lunes, 18 de marzo de 2024

CLUBES QUE HICIERON HISTORIA

LOMA NEGRA DE OLAVARRIA:

FUENTE: INFOBAE:

“Todas nuestras fábricas tienen su club: Barker, Zapala, Neuquén… Y yo quiero que cada uno de ellos sea manejado por los obreros. En Olavarría siempre tuvimos los mejores jugadores, no se olviden que aquí salieron los hermanos Alves, por ejemplo. A mí el fútbol me gusta de toda la vida y sé bastante. Quizás por eso en enero vino gente de la fábrica a verme, para pedirme colaboración porque querían reforzar un poco el equipo. Y lo hemos hecho a través de la Fundación Fortabat”. Las palabras pertenecen a Amalia Lacroze de Fortabat, la dueña del imperio “Loma Negra”. Las pronunció en agosto de 1981, a escasas horas del debut de su equipo en el torneo Nacional de primera división, donde sería la gran revelación. Era el punto de partida.




Tal como mencionaba Amalita, desde comienzos de año, el plantel había comenzado a reforzarse con buenos elementos de diferentes equipos de primera división. Una de las figuras que sobresalía era Mario Husillos, quien tendría un reenfoque de su carrera tras pasar por el cuadro de Olavarría. Desde Málaga, donde actualmente reside, evoca aquellos momentos:

“Había debutado en la primera de Boca muy joven e hice varios goles. Fui al fútbol español, donde actué en el segundo equipo del Real Madrid y al regreso, estuve nuevamente en el cuadro xeneize, pero sin mayor continuidad. Ir a Loma Negra en 1981 era una apuesta arriesgada, porque si bien había muy buen dinero, en principio era para disputar el Regional con el objetivo de llegar al Nacional. Me animó el hecho que también iban para allá hombres como Carlos Squeo, que había sido compañero mío en Boca, Luis Barbieri y Jorge “Gallego” Vázquez de Atlanta y Ricardo Lazbal de San Lorenzo, entre otros”.

Sin mayores apremios, el anhelo se había alcanzado y Loma Negra sería parte del Nacional 1981, en tiempos de un fútbol argentino de apellidos ilustres, donde la mayoría de las figuras e integrantes de la selección actuaban aquí. Un mes antes, Boca se había consagrado campeón con la estrella fulgurante de Diego Armando Maradona.

“Nos tocó debutar nada menos que contra el Ferro de Griguol -continúa Husillos- que venía de ser subcampeón y era un gran equipo. Yo era el capitán y antes del partido vino ‘Amalita’ a preguntarme qué premio habíamos arreglado. Cuando le dije la cifra, dijo que no, que de ninguna manera. Si ganábamos, teníamos el triple y un mexicano de oro para cada uno. Tuve la suerte de hacer el gol con el que ganamos 1-0 y el Negro Lemme, que había llegado desde Tigre y era un personaje divertido, me consultaba: ‘¿De verdad esto lo pagan Mario?’ (Risas). Por supuesto que al día siguiente cobramos sin inconvenientes. En ese aspecto, era increíble el respeto y el orden. Y la motivación, por supuesto”.

La gran incógnita era saber cómo iba a responder Loma Negra en las grandes ligas. Y estuvo sobradamente a la altura, en una zona compleja, donde no solo estaba Ferro, sino también el nuevo River dirigido por Alfredo Di Stéfano con sus recientes incorporaciones de fuste, como Américo Gallego y Julio Olarticoechea, que se sumaron a la constelación de estrellas que disfrutaba el plantel de Núñez.

El cuadro de Olavarría estuvo desde el inicio en los primeros puestos del grupo, con buenos rendimientos y un destacable invicto en la primera rueda. Llegó a la última fecha un punto por sobre River y el sueño de la clasificación se escapó por poco: “Se había conformado un equipo muy interesante y fuimos una sorpresa. Nos faltó solo la puntada decisiva en la fecha final donde debíamos ganarle a Talleres en casa para avanzar a los cuartos de final y eliminar a River. Empatamos 0-0, ellos ganaron en Junín y luego fueron los campeones, superando en la final a Ferro, el otro equipo de nuestra zona que se clasificó”. Loma Negra había hecho la misma campaña que los “Millonarios”, con 7 victorias, 5 empates y apenas dos derrotas, pero la diferencia de gol (14 contra 5) los postergó. Sin embargo, la huella había quedado firme y el plantel se mantuvo casi en su totalidad.

Abril de 1982 es un mes marcado con dolor en el almanaque de los argentinos. En medio de las noticias lacerantes que llegaban desde Malvinas, tanto Olavarría como el fútbol argentino tuvieron un remanso en el mediodía del sábado 17 de abril, cuando la poderosa selección de la Unión Soviética, en plena preparación para el Mundial, visitó la ciudad para caer derrotada ante Loma Negra. Ostentaban un extenso record invicto, ya que no perdían desde 1979. En ese lapso habían logrado empatar con Argentina en Mar del Plata a fines de de 1980, vencer a Francia en Moscú y a Brasil en el Maracaná. El cachet que obtuvieron fue de 30.000 dólares para un encuentro disputado en horas de la mañana/mediodía, con televisación en directo de canal 11 hacia todo el país. Unos días antes se había presentado en el estadio Monumental dejando una grata impresión.

“Llegaron con mucho ruido, luego empatar 1-1 con Argentina en la cancha de River, partido al que fuimos para poder verlos. Olavarría fue una locura en esas horas y más aún cuando terminó con la victoria nuestra por 1-0, hecho que es recordado hasta nuestros días como algo histórico y considerado como el momento cumbre del deporte para la ciudad”, evoca Husillos, autor del único gol.

En el transcurso de ese año, Loma Negra volvió a competir en el torneo Regional y consiguió la clasificación para el Nacional de 1983. Casi no había habido bajas en el plantel y si varios refuerzos como recuerda Husillos: “En 1983, a esa muy buena base, se agregaron excelentes futbolistas como José Luis Gaitán, Pedro Magallanes, Luis Galván y la “Pepona” Reinaldi. Era un cuadro realmente poderoso”.

