viernes, 13 de diciembre de 2019

Y UN DIA DECIDIO PARTIR

OSVALDO TORIANI

El último hombre. Así es como se define, metafóricamente, al arquero. Extrañez al uniforme de sus compañeros, soledad táctica, su solemnidad debe pasar desapercibida, pero un mínimo error puede ser sinónimo de condena. En un fútbol que quienes saben lo han definido como dinámica de lo impensado, el arquero debe brindar seguridad. Menuda tarea, ¿no?


La experiencia de vez en cuando suele vincular a este puesto con la extravagancia y el egocentrismo. Los arqueros que trascienden lo hacen en base a su disciplina y talento, pero también con el agregado de que su posición tiene lugar sólo para un par de manos. Que la suplencia es, en la enorme cantidad de los casos, sinónimo de inactividad. Y que una ausencia puede ocasionar la pérdida de aquel lugar al cual tanto costó llegar. Exigencia límite, otra opción no existe si se busca tener nombre propio bajo los tres palos.


En el lateral de este análisis, existe un espeluznante antecedente de guardavallas que decidieron quitarse la vida por situaciones extra futbolísticas. El caso más reciente -y quizá más impactante para los nacidos en las últimas décadas- pertenece al alemán Robert Enke, ex jugador del Barcelona y portero de su seleccionado. Este meta sufría terribles episodios de depresión tras el fallecimiento de su hija a tan solo dos años de edad, por un padecimiento cardíaco. Tamaño dolor fue demasiado para los hombros de Enke, quien finalizó su existencia arrojándose a las vías del tren. Este 10 de noviembre se cumplirán ya ocho años de aquella trágica tarde.


En los pasillos del fútbol argentino, el suicidio y el arco supieron tejer una nefasta alianza en dos casos relativamente recientes: Héctor Larroque, mítico arquero del ascenso, se ahorcó en 2011. Las vías del tren fueron el último registro de Alberto Vivalda, ex guardavalla de River, quien a ellas se arrojó en 1994. Entremedio, pasaron los caos también de arquero de Tigre, Luís Ibarra, en 1999, y de Mariano Gutiérrez, uno de San Martín de Burzaco, en 2008.


El Club Atlético Independiente posee en los muchos senderos de su historia, un caso que se asemeja a estas tragedias hermanadas bajo el arco. En la valla roja se dio el primer caso de meta que decide terminar con su existencia una vez que la bocha dejó de rodear y las tragedias sin remedio aparecieron para atormentar: Osvaldo Toriani fue arquero de nuestro equipo entre 1960 y 1966, más una última etapa en 1973. Fue partícipe en la obtención de las Libertadores de 1964 y 1965, tornándose un ídolo indiscutido durante aquellos años.


Además de su habilidad para evitar conceder goles, Toriani tenía otra cualidad: Su pinta. Así lo describe Daniel Álvarez, septuagenario testigo a temprana edad de los estragos que Toriani causaba en la falange femenina: “Las mujeres iban a la platea femenina y enloquecían por él. Era un muchacho muy pintón, parecía de una película de western. Le fue muy bien, hasta su lesión”.


La lesión a la cual se refiere Daniel es un punto bisagra en la carrera de Toriani. Un malestar físico causado por cierta propensión a las lesiones lo comenzó a marginar del primer equipo, dando paso a la aparición de Miguel Ángel Santoro, afirmado cada vez más en el arco cotejo tras cotejo.A sus casi 38 años, entonces, Toriani recibió un ofrecimiento del Miami Toros, conjunto perteneciente a la North American Soccer League. Básicamente, la prehistoria de la Major League Soccer. En la Florida, el arquero encontró su lugar en el mundo y comenzó a proyectar sus años a posteriori de su alejamiento de las canchas.


Vinculado a la rama turística durante fines de los 70′ y comienzos de los 80′, sus rotativas entre Miami y Buenos Aires se vieron interrumpidas cuando su mundo se desmoronó en la jornada más nefasta de su existencia: Su hijo había fallecido en un accidente doméstico. Esto detonó en un contexto donde el propio Toriani sostenía problemas personales a causa de un divorcio. El malestar se tornó insostenible.


A fines de 1988, Toriani falleció por inducción de monóxido de carbono. Un trágico cierre para un último hombre al cual la estabilidad -la felicidad definitiva- parecía serle esquiva. A Toriani responde el primer caso de un ex jugador argentino que comete suicidio. Desde este rincón, el más respetuoso de los homenajes.

FUENTE: MUY INDEPENDIENTE.COM

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