miércoles, 29 de abril de 2020

LA COPA SUECIA 1960

CUANDO ATLANTA SE QUEDÓ CON EL TÍTULO


El 29 de abril de 1960 Atlanta derrotaba en la final, jugada en el Viejo Gasómetro, a Racing Club por 3 a 1, con goles de Julio Alberto Nuin, Roberto Francisco Bellomo y Alberto Mario González, descontando el “Marqués” Rubén Sosa para La Academia. Los artífices de la hazaña de esa tarde fueron: Errea;  Clariá y Nuin; Desanzo, C. Griguol y Betinotti;  M. Griguol, González, Rodríguez, Bellomo y Roque.

El torneo, iniciado en 1958, culminaba casi dos años después con Atlanta campeón. La estrella por el título se oficializó en 2010 en la camiseta y escudo oficial. En el año 2012 desde AFA se terminó de reconocer el título como oficial, luego del reclamo de San Lorenzo de Almagro por la Copa de Honor de 1936.

De esa forma, la AFA reconocía además de forma oficial a tres campeones “de liga” en 1936 y a tres de la 2012/13, incluyendo en ese listado también la Copa Argentina ganada por Boca en 1969, la Centenario de Gimnasia LP en 1993 y la Suecia por Atlanta en 1960 —en rigor ya estaban incluidas desde hace tiempo—.

FUENTE: CLUB ATLANTA.

En tanto el SITIO: "SENTIMIENTO BOHEMIO" refleja estos números:
LOS NÚMEROS DE LA COPA SUECIA
El plantelRodolfo Carlos Bettinotti y Oscar Alejo Clariá, 16 partidos; Ángel Rocha, Marcelo Edmundo Echegaray, Osvaldo Juan Zubeldía y Norberto Antonio De Sanzo, 15; Alberto Emilio De Zorzi y Osvaldo César Güenzatti, 12; Carlos Timoteo Griguol y Salvador Argentino Calvanese, 10; Mario Luis Griguol, 7; José Hugo Fernández Den y Juan Raúl Asprela 6; Héctor Ruggiero, Mario Katzman y Carlos Jesús Fernández, 3; José María Sánchez y José Walter Roque, 2; Luis Artime, Néstor Martín Errea, Julio Alberto Nuin, Alberto Mario González, Domingo Rodríguez, Roberto Francisco Bellomo, Eduardo Ernesto Bértolo y Juan Carlos Russo, 1.

Los goleadores
Salvador Argentino Calvanese, 6 goles; Alberto Emilio De Zorzi, 5; Osvaldo César Güenzatti y Osvaldo Juan Zubeldía, 3; Mario Luis Griguol, José Hugo Fernández Den y Luis Artime, 2; Juan Raúl Asprela, Rodolfo Carlos Bettinotti, Mario Katzman, José Walter Roque, Julio Alberto Nuin, Roberto Francisco Bellomo y Alberto Mario González, 1.

Campaña:
jugó 16 partidos, ganó 9, empató 3 y perdió 4, con 30 goles a favor y 19 en contra.

Resultados
River: 4-1 V / 1-1 L
Independiente: 4-2 L / 0-0 V
Lanús: 0-1 V / 1-0 L
Gimnasia: 3-3 L / 1-0 V
San Lorenzo: 3-4 V / 0-2 L
Argentinos Juniors: 1-0 V / 4-0 L
Rosario Central: 4-2 L / 0-2 V
Rosario Central (desempate 1º puesto Zona “B”): 1-0, en Newell’s, el 29-4-1959.

Síntesis de la final

Atlanta 3-Racing Club 1. Jugado en San Lorenzo de Almagro, el 29-4-1960.Atlanta: Néstor Martín Errea; Oscar Alejo Clariá, Julio Alberto Nuin; Norberto Antonio Desanzo, Carlos Timoteo Griguol y Rodolfo Carlos Bettinotti; Mario Luis Griguol, Alberto Mario González, Domingo Rodríguez, Roberto Francisco Bellomo y Walter José Roque. DT: Manuel Giúdice.

Racing Club: Osvaldo Jorge Negri (45′ Ataúlfo Sánchez); Norberto Anido y Juan Carlos Murúa; Néstor De Vicente, Vladislao Wenceslao Cap y Julio Gianella; Manuel Alberto Murúa, José María Ferrero, Juan José Pizzuti, Rubén Héctor Sosa y Raúl Oscar Belén.

Juez: Duval Goicoechea. Recaudación: $ 185.300. Goles: PT: 11′ Nuin (At), 40′ Bellomo (At). ST: 18′ Sosa (RC), 29′ González (At). Incidencia: PT: 25′ se retiró lesionado Mario Griguol (At).

Otros detalles

 Expulsados: 1 (Carlos Timoteo Griguol).

 Penales: a favor: 3 (1 convertido y 2 le atajaron); en contra: 7 (5 convertidos y 2 detenidos por Rocha).

 Directores técnicos: durante la primera parte fue Victorio Luis Spinetto; en el partido de desempate por el primer puesto del grupo, Juan Carlos Fonda, y en la final, Manuel Giúdice.

