LA TRAGEDIA DE TROSSERO EL "9" OLVIDADO POR RIVER Y BOCA
FUENTE: "TyC SPORTS"
En los días previos a cada Superclásico se suele repetir el inventario de futbolistas que representaron a Boca y River (por ahora 100). Lo poco divulgado es que, más allá de los casos célebres como José Manuel el Charro Moreno, Oscar Ruggeri, Claudio Caniggia, Gabriel Batistuta, Jonatan Maidana y Lucas Pratto, la lista de privilegiados que jugaron para los dos clubes argentinos con un sistema gravitatorio propio incluye a una de las tragedias olvidadas de nuestro fútbol: la del 9 de River (y ex Boca) que murió en un vestuario, pocos minutos después haber jugado para su equipo, en 1983. Se llamaba Oscar Víctor Trossero y acababa de cumplir 30 años.
Imagen de otra época, Trossero (sin parentesco con Enzo, marcial defensor de Independiente y la selección argentina en los 80, aunque curiosamente fueron compañeros en el Nantes de Francia a finales de los 70) era un futbolista con bigotes. Terminó fatídicamente en River pero se había formado en Boca, en el emblemático predio de La Candela, adonde había llegado a los 14 años desde su Gödeken natal, al suroeste de Santa Fe.
Su debut en Primera División fue a lo grande, con un gol a Racing (y no a cualquier arquero, sino a Ubaldo Matildo Fillol), el 25 de junio de 1972 en Avellaneda. Como veinte días antes también había convertido en su primer amistoso, ante la selección de Paraguay en Asunción, aquel Boca de pantalón amarillo por delante y azul por detrás parecía haber encontrado una excepcional alternativa para su ataque comandado por Hugo Curioni: a los 18 años ya sumaba dos goles en dos presentaciones, toda una fiesta adicional para una familia hincha de Boca como la suya, aunque él fuera de San Lorenzo.
Trossero, sin embargo, no volvería a festejar en los 13 partidos siguientes que jugó para Boca, seis oficiales (todos del Metropolitano 1972) y siete amistosos, y en febrero de 1973 pasó a Racing a cambio de Jorge el Chino Benítez. Tenía un pique corto muy potente y sangre fría para definir, así que le fue bien en la porción celeste y blanca de Avellaneda, con 7 festejos en 32 juegos entre 1973 y 1974, pero aún mejor le fue en el gran Unión de mediados y finales de los 70: sus 58 goles en 125 presencias lo posicionan, todavía hoy, como el segundo máximo goleador del club santafesino en Primera División y le valieron su llegada a la selección argentina de César Luis Menotti, para la que jugó tres partidos en 1977, todos en la serie internacional realizada en la Bombonera.
No convirtió, pero le hicieron el penal que Daniel Passarella cambió por gol contra Yugoslavia y se transformó en una alternativa de centrodelantero suplente de Leopoldo Luque para el Mundial 78, hasta que se fracturó la tibia y el peroné a comienzos de ese año. “Oscar le lloró a Menotti -recuerda Héctor Trossero, hermano del futbolista, desde Gödeken- y le pidió que lo esperara, pero era imposible: faltaban tres meses para la Copa”.
Ya recuperado, la progresión del santafesino quedó confirmada en su siguiente club, en el comienzo de su etapa francesa: con Nantes ganaría dos títulos, la Copa de Francia 1978/79 y la Liga francesa 1979/80. “Los franceses querían a Luque después del Mundial pero su club, River, les pidió una fortuna y entonces Menotti les recomendó a mi hermano”, recuerda Héctor, hoy de 71 años, siempre a la caza de alguna foto o video de Oscar. “Sus hijos nunca lo vieron jugar y quieren algún recuerdo”, explica.
Acaso una síntesis del olvido que suele rodear a Trossero es que aparece de intruso, como infiltrado, en su foto más global: el argentino sonríe al fondo de una imagen en la que el máximo referente del reggae, el jamaiquino Bob Marley, viste una camiseta del Nantes junto a una estrella del club, Henri Michel (que a su vez tiene lo que parece una remera de River de la época, de piqué). Esa imagen fue tomada el 2 de julio de 1980 cuando Nantes acababa de consagrarse campeón de Francia (con Oscar Trossero como máximo goleador del equipo, con 13 tantos) y Marley, fanático del fútbol, estaba de gira por la ciudad: el productor musical organizó un partido de cinco integrantes de The Wailers contra cinco figuras del Nantes. Detrás de Marley y Michel, en esa icónica foto, aparece un tercer protagonista al que Enzo Trossero confirmó para esta crónica que se trata, efectivamente, de Oscar Víctor Trossero.
El origen de esa supuesta camiseta de River, en cierta forma un indicio para el futuro del delantero, es en cambio un misterio. Testigos de aquel encuentro aseguran que los jamaiquinos querían completar los colores rastafaris para el picado y, como al verde y amarillo del equipo francés le hacía falta el rojo, apareció esa remera con la banda. Según Michel, que acababa de jugar en Argentina 78 y entre 1984 y 1988 sería entrenador de Francia, era una indumentaria de la selección peruana, pero Perú nunca jugó con un modelo similar, sin el escudo de la FPF. Es más sencillo explicar por qué en otras fotos de aquel día se ve una camiseta de Argentina del Mundial 78: Nantes le había aportado cuatro jugadores a la selección francesa en la reciente Copa del Mundo y tres de ellos habían sido titulares ante el equipo de Menotti.
