domingo, 7 de abril de 2019

LA OTRA CARA DEL "CHE GUEVARA"

EL CHE Y LOS DEPORTES

“EL CHE GUEVARA EN EL MUNDO DEL DEPORTE”


Natación, saltos ornamentales, golf, caminata, montañismo, boxeo, ping-pong, tenis, fútbol, ajedrez, rugby, motociclismo, bicicleta, campamentismo, aviación, navegación, tiro, pesca, patín, hipismo, béisbol y básquetbol. ¿Se pueden realizar todas estas actividades en una sola vida? Sí, se puede. Porque Ernesto Guevara Serna, el Che, se desempeñó con mucha tenacidad y esfuerzo en cada una de ellas. En su infancia, en su adolescencia y también en su adultez. 








La relación entre el deporte y Guevara fue muy estrecha. Casi como un romance incondicional. Por necesidad, por placer y, sobre todo, por convicción. Como en sus inocentes dos años , cuando se descubrió que padecía de asma. O en su adolescencia rebelde, en la que conseguía todo lo que se proponía. O en la madurez , cuando utilizó al deporte como herramienta de su andar.



En 1928 nació Ernestito, hijo de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna, en Rosario, Santa Fe. Una familia nómade. Cuenta la historia. De Misiones a Buenos Aires; de allí a Córdoba; y de pueblo en pueblo en la provincia de las sierras. De padres deportistas, amantes del campo y de la vida en la naturaleza, se crió en plena actividad de su madre como nadadora. Porteño, el pequeño Ernestito tuvo un ataque gravísimo a los dos años. Era asmático y el doctor recetó actividad física para el niño. A los cinco, ya había aprendido a nadar con mucha habilidad y coordinación. En esa época, la familia Guevara se había instalado en Alta Gracia, Córdoba, adonde se habían trasladado para que su hijo respirara aire fresco y así apañar la enfermedad que dañaba sus pulmones.







Con Ernesto ya crecido, las caminatas por las Sierras cordobesas eran un pasatiempo ideal. Y con los cerros al alcance de la mano, el alpinismo fue sencillo en el futuro que se le avecinaba al joven Guevara. Tras asistir a un circo, en donde un grupo de acróbatas realizaba una verdadera proeza que consistía en zambullirse desde una altura exagerada en un estanque de no más de un metro y medio, quedó embelesado por los saltos ornamentales . Y en los arroyos improvisaba piruetas para las carcajadas de sus amigos. Nunca desarrolló un instinto temerario. Lo tenía incorporado, era innato, algo bien suyo. Además de la natación se interesó por el golf. Vivía muy cerca del campo de la ciudad y hasta fue caddie. " Ernestito llegó a ser un excelente jugador de golf", escribió alguna vez su padre, textual que se puede leer en el libro La Patria Deportista, del periodista Ariel Scher.






Las historias del Chancho, ya conocido como el Pelado en sus primeros años de la escuela primaria, con el deporte se suceden una a otra. Es que el gusto por la práctica de Ernesto era apasionada. Aprendió a jugar al ajedrez y se desempeñaba como arquero en los partidos de fútbol de su escuela. El fútbol fue uno de sus amoríos . Fanático hincha de Rosario Central, a pesar de no haber ido nunca a verlo. "Cuando descubrió la existencia de Rosario Central, un club de la ciudad donde él había nacido, adhirió fervorosamente a su divisa. A partir de ese instante le encantó que le preguntaran '¿De qué cuadro sos?', porque le daba la oportunidad de responder con cierta altivez: 'De Rosario, de Rosario Central . Yo soy rosarino'. No tenía la menor idea sobre esa ciudad ni había visto jamás a su equipo, pero él era rosarino y defendía su identidad...", escribió Hugo Gambini, biógrafo, en su libro El Che Guevara los inicios de la relación de Ernesto Guevara con el fútbol.






Sin embargo, no hay dudas de que el rugby fue la actividad a la que más se dedicó. Al conocer a los hermanos Granados, en Córdoba, el Pelado pasó a ser apodado Fuser . No sólo en eso cambió Guevara sino que de esa manera se formó como hombre. Alberto, el mayor de los Granados, era entrenador en el club Estudiantes y fue el que le enseñó a jugar. "Mirá, Pelado - le dijo Granados -, acá el examen de ingreso consiste en saltar por arriba de un palo y caer con el hombro. Los que vienen al rugby para hacer pinta no se animan. Los que quieren jugar pasan la prueba. Ahora te toca a vos. Si no le digo basta, todavía se está tirando". El textual es de Alberto, según escribe Rubén Ayala en Días de Rugby.






Con esa garra para el rugby su apodó poco tardó en ser Furibundo Serna, luego economizado a Fuser. Pasó por el club Estudiantes de Córdoba y luego a Buenos Aires. Se inscribió en el SIC y su padre quiso impedir que siguiera practicando un deporte demasiado rudo para un niño con asma. "Viejo, me gusta el rugby. Y aunque reviente lo voy a seguir practicando", explicó el entonces Ernestito y continuó su carrera como rugbier en Yporá para pasar luego a Atalaya. "Guevara jugó, y yo lo vi, en Yporá, un equipo que jugaba los campeonatos de la Liga Católica. Lo de Atalaya fue un poco posterior. El era inside, pero el dato más llamativo tenía que ver con su aspecto cuando jugaba. En esa época, los delanteros de segunda y tercera línea usaban orejeras como protección. Los tres cuartos, en cambio, jamás se las ponían, no lo necesitaban. Conocí un sólo tres cuartos que usaba orejeras. Era Guevara...", las declaraciones son del periodista Diego Bonadeo, gran conocedor de la historia del rugby.






Ernesto Guevara jugó al rugby desde los 14 hasta los 23 años. Pero además lo inició como periodista. Fue el fundador de la revista Tackle , la tercera especializada en el deporte. Posteriormente el trío deporte-Guevara-periodismo funcionaría a la perfección. En 1955 consiguió trabajo en Agencia Latina y cubrió los Juegos Panamericanos de México. Pero ya para esa época el deporte cumplía otro rol en la vida del emergente Che. En 1951 realizó su primer viaje importante. Recorrió Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis y Córdoba. Eso le valió una aparición en El Gráfico promocionando la "excelente calidad" del motor de la motocicleta en la que había se había montado por más de 4.000 kilómetros. Pero marcó un cambio en la vida deportiva. Ya su habilidad física le servía para atravesar Sudamérica de punta a punta . Con un partido de fútbol se hizo amigo de unos muchachos en Bolivia, con el básquetbol entabló relaciones con unos militares peruanos; también navegó por el Río Amazonas. El deporte se había convertido en supervivencia y había dejado de ser una necesidad lúdica. " El ajedrez es un educador del raciocinio ", declaró ya como Comandante.






El repaso de la vida del Che con el deporte es extensa. Seguramente una opción más para poder descubrir una historia. La historia . La de Argentina, la de Cuba, la de Latinoamérica y la del mundo. La diferencia entre el juego y el deporte son las reglas. Y para triunfar en el deporte también hay que ser revolucionario .





(Esta INVESTIGACIÓN fue EXTRAÍDA DEL DIARIO CLARÍN DEL 21 DE MAYO DEL 2007)



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