Debuts oficiales

La Copa Suecia posibilitó el debut oficial de cinco jugadores, que aparecieron en Primera División en esta competencia, antes de hacerlo por vez primera en partidos del Campeonato oficial: Luis Artime, Mario Luis Griguol, José Walter Roque y Alberto Mario González.

Mientras habitualmente se sitúa el debut oficial del gran goleador Luis Artime en el Campeonato de Primera División 1959, en realidad, lo hizo varios meses antes, el 8-10-1958, por la 13ª fecha de la Copa Suecia, Atlanta 4-Argentinos Juniors 0. El joven centrodelantero ya mostró allí su contundencia: marcó dos goles en aquel debut en Primera. 

Por su parte, el que luego sería destacado valor de Boca Juniors, Alberto Mario González, hizo su debut una semana antes de su primer partido oficial por Campeonato: fue en la final de la Copa Suecia, el 29-4-1960, en la que convirtió el tercer tanto.
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martes, 28 de abril de 2020

UNA HISTORIA PARA CONOCER

VIDA Y OBRA DE SEBASTIÁN VILLA 

Hace poco más de un mes, era una de las estrellas ascendentes del Boca campeón de la Superliga, ganándose un lugar fijo en el elenco titular desde la llegada de Miguel Ángel Russo en base su velocidad. Hoy, Sebastián Villa quedó en el ojo de la tormenta luego de que su ex pareja, Daniela Cortés, lo denunciara pública y judicialmente por violencia de género. "Sebastián se acercó a la dicente y le propinó un golpe de puño en la cara, a la altura de la frente, del lado izquierdo. Además, la tomó fuertemente de sus cabellos y la zamarreó fuertemente agarrándola de ambos brazos”, indica la declaración, que le fue tomada a la mujer en el domicilio que compartía con el delantero, en el country Saint Thomas.

Antes, mucho antes de convertirse en una de las estrellas del plantel xeneize que acaba de ser campeón del fútbol argentino con la que posiblemente haya sido su mejor performance desde que es futbolista profesional; antes de que irrumpiera en las páginas policiales por la denuncia, el pequeño Sebastián Villa Cano creció en el municipio colombiano de Bello, en el departamento de Antioquia, que tiene como capital a la ciudad de Medellín. La hermosa Medellín que respira fútbol por el Atlético Nacional y el Deportivo Independiente. Y la que quedó identificada como zona principal del narcotráfico mundial durante el reinado de Pablo Escobar Gaviria. Allí también se registró el asesinato del futbolista Andrés Escobar después del Mundial de Estados Unidos 94.
En un sector humilde de aquel poblado Sebastián se crió pateando pelotas y, literalmente, esquivando tiros. Él fue uno de los que pudo eludir las malas juntas con la extensión de mano que le ofreció el deporte. Nació justo en la posguerra entre cárteles narcos colombianos y es por eso que lidiar con asesinatos y gente armada se hizo moneda corriente.
El propio Villa confesó que hasta los 10 años solamente comía una vez al día. Entre los menúes económicos abundaban el chicharrón (cerdo frito), arroz, lentejas o lo que cayera en la olla. Si hasta su representante reveló que Seba se golpeaba la cabeza para sentir ese dolor y no enfocarse en los ruidos de su panza por el hambre.
En el año 2011 decidió lanzarse al fútbol grande. Quería dejar el potrero y triunfar como jugador para comprarle una casa a su madre. Aunque tuvo que luchar con ella para asistir a una prueba de futbolistas que el Deportivo Tolima iba a llevar a cabo en Medellín. En su casa no había un peso y por ese motivo dejó escapar la primera oportunidad. Al día siguiente analizarían más juveniles y a Sebastián no le quedó otra que romper el marco de una ventana para vender el pedazo de aluminio por 8 mil pesos con los que viajó de la estación de Bello hasta la de Santa Lucía, separadas por unos 35 minutos en metro. Las gambetas y zancadas que lo diferenciaban en el Club Deportivo Palmazul, en el que se inició, le aseguraron un lugar en el Tolima. Armó un bolso y se marchó a Ibagué para vivir en una casa de familia antes de saltar a la primera división.
En las juveniles del club pijao se terminó de perfeccionar y debutó como profesional en 2014 por la Copa Colombia, certamen que el Tolima obtuvo en esa edición. Con el paso de los meses se fue afirmando y explotando sus cualidades físicas. En 2018 dio el salto de calidad en el Torneo Apertura con su equipo que lo transformó en la revelación del campeonato. En las fotos de ese título aparece con la copa junto a Daniela Cortés, con la que había formalizado su relación meses antes y hoy lo denunció por agresión; hecho por el cual le concedieron la restricción perimetral y el punta debió mudarse a la casa de Juan Fernando Quintero.
A mediados de ese año fue transferido al Boca dirigido por Guillermo Barros Schelotto, que pretendía una alternativa de las mismas características de Cristian Pavón ante su inminente venta. Con el dinero del pase terminó de comprarle la casa a su madre y cumplió uno de sus sueños. El segundo era vestir la camiseta azul y oro, algo que anheló desde chico.
Más allá de la incipiente fama y lucir alguna alhaja de oro, en cada receso, Villa volvió a Medellín para estar con los suyos. Llevó regalos para sus familiares y también para sus parceros. Incluso cuenta su entorno que hasta algunos conocidos ofician de guardaespaldas amateurs. Por otra parte, cada vez que su agenda lo permite acude a la iglesia; caso contrario, se arregla leyendo la Biblia, a la que tiene descargada en su celular. Su frase de cabecera es “Si el Señor está conmigo, ¿quién contra mí?”.
Alternó entre titularidad y suplencia durante los ciclos de Barros Schelotto (lo incluyó en las alineaciones iniciales en las dos finales de la Libertadores 2018 contra River) y Gustavo Alfaro pero se ganó el puesto a principios de 2020 de la mano de Miguel Ángel Russo, quien lo tuvo en el banco en el primer partido ante Independiente pero que frente a la lesión de Mauro Zárate decidió mandarlo a la cancha de entrada y no sacarlo más. A sus atributos de velocista (sus marcas de velocidad se asemejan a las del atleta jamaiquino Usain Bolt o el francés Kylian Mbappé, considerado por muchos el futbolista más rápido del mundo) le sumó volumen de juego y terminó siendo uno de los extremos de mayor desequilibrio en Argentina hasta el parate por la pandemia del coronavirus.
Ensanchó su espalda internamente a base de buenas actuaciones y a la vez plantándose de cara a sus compañeros, a los que les señaló que las críticas por sus malas decisiones adentro de la cancha no le sumaban. Y desde allí cambió el trato del resto de los futbolistas boquenses para con él.
En la Ribera se bordó dos estrellas (Supercopa Argentina 2019 y la última Superliga) y muchos ya le auguraban futuro europeo. La situación personal que atraviesa en este momento, con una denuncia por violencia de género por parte de su ex pareja, lo sumerge en la etapa más oscura de su carrera.
“El que me conoce a mí sabe que soy un buen hijo. Siempre dije que primero la familia, lo más bonito que tiene uno es la familia. Cada 15 días aporto en mi casa. Haberle regalado la casa a mi mamá en Medellín es uno de los sueños que cumplí. Ir y poder verla bien a ella es un motivo de orgullo para mí. Me ayuda a crecer”, declaró en el pasado.
A esa ligazón con las mujeres de su familia se ciñó para realizar su descargo. “A raíz de lo que se está viendo en las redes sociales quiero decir que yo tengo mi madre, mis hermanas, mis sobrinitas, mis primitas; tengo mujeres en mi familia. A partir de mañana aclararé la situación con las personas indicadas”, subrayó en un video que se hizo viral. Sin embargo, Cortés aseguró en la denuncia que no se trató del primer episodio de violencia. Una ex novia, desde Colombia, también lo acusó de agresiones en la relación. La denuncia quedó en manos de la Justicia.
FUENTE: INFOBAE