En la misma sintonía se estacionan las evocaciones de la Pepona Reinaldi, que venía de Talleres de Córdoba: “Fue muy lindo jugar allí. En el plantel éramos 23 futbolistas de los cuales 22 veníamos de afuera y solo uno pertenecía al club, algo bastante particular. Era una ciudad chica y debíamos trasladarnos varios kilómetros para entrenar. De la mitad de cancha en adelante, compartí con muy buenos compañeros como Orte, Husillos y Magallanes. Teníamos todas las comodidades imaginables y jamás un problema para cobrar ni premios ni sueldos. El día 30 siempre estaba (risas)”.

Una caída tan temprana como inesperada, con Racing en los octavos de final, marcó el comienzo del fin, como cita Reinaldi: “Al quedar eliminados, el plantel se fue disolviendo: Osvaldo Rinaldi, Pedro Magallanes y Félix Orte se fueron a Racing, Mario Husillos a San Lorenzo, Jorge Pellegrini y Carlos Squeo a Instituto y yo a Rosario Central. En lo personal me fue bárbaro y el único problema fue no haber podido llegar a las finales”

También se había dado un salto de calidad en cuanto a la dirección técnica, donde asumió Roberto Marcos Saporiti, entrenador del excelente equipo de Talleres de fines de los 70, colaborador de César Menotti en la selección campeona del Mundo y que un año más tarde daría la vuelta olímpica como DT de Argentinos Juniors: “Loma Negra fue una experiencia extraordinaria. Me encontré con una gran organización que había dejado don Valentín Suárez. El contacto me lo había hecho el Coronel Luis Prémoli, que era la mano derecha de Amalita. Tras la charla con él, quedamos de acuerdo y me dijo: ‘Mañana va a conocer a la Señora’. Así fue, al día siguiente fui a las oficinas en Diagonal Norte, porque ella quería saber cómo era yo en la faz personal. Una mujer increíble, muy culta, con mucho mundo. Otro nivel”.

Precisamente con ella, se produjo una anécdota muy particular: “Solía ir a ver las prácticas y llegaba en helicóptero, que lo aterrizaban en medio de la cancha donde estábamos entrenando. Algo poco habitual y que no me simpatizaba demasiado. Me contaron que el Coronel Prémoli una vez le dijo: ‘Mire que eso a Saporiti no lo gusta demasiado’. Y la señora respondió: ‘Entonces está perfecto, hagamos como dice él, que me cae bien y además, habla francés (risas). Con Amalita solo hablábamos en ese idioma’. El tema es que a la vez siguiente, la nave bajó, pero en la cancha de al lado. Ella se quedó mirando desde atrás del alambrado. Yo hice lo que correspondía. Paré y les dije a los muchachos que vayan a saludarla. Ella nos seguía desde donde estuviese. Si de casualidad se encontraba en Europa, buscaba la manera que le hagan llegar la transmisión de radio para escucharla”.

“En el torneo del ’83 debutamos contra River en el Monumental y después del partido nos invitó a todos a uno de sus departamentos sobre Avenida del Libertador. Increíble lugar, parecía un museo. No vivía allí, sino que lo tenía para recibir gente. La relación con ella fue extraordinaria. Creo que el proyecto terminó porque se había cansado un poco del tema fútbol, pero si ese equipo duraba un año más y con tres incorporaciones, estoy convencido que podíamos pelear el título en cualquier campeonato argentino”, remata Saporiti.

El equipo era gran candidato en ese Nacional, donde transcurrió a paso firme la primera fase de grupos, donde fue el vencedor, dejando en el segundo puesto a River Plate y lo mismo aconteció en la segunda. Allí ganó invicto su zona, con tres puntos de ventaja sobre Argentinos Juniors. Los octavos de final marcaban el inicio de los encuentros a partido y revancha y en la previa, Racing no se asomaba como un rival demasiado complicado. En Olavarría lo superó 2-1 con gol de Varales sobre la hora y pocos días más tarde llegó la eliminación, con estruendo de catástrofe, al ser goleado por 4-0 en cancha de Huracán.

Para Mario Husillos, a la hora del balance de dos años y medio vistiendo esos colores, el resultado no puede ser más satisfactorio: “Haber ido allá fue espectacular, fue un paso sensacional en mi vida. La estancia en la ciudad fue extraordinaria, porque nos acogieron de manera increíble. Ni hablar del plano económico, porque Loma Negra estaba mejor que muchos clubes grandes. En lo deportivo, mejor imposible para mí, porque a mediados de 1983 fui transferido a San Lorenzo y de allí nuevamente a Europa. En el Nacional de ese año, me consagré como el goleador del campeonato”.

Sobre el cierre de la charla, Husillos deja una reflexión que puede ayudar a comprender el final: “El gran objetivo de la señora de Fortabat era que Loma Negra sea un habitué de los campeonatos de Primera, del viejo Metropolitano y no solo del Nacional. Creo que hubo alguna promesa al respecto que finalmente no se concretó. El único dirigente real de fútbol que tuvimos fue Valentín Suárez, que había sido Presidente de AFA. Él hizo las gestiones para lograr aquello, pero por algún tema político no pudo ser y por ello el plantel se desmembró. No tenía sentido mantenerlo para solo disputar el Regional y el certamen local de Olavarría”.

Y en la medianoche del 19 de mayo de 1983, como si fuera una cenicienta futbolera, el encanto de Loma Negra quedó allí, perdido en las misteriosas calles de Parque Patricios. Un sueño que tuvo un origen de cemento, un sustento de dinero y un imborrable recuerdo de tardes con sabor a hazañas y a buen fútbol.

viernes, 15 de marzo de 2024

HISTORIAS DE OCASO

LA HISTORIA DE CESAR ABEL  ROMERO

Los cuatro cuerpos estaban tirados en el pasto humedo del invierno en Isidro Casanova, a las 11 de la mañana del martes 24 de julio de 1984. Los oficiales de policía los observaban, pistola en mano, para evitar que alguno de ellos haciera un gesto sorpresivo. Pero no. Eran cuatro cadáveres que, pocos minutos atrás, habían intentado hacer un raid delictivo que incluyó el robo de un auto como el asalto a dos oficinas de transportes. Los oficiales los revisaron, les levantaron las ropas y les quitaron las armas: una Itaka 12,70, un fusil 7,65, una pistola 45, otra 9 mm, un pistolón de dos caños, un revólver calibre 32 largo





A uno de ellos algo le llamó la atención mientras revisaba un cadáver: este tenía en su pecho un tatuaje inmenso de un águila con las alas desplegadas. Lo había visto hacía poco tiempo en otro lugar, por la televisión: "Che, ¿este no es Romero, el boxeador?", preguntó. Los otros oficiales se acercaron y lo vieron. Efectivamente ese cuerpo de casi dos metros de altura pertenecía a César Abel Romero. Cerca de él yacía otro de los cadáveres: el de su hermano Mario Saúl. 

