miércoles, 18 de septiembre de 2019

TIGER WOODS DEL CIELO AL INFIERNO

EL HOMBRE QUE DERRIBÓ TODAS LAS BARRERAS


Es posible que usted jamás haya visto un torneo de golf por televisión y no entienda la diferencia entre un 'eagle' y un 'bogey', pero casi con toda seguridad habrá escuchado hablar de Tiger Woods, será capaz de identificar su imagen e incluso puede que hasta tenga una opinión formada sobre él. La figura del golfista estadounidense se extiende mucho más allá de las fronteras de su deporte, como sólo lo hicieron las de Muhammad Ali, Michael Jordan o tal vez Usain Bolt. Woods está a la altura de ellos y de cualquier otro mito deportivo que se le ocurra.



Si es usted de los que nunca ha visto un torneo de golf, quizá le sorprenda la unanimidad con la que se señala a Tiger como el mejor jugador de todos los tiempos cuando quizá nunca alcance los 18 'grandes' de Jack Nicklaus. La respuesta es sencilla. Aunque nacieron con apenas 35 años de diferencia, Woods y Nicklaus practicaron deportes diferentes. Y fue así, sencillamente, porque la irrupción de Woods a finales del siglo pasado lo cambió todo. Nada volvió a ser igual después de que el californiano despedazara el emblemático Augusta National en 1997, siendo todavía un adolescente.

El carismático Arnold Palmer ya había convertido el golf en un lucrativo deporte profesional en los 60, pero era una disciplina menor en comparación con el baloncesto, el béisbol o el fútbol americano. Ningún chico con condiciones físicas para triunfar en estos deportes habría optado por los 14 palos. Hasta que llegó Woods, con su cuerpo de atleta esculpido con mano de hierro por su padre -un teniente coronel de infantería veterano de Vietnam- en sesiones físicas que habrían tumbado al quarterback más fornido. Un entrenamiento nunca visto hasta entonces en el golf y que 20 años después resulta imprescindible para competir en la élite.

Esa potencia, que dejó pequeños todos los campos de América, unida a un talento descomunal y una ambición enfermiza, alimentada por el racismo del que fue víctima durante años -siendo niño tuvo que cambiarse muchas veces en vestuarios distintos a los de los niños blancos- conformaron un cóctel explosivo. Desde su estreno profesional dominó el golf como pocos deportistas lo habían hecho en ninguna otra disciplina. Sus triunfos, su imagen moderna y su particular historia de superación le convirtieron en un icono mundial y en imán tanto para marcas comerciales -de su mano entraron en el golf firmas como Nike, Gatorade o Gillette- como para sectores de la sociedad que siempre lo habían considerado un deporte elitista y racista.

Su mayúscula obra ya estaba completada cuando un rocambolesco accidente de coche en 2008 desencadenó el escándalo que le llevó por primera vez a los infiernos. Su recuperación entonces, como su milagroso regreso este año tras cuatro operaciones de espalda y dos años en blanco, añaden a su biografía las dosis de épica que toda gran epopeya requiere. Y engrandecen aún más la leyenda de una figura irrepetible que elevó el golf a otra dimensión.

FUENTE: MARCA
FOTO: JUAN CARLOS FERNANDEZ

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