LA ADICCIÓN TERMINÓ CON SU CARRERA

SPENCER HAYWOOD Y SU HISTORIA

“Era un atleta talentoso y desperdicié todo”, se lamentaba Spencer Haywood ocho años después de haber hecho una de las confesiones más escalofriantes del mundo del deporte.

Woody” fue el octavo hijo de una familia de muy bajos recursos, y su historia dentro de la NBA (a nivel deportivo) podría haber estado a la altura de los grandes nombres que hoy engloban a la máxima competencia de baloncesto de no haber sido por un detalle: su adicción a la cocaína, la cual hizo que protagonizara un episodio que acabó con su carrera por completo.
Con 19 años, fue el líder de la selección de Estados Unidos que obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México de 1968. También se consagró campeón de la NBA, integró cuatro veces el All Star, fue elegido en dos ocasiones dentro del “First Team” y fue protagonista de un cambio de regla histórico en las elecciones en el Draft (fue el primero en integrar un equipo sin haber hecho los cuatro años de carrera en el básquet universitario).
Sin embargo, todos esos logros se vieron opacados por su intento de asesinar a su entrenador a través de un sicario.
Después de un paso lleno de espectaculares registros personales en la ABA (liga que compitió con la NBA hasta su disolución en 1976) en 1969, con 20 años, llegó a los Denver Rockets y todo parecía augurarle un gran futuro. A medida que pasaban las temporadas, el nombre HAYWOOD se iba posicionando cada vez más alto, pero nunca se imaginó lo que iba a suceder.
“Pasé por Seattle. Pasé por los Knicks. Y cuando llegué a Los Ángeles... me desmoroné”, recordaba en una entrevista con la revista People el 13 de junio de 1988.
“Era mi décima temporada, y finalmente tuve una oportunidad real de conseguir un campeonato. Estaba jugando con Jamaal Wilkes, el alero más ágil y astuto, y Norm Nixon, un jugador tan duro como hermoso. También estaba un sensacional novato llamado Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar ya era como un hermano para mí”, apuntaba.
Para ese entonces, en 1979 Wood ya era una figura de renombre dentro del equipo que comandaba Jack McKinney. Pero todo iba a cambiar después de 14 partidos. Su entrenador se despedía de los Lakers tras ser víctima de un brutal accidente de tránsito que le produjo un traumatismo craneal y lo obligó a abandonar su puesto. Su lugar iba a ser ocupado interinamente por Paul Westhead.
“Comencé la temporada sólidamente: 16 a 17 puntos por partido, rebotes fuertes, buena defensa. Estaba en un momento maravilloso”, rememoró. Sin embargo, con el correr de los juegos, su eficacia iba a empezar a disolverse.
“Me sentía sin manos, como si ya no tuviera dedos. Magic me daba buenos pases, y yo no los podía alcanzar. Me negué a creer que fueran las drogas, a pesar de que estaba usando Quaalude, Valium, alcohol y otras cosa para reprimir la fiebre de la cocaína. Pensé que tal vez Magic estaba dando demasiados giros en los pases, tal vez incluso para hacerme quedar mal”.
“Culpé de mi pobre rendimiento a todos, incluido Westhead. Mi actitud iba cuesta abajo. Mis compañeros se imaginaban que estaba metido en las drogas pero no sabían cómo ayudarme. Me había convertido en un bastardo”, aseguraba.
“La cocaína es un demonio muy malo. Me arrastraba por el suelo buscando más. Después de la primera vez que lo hice, quise hacerlo una segunda. Y después de hacerlo la segunda vez, quise hacerlo otra tercera. Me había enganchado en el juego del diablo”, se sinceró en una carta que escribió en Deadspin (2014) sobre aquella temporada.
La competencia continuó, al mismo tiempo que su adicción por la cocaína y sus malos rendimientos, hasta que Spencer Haywood iba a tocar fondo.
“Todo se desmoronó durante las finales de 1980 contra los Philadelphia 76ers. Después de quemarme el cerebro en un bar, me presenté a practicar por la mañana. Lo primero que te hacen hacer es elongar. Me acosté y notaron que no me estaba moviendo. Mis compañeros me susurraban: ‘¡Wood!, despierta!’, pero no me movía. Muy pronto todo el equipo se reunió a mi alrededor, imaginando que estaba muerto. Finalmente me sacaron de allí y Westhead me envió a casa”, relataba.
Se estaban disputando las finales y él ya formaba parte del banco de suplentes. Al terminar una de ellas, un nuevo escándalo iba a ponerle punto final a sus chances de disputar algún minuto de lo que restaba de la serie. Su entrenador Westhead fue testigo de una fuerte discusión a gritos entre él y dos compañeros (Brad Holland y Jim Chones).
“Mi carrera se estaba desvaneciendo, junto con mis amigos, mi autoestima, todo. (Tras la pelea) Le dije a Westhead que necesitaba ayuda. Pero ese enfrentamiento fue la excusa que necesitaba para expulsarme. Fue a ver a Jerry Buss (propietario de la franquicia), y en dos horas ya dejé de ser un Laker”, se lamentaba.
“La cocaína es un demonio muy malo. Me arrastraba por el suelo buscando más. Después de la primera vez que lo hice, quise hacerlo una segunda. Y después de hacerlo la segunda vez, quise hacerlo otra tercera. Me había enganchado en el juego del diablo”, se sinceró en una carta que escribió en Deadspin (2014) sobre aquella temporada.
