martes, 7 de diciembre de 2021

CUANDO FERNANDO MORENA HIZO FELIZ AL RAYO VALLECANO

ALLI MARCO SU GOL 500 

FUENTE: EL PAIS

Que Morena fichase por el Rayo Vallecano fue una gran sorpresa. Ocurrió en el verano de 1979, y aunque el Rayo estaba en Primera, Morena era una figura internacional de envergadura que superaba las dimensiones de ese simpático club de barriada.




Nacido en Montevideo, debutó a los 17 años en Primera División con el River Plate de Montevideo. A los 21 salta al gran club del país, el Peñarol, con el que es el máximo goleador del campeonato seis años consecutivos, de 1973 a 1978, y de la Copa Libertadores en 1974 y 1975. En siete años en el Peñarol promedió 1,28 goles por partido.


Tenía 27 años, le tentaron muchos clubes europeos y sorprendentemente escogió el Rayo. Le convenció el entrenador, Héctor Núñez, uruguayo, que le aseguró que el Rayo era el mejor lugar para un aterrizaje sin riesgos en Europa. Su costo (500.000 dólares) pudo ser pagado en parte por el traspaso de Landaburu al Barça. Su llegada fue sensacional. Era un caballero de pies a cabeza, con una forma culta y pausada de hablar que sorprendió aquí.


La cuenta de sus goles nos llegó de Uruguay: vino con 484. El 9 de diciembre le marcó en Vallecas al Athletic el 499, con nueve en Liga, tres en Copa y tres en amistosos. El siguiente partido, 16 de diciembre de 1979, era la visita a Mestalla. Allí le esperaba el formidable Kempes. En el banquillo, Di Stéfano. Goleador y entrenador uruguayos contra goleador y entrenador argentinos.


Aquello adquirió una dimensión sensacional en el Río de la Plata. El Valencia recibió solicitudes de acreditación de numerosos periodistas de ambos países, entre ellos el célebre relator Víctor Hugo Morales, el mismo que años más tarde dejaría para la historia su narración del gol de Maradona a los ingleses.


Y no hizo el viaje en balde, porque desde la cabina que le asignaron, en la esquina del anfiteatro con el Gol Gran, pudo narrar, con su peculiar estilo, elegante y estrepitoso a un tiempo, el gol 500 de Morena. Ocurrió a las 17.23 (el partido había empezado a las 17.00). No fue un gol limpio, llegó en un golpe franco que rozó la barrera. Pero era el gol 500, que venía a escoltar al 1.000 de Pelé, 10 años antes.


En la segunda mitad, primero Saura y luego Orlando Giménez, paraguayo, marcaron para el Valencia. “Un paraguayo resolvió el duelo entre los gigantes argentino y uruguayo”, se dijo con orgullo en Paraguay. De inmediato, el Rayo viajó a Montevideo para un amistoso concertado en el traspaso. Acabó 2-2, con gol 501 de Morena.


Morena completó una estupenda campaña, con 21 goles. Cuarto del Pichichi, precedido sólo por Quini (24), Santillana (23) y el propio Kempes (22). Pero sus goles no consiguieron salvar al modesto Rayo y él fichó precisamente por el Valencia, que pagó por él 65 millones de pesetas. En el Valencia hizo pareja con Kempes, pero este regresó a mitad de temporada al River Plate. Morena dejó 24 goles, entre ellos el muy celebrado al Nottingham que valió la Supercopa europea. Sufrió una sanción de ocho partidos tras una expulsión por protestarle insistentemente a Sánchez Arminio un penalti de Arteche.


Pero lo le disfrutamos más aquí. Uruguay sufría por su ausencia. Entre la afición del Peñarol (la mitad del país) surgió un movimiento espontáneo para repescarle con el lema A Morena lo traemos todos,primer verso de esta cuarteta que se repetía por todas partes: Morena lo traemos todos / porque todos somos Peñarol / Una hinchada que se juega entera / por Morena, un gran goleador.


El Valencia exigió un millón de dólares. Mucha gente acudió al reclamo de radios y periódicos y puso lo que pudo. También empresas de todo tipo. Y el dinero salió. Morena volvió y el año de su regreso, 1982, Peñarol ganó el campeonato, la Libertadores y la Intercontinental. En 1983, una fractura de tibia y peroné ante Venezuela en la Copa América (ganada por Uruguay) le frenó. Jugó unos cuantos partidos en Boca Juniors y regresó a Peñarol para repetir título nacional en 1984. Una vez retirado, accedió a regresar en 1986 aunque sólo para la Copa Libertadores, con un contrato simbólico de 50 centavos. Marcó a Boca en La Bombonera su último y definitivo gol, el que hacía el número 668 de su carrera, el 334, justo la mitad, en partidos oficiales.

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