LA HISTORIA DE VANINA CORREA ARQUERA DE LA SELECCION ARGENTINA Y DE ROSARIO CENTRAL
FUENTE: "TN DEPORTIVO":
A los 38 años, Vanina Correa tiene bien en claro de qué se trata jugar un Mundial con la camiseta de la Selección argentina. La experimentada arquera es la única integrante del actual plantel que ha estado en todas las Copas del Mundo de las que ha participado el equipo nacional: dijo presente en 2003, 2007, 2019 y su gran ilusión es hacerlo también en Nueva Zelanda 2023.
No cualquiera puede decir que lleva casi 20 años vistiendo la camiseta de la Selección argentina, pero Correa puede presumir de ese mérito. Su debut en la mayor fue el 9 de abril de 2003 en un Argentina 3-Paraguay 0 por el torneo Sudamericano que se jugó en Salta.
En estas dos décadas, la arquera ha sido testigo del crecimiento que ha tenido el fútbol femenino y también ha atravesado distintas etapas en su vida personal: los pasos por diferentes clubes, los sacrificios de trabajar a la par de la actividad deportiva y hasta un retiro de varios años durante el cual pudo cumplir su gran anhelo de ser mamá.
Nacida en Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, “La Flaca” -como muchos la apodan- era la única nena que jugaba al fútbol entre todos los varones en la placita del barrio. Tan grande era su amor por el deporte que, a los 9 años, le preguntó a un amiguito si él le podía dar su pelota a cambio de una flamante muñeca Barbie que a ella le habían traído los Reyes Magos.
“¿Y yo cuándo entro?”, solía preguntarle al entrenador de las infantiles de Rosario Central. Ella, que acompañaba a los varones como mascota del equipo, se desvivía por estar en el campo de juego y su insistencia tendría premio: a los 13 años, empezó a participar en el equipo masculino del Canalla. Luego pasaría al conjunto femenino.
Sus buenas actuaciones llamaron la atención de los encargados de las selecciones juveniles de Argentina y así comenzó una historia de enormes sacrificios y esfuerzos de parte de sus padres para que pudiera viajar desde Gálvez a Buenos Aires para entrenar con el conjunto nacional.
Mientras transitaba una carrera que incluía pasos por clubes como Boca y Banfield, lo que se mantenía constante en la vida de Vanina era una sola cosa: la Selección argentina. Fue a los Mundiales de Estados Unidos 2003 (fue suplente de Romina Ferro) y China 2007 (atajó en la dura derrota por 11-0 ante Alemania), y a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Estuvo, además, en distintas ediciones de los Juegos Panamericanos, los Sudamericanos y la Copa América.
En determinado momento de su carrera, la arquera decidió retirarse del fútbol. Una lesión ya la había alejado de las canchas y sentía que era momento para dar paso a otra etapa en su vida. Quedó embarazada y, en 2014, nacieron sus mellizos Luna y Romeo. Además, por aquellos tiempos, se había asentado en su trabajo como cajera en la Municipalidad de Gálvez.
Pero esa decisión de alejarse del deporte no sería definitiva: Correa y la pelota volverían a encontrarse tiempo después para vivir nuevas aventuras.
En 2017 la Selección argentina mayor volvió a entrenarse luego de dos años sin actividad. El entrenador Carlos Borrello la llamó a Vanina y le preguntó si estaba dispuesta a ser parte de ese proceso. Fue así como, unos años después de ser mamá, la santafesina volvió a ponerse los guantes.
Jugar en su club, entrenar con la Selección, cumplir con su trabajo en la Municipalidad, cuidar a sus mellizos y encargarse de las tareas domésticas. Hacer malabares para cumplir con todas esas tareas fue un riesgo que la arquera decidió asumir con un solo objetivo en la cabeza: jugar el Mundial de Francia 2019.
La oportunidad se le dio y Vanina llegó a la que sería su tercera Copa del Mundo. Fue una competencia consagratoria: a los 35 años, se ganó el reconocimiento de los fanáticos del fútbol argentino al atajarle un penal a Inglaterra en el segundo partido del torneo. Argentina finalmente perdería ese duelo por 1-0, pero su nombre quedaría en la historia grande del deporte. Aquel 11-0 sufrido ante Alemania en 2007 se convertiría, definitivamente, en cosa del pasado.
En Francia, la Selección tuvo su mejor actuación de todos los tiempos. Sumó los primeros dos puntos de la historia en Mundiales (a partir de los empates ante Japón y Escocia) y logró visibilidad y reconocimiento. A los 35 años, la arquera tomó ese envión para asumir nuevos desafíos en su carrera.
La semiprofesionalización de la primera división del fútbol femenino en Argentina le permitió firmar su primer contrato en San Lorenzo. Tiempo después, en medio de la pandemia, le llegó una oportunidad que en otro momento hubiera sido impensada: jugar en Europa.
Fue así como a mediados de 2020 pidió una licencia de un año en su puesto en la Municipalidad, dejó a sus hijos al cuidado de sus padres y de su familia ampliada, y partió hacia España para sumarse al Espanyol de Barcelona.
Una seria lesión y el covid, sumado a que su equipo descendió a la segunda división, le impidieron disfrutar plenamente de aquella experiencia en el Viejo Continente, pero la arquera regresó con nuevos aprendizajes y, sobre todo, con la pasión por el fútbol intacta.
El ciclón volvió a convocarla en su vuelta al país, pero luego regresó al club de sus amores: Rosario Central.
“Seguiré bajo mi arco hasta que las piernas tiemblen, hasta que el cansancio agobie, hasta que la mente quiera seguir y el cuerpo no dé más”, escribió Correa en el cuento que publicó en el libro “Pelota de Papel 4″.
La arquera, con 38 años, no se da por vencida y en la Copa América de Colombia dejó en claro que está en el pico de su madurez, con una técnica cada vez más pulida. Además, vistió la cinta de capitana, reconocimiento que la consagra definitivamente como la gran referente del plantel.
“Noto un cambio generacional. En este equipo hay jugadoras que integraron selecciones juveniles y que ya vienen preparadas para la mayor”, destacó Correa en diálogo con TN tras ser consultada sobre las diferencias que nota entre el plantel actual de la Argentina y los que integró anteriormente cuando le tocó ir en busca del sueño mundialista.
Respecto de la preparación que tenía la Selección femenina hace 20 años y la que tiene ahora a la hora de encarar sus desafíos, fue clara: “De 2019 para acá son muchos los cambios. Antes de este torneo jugamos fechas FIFA, concentramos un mes en el predio para estar bien, tuvimos tiempo de jugar juntas. Tuvimos una buena preparación para venir a Colombia”.
Para Vanina, seguir siendo parte de la Selección argentina a los 38 años es “un orgullo, un placer y también una responsabilidad”.
“Estar a mi edad en una Selección, con el sacrificio que se hace…Las que tenemos hijos los tenemos que dejar mucho tiempo. Estar acá es difícil y a la vez gratificante porque jugamos por la clasificación al Mundial”, subrayó.
La Selección argentina cumplió con el objetivo que fue a buscar a Colombia y ya tiene el boleto al Mundial de Australia-Nueva Zelanda 2023. Una vez más, el fútbol le da una oportunidad a Vanina para que las ilusiones se renueven.
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