La competencia continuó, al mismo tiempo que su adicción por la cocaína y sus malos rendimientos, hasta que Spencer Haywood iba a tocar fondo.
“Todo se desmoronó durante las finales de 1980 contra los Philadelphia 76ers. Después de quemarme el cerebro en un bar, me presenté a practicar por la mañana. Lo primero que te hacen hacer es elongar. Me acosté y notaron que no me estaba moviendo. Mis compañeros me susurraban: ‘¡Wood!, despierta!’, pero no me movía. Muy pronto todo el equipo se reunió a mi alrededor, imaginando que estaba muerto. Finalmente me sacaron de allí y Westhead me envió a casa”, relataba.
Se estaban disputando las finales y él ya formaba parte del banco de suplentes. Al terminar una de ellas, un nuevo escándalo iba a ponerle punto final a sus chances de disputar algún minuto de lo que restaba de la serie. Su entrenador Westhead fue testigo de una fuerte discusión a gritos entre él y dos compañeros (Brad Holland y Jim Chones).
“Mi carrera se estaba desvaneciendo, junto con mis amigos, mi autoestima, todo. (Tras la pelea) Le dije a Westhead que necesitaba ayuda. Pero ese enfrentamiento fue la excusa que necesitaba para expulsarme. Fue a ver a Jerry Buss (propietario de la franquicia), y en dos horas ya dejé de ser un Laker”, se lamentaba.
“Dirigí toda mi ira hacía Westhead. Dejé el Forum. Conduje mi Rolls toda la noche y mi único pensamiento era que Westhead debía morir. Planeé cómo acabar con él. En plena ira y tras consumir cocaína llamé a un amigo de Detroit, un tipo llamado Gregory, un gángster genuino certificado, y le dije: ‘Ven, necesito que te encargues de alguien’. Él dijo: ‘No hay problema, Wood. Me encanta hacer eso por ti’. Al día siguiente, Greg y su compañero volaron a Los Ángeles, listos para trabajar. Nos sentamos y planeamos sabotear los frenos de su coche. Obtuvimos su dirección: Westhead vivía en Palos Verdes”, revelaba ocho años después de aquella discusión.
“Antes de continuar con el plan, comencé a ver las cosas un poco más claramente. Estaba muy enojado, pero ¿era un asesino? Llamé a mi madre en Mississippi. Se estaba muriendo de cáncer en ese momento. No le dije lo que estaba planeando, solo que estaba enojado. Ella me dijo: ‘Estás haciendo algo que no es bueno, ¿verdad? Si haces algo malo, te entregaré yo misma. No crié un tonto’. Ella comenzó a llamarme cada 15 minutos, y hablamos mucho. Me hizo entrar en razón”.
Al cortar esa llamada, Woody le pidió a sus amigos que regresaran a Detroit. “Pensé: ¿Qué demonios estaba ideando? Nunca lo intenté pero mis intenciones eran diabólicas. Dios me observaba”.
Finalmente los Lakers consiguieron el anillo tras vencer a los Philadelphia 76ers por 4-2 y mandaron a su polémico jugador a Italia, en donde iba a continuar su carrera en las filas del Carrera di Venezia (hoy Reyer Venezia Mestre) de la Lega Basket, por ese entonces la mejor liga europea, algo que Haywood sintió como una “traición” en el momento, pero que con el tiempo supo entender.
“Lo que hicieron los Lakers fue darme la oportunidad de salir del desastre y recuperar mi cordura”, aseguraba en su carta a Deadspin. “No había programas de recuperación en 1980, por lo que imaginaron que debía ir a Italia —todavía estaba bajo contrato con los Lakers—. Si salía del país, de esa manera, podrían reservarse el derecho de traerme de regreso. Estaba enojado, herido. En ese momento no vi la enfermedad como el problema. Sentí que mis compañeros de equipo me traicionaron. Fui traicionado por mis dueños. Pero Italia fue lo mejor que me ha pasado”.
Fue una temporada la que estuvo en Europa. Allí promedió 23.5 puntos y 10.5 rebotes por partido y depositó en la final de la Copa Korac a su equipo, el cual finalmente perdió ante el Joventut de Manel Comas.
Al año siguiente, Woody ya estaba de vuelta en la NBA. Los Washington Bullets lo contrataron con la intención de repuntar en la liga. Sin embargo, lejos estuvo el pivot de recuperar su mejor nivel y fue en 1983 cuando anunció su retiro del basquet.
Se alejó por completo del deporte y entró en un centro de rehabilitación para reconstruir su vida. Posteriormente viajó a Detroit, su ciudad, y se convirtió en un líder comunitario realizando conferencias sobre lo peligrosas que pueden ser las drogas.
“Alguien me dijo que al contar mi historia le estaba haciendo saber a la gente que está bien consumir drogas porque eventualmente puedes limpiarte y todo está bien. Bueno, nunca se está bien. Nunca podré recuperar lo que tiré y nunca podré reparar el daño que las drogas causaron en mi vida personal”, dijo tras su retiro.
A pesar de su abrupto final, Spencer iba a recibir un mimo de la liga de baloncesto más importante del mundo, cuando en 2015 (32 años después de su salida), ingresó al Salón de la Fama de la NBA.
Ahora, y tras abandonar la presidencia de la NBRPA (Asociación Nacional de Jugadores Jubilados de Baloncesto) en marzo, después de completar dos períodos de tres años en el cargo, Haywood (de 70 años) se encuentra acatando el confinamiento social por coronavirus en su casa de Las Vegas.

