domingo, 23 de diciembre de 2018

FUE DICHO Y QUEDO ESCRITO: "EL PULPO"

LEOPOLDO JACINTO LUQUE 



Extracto de frases de LEOPOLDO JACINTO LUQUE en la famosa sección "100 x 100" de EL GRAFICO PUBLICADO EL 11/01/2017





¿Quién es Leopoldo Jacinto Luque? En su momento era un pibe que iba siempre detrás de una pelota, con muchísimos sueños de jugar al fútbol a gran nivel, y que logró transformar esos sueños en realidad. Y ahora sigo detrás de la pelota, trabajando en escuelitas de fútbol y, desde hace unos meses, como captador oficial de River en la zona de Cuyo. Me considero un buen tipo, sencillo, querido en el ambiente. No me muevo por interés.




Por qué Leopoldo y por qué Jacinto? No son nombres comunes… Mi papá se llamaba Leopoldo Jacinto. ¿Viste que antes se acostumbraba que el hijo repitiera un nombre del padre? Bueno, mi mamá dijo “¡los dos!”.





 ¿El bigote es una fija? En Unión no me tenían muy en cuenta y dije: “Si juego, me lo dejo”. En la campaña del ascenso, en el 74, hicimos otra promesa, esta vez inversa, con Daniel Silguero y Batata Merlo, que teníamos bigote: “Si subimos, nos afeitamos”. Y cumplimos en el mismo vestuario, por eso cuando pasé a River, al año siguiente, no tenía bigote.




Apodo de pibe. Flaco, era muy flaquito. Mis amigos del barrio no me dejaban atajar por los pelotazos.




Como futbolista, eras El Pulpo. Me lo puso el Negro Gallego. Nos conocimos en una Selección del interior armada por Menotti. Siempre usaba mucho los brazos para cubrir la pelota, entonces Gallego dijo: “Este es un pulpo”. Y quedó. No me molesta.





¿Tu papá fue ciclista? Sí, y compitió hasta los 45 años, llegó a estar federado. En pista y en ruta. Por ahí hacía la Rosario-Santa Fe. Te armaba cualquier bici. Y lo hacía en casa, en el garaje tenía su taller y era el punto de encuentro con los otros ciclistas.




¿No quiso que vos continuaras esa senda? A mí me mandaba a entrenar por un circuito de la costanera de Santa Fe, pero un día pasé por un seminario y estaban los curitas jugando a la pelota. “¿Querés jugar?”, me invitó uno. Estaba con zapatillas de ciclista, era más chico que ellos, pero me las arreglé bien y a partir de ahí me invitaron siempre.




¿Cómo le contaste a tu viejo? Al principio no le dije nada. Llegaba todo transpirado a casa, hasta que un día estábamos en la mesa y hablé: “Mirá papá, yo no quiero ser ciclista; te estoy mintiendo, no me voy a dar vueltas al circuito, sino a jugar al fútbol al seminario”. Supongo que le habrá dolido por la mentira pero lo aceptó. Al año siguiente, yo con 12 años, me llevó a Unión. Me gustaba mucho el fútbol, en la escuela estaba en cuarto grado y me ponían en el equipo de quinto y sexto, y sobresalía.




Tu ídolo… Esos que te nombré que me gustaron, pero a medida que fue pasando el tiempo aparecieron otros. Mi último ídolo fue Johan Cruyff. Veía el Mundial 74 por televisión, estaba en la B con Unión, y hacía cuentas y pensaba si en el siguiente podría tener la chance.




Buen cálculo hiciste… Mirá cómo son las cosas que en el Mundial 78 me tocó usar el número 14, por abecedario, el mismo número que llevaba Cruyff. Johan era un jugador completo, y esa Holanda del fútbol total nos sorprendió a todos.




 Hablando de cracks, te tocó enfrentar a Beckenbauer... Me marcó en un Cosmos-Argentina, ya en su retiro. Cuando terminó el partido le fui a pedir la camiseta y me dijo “uhhhh”, ya la había comprometido. A la noche hubo una cena. Estaba con mis compañeros y de golpe se acercó, me hizo una seña y el tipo me dio una bolsita con la camiseta. Mirá qué grande, cómo se acordó. Hay que aprender de esos gestos…






¿Trabajaste de algo? Cosechaba en la quinta de un amigo de papá: juntaba frutas y verduras y me pagaban por cajón. No los podía levantar, porque era pibe y muy flaquito, así que los arrastraba. Después, trabajé con un mosaiquista y luego en una fábrica de zapatos, todo mientras estaba en inferiores de Unión. Fui utilero en Canal 13 de Santa Fe: armaba la escenografía, ponía los carteles. Ahí ya estaba en la Primera de Unión, pero cuando ascendimos y vino Lorenzo, le expliqué mi situación, y conseguí que me pagaran más y dejé la utilería.





