miércoles, 2 de octubre de 2019

TODA UNA LEYENDA

VIDA Y OBRA DE BJORN BORG

Ganador de once grand slams entre  6 Roland Garros y 5 Wimbledon. Una enorme potencia en sus tiros, sumándole una gran concentración que le valió el apodo de “Iceberg”. Más de 3 millones de dólares en ganancias, lo que entre 1973 y 1984, los años entre los cuales Björn Borg fue tenista profesional, equivalía a mucho dinero.


Nada, enumerando estas cualidades, hacía presagiar en su momento que Borg dilapidaría su fortuna de forma tan estrepitosa. Sin embargo, así fue. Lo más asombroso: a raíz de sus problemas económicos estuvo a poco de subastar sus trofeos de Wimbledon, en 2006, pero un llamado de John McEnroe -compitió con el sueco en el circuito- al grito de “¿te has vuelto loco? ¿qué te pasa?” lo convenció para quedárselos.

Ya en ese entonces, tal como sucede en la actualidad aunque sin manejar las mismas cifras, los deportistas de elite facturaban una mayor suma por conceptos publicitarios y de imagen que por lo estrictamente deportivo. Sin embargo, los vicios y las malas costumbres suelen contrastar con los ingresos millonarios. Y Björn Borg encaja perfecto con ese perfil.

El eximio tenista que comenzó la práctica de este deporte gracias al trofeo que su padre llevó a la casa luego de ganar un torneo de tenis de mesa, no logró el mismo temple adentro que afuera de los courts. Pero así como le encontró el sentido al tenis casi de casualidad, también se retiró prematuramente.

Los 27 años fueron el límite para Borg, y aquel lugar común que reza que “la vida del deportista es corta” se hizo carne en el sueco, quien no estaba preparado para el día después del retiro. El cansancio, sumado a las constantes peleas con los dueños de los torneos, contribuyeron al temprano adiós de las canchas.

Aun así, “Iceberg” fue ingresado al Salón de la Fama del Tenis Internacional en 1987, reforzando la idea de contraposición entre lo brillante que era jugando y lo desastroso que fue gestionando su dinero.

Borg supo disfrutar los lujos sin límite de Monte Carlo, aunque la adicción al juego -se dijo que consumía cocaína, aunque el propio Björn lo desmintió- y los yates, además de la separación de la mujer con la que tuvo a su hijo Robin, hicieron mella en el estado anímico del deportista, potenciando sus debilidades.

Todo esto provocó que en 1990 el nacido en Estocolmo sintiera la imperiosa necesidad de un regreso a los courts. Lo intentó nuevamente, raquetas de madera mediante, pero fue todo frustración: luego de caer en 3 sets ante el ruso Aleksandr Volkov en el torneo de Moscú de 1993 volvió a despedirse, esta vez en forma definitiva.

Corría el año 2006 y la casa de subastas inglesa Bonhams Auction estuvo cerca, como mencionamos, de rematar sus trofeos de Wimbledon, sumado a dos de sus raquetas, verdaderas reliquias.

Finalmente John McEnroe (jugaron 14 partidos con 7 victorias para cada lado) logró desde Nueva York lo que nadie había podido: hacer reconsiderar al sueco de quedarse con los premios que tanto le costó conseguir.

 FOTO: GUIOTECA.COM 

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