lunes, 27 de abril de 2020

EN LA RETINA DEL FUTBOL

CUANDO EL ESTUDIANTES DE SABELLA ESTUVO A PUNTO DE SER CAMPEÓN DEL MUNDO

El Barcelona se impuso con justicia por 2-1 a Estudiantes de La Plata en la prolongación y se proclamó por primera vez en su historia campeón del Mundial de Clubes de fútbol, este sábado en Abu Dabi, donde hizo historia culminando un récord y pleno de seis títulos en 2009.




Para los "Pincharratas" anotó de cabeza Mauro Boselli (37) y empató Pedro sobre el final del tiempo reglamentario (89) para el Barça, mientras que el argentino Leo Messi, de nuevo decisivo, decretó la victoria blaugrana (110).



Con este resultado, el equipo catalán confirmó su hegemonía, tras apuntarse en mayo la Liga de Campeones, la Liga española y la Copa del Rey, en agosto las Supercopas española y europea y finalmente saldar una de sus cuentas pendientes con el torneo planetario de la Federación Internacional (FIFA).



El partido de Abu Dhabi quedará en las páginas doradas del club, tras las decepciones en el Mundial de Clubes de 2006 y la extinta Copa Intercontinental de 1992, donde cayó ante los brasileños Inter de Porto Alegre y Sao Paulo, respectivamente.



