sábado, 21 de marzo de 2020

UN POCO DE NOSTALGIA

EL AUTOTROL

Expresión acabada de formidable cibernética es el tablero electrónico de anuncios visuales instalado en la cabecera norte del Estadio”. Así definía La Voz del Interior, en su edición del 4 de mayo de 1978, al tablero electrónico que ayer, a 32 años y medio de su fastuosa puesta en funcionamiento, fue demolido en cuestión de segundos. El proyecto de remodelación del Chateau ya le había dictado la pena capital: no tenía cabida en la modernidad del Mario Alberto Kempes.




El gigante de 22,54 metros de ancho por 10 de alto fue la vedette de aquella jornada inaugural del 16 de mayo de 1978, cuando se presentó en sociedad. Ganó más miradas que las gambetas y los goles del “Matador” y desde entonces los hinchas tuvieron en él un aliado de “fierro”: en su pantalla se informaban los goles de los otros estadios, el tiempo de juego, además de publicidades y otros detalles “domésticos”, como recomendaciones de comportamiento o la identidad y el paradero de un niño extraviado.

El Autotrol, como lo bautizaron las autoridades militares de la época (era el nombre de la marca de la empresa nacional que proveía las piezas para el armado del tablero en sí, importadas desde Estados Unidos por la empresa fabricante Stewart Warner), ya había deslumbrado en Alemania ‘74 y para el Mundial argentino no podía faltar.

Tenía tecnología de vanguardia y era idéntico al que se había instalado en River por una cuestión secreta que por aquellos años la dictadura guardaba bajo siete llaves: el Estadio Córdoba (como se lo bautizó en febrero de 1978) figuraba como escenario alternativo de la final para el caso de que en Buenos Aires se produjeran atentados.

Orgullo cordobés
La imponencia del gigantesco Autotrol fue motivo de orgullo de los hinchas cordobeses. Si bien en la década del ‘30 en Buenos Aires habían aparecido unos precarios tableros manuales, los que se levantaron en los seis escenarios mundialistas fueron los pioneros en la materia. Rosario Central, Vélez, Mar del Plata y Mendoza tuvieron su versión “standar” (unos tres metros más angostos), pero como quedó dicho, el de Córdoba y el de River eran los más grandes y modernos.

De acuerdo a los informes de la época, las lámparas eran operadas por componentes de circuitos integrados de electrónica de alta velocidad, montados en plaquetas enchufables instaladas detrás de cada indicador. Tenía una computadora “titular” y otra “suplente” (ambas gigantescas), de manera tal que el servicio no se interrumpiera. El sistema tenía también la chance de incorporar dibujos, pero salvo el logo del Mundial ‘78, su aprovechamiento fue casi nulo, al igual que la base de datos con las estadísticas mundialistas y otros detalles adquiridos con su licencia.

En sus días de estreno, Carlos Schein era uno de los operadores de turno y él fue el encargado de mostrarles todas las bondades del Autotrol a los periodistas acreditados de La Voz del Interior. Junto a él, Mario Luna fue el encargado de leer la información adicional a la que se publicaba en las pantallas.



Aquel gigante de cemento y lamparitas que acompañó a las grandes jornadas deportivas, artísticas y sociales es desde ayer un montón de escombros. Su sucesor, a todo color y en alta definición, comenzará pronto su reinado.

Ficha
Inauguración oficial: 16 de mayo de 1978.
Dimensiones: 22,54 metros de ancho por 10 de alto.
Estructura: 300 módulos de 60 centímetros de alto por 40 de ancho, más un reloj analógico.
Marca: Stewart Warner, empresa estadounidense que proveyó los seis tableros del Mundial ’78. Autotrol era la marca de la empresa nacional que proveyó piezas para su armado.
Uso inicial: alineaciones de los equipos y resultados de otros partidos.
Uso posterior: figuras y animaciones de hasta cinco cuadros por segundo.
Funcionamiento: operado por dos computadoras, para que el servicio no se interrumpa.

FUENTE: MUNDO D/LA VOZ

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