbol y siempre salía goleador. Recién a los 13 años pude ser federado, cuando empecé la secundaria. Fui a un club donde iban todos mis compañeros, que no era el club de mi barrio. Y comencé a jugar en Unión Central. A los 15, debuté en la Primera. Jugué hasta que me vine a Córdoba, a la facultad, a estudiar Arquitectura.
EN 1967 LLEGUÉ A CÓRDOBA y jugaba en el campo. En el 68 fui a una prueba a Ferro Carril Oeste, que me llevó Miguel Angel López. Pero justo cuando fui, a los diez días los vendieron a él y al Chamaco Rodríguez a River. Estuve 40 días y me dijeron que no seguía. Me volví a estudiar a Córdoba, y me fui a jugar a Lavalle de Córdoba. Estuve tres meses, no me pagaban y era un problema, porque dependía de eso para poder estudiar.
EL PRIMER AÑO de mi carrera de Arquitectura me lo bancó el fútbol, si no, no tenía posibilidades de estudiar. Cuando tuve ese problema, no podía seguir en Córdoba, se me complicó. Pero uno de esos partidos con Lavalle jugué contra Belgrano y anduve bien. Entonces, cuando termina el torneo, clasifica Belgrano al Nacional y me piden. Fue una sorpresa para mí.
EL TIEMPO QUE DEJE, antes de ir a Belgrano, jugué para la Facultad de Arquitectura, y el que armaba el equipo era el dueño de la cantina. Jugaba por el café con leche y las medialunas de la mañana. Siempre recuerdo a ese tipo, tuvo un muy buen gesto... o me veía con cara de hambre.
ME TOCÓ VIVIR una época muy difícil en Córdoba, encima estaba en una facultad muy politizada. La rebeldía contra el sistema era usar el pelo largo. Acá la policía te agarraba y te cortaba el pelo. Yo ya en esa época usaba el pelo largo. Cuando uno es joven, no tiene miedo. Todo era una cultura diferente, en una ciudad convulsionada. Los gremios eran muy fuertes e influía mucho en la vida social. Pero nunca tuve problemas; tuve la suerte de ser conocido por el fútbol.
ME SIGO CULPANDO por no haber terminado la carrera. Siempre digo que no soy un buen ejemplo en ese sentido, en mi labor de formador de deportistas. Hice un sacrificio importante para estudiar. Pero me dediqué a entrenar y jugar, y me vino todo rápido, pasé de jugar en forma amateur a profesional en muy poco tiempo, con 18 años. Pero yo inculco que hay que hacer las dos cosas. El fútbol es una carrera de corto plazo.
MI PRIMER PARTIDO en Belgrano fue ante Estudiantes de La Plata. ¡Venía de jugar en la facultad y de pronto estaba jugando con Belgrano ante el Estudiantes campeón de América! Esa era como una prueba.
BELGRANO es el equipo que me dio esa chance impensada. Estuve seis años, hice más de cien goles, no sé. Los que llevan las estadísticas saben. Me hizo crecer. Me dio la oportunidad y la supe aprovechar. Soy agradecido a Raúl Hipólito Arraigada. Yo era un pibe en un equipo con jugadores importantes, me puso en la cuarta fecha de un campeonato y no me sacó más. Y no es que jugaba todos los partidos bien. Pero me bancó y eso me dio confianza. Todo fue tan rápido, que influyó para que dejara la facultad.
CONTRA BOCA fue mi primer partido oficial. Entré en el segundo tiempo e hice un gol. Perdimos 3-1. Y en ese primer campeonato que jugué fui elegido como el mejor jugador del interior por una revista, no recuerdo cuál, si fue El Gráfico o Sport. Fui a Buenos Aires, me dieron un premio y de pronto estaba en la mesa con Rattin, Rendo… Eran esos que yo escuchaba por radio. Una cosa es jugar contra ellos y otra era estar sentado en la misma mesa.
ME SIENTO ORGULLOSO de haber jugado en esa época para Belgrano, porque ese equipo del que participé cambió el fútbol de Córdoba. Porque comenzó a entrenar diferente, a jugar por cosas importantes. Jugar en Belgrano no era lo mismo que hacerlo en otros clubes. Tuve compañeros muy importantes que fueron figuras del fútbol mundial, como Milonguita Heredia, Bernardo Patricio Cos, Chupete Guerini, Colorado Suárez, Pancho Rivadero...
FUI UN AFORTUNADO EN EL FUTBOL. He sido un buen acompañante de grandes jugadores. Ese es mi orgullo. En el fútbol hay primeras guitarras, segundas guitarras, acompañantes. Yo nunca fui primera guitarra, siempre fui un buen acompañante. Las primeras guitarras eran otros. A mí me pone orgulloso haber estado con ellos.
JUGUÉ EN LAS MEJORES EPOCAS de Belgrano y Talleres. En la primera parte de la década del 70, Belgrano era el equipo más importante, hasta que llegó Amadeo Nuccetelli a Talleres e hizo una revolución. Y justo me fui de Belgrano y no pude competir contra ellos. Me fui a River, Barcelona de Ecuador y volví a Córdoba. Y me tocó el final de la década en Talleres, cuando tenía un equipo fantástico. Un equipo que hizo hablar al país.
EN TALLERES TAMBIEN HICE MAS DE CIEN GOLES, pero debo agradecer a quienes me daban los pases. Por ejemplo al Angel Bocanelli, Daniel Valencia o el Hacha Ludueña, que eran jugadores superlativos. Yo no me puedo comparar con ellos, eran cracks. Ese equipo fue reconocido por todo el país, y tuvo jugadores campeones del mundo como Galván, Oviedo y Valencia.
