LA HISTORIA DEL "MONO" GATICA:
FUENTE: "TN DEPORTIVO":
José María Gatica, conocido comúnmente como el Mono, se consagró como uno de los boxeadores más prolíficos de la historia argentina. Sus características provocaron que multitudes se acercaran al Luna Park a verlo pelear en la categoría de peso ligero y hasta llegó a combatir por el título del mundo en el Madison Square Garden. Sin embargo, su muerte marcó un contraste brutal con lo que fue su frenética vida: después de vender muñequitos en la cancha de Independiente, con dificultades para llegar a fin de mes, fue atropellado por un colectivo en Avellaneda.
Gatica nació el 25 de mayo de 1925 en la ciudad de Villa Mercedes, provincia de San Luis. A los siete años ya estaba radicado con su familia en Buenos Aires, donde pasó penurias económicas que lo llevaron a empezar a trabajar de muy chico, desde que se lo vio a mediados de la década del 30 como lustrabotas en la estación Constitución.
Empezó allí a forjar su perfil de boxeador, por el hecho de trenzarse en peleas callejeras que llamaron la atención de Lázaro Koczi, un comerciante de la zona que tenía relación con el pugilismo y lo motivó a empezar una carrera formal. Así, el 7 de diciembre de 1945, con apenas 19 años, ya debutó como profesional.
Mono Gatica: una pelea histórica en el Madison Square Garden
La decadencia del oriundo de San Luis comenzó después de la histórica pelea con Ike Williams en Estados Unidos: Gatica había deslumbrado a todos en sus comienzos tras ganar dos contiendas consecutivas en un solo mes y su personalidad descontracturada, con un perfil agresivo dentro del ring, lo transformaron en un boxeador popular. Incluso, el general Juan Domingo Perón, con quien cosechó una relación de cercanía, lo apoyó económicamente en su travesía por tierras norteamericanas en 1951.
Además, la historia humilde del Mono -que fue apodado como el Tigre en sus inicios- cautivó a buena parte de los espectadores que llenaban el Palacio de los Deportes. Ocurre que el nacido en Villa Mercedes había adquirido cierta habilidad durante sus riñas callejeras mientras trabajaba como lustrabotas en Plaza Constitución. Sin embargo, la posibilidad de ser catapultado al estrellato representaría, finalmente, su ocaso.
En primer lugar, el púgil Terence Young lo desafió a un combate en Nueva York, pero no pudo con el argentino: nocaut en el cuarto round y triunfo rutilante. Al percibir el talento de Gatica, Williams, que llegó a ser campeón del mundo, lo retó a un duelo sin poner en juego su propio título; el Mono cayó sin estridencias en el primer asalto. En aquella época, el boxeador puntano ya combinaba los entrenamientos con salidas nocturnas que conspiraban contra su preparación ideal.
El desenlace de la pelea, que había sido seguida por buena parte del país, acabó en decepción. Fioravanti, histórico periodista de El Gráfico que se desempeñó como relator en el pleito ante el estadounidense, se encontró con una gran sorpresa: “Me acerqué al hotel a consolarlo por la derrota, pero Gatica bailaba rumba, muy bien acompañado”. Incluso, gente que formaba parte del círculo íntimo del argentino contó que, entre sus tantas prácticas polémicas, prendía habanos con dólares.
La fama le llegó de golpe y la caída fue casi tan estruendosa como su ascenso meteórico. En 1955, y luego de pelear en reiteradas ocasiones con Alfredo Prada, un viejo conocido del boxeo doméstico, decidió retirarse de forma definitiva. Tras la caída del gobierno justicialista y la asunción de la Revolución Libertadora en 1955, con una dictadura militar a cuestas, la vida del púgil se vino a pique.
La nueva administración le quitó la licencia y lo obligó a pelear de manera clandestina en el Gran Buenos Aires y el interior del país. Debido a que no contaba con los recursos necesarios para percibir ingresos, Gatica debió volver a vivir en condiciones de extrema pobreza, tal y como lo había hecho durante su infancia. Su nueva casa estaba ubicada en una villa miseria dentro de la localidad de Villa Domínico.
En una oportunidad, el Mono llegó a disputar un encuentro de catch contra Martín Karadagián, pero los pocos bienes que aún le quedaban acabaron perdiéndose en una inundación. El 12 de noviembre de 1963, cuando volvía de vender muñequitos de colores de la cancha de Independiente, fue arrollado por un colectivo correspondiente a la línea 295 (la actual 95); fue internado en el Hospital Rawson y falleció dos días después producto de las lesiones sufridas. En completa soledad, la vida de la leyenda del boxeo se apagó.
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