Apenas diez días antes, en Montecarlo, ese muchacho de 29 años había perdido por puntos la pelea más importante de su vida ante el venezolano Fulgencio Obelmejías, que no le permitió aspirar al título mundial contra el campeón Michael Spinks

¿Qué pasó durante esos diez días, entre el final de la pelea y el final de su propia vida?    

César Abel Romero nació en Merlo, provincia de Buenos Aires, el 25 de enero de 1955, y era hijo de un chapista y ferrocarrilero, y de una ama de casa. La familia estaba conformada por siete hermanos (cinco varones y dos mujeres) y desde pequeño tuvo que aprender distintos oficios para poder llevar un plato a la mesa, como repartidor de vinos o sodero. Pero a los 11 años el mundo de la delincuencia juvenil ya lo había empezado a formar: asaltaba con revólveres de juguete, robaba cobre de los talleres del ferrocarril o mármoles del cementerio de Santa Mónica. A los quince años cayó preso por portación de armas y a los 17 casi lo matan en Liniers tras robar en un depósito de quesos. En vez de eso, lo condenaron a pasar 3 años y medio en prisión, que se redujeron solamente a seis meses dado que en aquel momento era menor de edad. 

Salió pero poco tiempo después tuvo que volver porque su nombre apareció vinculado a una banda que robaba autos. Para ese entonces ya ostentaba su vigorosa aguila en el pecho, hecha a sus doce años con agujas y tinta china, para sentirse "más grande" como los patovicas que estaban en el Club El Ancla, de Olivos, y que él observaba cuando llegó a ser caddie.

Desde 1972 hasta 1978 César no sólo había adquirido una personalidad respetada en la cárcel de Mercedes, también había practicado box con un tal Gigena: imitaba los golpes y los movimientos de sus ídolos Ringo Bonavena y Carlos MonzónSu cuerpo también tenía otros 31 tatuajes más. 

En una entrevista hecha para El Gráfico y publicada una semana después de su muerte, Ernesto Cherquis Bialo le consultó sobre su pasado cacerlario y Romero dijo que aprendió "a pelear para que no me violaran. No podía dormir porque me la tenían jurada. Y no tenía más remedio que defenderme". 

En marzo de 1978, con 24 años, salió solo y sin documentos de la cárcel y en su casa lo esperaba su madre, a quien le pidió de rodillas que lo perdonase, y a la que le juraba que jamás volvería a hacer todo lo que hizo.

Sólo tenía sus puños para llevar adelante su vida. Con sus padres se fue a vivir al Chaco, donde se entrenaba en el gimnasio de don Pili Baret para hacerse boxeador. 

Desde junio de 1978 hasta marzo de 1981 realizó 33 peleas como amateur: perdió sólo 2. Su debut como profesional llegó cuando le ganó por puntos a Victor Robledo en Pergamino el 20 de marzo de ese año. Para entonces su entrenador era Héctor Rodríguez. Tuvieron que mediar 14 peleas (entre ellas, una contra Juan Domingo Suárez el 6 de agosto de 1982, en la que peleó con una fractura de tibia y peroné) para que el boxeo mundial lo mirase con otros ojos: el 30 de julio de 1983 derrotó en el segundo round al uruguayo José María Flores Burlón en el Luna Park. 

Este boxeador tenía pautado pelear con el mismo campeón mundial de peso medio Michael Spinks, pero aceptó el reto con Romero porque era su sparring. Nadie esperó semejante derrota. 

Uno de los presentes esa noche en el Luna Park fue el mismo Carlos Salvador Bilardoquien pocos meses atrás había asumido como director técnico de la Selección Nacional. El Narigón era amigo de un grupo de simpatizantes de Romero que iban a verlo al Luna Park y vivió la pelea contra Flores Burlón como nunca a pesar de que "hacía como 10 años que no iba". "Desde entonces", declaró Bilardo a la revista Gente, "lo fuimos a ver en todas las peleas. Andaba bien. Andaba al pelo. Yo era su padrino deportivo. Yo sabía que él había estado en la 'mala' pero ahora llevaba una vida normal. Entrenaba todos los días, se llevaba bien con la esposa y con los hijos". 

En al menos dos peleas estuvo presente el técnico campeón del mundo de México 86: en esa y en la que disputó contra el paraguayo Juan Carlos Gímenez, en el mismo escenario, el 9 de junio de 1984. Esa misma jornada, a pesar de haber ganado por puntos, una de sus costillas le generó una mala pasada que le afectó por varios días. 

En su vida profesional otro cambio fue especial: Héctor Rodríguez ya no era más su entrenador. En una declaración para la revista Mística, del año 1998, comentaba que Romero "era un chico muy noble y respetuoso, que me juraba que no volvería a robar. Pero lo rodeaba un grupo que lo perjudicaba, y que a mí no me gustaba. Finalmente lo encaré al hermano, Mario Saúl, que vivía con él, y le dije que eligieran: o se iban todos del gimnasio, o se iba el grupo, y lo dejaban a César para que siguiera trabajando conmigo. No me contestó...Días después me enteré que estaban en el Luna Park entrenando con Carlos Martinetti, un ex colaborador mío"

 Después de la victoria ante Flores Burlón, le siguieron seis peleas más, todas ganadas (5 por KO). Su fama y su respeto crecieron en el mundo del deporte incluso tras llegar al 6º puesto en el ranking del Consejo Mundial de Boxeo con apenas veintiún peleas, hasta que el 14 de julio de 1984 se presentó la gran oportunidad.

En Montecarlo, como previa a la pelea entre Davey Moore y Wilfrido Benitez, tuvo la chance de retar al campeón norteamericano, pero antes debía ganarle al venezolano Fulgencio Obelmejías, quien tenía un récord de 40-2 en peleas disputadas.

Si bien la expectativa era alta, el resultado no fue el esperado porque Obelmejías dominó de cabo a rabo toda la pelea ante un Romero que no supo defenderse, además de haber peleado con una molestia en la costilla lastimada por el paraguayo Gimenez. Bilardo dijo que aquel sábado no fue a la cancha sólo para ver la pelea por televisión. 

