martes, 23 de julio de 2019

SIMPLEMENTE UNA LEYENDA

JOSE MARÍA GATICA SIMPLEMENTE "EL MONO" (1925-1963)


Nació en Villa Mercedes, San Luis, el 25 de mayo de 1925. Con una infancia dura, se crió lustrando zapatos en las calles de Constitución, en la Capital Federal.
Aunque nunca se consagró campeón argentino ni peleó por el título mundial, en 1956, en pelea que no puso en juego la corona, se enfrentó al campeón del mundo Ike Williams, y perdió en el primer round- se ganó con su particular forma de ser el amor incondicional de muchos y el desprecio de otros.










Entre su debut profesional en 1945 hasta su último combate en 1956, realizó 95 peleas de las cuales ganó 85 -72 de ellas antes del límite-, perdió 7, empató 2, y una sin decisión. Conocido es el duelo histórico que instauró con su gran rival Alfredo Prada, con el que se enfrentó 6 veces, 2 como aficionados -una victoria para cada uno- y 4 como profesionales -dos triunfos cada uno-, y que dividió al país en dos bandas claramente marcadas y enfrentadas.


De hecho, en una de las peleas encarnizadas que protagonizaron Gatica y Prada, este último, con un zurdazo espectacular y fulminante, fracturó el maxilar inferior de Gatica en el lado derecho en el primer round y Gatica continuó peleando semiconsciente hasta el quinto round hasta que un médico lo obligó a dejar la pelea y la ganó Prada por abandono.


El "Mono" Gatica, que pasó de la nada a la gloria y de la gloria a la trágica muerte, murió el 12 de noviembre de 1963, a los 38 años, tras ser aplastado por un colectivo en Barracas. Entre sus anécdotas sobresale la que protagonizó con el general Perón, entonces presidente, -al cual lo unía una estrecha amistad- en el Luna Park. Una de las tantas veces que Perón y Evita fueron a verlo boxear y se sentaron en la primera fila, Gatica, al reconocerlos se acercó a ellos, estrechó la mano de Perón y le dijo: "Mi general, dos potencias se saludan".




SU DECESO


Eran las 20.55 hs. Corría 1963. La fecha, un 12 de Noviembre. Independiente iba gestando un título que lo depositaría luego en el destino de ser Rey de copas. Era martes, los primeros calores fuertes le pegaban a Buenos Aires con benevolencia si se tiene en cuenta el sol de estos tiempos que quema de solo aparecer. Se moría un hincha de rojo. 


Se apagaba la vida de un llamador de multitudes, de un convocante a la polémica, de un hombre-boxeador destinado a ser la imagen del país que lo vio nacer allá por 1925 en Villa Mercedes, San Luis. El 12 de Noviembre del 63, se murió José María Gatica, el Mono. Tenía 38 años. Marcó una época. Corrió paralelo a la Nación. José María Gatica se asemejó tanto al país que de a ratos pareció el país hecho hombre. Derrochando vanidad y riqueza en unas, aplaudido por los interesados en esas. 

Tirado al costado del colectivo que lo atropelló el domingo anterior a su muerte sin un mango partido a la mitad, a la salida de la cancha de su querido Independiente, olvidado, despreciado, vendiendo muñequitos y motivando las risas y las burlas de los mismos que lo habían aplaudido.


 Así como el país. Con vaivenes dolorosos, con reconocimientos tardíos, con reverencias exageradas, con hoy el rey, mañana la hilacha. El Mono nunca fue campeón argentino ni peleó por el título del mundo. Peleó entre el 45’ y el 56’, es decir su campaña profesional duró más o menos exactamente el tiempo del poder peronista, movimiento del cual pareció ser también bandera con el General sentado a la vera del ring en más de una ocasión. Realizó 95 combates, ganó 85, perdió 7, empató 2 y hubo uno sin decisión. Junto a Alfredo Prada fueron un Boca-River del Boxeo. Pelearon 6 veces. 