Trossero siguió en un altísimo nivel en Francia durante la temporada siguiente, ya en el Mónaco, cuando convirtió 18 goles, pero hizo una mala elección para el campeonato 1981/82: pasó al recién ascendido Montpellier, que salió último. Problemas familiares también aceleraron su retorno al fútbol argentino: cuando tenía todo arreglado con Argentinos Juniors, José Varacka (que en 1972 lo había dirigido en Boca y a comienzos de 1983 era el ayudante de José Ramos Delgado, el entrenador de River) lo convenció de cruzar la frontera que había trazado al comienzo de su carrera. Era todo un halago, porque todavía en 2022 hay apenas 100 futbolistas en la historia con el privilegio de haber jugado en River y Boca, pero le tocó hacerlo en un pésimo momento: aquel River supuraba derrotas y conflictos internos. Los dos goles que Trossero convirtió en el primer torneo del año, el Nacional 83, explican aquel contexto: fueron en caídas bochornosas (ambas 1-2) ante Andino de La Rioja, en el noroeste argentino, y contra Nueva Chicago en el Monumental.
Su aporte entre el incendio rojo y blanco del Metropolitano 83 igual sería decoroso, acorde a un delantero que convirtió goles hasta que la tragedia se lo llevó: el 9 de River jugó 14 partidos y anotó 5 veces, tres en junio (ante Talleres de Córdoba, Racing y Central), una en agosto (contra Estudiantes) y otra en septiembre (frente a Temperley). En comparación, durante ese torneo, el también recientemente incorporado Enzo Francescoli sumaría 9 goles en 21 presencias. Incluso, según recuerda el hermano de Trossero, Carlos Bilardo -flamante técnico de la selección- llamó al 9 de River para informarle que lo tenía en cuenta para los próximos partidos rumbo a México 86.
Pero todo eso -todo- se convirtió en chiquitaje el miércoles 12 de octubre de 1983, cuando River viajó a Rosario para jugar desde las 18 contra Central. En una Argentina que se preparaba para el regreso a la democracia, y en un River tan herido que hacía menos de un mes había sufrido la muerte de Ángel Labruna, el equipo ya dirigido por Varacka volvió a perder, 2 a 1. Tras la derrota, Trossero saludó a la distancia a sus familiares presentes en las plateas -170 kilómetros separan a Gödeken de Rosario- y enfiló hacia al vestuario visitante. Ya en las entrañas del Gigante de Arroyito, mientras algunos jugadores se cruzaban errores por la nueva derrota, el 9 trágico encaró al médico del plantel, Roberto Cacho Paladino.
“El último hombre con el que habló fue conmigo -le recordó Paladino al periodista Tomás Galdi, en 2013-. El partido acababa de terminar y yo estaba frente al espejo, afeitándome, cuando Trossero se me acercó, se señaló el pecho y me dijo ‘Cacho, me duele acá’. Era un dolor tranquilo, típico de un partido, y le respondí ‘Bueno, ahora te veo’. Ahí se fue a bañar pero, apenas el agua le tocó la nuca, cayó desplomado”. Carlos el Chino Tapia, luego otro de los jugadores que integraría el selecto club de los futbolistas que pasaron por River y Boca, estaba a su lado en las duchas, presenció la caída y llamó de inmediato a Paladino, aunque la desgracia ya había golpeado la puerta: “Fuimos con Seveso (Luis, el otro médico de River) y le hicimos respiración artificial, reanimación cardiorrespiratoria y llamamos a la ambulancia, que vino en tres minutos”, contó Paladino.
Trossero fue trasladado de urgencia pero ya no tenía pulso. Los dos planteles también dispararon al hospital, en una escena que describe el desconcierto y la desesperación del momento. A las 22.10 se confirmó la muerte del 9 de River. “Estábamos con mis hermanos y mi mamá cerca del vestuario -recordó Ana María Trossero, hermana de Oscar- cuando notamos que había gente que corría de un lado para el otro. No le dimos importancia pero de repente vino Gallego (Rubén Américo, titular de ese River) y nos dijo que mi hermano estaba descompuesto, y que lo llevaban a un hospital. Nos asustamos mucho y, mientras íbamos en el auto, en la radio escuchamos decir a un periodista que Oscar Víctor Trossero había fallecido”. A falta de autopsia porque su esposa, Stella Maris Dederita, quería “dejarlo tranquilo”, su hermano Héctor confirma -38 años después- que el 9 de River murió por un aneurisma cerebral. “Algo inesperado y sin síntomas previos, porque era un tipo muy sano, pero le explotó una vena en la cabeza y fue mortífero”, dice, mientras se queja por el olvido con el que el fútbol trató a su hermano.
El cuerpo de Oscar fue trasladado a Buenos Aires y velado en un gimnasio del Monumental, que en septiembre ya había despedido los restos de Labruna. No sólo jugadores de River le dieron el último adiós a Trossero: también llegaron los de Boca, sensibles para homenajear al 9 con más infortunio de la historia del Superclásico.
* Este artículo fue publicado originalmente el 10 de marzo de 2021.
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