SOY RESPETADO por los hinchas de Belgrano y de Talleres. Ando por la calle y me saludan los hinchas de los dos equipos. Ese es otro orgullo, soy agradecido a la gente de Córdoba que me respetó y me hizo sentir bien. A mi edad, que me saluden los hinchas en la calle es un mimo al corazón. A los eventos de Belgrano o de Talleres me invitan, y voy.
NUNCA TUVE PROBLEMAS. La gente de Talleres en su momento me recibió muy bien, a pesar de que había jugado en Belgrano. El primer partido que jugué en Talleres fue un amistoso con Independiente. Jugaba Daniel Willington. Yo de 8 y él de 10. Y a los quince minutos la gente empezó a gritar: “¡Ya van a ver, ya van a ver, cuando la toquen la Pepa y el Daniel!”. Y en el 81 volví a Belgrano, me compró a Talleres, y cuando vuelvo al club, los Piratas pintaron en la entrada: “Bienvenido, Pepa”.
ME PONE MUY TRISTE recordar la final de Talleres con Independiente del 78. Sobre todo por la gente. Me emociona recordarlo, qué lo parió. Fue un partido atípico. Fue un partido imposible. De haber ganado, Talleres hubiese cambiado el fútbol argentino. Es imborrable el recuerdo de la tristeza de la gente.
CON RIVER FUI CAMPEÓN e hice un gol para dar una vuelta olímpica. El fútbol te cambia. Uno se hace hincha de la camiseta que tiene puesta, por respeto a uno mismo y a la gente. Hay momentos en la vida de un jugador que uno se pregunta cosas. Debuté en Belgrano ante Boca y grité ese gol con una pasión... El objetivo es hacer goles. Era hincha de Boca, y pasé a ser jugador de fútbol profesional, que se debía a la camiseta que defendía.
FUE FANTÁSTICO JUGAR EN ESE RIVER, era un grupo bárbaro, grandes jugadores. Sabía que llegaba para ser acompañante de un gran equipo, donde estaban Perfumo, Passarella, Jota Jota López, Alonso. Llegué a un club que hacía 18 años que no salía campeón. Cuando hoy hablan de presión, les digo que no era fácil jugar en ese momento. Ganamos dos campeonatos, el Metro y el Nacional, y al año siguiente jugamos la Copa y salimos segundos.
LO QUE MÁS ME ACUERDO es el gol que hice cuando salimos campeones. Me acuerdo todo de ese día. Son imágenes que tengo grabadas, en la memoria está la jugada, el gol y el grito de la gente. Ese día se jugó en Rosario y había más gente de River que del local. Fue un desahogo fantástico. Fui partícipe de un gran equipo, con un símbolo como don Angel Labruna.
¿POR QUE VOY A RIVER? En la Liga cordobesa, en el 74 jugamos la final con Belgrano ante Talleres en cancha de Instituto. Talleres nos ganaba 1-0, yo hice dos goles y salimos campeones, y don Angel vio el partido y dijo: “A este me lo llevo”. El siempre confió en mí. Yo era el primer suplente. Me hizo jugar de 7, de 8, de 9, de 10 y de 11. En los cinco puestos. Siempre siempre entraba. No sé si jugaba bien en todas esas posiciones, pero me ponía siempre. Confiaba mucho en mí, y no le podía fallar.
FILLOL FUE EL MEJOR ARQUERO de la historia del fútbol argentino, y yo jugué con él. Perfumo fue el mejor 2 de la historia del fútbol argentino, y yo jugué con él. Jugué con Passarella, con Alonso, con Luque, con el Mono Mas... A mí me da orgullo haber sido acompañante de ellos, haber compartido con ellos un vestuario, por cómo eran como compañeros.
JUGUÉ EN LOMA NEGRA y fue toda una experiencia... son esos clubes atípicos. Más que un club era una empresa, hoy también hay de esos, pero en esa época era raro. Se conformó un equipo para salir primero, y ese era el incentivo para ir. Un objetivo claro. En Loma Negra éramos 23 jugadores y uno solo era de ahí. Fue una linda experiencia. Tuvimos chances, pero en el fútbol a veces ganás y a veces perdés. Una experiencia rara, porque veníamos uno de cada lado. Estábamos todo el día juntos. Me acuerdo de que vivíamos en Olavarría e íbamos a entrenar a Loma Negra, a 15 kilómetros, y que la cancha estaba bárbara. La práctica terminaba a las 11 y teníamos todo el día libre. Nosotros nos quedábamos a patear, a tratar de hacer algo para pasar el tiempo. Nos quedábamos entrenando más hasta la hora de ir a comer. Eramos como una familia... gigante.
NO EXTRAÑO JUGAR AL FÚTBOL, no extraño esa adrenalina. Dejé de jugar porque ya estaba saturado. Cuando te empieza a costar, ya está. Dejé de jugar un domingo y al otro domingo era técnico.
YA NO SOY MÁS TÉCNICO. Siempre digo que para ser técnico primero hay que hacerse un buen chequeo del corazón. Estás sometido a un estrés importante y hay gente que no se da cuenta. Me gustó mucho esa experiencia. Ahora trabajo en la escuela de técnicos.
HACE 20 AÑOS QUE COMENTO FÚTBOL en Córdoba y me gusta. Es interesante. Primero hay que saber escuchar para poder opinar. Hay que ser respetuoso de lo que se dice y hay que ser precisos para no confundir, más en el fútbol donde hay tanta pasión.
Por Marcos Villalobo / Fotos: Nicolás Aguilera y Archivo El Gráfico.
Nota publicada en la edición de Julio de 2017 de El Gráfico
FUENTE: EL GRÁFICO
No hay comentarios:
Publicar un comentario