El encuentro comenzó con dinámica, aunque sin mucha estética. Barcelona mostró algo de su buen toque, pero Estudiantes no se amilanó ante tan regio rival, al punto que la primera ocasión la tuvo el mediocampista Enzo Pérez, muy bien habilitado por el armador Juan Sebastián Verón (minuto 4), pero no llegó.



En el 8, una gran combinación entre el sueco Zlatan Ibrahimovic y Xavi llevó mucho peligro al rea argentina.



Después, poco a poco, los blaugranas fueron tomando el control de las acciones, con m s del 60% de la posesión del balón, pero los rojiblancos respondían al contragolpe, en particular cuando el hábil Boselli se lanzaba por la izquierda.



En el minuto 23, el árbitro mexicano Benito Archundia mostró la amarilla a Leo Messi y, en el 26, un disparo cruzado de Verón se fue junto al palo derecho de Víctor Valdés. Seis minutos más tarde, los jugadores y la hinchada culé protestaron por un inexistente penal del arquero Damián Albil sobre Xavi.



Cuando nadie lo esperaba, un gran centro del uruguayo Juan Manuel Díaz desde la izquierda, lo cabeceó magistralmente Boselli, muy presionado entre Carles Puyol el francés Eric Abidal, para marcar la apertura (37).



Cerrando la primera parte casi, Díaz vio la tarjeta amarilla por falta sobre Messi.



En el segundo tiempo, el canterano Pedro entró por el maliense Seydou Keita en el Barça. Enseguida, un zurdazo de Ibrahimovic pasó muy cerca del marco de Albil (48), quien en el 52 le tapó muy bien un disparo a bocajarro al sueco.



A pesar del ruido que hacía la hinchada platense (más de 3.000 personas), el estadio en su mayoría apoyaba al equipo culé.



Clemente Rodríguez, defensa rojiblanco, fue amonestado en el 58 por falta sobre el internacional francés Thierry Henry. A continuación, tras centro de este último, Pedro le pegó mal al balón solo ante la valla.



En el 65 la tarjeta amarilla fue para Enzo Pérez por falta contra Abidal.


Barcelona seguía dominando, pero Estudiantes defendía de manera ordenada y, en el mediocampo, si bien lo controlaba, en las duras había un patrón: Verón.



Casi empata el equipo catalán en el 70, pero Albil sacó al córner con el pie un disparo de Pedro.



En el minuto 76, Matías Sánchez entró por Leandro Benítez en Esudiantes, y tres minutos despu?s Maxí Núñez por el amonestado Pérez, y en el rival el marfileño Yaya Tour? por Sergio Busquets y casi enseguida Jeffren por Henry, y los cambios se agotaron para ambos cuando al final Faustino Rojo sustituyó a Germán Re en Estudiantes.



Pasaban los minutos y los de Pep Guardiola no encontraban el camino a las redes de Albiol, hasta que en el 89 Pedro cabeceó por encima del arquero un primero de Gerard Piqué y logró la ansiada igualada (1-1) y así fueron a la prolongación.



Como era previsible, los barceloneses salieron más agresivos.



El árbitro australiano amonestó a Sánchez (94) y la falta la ejecutó Messi de zurda, apenas desviada por arriba del larguero.

Después, Ibrahimovic pateó mal desde el flanco izquierdo en el área mayor (101).



La locura se desató en el 110, cuando Messi, en posición algo dudosa marcó el 2-1 desde cerca, tras recibir un centro largo desde la derecha del brasileño Dani Alves, empujando el balón con el pecho. Igualmente, Estudiantes no se achicó y siguió luchando.



El resultado fue justo, el partido muy dinámico y de buena calidad.



Síntesis del partido.


Estudiantes: Damián Albil; Cristian Cellay, Leandro Desábato, Germán Ré; Clemente Rodríguez, Rodrigo Braña, Juan Sebastián Verón, Juan Manuel Díaz; Enzo Pérez, Leandro Benítez; y Mauro Boselli. DT: Alejandro Sabella.


Barcelona: Víctor Valdés; Daniel Alves, Gerard Piqué, Carles Puyol, Eric Abidal; Xavi Hernández, Sergio Busquets, Seydou Keita; Lionel Messi, Zlatan Ibrahimovic y Thierry Henry. DT: Josep Guardiola.



Gol, primer tiempo: 37m, Boselli (E).


Gol, segundo tiempo: 43m, Pedro (B).


Gol, segundo tiempo suplementario: 4m, Messi (B).



Cambios, segundo tiempo: al reinicio, Pedro por Keita (B); 31m, Matías Sánchez por Benítez (E); 34m, Yaya Touré por Busquets(B) y Maximiliano Núñez por Pérez(E); 38m, Jeffren por Henry (B); y 46m, Marcos Rojo por Ré (E).



Árbitro: Benito Archundia (México).


Cancha: Zayed Sports City (Abu Dhabi).