¿Qué es Guadalupe Junior? El equipo del barrio en el que jugaba con mis amigos. Es el día de hoy que nos juntamos, cuando voy para Santa Fe. Ya estando en River, en las vacaciones nos poníamos a jugar en la playa, descalzos, y no me dejaban participar, para cuidarme, para que no me cortara con un caracol, o con algo.





¿Cómo pasaste de ser ese flaquito de Unión al toro del Mundial 78? El que me cambió el físico fue el Toto Lorenzo. El decía siempre: “A estos jugadores los voy a hacer bajar de peso”, pero conmigo fue al revés, me hizo subir 8 kilos.






¿Siempre fuiste 9? Al principio era más 10, aunque el 10 de antes no marcaba tanto como ahora, y pisaba mucho el área rival. Cuando Lorenzo llegó a Unión trajo un 10 que era Victorio Cocco y era imposible sacarle el puesto, así que el Toto me puso adelante, de 9, y quedé para siempre.





Debés tener mil anécdotas de él… La de la mano es mundial. El nos decía: “La que juega es esta”, y mostraba la mano derecha. Porque la gente le gritaba “sacá el equipo de atrás”, entonces se levantaba del banco y con la izquierda hacía el gesto de que nos adelantáramos, pero luego se sentaba, y como con el techito no lo veían desde la platea, con la derecha nos hacía el gesto de ir para atrás (risas). “La que juega es esta, eh”, nos repetía en la práctica. Un genio: una mano para nosotros y otra para la tribuna, ja, ja. Hicimos un campañón en el Metro 75, terminamos cuartos, en nuestro regreso a la A. A River le metí goles en los dos partidos, me acuerdo.




¿Es verdad o mito que Labruna entraba tapándose la nariz a la Bombonera? ¡Qué mito ni mito! Se tapaba la nariz y lo hacía bien alevoso, para que lo viera todo el mundo (imita el gesto). Era mejor porque lo puteaban a él y se olvidaban de nosotros. Nos decía siempre: “Estos te salvan, a mí me salvaron estos, les hice un montón de goles”.






¿Te llevaste la pelota la noche de los 5 goles a San Lorenzo? No existía eso (risas). Esa noche creo que pateé 7 veces al arco y entraron 5, eso que ocurre muy de vez en cuando. En la última la agarré como venía, de volea, ni me importó si la colgaba en la tribuna, ya había metido cuatro. Y la clavé.






¿Qué te acordás de la final del Nacional 76 que perdieron con Boca? Que la culpa fue mía en parte… o no, depende como lo mires. Labruna nos había advertido que ellos sacaban rápido los tiros libres, ya Potente le había metido un gol a Fillol el año anterior, antes de que se armara la barrera. Yo me tenía que parar delante de la pelota y después sumarme a la barrera, pero no llegué porque la jugada vino de un pelotazo largo, pero el que hizo el foul o el que estaba más cerca debió pararse adelante. Por suerte, a los pocos días le ganamos a Huracán el desempate para ir a la Copa y eso sirvió para aliviar un poco la final perdida.






 ¿Cómo era tu relación con Lorenzo cuando vos jugabas en River y él era DT de Boca? El Toto era bicho y declaraba: “Estoy tratando de traer a Luque”, y me tiraba a la gente en contra, a la primera pelota que perdía ya empezaban las puteadas. Un día nos fuimos a comer, en Punta del Este, a un bar de mierda bien alejado para que no nos viera nadie, y le dije: “Necesito que no me pida más, que no me nombre más, porque me silban, dicen que me quiero ir a Boca y no es así”. No lo hizo más.






¿Era lógico que Maradona se quedara afuera del Mundial 78 o se equivocó Menotti? Vos lo veías en las prácticas… Siempre pensé que Diego podría haber estado y no hubiera desentonado, pero también siempre pensé que los otros también debían estar: Alonso, Valencia, Villa, y hasta Bochini, que quedó afuera. Al pibe, igual, le sirvió vivir toda esa previa al Mundial desde adentro.






