jueves, 18 de mayo de 2023

HISTORIAS PARA RECORDAR

VIDA Y OBRA DE OSCAR LURAASCHI

FUENTE: LA VOZ 

Oscar Alberto Luraschi se fue dejando atrás el recuerdo de su paso por uno de los mejores equipos de Belgrano en AFA, el del Nacional ‘77, y un idilio con los viejos hinchas del Pirata que hoy lamentan su partida.




Arquero de muy baja estatura para el puesto, supo compensar esa falencia con notables reflejos y una asombrosa agilidad para buscar la pelota cuando llegaba al arco o sus inmediaciones.

“Desde muy chico me apasionaba jugar al arco. Para colmo lo veía a mi hermano (Ángel Carlos) que actuaba en Newell’s y también como arquero. Como si ello no hubiese sido suficiente, mi padre (Juan Carlos), jugó en el mismo puesto y también en Newell’s. Sin duda, somos una familia de arqueros, y realmente me gusta mucho”, declaró a La Voz del Interior en una entrevista realizada en mayo de 1978.

Había llegado al club de Alberdi en 1977, tras haberse formado en Argentino de Rosario, la ciudad donde había nacido el 3 de noviembre de 1949, y de posteriores pasos por San Telmo (1970-73), Ferro Carril Oeste (1973-75), Colón de Santa Fe (1976-77).

Con el Pirata debutó de la mano de Sebastián Viberti el 24 de julio de 1977, en una victoria 1-0 sobre Racing, en el Miguel Sancho, por la séptima fecha del Clausura de la Liga Cordobesa. El técnico le había confiado la titularidad por su necesidad de contar con un guardavalla de experiencia para el Nacional que se avecinaba.

En ese certamen, Luraschi se destacó con actuaciones notables, siendo figura destacada de su equipo en varios encuentros, con un plantel que fue protagonista y hasta puntero del mismo durante varias fechas. Gozó de picos de alto rendimiento, pero cayó en desgracia y perdió confianza luego de una derrota 4-0 ante Huracán, en una muy mala noche suya, que significó además la pérdida del invicto.

En 1978, en ocasión de la inauguración del Estadio Córdoba, fue convocado para integrar la selección cordobesa que enfrentó al combinado nacional dirigido por César Menotti. En ese encuentro, Mario Kempes le marcó el primer gol anotado en el flamante escenario. Argentina, que luego sería campeón mundial, ganó esa tarde 3-1.

Luraschi totalizó 29 partidos oficiales en defensa del arco de Belgrano. Tras perder el puesto con Guillermo Bosio, se marchó a Platense, donde cerró su campaña en el fútbol de AFA.

SU ULTIMA ENTREVISTA:

NOTA PUBLICADA EL 18 DE MAYO DE 2020.

“¿Cómo anda mi querido Belgrano?”. Es la primera pregunta que hace Oscar Alberto Luraschi al atender el llamado de Mundo D. El exarquero, de recordado paso por Belgrano entre 1977 y 1979, hoy tiene 70 años. Rosarino de nacimiento, está radicado en San Martín, provincia de Buenos Aires. Antes de llegar al Pirata, pasó por San Telmo, por Ferro y por Colón de Santa Fe, Sin embargo, no duda en afirmar: “Belgrano es lo mejor que me pasó en mi carrera”.

La identificación de Luraschi con Córdoba tiene sobrados motivos. En el Nacional de 1977, el mismo que tuvo a Talleres como finalista, Belgrano cumplió una notable campaña en la que terminó segundo en su zona de ocho equipos, a sólo dos puntos de Independiente, que fue el campeón y al que derrotó 2-1 cuando se cruzaron en Alberdi.

Pero, además, a “la Araña” (así lo apodaron en sus inicios) le convirtieron el primer gol de la historia del Chateau. Fue el 16 de mayo de 1978, cuando la selección argentina derrotó 3 a 1 al combinado de la Liga Cordobesa. Aquella tarde, empezó atajando Rubén Guibaudo, pero Oscar ingresó en el segundo tiempo y, a los seis minutos, sufrió el histórico gol de Mario Kempes, que abrió la cuenta. Y también integró el equipo de la Liga Cordobesa que ganó por última vez la copa Presidente de la Nación, también llamado Campeonato Argentino o copa Presidente, en 1979/1980. Es decir, fue “casi” un cordobés más.

“Con los muchachos de aquel equipo tenemos un grupo de WhatsApp y estamos en contacto siempre. Nos compartimos fotos, recuerdos. Seguimos siendo unidos”, le contó a este diario, con lo que dio inicio a una charla cargada de recuerdos.

–¿Qué es de su vida hoy?

–Ahora me dedico a ser jubilado, muy tranquilo. Nunca me fui del fútbol. Trabajé mucho en la formación de jugadores, en varios clubes. Durante casi 14 años trabajé con Carlos Roldán (ex director técnico de San Martín de Tucumán, entre otros clubes). Como entrenador de arqueros y ayudante de campo. Y también armaba un selectivo de jugadores de inferiores, para que fueran adquiriendo roce de primera. Aprendí mucho de fútbol porque en mi carrera me dirigieron grandes técnicos.

–¿Quiénes?