19 DE DICIEMBRE DEL 2019

FUENTE: INFOBAE

domingo, 26 de abril de 2020

LA DURA INFANCIA DE SCOTTIE PIPPEN

EL HOMBRE QUE VIVIÓ BAJO LA SOMBRA DE MICHAEL JORDAN


“Cuando alguien hable sobre Michael Jordan, también hablará de Scottie Pippen”

Esa frase la dijo ni más ni menos que el histórico número 23 de los Chicago Bulls. Porque Jordan reconoce el valor que tuvo Pippen en su construcción como el mejor de todos los tiempos. Sin su ayuda, posiblemente el hoy famoso The Last Dance, aquella última temporada que terminó con el sexto título en la carrera de ambos en la NBA, no hubiera tenido el mismo desenlace para la serie documental que ya se transformó en un éxito en todo el mundo.
La vida de Pippen fue casi tan increíble como un buen guión de una película de Hollywood. A mitad de la década del 60, mientras Martin Luther King era un emblema de la lucha contra el creciente racismo en los Estados Unidos, Scottie fue el nombre que Ethel y Preston eligieron para uno de sus 12 hijos. En Hamburgo, Arkansas, una zona rural en el centro oeste del país, aquel joven tuvo que hacerle frente a una cruda infancia.
“Una noche, mientras estábamos cenando, mi papá se desplomó frente a su plato de comida”, relató Scottie en el primer capítulo del documental que lo tiene como uno de los protagonistas de la última temporada de los famosos Bulls. El mismo año que Pippen ingresó a la escuela secundaria, su padre sufrió un ACV que lo dejó postrado en una silla de ruedas por el resto de sus días. Es más, varios años antes de ese lastimoso hecho, uno de los hermanos del hombre que se convirtió en una figura de la NBA también había sufrido un accidente en el que quedó cuadripléjico.
La pérdida del único ingreso en la casa –Preston trabajaba en una papelera local– generó una situación económica inestable que acrecentó los problemas alimenticios de Scottie. A pesar de vivir en ese drama, aquel adolescente todavía soñaba con transformarse en un jugador de básquet profesional. Con ese objetivo pasaba todas las tarde jugando contra Ronnie Martin, su gran amigo, lo que le permitió mejorar año tras año y conseguir una particular beca para ingresar a la Universidad de Central Arkansas.
Gracias a la ayuda de su entrenador en el secundario Don Dyer, quien además fue su mentor y el que le enseñó todos conceptos que luego llevaría a la práctica en el más alto nivel, Pippen consiguió la oportunidad de estudiar educación industrial a cambio de ser el comodín del equipo de básquet universitario: además de ser el utilero, debería oficiar como el encargado de seguir las estadísticas de los jugadores para el coach.
Pero un giro del destino le dio la mano que necesitaba para ganarse su lugar. Primero, varios basquetbolistas del equipo terminaron despidiéndose de la universidad. Segundo, a lo largo de su estadía en Central Arkansas creció 31 centímetros: pasó de ser más bajo que su propia madre a tocar los 2.03 metros. La mejoría en sus condiciones atléticas, sumado a un estricto plan para desarrollar la masa muscular perdida durante su niñez, fue una parte vital para que Pippen diera el salto a la NBA.
En el draft de 1987, Scottie fue elegido en la quinta posición por Seattle, pero el plan para que se sume a los renacientes Bulls fue ideado por el malo de la película en The Last DanceJerry Krause. Él fue quien hizo efectivo un cambio y, minutos después que Pippen se pusiera la gorra del Supersonics, se enteró que debería viajar a una ciudad que ya había elegido a su nuevo rey.
Una vez que Pippen desembarcó en los Bulls, la química con Jordan se dio naturalmente. Chicago pasó de clasificar con lo justo a los playoffs a ser el tercer mejor equipo de la Conferencia del Este con 10 victorias más que la temporada previa. Es más, MJ se liberó de la presión de ser el único que podía conducir a la franquicia y explotó con un 1988 superlativo: fue elegido por primera vez el jugador más valioso de la NBA, ganó el premio al mejor defensa del año, el MVP del Juego de las Estrellas y terminó como el máximo anotador de la liga con un promedio de 32.5 puntos por juego.
Pero a pesar de que el dúo dinámico entre Jordan y Pippen ya daba sus frutos, el gran obstáculo en la carrera ganadora de ambos los detuvo en la postemporada. Aquellos Detroit Pistons, los inolvidables Bad Boys, con Isiah Thomas, Joe Dumars y un joven Dennis Rodmanfrustraron a los Bulls durante tres temporadas consecutivas.
Fue en esa época donde el número 33 de Chicago sufrió la muerte de su padre y comenzó a tener problemas fuera de la cancha con cada una de sus parejas. Con su primera esposa Karen McCollum tuvo a su primogénito que llamó Antron. Luego de separarse volvió a casarse, esta vez con Yvette Deleone. Quien fuera su segunda esposa llegó a acusarlo de maltrato al mismo tiempo que, mientras daba a luz a su segunda hija Sierra, Pippen mantenía una relación extramatrimonial con una modelo.