La mencionada crónica de Cherquis Bialo comenta que, además de la comitiva que acompañaba a Romero (que incluía a Tito Lectoure, su apoderado Eduardo Omar Buchacra, el vicepresidente de los alfajores Guaymallén Hugo Basilotta y el por entonces empresario inmobiliario y posterior presidente de Vélez Raúl Gámez), dos personas más se sumaron al viaje: su hermano Mario Saúl y su amigo de toda la vida Daniel Cabezón Rodríguez. Uno de esos viajes fue pagado por el mismo boxeador como parte de la bolsa que cobraría por la pelea (U$S 5.000 como mínimo). Quería que ellos estuviesen presentes. Estos nombres serían importantes para su destino. No le importaba el dinero: "A mi la guita de esta pelea no me importa; vine a ganarle a Obelmejías y por la chance del título". 

En otro fragmento de la entrevista el boxedor decía: "Una piña lo define todo. Si la recibo, estoy liquidado; si la pego, soy el dueño del mundo". Y sobre el final de ese mismo encuentro le contestó al enviado de El Gráfico sobre si podría jurar que nunca más iba a ir en cana: "Como está mi vida ahora, imposible. Totalmente imposible. Ahora, eso sí; si hago una macana, prefiero la boleta antes que volver..."

  El peso de las palabras puede tener carácter premonitorio o bien de advertencia: en este caso las de Romero parecían inclinarse por la segunda opción. Perdida la pelea, volvió el día 16 de julio a Buenos Aires, mientras que su hermano y Daniel Rodríguez regresaron el jueves 19.

A partir de ahí comenzó la oscuridad: cobró los U$S 2.400 que Tito Lectoure le debía por la pelea en Montecarlo y en una casa del barrio Libertad, del partido de Merlo, los hermanos Romero, Rodríguez, un tal Carlos María Centurion y dos personas más decidieron que harían un "reviente", es decir el robo de una caja de caudales, para pagar viejas deudas. Pensaba pagar con la bolsa de la victoria ante Obelmejías, pero todo se echó a perder. 

La condicíón económica del boxeador no era la peor: cobraba una mensualidad de los alfajores Guaymallén y de los Seguros Vigencia, además de tener pactadas varias peleas, entre ellas una con Martillo Roldán en el Luna Park, pero necesitaba pagar esas deudas de sus viejos tiempos.

Eduardo Buchacra, su apoderado, dijo a la revista Gente el 26 de julio de 1984 que "el que le llenó la cabeza con esas ideas fue su hermano Mario Saúl, que lo tenía dominado. Porque César era así, un tipo bueno pero sin voluntad. En los últimos meses lo noté cambiado. Como vacío. Casi sin vida interior. Todo le daba igual. El sábado, incluso, vino a verme. Sí, el sábado, dos días antes de que lo mataran". 

El propio Bilardo dijo que ese último fin de semana lo habían invitado a cenar para comer con un grupo de amigos en el que iba a estar Romero, pero no pudo ir porque estaba en Montevideo con Argentina para disputar dos partidos amistosos contra la Selección local. 

Decidieron en principio que, para lograr ese robo, debían conseguir armas: el mismo boxeador las compró con el dinero que le quedaba. Una de las utilizadas fue una 9 mm que pertenecía a la Policia Federal. Después debían empezar con robar un auto que sirviera a otro de campana por si venía la policía. 

Ese martes salieron a las 7.40 desde Paraguay al 200, en Merlo, para buscar los hermanos Romero a Daniel Rodríguez en un Dodge 1500, que también ocupaba Carlos María Centurión. A las 9.50 de la mañana Carmelo Affatato denunció en la comisaría de Ramos Mejía que dos sujetos le habían robado su Volkswagen Gacel en la avenida San Martín al 2900, en Lomas del Mirador. Esos sujetos eran Centurión y Rodríguez.

Ambos coches hicieron un viaje de 17 minutos hasta la Oficina de Transportes Automotores La Plata, en Monseñor Bufano al 4600 de donde se robaron 2.475.200 pesos argentinos (25 centavos actuales). Con el dinero recaudado siguieron viaje otros diecisiete minutos más hasta la Empresa de Transporte Almafuerte en la avenida Brigadier Juan Manuel de Rosas 7849, entre Settino y Almeira, en el partido de Isidro Casanova. En ese lugar pensaban recaudar algo parecido pero el dinero ya había sido retirado por lo que apenas obtuvieron 34.216 pesos argentinos del segundo botín. 

 La crónica de El Gráfico del ocaso de este segundo atraco, escrita por Carlos Irusta y Victor Hugo Candi, dice que un detalle cambiaría todo: "La irrupción de dos ejecutivos de la empresa en un Ford Falcon gris. Confundiéndolos con policías, dos de los maleantes los recibieron a golpes haciéndolos entrar a la oficina, despertando, seguramente, la atención de algún vecino que llamó al 625-0474, la comisaría de Isidro Casanova, que está a solo 15 cuadras  (...) Llegaron al lugar a las 10.33". 

-¡Ahi vienen, muchachos! ¡Agarren los fierros que si no, nos matan a todos!-gritó César Romero, acaso en un grito que anticiparía el trágico destino de todos sus hermanos varones: Miguel Angel y Jorge Antonio, que fueron asesinados por la policía, y José Luis, que se encontraba preso en Mercedes

Las balas se intercambiaron durante más de 40 minutos, en un cruce que también dejó heridos al comisario Rodolfo Alcántara y al sargento Alberto Giot. 

Pasadas las 11 de la mañana todo había terminadoLos cuatro cuerpos estaban tirados en el húmedo pasto de Isidro Casanova, en el conurbano bonaerense.

Cuatro cuerpos, iguales ante la muerte

Hasta que llegó la voz de un oficial: 

-Che, ¿este no es Romero, el boxeador?

Y, justamente ahí, comienza la historia. 


 

jueves, 14 de marzo de 2024

"HISTORIAS DE VIDA"

"MANE" GARRINCHA UN WING DE CARICATURA:

FUENTE: "TYC SPORTS"

Nació en la pobreza, llegó a la cima del mundo y murió en el abandono. Mané Garrincha fue uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, campeón del mundo en dos oportunidades con la Selección de Brasil y dueño de una gambeta indescifrable. Fumaba desde los 10 años, tenía una pierna más corta que la otra producto de una poliomielitis y la columna rectificada, por lo que no quedó en FlamengoFluminense ni Vasco da Gama, pero se convirtió en ídolo de Botafogo y actualmente es ponderado como el mejor wing derecho de la historia.