–En San Telmo arranqué con el húngaro Elmer Banki, que les sacaba una diferencia enorme a todos. Después tuve a Victorio Spinetto, al “Cabezón” Juan José Pizzutti, a José Yudica… Y especialmente a Sebastián Viberti: más que un técnico, un maestro.

Cuando habla de Viberti, entrenador de aquel Belgrano versión ‘77, Luraschi se emociona.

–¿En qué se destacaba Viberti?

–Te cuento una anécdota. Había un grupo que hablaba mucho con el técnico: Miguel (Laciar), Benito (Rodríguez), “el Gringo” (Rubén Coletti) y yo. Un día Sebastián nos llevó a caminar, antes de que empezara el campeonato. “¿Cómo la ven con este ‘rejuntado’?”, nos dijo. “¿Cómo qué ‘rejuntado’?”, le contestó Miguel. Viberti era muy bicho. Sabía cómo tocarnos el amor propio.

–No era un equipo con grandes figuras…

–Laciar fue un “10″ espectacular. Y los centrales eran un lujo. “El Pollo” (Beccérica) me hacía reír mucho. Me acuerdo que le gritaba: “¡Pollo, no le pegues al primero que pase, fíjate que no sea de los nuestros!”. Un personaje. Creo que se dieron todas las condiciones que tiene que haber: un gran conductor, un grupo humano al servicio de una causa y un plantel convencido del mensaje. Sebastián era muy simple y nosotros éramos muy unidos. Y ganadores natos.

–Estuvieron muy cerquita de las semifinales. Hubiera sido histórica una eventual final con Talleres, en Primera…

–Nos quedamos ahí nomás. Una pena porque estábamos para pelearla. Creo que se nos escapó en el partido con Huracán que perdimos en Buenos Aires (0-4, el 21 de diciembre de 1977, por la décima fecha), cuando nos sacaron el invicto (Belgrano fue el último equipo en perderlo en todo el certamen). Nosotros ya les habíamos ganado bien en Alberdi, con todos los titulares. Pero cuando jugamos allá fue raro. Ellos ya no tenían chances de pelear la clasificación (sólo pasaba a semifinales el primero de cada una de las cuatro zonas) y venían jugando con un equipo alternativo. Sin embargo, justo contra nosotros pusieron toda la artillería… Brindisi, Babington y todos los monstruos… Nos ganaron bien. Veníamos cabeza a cabeza con Independiente y, al final, se clasificaron ellos.

Pero Luraschi está convencido de que se metió a la gente de Belgrano en el bolsillo poco antes de que empezara aquel Nacional.

“Fue un partido ante Racing de Nueva Italia, en la cancha de Talleres (se refiere al que se jugó el 25 de septiembre de 1977, por la 16ª fecha del Clausura de Primera División de la Liga Cordobesa), por la mañana. Ganamos 1 a 0 con gol del “Lobo” (Víctor) Sosa, pero cuando recién arrancaba el partido tuve un mano a mano con “el Ojudo” (Migue Ángel) Patire. Lo esperé y me la jugué cuando vi que la tiró un poco larga. Se la gané. Él me quiso saltar, pero con la punta del botín me partió la frente. Entró “el Turco” Jalil (masajista) para atenderme y me quería hacer salir por el corte que tenía. “De acá me sacás muerto”, le dije. No sé qué me puso, pero aguanté hasta el entretiempo. En el vestuario me dieron cuatro puntos de sutura en la frente y salí a jugar el segundo tiempo. Me atajé todo y ese fue el partido que marcó mi relación con la gente de Belgrano”, contó.

–Muchos compañeros suyos dicen que Belgrano era como una gran familia. ¿Para usted también fue así?

–Mirá, nos juntábamos a comer en La Ruleta de Pancho (sobre avenida Colón) y nos sentíamos así. Me acuerdo de que me había comprado un Fiat 600. Lo dejaba detrás de la tribuna popular, donde vivía uno de los capos de Los Piratas, que cuidaba el estacionamiento. Él hacía los “choris” que comíamos después de las prácticas. Todo muy familiar.

–Si todo era idílico, ¿por qué se fue?

–Lo que vino después del Nacional fue una etapa difícil del club. Cuando se fue el presidente Aldo Nallino, que era una persona maravillosa, se armó una subcomisión de apoyo al club con la que no me llevé bien. Por eso me terminé yendo a Platense, pedido por “el Huevo” Muggione. Si no hubiera pasado eso, creo que me quedaba a vivir en Córdoba.

–La última: ¿qué tipo de arquero fue Oscar Luraschi?

–Siempre fui de hablar mucho para ubicar a mis compañeros, incluso en los entrenamientos. Cuando estaba en Ferro, durante una práctica, estaba dando indicaciones desde el arco y escuché una voz gruesa, que venía de mis espaldas. “Muy bien, pibe. Si lo hacés más pausado, te van a entender mejor”, me dijo. Era Amadeo Carrizo, que iba siempre a vernos, con Ante Garmaz. Soy de los que piensan que el arquero tiene que reunir tres condiciones importantes: primero, atajar; segundo, ubicar a sus defensores, porque tenés que ser el técnico dentro de la cancha, y tercero, tener el criterio para decidir por dónde se sale jugando. Yo era de los pocos que jugaban mucho con el pie en mi época, junto con Hugo (Gatti) y “el Bigotón” (La Volpe). No soy alto, pero tuve mis recursos.

Fallecio el 7 de octubre del 2021.


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