Dos en el amateurismo y 4 como profesionales. Definidos estilos de vida y de boxeo dividían al país de una manera fenomenal. Su confrontación internacional mas recordada se produjo en 1951 en el Madison Square Garden frente a Isahiah Ike Williams quien lo derrotó por nocaut en la primera vuelta. El Mono cayó tres veces y la tercera le dio automáticamente el triunfo al entonces campeón mundial liviano. No estaba en juego la corona. 


La vida de José María Gatica fue llevada a libros y al cine. Tuvo matices tan fuertes que todo pareció una novela de 38 años de duración. El pibe humilde, su arribo a la gran ciudad, su crecimiento en el mundo del pugilismo, su altanería vendedora mezclada con sus capacidades deportivas y la explosión que lo llevó marcar una época difícil de olvidar. Dicen que prendía billetes como cigarrillos, que no paró en la noche, y como la ruta lo llevó a ser imagen del exitismo nacional, lo palmeaban por delante y rumoraban por detrás. 


El uso indiscriminado que de él hicieron los oportunistas lo llevó a un riesgo Gatica extremo. Y terminó olvidado y pobre. Con los otrora amigos brindando con alguna figurita de turno. El país recibía la presidencia de Arturo Ilia, lo dicho respecto a Independiente campeón y muchos civiles prestos a golpear las puertas de los cuarteles cuando llegara el momento. Arturo Jauretche reafirmaba la tilinguearía del medio pelo como un enorme anticipo del año 2000 en la sociedad argentina y un niño de tres años pateaba en los baldíos de fiorito. 38 años atrás dejaba de existir el Mono Gatica. 




Una leyenda, un cuento, una verdad tan emotiva como dolorosa. Una vida bien Argentina, arriba y abajo, del cielo al infierno, sin paradas intermedias, amor y odio. Percibe uno a la distancia que en el ring del Luna, en el de la vida, en la calle vendiendo muñecos, en cada imagen se aparece un valiente que dio más de lo que le dieron. Porque está claro que Gatica, salvo halagos palaciegos, nadie le regaló nada. 

El puso la cara para tener y dio mucho. O le quitaron. Su personalidad muchas veces despreciada, sería repulsiva para quienes aun no se informaron de las injusticias nuestras de cada día. Gatica murió cinco minutos antes de las nueve de la noche en el Hospital Rawson. No había multitudes a su lado. 


Estaban él y su mueca de ruego para que le compren un muñeco. Después de años sin saber bien si la gloria era un cuento que disfrutaban otros o una ventana para que sepamos en que país nacen y mueren, suben y bajan, los hombres como José María Gatica.




Infancia y juventud





 Gatica nació en la provincia de San Luis, pero a los siete años su familia se mudó a Buenos Aires. Extremadamente pobre, desde niño Gatica trabajó como lustrabotas en Plaza Constitución; la habilidad adquirida en las peleas callejeras para mantener su puesto en la estación de trenes atrajeron la atención de un comerciante local, Lázaro Koczi, que tenía vínculos con el boxeo.




Le ofreció participar por dinero en los combates irregulares que se celebraban en The Sailor's Home, el alojamiento paramarineros sin trabajo de la misión británica, donde se apostaba en breves combates a tres rounds. Tras unos cuantos combates exitosos, Koczi le propuso dedicarse al boxeo profesional. Hasta ese momento, Gatica había compaginado el ring con su puesto de lustrabotas en Constitución.




Carrera profesional




El 7 de diciembre de 1945 tuvo su primer combate profesional, en el que noqueó en el primer asalto a Leopoldo Mayorano. Ganó dos peleas más en ese mes, un ritmo casi sin precedentes. Ya con algo de fama, en 1946 haría siete combates, ganándolos todos; en uno de ellos se enfrentó con quien sería su archirrival, Alfredo Prada, con el que se encontrarían cinco veces más en el ring, con resultados igualmente divididos,y quitándose mutuamente el invicto.