Manuel Francisco Dos Santos, más conocido como Mané Garrincha, nació el 28 de octubre de 1933 en Magé, Río de Janeiro, en el seno de una familia muy pobre, que la componían sus padres y 14 hermanos. Uno de ellos fue quien le puso el apodo: Mané, por su nombre de pila, y Garrincha, por un ave pequeña y veloz del Mato Grosso, comenzó a incursionar en el fútbol jugando con sus vecinos del barrio Pau Grande.

Durante sus primeros años de vida sufrió una poliomielitis que le dejó varias secuelas, como sus dos pies apuntando hacia adentro y su pierna derecha, la más hábil, seis centímetros más corta que la izquierda. Para colmo, con apenas diez años comenzó con los vicios: fumar y beber alcohol. Nada de eso le impidió ser considerado un crack, con una gambeta casi imposible de descifrar.

Nacido en Río de Janeiro, Garrincha se probó en los clubes más importantes de la ciudad, pero le jugó en contra su físico. No quedó en Flamengo, tampoco en Fluminense e incluso fue rechazado en Vasco da Gama. No se dio por vencido y finalmente lo aceptaron en Botafogo y comenzó a jugar en Primera División recién a sus 20 años. Su primer título llegó en 1957, cuando ganó el Torneo Carioca, y al año siguiente, con 25 años, fue convocado por la Selección de Brasil para jugar el Mundial de Suecia 1958, torneo en el que logró su primera Copa del Mundo acompañado de un joven Pelé que irrumpió con 17 años. Cuatro años más tarde, llegó su gran Mundial en Chile 1962.

Pese a no contar con Pelé, lesionado en el inicio del torneo, Brasil desfilaba hacia la final de la Copa del Mundo en Chile. Las semifinales ante los locales, que venían haciendo un buen papel pero que habían arribado con polémica tras la denominada "Batalla de Santiago" contra Italia. El partido, sin embargo, fue un trámite y Brasil ganó 4-2 con dobletes de Garrincha y de Vavá. Eso sí, tras una supuesta agresión del primero de estos al chileno Eladio Rojas, el árbitro expulsó al brasileño y, de esta manera, le impedía disputar la final del Mundial.

Con Pelé afuera por lesión y Garrincha expulsado, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) estaba al borde de un ataque nervioso. Tomaron cartas en el asunto y se comunicaron con el Primer Ministro de Brasil, Tancredo Neves, quien contactó mediante telegrama a Stanley Rous, entonces presidente de la FIFA, y le rogó que Garrincha sea indultado, dado que era un "excelente atleta y una persona sumamente disciplinada".

Horas antes de la final llegó la respuesta desde FIFA: Garrincha sería indultado y recibiría solamente un "llamado de atención" gracias a las disculpas que presentó tras el partido y su "buen comportamiento". Brasil venció por 3-1 a Checoslovaquia y obtuvo su segundo Mundial, sin Pelé pero con un Garrincha que, pese a que no marcó un gol ese día, fue la clara figura de su equipo.

La carrera de Garrincha, además de los dos Mundiales con la Selección de Brasil, consta de otro cinco títulos con Botafogo: tres Campeonatos Cariocas y dos Torneos Río-San Pablo. Pasó por Corinthians, Portuguesa, Junior (Colombia), Flamengo, Red Star Paris (Francia), donde no llegó a jugar, y Olaria, club en el que se retiró en 1972.

Ya lejos de las canchas, los vicios, que ya habían empezado a pasar factura sobre el final de su carrera, se profundizaron y lo terminaron de destruir. Pasó de romance en romance, lo que le dejó un total de 14 hijos entre los reconocidos y los que se le adjudicaron. Su alcoholismo se volvió más fuerte y hasta fue condenado a prisión (obtuvo la libertad condicional) por manejar borracho y provocar un accidente en el que murió su suegra, la madre de su pareja Elza Soaresm quien lo abandonó por violencia doméstica.

Sumido en la indigencia y el alcohol, Garrincha contrajo una cirrosis que terminó siendo fatal. Murió el 20 de enero de 1983 a los 49 años. Su velorio fue en el Maracaná y asistieron miles de personas y el Estadio de la Brasilia, capitál de Brasil, fue bautizado Mané Garrincha en su honor.

miércoles, 13 de marzo de 2024

HISTORIAS DE VIDA

CUANDO TOMMY N´KONO ATAJO EN EL BOLIVAR

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

La leyenda de Camerún Thomas N’Kono jugó para Club Bolívar entre 1995 y 1997, cuando ya estaba decidido a retirarse del fútbol, dejando una huella imborrable y un récord que aún perdura en la liga boliviana: estuvo 761 minutos sin recibir un gol en 1995. En esta clasificación lo sigue otro arquero celeste, Jorge Battaglia, con 697 minutos sin goles en 1984; el podio lo cierra Víctor Aragón con 686 minutos en 1989, cuidando el arco de The Strongest.




La verdad es que Tommy no dejó el fútbol en 1995 “por casualidad”, según sus propias palabras. Llegó a Bolivia acompañando a un jugador nigeriano para ser su traductor, el delantero Festus Agu, que la Academia pretendía fichar. A la semana de estar en la ciudad, aburrido al no haberse llevado a la familia, Antonio López Habas, entrenador de Bolívar, le propuso que entrenara con el primer equipo. N’Kono no se lo pensó dos veces y todos vieron, pese a tener ya casi 40 años, las capacidades innatas del camerunés, que acabó fichando de inmediato. Su contrato inicialmente fue para seis meses, aunque permaneció en el club hasta el 1997.

 “La verdad fue una casualidad. Yo hablaba inglés y el chico (Agu) no, entonces casi fui de traductor y para simplemente acompañarlo. Creo que a la semana ya estaba aburrido, porque no hacía nada, entonces Antonio me dijo que me entrenara, así lo hice, todos vieron que podía y don Mario Mercado, que en paz descanse, me vio y me anunció que me quería contratar. Se dio y volví a jugar sin pensarlo. Cuando escucho la palabra Bolivia me acuerdo de inmediato de una parte importante de mi vida, porque fue allí donde se dio el epílogo de mi carrera deportiva. En Bolivia descubrí a mucha gente con un gran corazón, que me acogió con los brazos abiertos; y la verdad es que fue una etapa muy bonita de mi vida”.