A los pocos meses, Pippen recibió una demanda de paternidad de parte de la modelo Sonya Roby: había nacido su tercera hija, Taylor, a quien el basquetbolista nunca quiso conocer, por lo que arregló una manutención mensual con esa condición. “Nunca tuve relación con ella o con su madre. Cometí un gran error y tuve que seguir con mi vida”, dijo el alero en una entrevista a la famosa revista deportiva estadounidense Sports Illustrated sobre la decisión que tomó con una de sus hijas, que se transformó en jugadora profesional de voleibol.
Los años pasaron y, después de tantas penurias, llegó la hora de celebrar para Pippen y Jordan. Tras superar ese obstáculo que fueron los Pistons, Chicago se transformó en tricampeón de la NBA. En el durante, las estrellas de los Bulls viajaron a Barcelona para jugar los Juegos Olímpicos de Barcelona con el primer y recordado Dream Team que ganó el oro y dejó su huella marcada en la historia del movimiento olímpico.
Hasta que la historia tuvo un giro inesperado. El 6 de octubre de 1993, Jordan anunció su retiró de la NBA, meses después del brutal asesinato de James, su padre. A partir de ahí, los Bulls de Jordan pasaron a ser los Bulls de Pippen, que se puso el equipo al hombro y ratificó a Chicago como un contendiente al título de la liga. Desafortunadamente para él y el resto de sus compañeros, la ilusión se terminó en el medio de los playoffs. A la temporada siguiente y mientras MJ intentaba jugar al béisbol, su amigo nunca dejó de invitarlo para que regresara a su gran amor.
Así fue que Michael escribió el comunicado más corto y contundente de la historia en marzo de 1995. “I’m back”, fue el fax que recorrió todas las redacciones y estudios de televisión del mundo, el mismo escrito que confirmó la vuelta de Jordan a la NBA. Chicago no fue contendiente al título en ese año, pero la dupla tomó fuerzas y la temporada siguiente mandó un mensaje claro: ganaron 88 partidos y sólo perdieron 13, consiguieron el mejor récord de la historia en la fase regular –luego superado por los Golden State Warriors en 2016– y ganaron el cuarto anillo. Pippen y Jordan de nuevo en la cima.
Después de volver a ser campeones en el 97, explotó la crisis interna en Chicago. El gerente general anunció públicamente que ese sería el último año del entrenador Phil Jackson. La dinastía de los Bulls estaba en juego y Pippen tomó una controversial decisión: eligió dejar pasar las vacaciones y se operó de una lesión en uno de sus tobillos justo antes del inicio de la temporada, enojado porque su contrato era el número 122 entre los jugadores activos en la NBA y el sexto entre los jugadores de la franquicia. Sí, el sexto “mejor pago”.
¿Qué sucedió con el contrato del segundo mejor jugador del mundo en aquella época? Antes del comienzo de la temporada 90-91, la del primer título con Chicago, Pippen firmó la renovación con los Bulls. Acordó una extensión de siete años a cambio de 18 millones de dólares, un buen salario en esos tiempos, pero que con la expansión global de la marca NBA con el correr de los años se convirtió en poco y nada. Enojado porque sólo cobraría poco menos de 3 millones de dólares, Scottie activó una bomba que estuvo a punto de explotar.
Las peleas con Jerry Krause se hicieron cada vez más frecuentes. “Hasta se insultaban frente a nosotros en el autobús”, dijo uno de los jugadores del equipo en los primeros dos capítulos de la serie documental. Los Bulls estuvieron a punto de traspasar a Pippen, pero sabían que Jordan no iba a dejar que eso sucediera. Tras un inicio complicado sin Scottie, una vez que el 33 regresó, todo volvió a la normalidad. Chicago superó a los Indiana Pacers en el juego 7 de las finales el Este y llegó a la sexta final en ocho años de la NBA. Otra vez frente a Utah Jazz, igual que 365 días antes. El resultado también fue el mismo al del año previo.
Una vez que se reprodujo la última secuencia del Último Baile, Pippen y Jordan tomaron caminos separados. El histórico 23 volvió a retirarse, mientras que su fiel ladero se mudó a Houston por una temporada y luego firmó un suculento contrato con Portland para asegurar su futuro. Las malas decisiones financieras pusieron en jaque su economía, pero logró reponerse. Lo mismo sucedió con su vida personal. En 1997 se casó con Larsa, su última esposa, madre de sus otros cuatro hijos: Scotty Jr., Sophia, Preston y Justin. Una década más tarde, luego de pedidos cruzados de divorcio, Scottie nuevamente quedó soltero.
Hoy, Pippen es analista de la cadena ESPN en los Estados Unidos, papel que sabe jugar frente al micrófono, de la misma forma que hacia cuando le tocaba defender tres posiciones diferentes en un partido o atacar el aro hasta volcarla sin piedad en contra de su adversario. Scottie es uno de los jugadores más importantes de la historia de la NBA que vivirá por siempre bajo la sombra de Jordan. Una que él mismo se encargó de construir. Porque más allá de los egos personales, para el inolvidable 33 de los Bulls haber compartido cancha con el histórico 23 fue un honor. Y así se lo dejó saber en su discurso cuando fue ingresado al Salón de la Fama del Baloncesto estadounidense.
“MJ, has tocado la vida de muchas personas, pero de ninguna como la mía. Gracias por haber sido el mejor compañero, siempre compartiré esos recuerdos y también nuestra amistad para siempre. Gracias”.
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