El perfil popular y el indudable carisma de Gatica, un boxeador agresivo y ambicioso, espectacular sobre el ring, atrajeron la atención del público. Se granjeó el aprecio de los asistentes a la tribuna popular, que lo apodaron el Tigre por la furia que mostraba en el combate; los aficionados de clase alta, que concurrían al ring-side, deploraban en cambio su falta de clasicismo. A ellos se debe el apodo de el Mono, caricaturizando su color de piel y sus facciones.





El entonces presidente Juan Domingo Perón le había mostrado aprecio; en una ocasión en que pidió que se lo presentasen, Gatica, con desparpajo, lo saludó con una frase que se haría famosa: General, dos potencias se saludan.1 Perón, aficionado al boxeo, apoyó el primer y único viaje de Gatica a los Estados Unidos en busca de un título mundial; la gira comenzó con éxito, derrotando por nocaut en el cuarto asalto a Terence Young. 



Gracias a ello, el campeón mundial de la categoría, Ike Williams, le ofreció un combate sin poner en juego el título en el Madison Square Garden de Nueva York; el combate, celebrado en 1951, se resolvió muy rápidamente con un encadenamiento de golpes de Williams, que noqueó a Gatica en el primer asalto aprovechando un exceso de confianza del boxeador argentino.


Regresó a la Argentina sin contar ya con el favor oficial, pero entre 1952 y 1953 ganaría aún trece combates, aunque alternándolos con sonadas derrotas como la padecida frente a Luis Federico Thompson. El 16 de septiembre de 1953 se encontró por sexta vez a Prada, a quien había derrotado ya en tres oportunidades; en el primer round, un cabezazo de su adversario le fracturó el maxilar inferior, pero Gatica rechazó la ayuda médica y siguió combatiendo cuatro asaltos más, hasta que el médico declaró el KOT en el quinto asalto. Sería la última pelea importante de Gatica, que abandonó el boxeo dos años más tarde.




Tras el retiro

Su último combate pugilístico lo hizo en 1955, cuando la Asociación Argentina de Boxeo, lo sancionó de por vida, por ser opositor a la dictadura militar que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón, su amigo y compadre.


Sin rédito alguno de las ganancias obtenidas, Gatica volvió a la pobreza de su infancia; vivió en una villa miseria con su segunda mujer y las dos hijas del matrimonio, trabajando irregularmente y dependiendo en buena medida de la beneficencia. 


En alguna ocasión su antigua fama le granjeó trabajo, como en un encuentro de catch organizado por la troupe de Martín Karadagián, en que el ex-boxeador fingió una derrota con el productor del espectáculo, no sin recibir un fuerte castigo por parte del catcher que, enojado por algún puñetazo dado por Gatica, le provoco una lesión en el tobillo de la que no se recuperaría totalmente. A fines de la década, brevemente atrajo de nuevo la atención del público cuando sus escasos bienes se perdieron en una inundación.

El 12 de noviembre de 1963, a los 38 años de edad, a la salida de la cancha de Independiente fue atropellado por uncolectivo. Falleció por las heridas producidas.
Su vida y su legado en el boxeo inspiró la película Gatica, el Mono del cineasta y cantante argentino Leonardo Favio.



Su retiro como profesional fue en 1956, en épocas en donde ya estaba derrocado el general Perón y Gatica había perdido a su gran admirador.

Cuando todavía tenía fama el luchador Martín Karadagian le hizo un desafío que se desarrolló en la cancha de Boca en 1957. Ganó Martín pero a Gatica le quedó una lesión en un tobillo que lo dejó rengo.


Gatica de hizo aliado del alcohol y además sus cuentas bancarias estaban vacías. Llegaría el domingo 10 de noviembre cuando salía de la cancha de Independiente de Avellaneda a donde fue a acompañar a un amigo que vendía muñequitos, quiso tomar un micro en Barracas, y entre la borrachera y su renguera, lo hicieron resbalarse para que las ruedas del ómnibus le pasaron por encima. Dos días después, el 12 de noviembre de 1963, el hombre que nunca fue campeón, moría en un hospital.


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