El club necesitaba un refuerzo para disputar la Copa Libertadores de 1995 en condiciones, y N’Kono jugó diez partidos en ese campeonato sustituyendo puntualmente a Mauricio Soria, pero los dos años siguientes se hizo con la titularidad najo palos y ganó dos títulos nacionales para su equipo. Fue el 13 de octubre de 1995 cuando consiguió el récord de imbatibilidad que aún se mantiene.

Su periplo por la Copa Libertadores finalizó cuando el Sporting Cristal, en el Grupo 5 de Copa Libertadores, puso punto final a las aspiraciones de Club Bolívar un 24 de marzo de 1995. Los celestes recibieron a Bolívar en el Estadio Nacional, y un derechazo del brasileño Bica (82′), desde fuera del área, dio el triunfo a Sporting Cristal que se llevó el triunfo por la mínima diferencia y le hizo pasar un mal rato al africano, que se regresó derrotado a La Paz.

El portero camerunés llegó a ser un personaje carismático en Bolivia, donde el fútbol había ganado repercusión después de la participación de la selección en el Mundial de Estados Unidos, en 1994, con Xabier Azkargorta como técnico. Tanta fue la fama de N’Kono que le ofrecieron mucho dinero por utilizar un pantalón corto con una marca deportiva, pero el meta fue fiel al pantalón largo, prenda emblema que le acompañó durante toda su carrera.

En su paso por Bolívar al comienzo le costó adaptarse a la altura y a la comida. Además, admite que estaba solo, sin su familia, y eso a veces le consumía. Sin embargo, lo llenó el cariño que le brindó la gente. “Uno se da cuenta de que no necesariamente se tiene que ser joven para triunfar. Yo estaba retirado, pero como dije, el cariño de la gente, el apoyo del equipo, hizo que me sintiera bien. Recuerdo los partidos de la Liga, los clásicos que le ganamos a The Strongest, las finales con Oriente Petrolero, los partidos de la Libertadores. Fueron momentos de mi vida muy bonitos, por eso siempre hago una buena imagen de Bolivia”.

Algunos de sus principales compañeros en esas tres temporadas como jugador de la Academia fueron: Mauricio Soria, Milton Melgar, Vladimir Soria, Julio Baldivieso, Miguel Rimba, Carlos Borja, Luis Cristaldo y Marco Antonio Sandy. Justamente con este último fue con quien, tras marcharse, tenía mayor contacto. Hasta que con el transcurrir de los años ya no fue lo mismo.

“Me marché el año 1997 cuando ganamos la Liga, creo que dentro lo que hice en Bolívar, tuve dos años bastante buenos en este equipo. Era la segunda vez que jugaba fuera de España, fue una experiencia bastante bonita, al principio fue una prueba de seis meses, me quedé impresionado por lo que vi, por eso tengo lindos recuerdos de Bolivia», aseguró posteriormente el guardameta internacional camerunés.

Thomas N’Kono nació el 20 de julio de 1956 en Dizangué, Camerún. Su primer equipo fue el Canon de Yaundé, donde jugó entre 1974 y 1982. En 1982 llegó al Espanyol donde permaneció hasta 1991, a pesar de un descenso a Segunda División A, para posteriormente pasar al CE Sabadell de Segunda División A, donde permaneció dos años antes de colgar las botas provisionalmente en el Centre d’Esports de l’Hospitalet, en la misma categoría. Además, participó con la selección de Camerún los Mundiales de España 82, México 86, Italia 90, y como reserva en USA 94.


martes, 12 de marzo de 2024

HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER

LA HISTORIA DEL GOL OLIMPICO:

FUENTE: "NEOGOL.COM:

El Gol Olímpico de Córner es una de las Obras Maestras mas bellas del fútbol, ¿Por qué se llama Gol Olímpico?




Uno de los goles más bonitos y difíciles de realizar. Analizamos su origen y por qué recibe es nombre.

Recientemente, pudimos ver como el argentino Ángel Di María, se despachara con un golazo olímpico en el partido PSG vs. Stade Brest.

En el partido Real Madrid-Valencia por la Supercopa de España 2020, también pudimos disfrutar como el alemán Toni Kroos cumplía una de las fantasías mas espectaculares del deporte Rey, al anotar un gol olímpico en el minuto 15 de juego.

Los goles de córner olímpico no son nada sencillos de marcar. Solo los futbolistas más osados se toman ese instante para decidir dejar a todo mundo plantado en el área y buscar el arco del portero con una parábola endemoniada que mande el balón al fondo de las redes.

Cristiano Ronaldo y Lionel Messi están en el Top 5 de los mejores jugadores de la historia. Han marcado goles de todo tipo: de cabeza, de pecho, con la izquierda, con la derecha, de chilena, de tiro libre, de penalti…y hasta con la mano. Pero el Gol Olímpico se les sigue resistiendo.

Hasta incluso existen guías y estrategias de apuestas corners para desarrollar el talento y las habilidades necesarias para conseguir anotarlos.

La historia nace en 1924, se adoptó esa denominación luego de un partido un amistoso entre Argentina y Uruguay.

La selección charrúa se había coronado como Campeona Olímpica en los Jugos de París.  Un mes después, como motivo de festejo de aquella hazaña, se organizaron dos partidos amistosos entre Uruguay y Argentina; uno en Montevideo y otro en Buenos Aires.

El primero encuentro en Montevideo finalizó con empate a uno en el marcador.

El partido de vuelta se jugó el 2 de octubre de 1924 en Buenos Aires, en el estadio de Sportivo Barracas.  Corrían 15 minutos de juego cuando el jugador de Huracán, Cesáreo Onzari, golpeó desde el córner directo a portería. Nadie tocó el balón, que se coló en la portería del meta charrúa, los futbolistas uruguayos se quedaron paralizados.

Había nacido el ‘Gol Olímpico’, aunque en aquel momento se le conoció como ‘el gol de Onzari a los olímpicos’.

Antes de eso, eran considerados como no válidos, el reglamento decía que si una pelota entraba en el arco sin que alguien la tocara, era saque de portería. Pero para hacer justicia a la magnificencia y pericia necesarias para realizarlos, la regla se modificó y pasaron a ser goles válidos.