 ¿Qué recordás de aquel momento?Estábamos al fondo del predio, en una cancha que el Flaco había mandado a hacer un poco más grande, con las mismas medidas que la del Monumental, el mismo pasto, todo. Tengo la imagen de él sentado sobre la pelota. En una mano el paquetito (levanta la mano derecha) y en la otra el encendedor (levanta la izquierda). “No les voy a nombrar a todos los que formarán el plantel en el Mundial, es más fácil decir quiénes no estarán entre los 22: Bottaniz, Bravo y Maradona”, dijo, y enseguida: “Se suspende la práctica de hoy”. Se levantó, le metió un voleo a la pelota y se fue.






¿Alguien dijo algo? Se hizo un silencio, y fui el primero que trató de romperlo, pero Villa, inteligentemente, me interrumpió: “Leopoldo, no hay palabras”. Nos levantamos, Bravo salió corriendo y Lito Bottaniz, que había sido mi compañero en Unión, pidió hablar conmigo. “Ayudame que quiero quedarme adentro, colaborar con ustedes”, me comentó. “Desde ya que sí, olvidate”, le dije. Y se terminó quedando con nosotros durante el Mundial.






 ¿Y Diego? Me acerqué a él, le puse la mano sobre el hombro y nos fuimos caminando. Le dije: “Me imagino lo que podés sentir en este momento, o no, pero si me pasara a mí, ¿sabés lo que tengo que hacer, Diego? Pegarme un tiro en los huevos, porque ya estoy con 28 años y otra chance no voy a tener de jugar un Mundial. Vos sos un pibe y vas a jugar 2 o 3 Mundiales”. (Le erró: fueron 4).






¿Qué te decía? “Sí, maestro, gracias”. Estaba muy triste, pero no lloraba. Y hasta me atreví a decirle: “La vas a romper y vas a salir campeón del mundo”. (En esta no erró)





Si tuvieras que elegir uno de los 4 goles que metiste en el Mundial… El que más me gustó fue el de Francia, pero por importancia elijo el 4° a Perú, que Passarella todavía me lo reclama. “Me lo robaste”, me dice. Me lo anotaron a mí…






¿Qué sentiste cuando te infartaste? Estaba dirigiendo a Guaymallén, en Mendoza. Sentí un malestar después de almorzar, como que me había caído mal la comida, y me tomé un Uvasal (risas). A la noche, en la cancha, seguía con esa molestia y fui al doctor de turno y me dio Reliverán (risas). A día siguiente, mi mujer habló con el médico y le dijo “traelo ya”. Me hicieron un electro y tenía un bruto infarto, fui derecho a terapia intensiva. Me iban a poner stents, pero no se pudo porque las arterias estaban muy obstruidas y terminé con 3 by pass.




 ¿Los pibes tienen idea de quién fuiste, qué hiciste? Sí, porque los padres les cuentan, o les muestran goles y entonces los chicos me preguntan qué se siente jugar un Mundial, o si estaba nervioso, ese tipo de cosas.






¿Creés que algún día tendrán el verdadero reconocimiento los campeones del mundo del 78? Siento que tenemos el reconocimiento de la gente, que se emociona cuando te para por la calle, que te recuerda tal o cual gol, pero hay cosas que causan dolor. Por ejemplo: que haya muchachos sin una obra social. Hay varios que no la pasan bien, y eso es lo mínimo que merecen, algo más que una pensión de 4000 pesos. También me encantaría que un día nos junten con los campeones del 86. Sería hermoso.





¿Cuál sería el verdadero reconocimiento, para vos? Que tengamos un aniversario oficial, porque lo que hicimos nosotros no es poca cosa, algo tienen que inventar, y no que seamos nosotros los que tengamos que movernos para que se haga algo, como pasó con los del 86 hace poco. Y que se preocupen por los muchachos que necesitan más. Esto debería nacer de la AFA. No digo que nos tengan que dar 100.000 o 50.000 o 30.000 pesos, pero por lo menos algo que reconozca el sacrificio que hizo ese grupo, que le den una obra social a los muchachos que peor están, es lo mínimo. No creo que sea tan difícil de conseguir. Y me parece que tiene que nacer de AFA, aunque hoy la AFA sea un verdadero quilombo.



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