Fue en junio de 1924 (curiosamente solo unos meses antes de la hazaña de Cesáreo Onzari) cuando la Internacional Board lo recogió por primera vez, permitiendo que se pudiera anotar desde el córner. 

El pionero Onzari defendió que lo tuvo en mente desde el primer momento: “Nunca pude hacer otro gol igual. Fue el mejor de mis goles por la repercusión que tuvo y el asombro de la gente”.

El único gol de córner olímpico marcado en una Copa Mundial de Fútbol fue conseguido por el colombiano Marco Coll el día 3 de junio, en el Mundial de Chile de 1962, en un partido entre Colombia y la Unión Soviética. Coll marcó un gol olímpico ni más ni menos que al meta Lev Yashin, por entonces considerado el mejor portero del mundo.

sábado, 9 de marzo de 2024

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

EL MOTIVO POR EL CUAL EL ESTADIO DE TEMPERLEY LLEVA EL NOMBRE DE ALFREDO BERANGER:

FUENTE: ZONALES.COM:

Alfredo Beranger, es, quizás, el máximo prócer del club Temperley y quien no sólo le da su nombre al actual estadio sino que fue el hombre que dio todo para conseguirlo, hasta su vida. El pasado 29 de marzo DEL 2023 se cumplió un siglo de su muerte.




Ese día, pero de 1923 y cuando era presidente del Gasolero, Beranger había visto al equipo ganarle 6-1 a Alvear por la cuarta fecha del torneo de la Asociación Argentina de Football. Disfrutó del tercer tiempo y por la noche regresó a su casa de la calle Pichincha, en la homónima localidad del sur del Conurbano. Tras la cena, había dado un paseo junto a su sobrino y su esposa, Estela Sala, que estaba embarazada de cinco meses. No sabía lo que le esperaba cuando el reloj marcara las 21.

Alguien golpeó su puerta y al abrir no vio a nadie. Extrañado, estaba encarando para adentro de su domicilio cuando escuchó que alguien gritaba «¡Beranger!». Volteó pero ya era tarde: recibió tres disparos de arma de fuego y se desplomó frente a su vivienda, delante de su sobrino y su mujer. Quién jaló el gatillo era Joaquín Pujante (o Pujalde, según otros registros), que lo venía amenazando de muerte hacía meses y nadie reparó en ello, hasta que cumplió.

La víctima del crimen tenía 31 años y era un prometedor dirigente. Fue el mayor de los nueve hijos del matrimonio del comerciante Martín Beranger y de la uruguaya Natividad Chapar, ambos descendientes de inmigrantes vascofranceses. Nació en La Plata pero sus padres se mudaron luego a Barracas al Sud, hoy Avellaneda, y luego al pueblo fundado en 1870 por George Templerey, propietario de los terrenos sobre los que se desarrolló la localidad.

El Gasolero se fundó en 1912 con el nombre de Centenario y Alfredo Beranger, sin ser fundador, fue aceptado como socio y empezó a participar activamente en 1917. En paralelo, se había afiliado en su juventud a la Unión Cívica Radical, donde se convirtió rápidamente en el presidente del subcomité del partido en la zona. Su potente oratoria y su capacidad para liderar y cristalizar ideas y proyectos lo llevaron, años después, a la presidencia de la institución deportiva.

Cuando asumió tenía tres objetivos. El primero lo cumplió en 1921, cuando logró cambiarle el nombre al club para que pase a llamarse Temperley. El segundo fue en 1923 cuando, tras afiliarse a la segunda división y lograr dos ascensos, el equipo empezó a jugar en la máxima divisional de la Asociación Argentina de Football. El tercero, necesario para cumplir el anhelo anterior, era darle al Gasolero un estadio propio, algo que consiguió en 1922.

Es que Alfredo Beranger fue el principal impulsor de las gestiones para la cesión de terrenos del Ferrocarril Sud, en 9 de Julio y Dorrego, donde el club tiene hoy la sede y estadio. Tras varias reuniones y negociaciones tirantes, logró firmar el contrato de arrendamiento con un particular detalle: vivía con sus suegros pero aún así prestó su «solvencia moral y material», es decir, no tenía hogar pero fue el principal garante para darle uno al Celeste.

En la cesión de esas tierras entra Joaquín Pujante, su asesino, en la historia. Español de más de 50 años, tenía allí un terreno de cuatro metros de ancho por unos cuantos de largo, donde había levantado una casilla y vivía allí con su mujer. Fue desalojado por la Policía y juró vengarse, amenazando de muerte al dirigente deportivo. Nadie le creyó, como tampoco a su mujer, que durante meses vociferaba en medio de los partidos que su marido iba a matar a Beranger. Hasta que lo hizo.

La noche del crimen, tras asesinar al presidente del club, caminó una cuadra más hasta el domicilio de Alejandro Tagliani, el secretario. Repitió el modus operandi pero lo atendió un chico que al verle el arma en la mano le mintió y le dijo que el hombre que buscaba no se encontraba. Pujante retomó su camino pero era seguido por José Brindo, un jockey del hipódromo de Temperley que vivía a media cuadra de Alfredo Beranger y se había alertado con los disparos.

Cuando el asesino se dio cuenta de la situación, le disparó dos veces pero no logró herirlo. Se quedó sin balas y terminó siendo reducido por dos policías que ayudaron a Brindo. No se supo mucho más de la vida del criminal, más que el hecho de que fue dejado en libertad y perdonado por Estela Sala, la viuda, que nunca más volvió a iniciar una relación amorosa para no traicionar el amor que sintió por su difunto marido.

Alfredo Martín, su hijo que nunca llegó a conocerlo, contó a un destacado periodista local el amor que Beranger tenía por Temperley. Tanto que ponía plata de su bolsillo si hacía falta. «En ese momento el fútbol no era profesional. Los jugadores no cobraban y él les daba plata de su bolsillo para que no abandonaran», dijo.

«Todos los gastos y deudas que asumía el club Temperley, él los avalaba con su firma y con sus bienes. Cuando en el partido radical le ofrecieron un cargo de mayor jerarquía que le exigía dejar la dirigencia del club, él no lo aceptó porque siempre prefirió el club», agregó el hijo de Beranger, que nació el 4 de julio de 1923 y fue sacerdote católico desde 1959 hasta 1973.

Alfredo Beranger no sólo fue figura más preponderante de la institución del sur del Conurbanos sino también una gran referencia en el fútbol argentino. «Estaba camino de ser el presidente de la AFA. Una vez, cuando vino una delegación del Brasil, el encargado de hablarle en nombre del fútbol argentino fue él. Dio un discurso tan impactante que empezaron a verlo como futuro presidente», reveló su hijos sobre el Campeonato Sudamericano de 1921, el primer título que ganó la Selección Argentina en su historia.

Entre los homenajes póstumos que recibió, además del estadio que lleva su nombre desde fines de 1923, el club declaró el período que va desde el 29 de marzo de este año al 13 de abril de 2024 el «Año del Centenario de Alfredo Beranger» y el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora le puso su nombre a una plaza ubicada en las calles Profesor Mariño, San Pedro, Pichincha y Soler, en Temperley Oeste.

viernes, 8 de marzo de 2024

HOMENAJE MERECIDO

LAS 10 MUJERES ARGENTINAS MAS IMPORTANTES DEL DEPORTE ARGENTINO

FUENTE: "TyC SPORTS":

En el Día Internacional de la Mujer, recordamos a 10 de las mujeres más importantes de la historia del deporte argentino. Desde Gabriela Sabatini Mary Terán de Weiss hasta Luciana Aymar Paula Pareto, entre otras. Un repaso de las mujeres que llegaron para cambiar el deporte nacional y se convirtieron en leyendas.




Gabriela Sabatini

Ícono del tenis argentino y mundial, estuvo en los primeros planos y dio pelea contra las principales jugadoras del circuito, hecho que la llegó a posicionar en el tercer puesto del ranking WTA. En 1990 se convirtió en la primera -y hasta ahora única- mujer argentina en ganar el US Open. Además, ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 (cayó en la final contra Steffi Graf), fue subcampeona en el US Open del mismo año y en Wimbledon 1991 y ganó dos Masters, en 1989 y 1994.

Luciana Aymar

Probablemente la mejor jugadora de hockey sobre césped de la historia, Lucha cambió la concepción de su deporte para siempre. Ocho veces elegidas como la mejor del mundo, lideró al equipo argentino a dos títulos ecuménicos (Australia 2002 y Argentina 2010), cuatro medallas olímpicas (plata en Sidney 2000 y en Londres 2012, y bronce en Atenas 2004 y Pekín 2008) y seis Champions Trophy.

Jeanette Campbell

Precursora indudable de la inserción de la mujer en el deporte de élite, la nadadora nacida en Francia (nació en 1916 en Saint Jean de Luz durante la Primera Guerra Mundial), fue la primera argentina en participar en un Juego Olímpico, en Berlín 1936. En esa ocasión, logró la medalla de plata en los 100 metros libres tras ganar su serie eliminatoria y de semifinal con récord olímpico y sudamericano.

Marcela Acuña

La Tigresa marcó el desembarco de las mujeres argentinas en el boxeo. Figura emblemática de ese deporte, la formoseña logró cuatro títulos mundiales en su carrera y abrió el camino para sus colegas, ya que fue la primera mujer profesional en este deporte.

Noemí Simonetto

Atleta de pura cepa, la oriunda de Avellaneda se especializó en las pruebas de velocidad, salto en alto, 80 metros con vallas y salto en largo, en la que terminó alcanzando el mayor logro de su carrera: en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 saltó 5,60 metros y se hizo de la medalla de plata, convirtiéndose en la primera atleta sudamericana en ganar una presea. Logró dejar su huella por su versatilidad y por esa inolvidable gesta en Inglaterra.

Paula Pareto

La Peque nunca paró de hacer historia. Desde aquella medalla de plata en el Campeonato Panamericano de Caguas (Puerto Rico) 2005, hasta hoy, la médica y yudoca Pareto sumó lauros de todo tipo: el mayor, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016 en su categoría (hasta 48 kg). También logró medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008; medalla de plata en el Mundial de Judo de Cheliabinsk (Rusia) 2014 y de oro en Astana (Kazajistán) 2015; medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007, de oro en Guadalajara 2011 y de bronce en Toronto 2015.

Mary Terán de Weiss

La rosarina fue la imagen del tenis femenino en las décadas del 40 y del 50, al ser la primera estrella de ese deporte en Argentina. Abiertamente peronista, su carrera siempre se vinculó con la política, a punto tal que tras el exilio de Perón su figura pasó al olvido, hasta que en 1984 decidió acabar con su vida. Número 1 del país durante cinco años y ganadora de dos medallas de oro y una de bronce en los primeros Juegos Panamericanos (1951), hoy es el nombre del estadio de tenis de Parque Roca.

Paola Suárez

La pergaminense fue la mejor tenista argentina desde Gabriela Sabatini. Si bien se convirtió en una especialista en dobles, como singlista llegó a ser 9ª del mundo y alcanzó las semifinales de Roland Garros en 2004, su mejor año. En pareja ganó ocho Grand Slams (Australia 2004, Roland Garros 2001, 2002, 2004 y 2005 y el US Open 2002, 2003 y 2004). Además, en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 logró la medalla de bronce en dúo con Patricia Tarabini.

Elba Selva

El 21 de agosto de 1971 fue un día como cualquier otro para muchos, pero para las futbolistas que viajaron a México para disputar el "Mundial Invisible", no. Aquella jornada le ganaron 4-1 a las inglesas en un estadio Azteca repleto de hinchas que las alentaban y Selva fue la autora de los cuatro goles que dictaminaron el resultado. Las jugadoras de Argentina viajaron sin ningún respaldo, ni siquiera tenían botines y la federación mexicana les acercó unos.

Georgina Bardach

La nadadora cordobesa se subió al olimpo del deporte argentino en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando logró la medalla de bronce en los 400 metros medley. Dos años antes se había hecho de la misma presea en el Campeonato Mundial de Moscú, Rusia. En la misma especialidad logró el oro en los Panamericanos de República Dominicana 2003 y el bronce en Río de Janeiro 2007. Volvió a participar en los Juegos, en Pekín 2008 y Londres 2012, pero con malos resultados.



CLUBES QUE HICIERON HISTORIA

LOMA NEGRA DE OLAVARRIA: FUENTE: INFOBAE: “Todas nuestras fábricas tienen su club: Barker, Zapala, Neuquén… Y yo quiero que cada uno de ello...