DELIO ONNIS EL GOLEADOR INVISIBLE
FUENTE: "ABRI LA CANCHA"/CARLOS AIRA
Delio Onnis jugó poco en Argentina. Ídolo y figura en Gimnasia y Esgrima La Plata, partió en 1971 hacia Francia donde dejó una huella imborrable, al punto de convertir más goles que Carlos Bianchi. El recuerdo de un crack que nunca pudo jugar en la Selección Argentina.
Por Nicolás Podroznik (*)
Nacido en la provincia italiana de Frosinone en 1948, Delio Onnis llegó a nuestro país en 1951. Sus padres eran originarios de la isla de Cerdeña y habían partido para Roma en plena Segunda Guerra Mundial. Tras la caída de Mussolini, el barrio de Caseros los acunó. Los adoquines forjaron un futbolista potente y hábil, pero que no pudo jugar federado hasta los 15 años, ya que no había podido obtener la ciudadanía argentina y eso le impedía jugar en las inferiores de cualquier equipo. Para cuando la tuvo, Almagro lo cobijó para dar sus primeros pasos. Casualidades de la vida, el estadio del Tricolor tiene por nombre 3 de Febrero, fecha en la cual se celebra San Biagio, patrono Giuliano di Roma, el pueblo donde había nacido.
Onnis debutó en la Primera de Almagro en 1966, cuando el equipo militaba en la querida Primera B. Su paso fue algo fugaz, ya que jugaría un campeonato y monedas. En su primera temporada colaboró para que el Tricolor no sufriera con el descenso, mientras que en el segundo fue fundamental para que hicieran una gran campaña, que no pudo ser rubricada con un ascenso debido a la reestructuración que se dio aquel año. El equipo finalizó segundo en su zona detrás de Defensores de Belgrano, que le ganaría la final a Tigre en cancha de Platense pero no ascendería. ¿La razón? Se debía jugar un reclasificatorio entre los dos primeros de cada grupo de Primera B y los tres últimos de cada grupo del Metropolitano de Primera División. Almagro pudo haber ascendido en la última fecha si vencía a Argentinos Juniors como local, pero el conjunto de La Paternal salió airoso de su visita a Villa Raffo y permaneció en Primera División. A lo largo de su estadía en Almagro, Onnis disputaría un total de 44 encuentros y anotaría 23 goles. La B le quedaba chica. Se lo disputaron varios equipos, pero finalmente sería Gimnasia y Esgrima La Plata el que lo contrataría.
Su arribo al Lobo generó expectativas y dudas por igual. Su condición de jugador de la B motivaba la desconfianza de aquellos que desconocían la categoría, mientras que unos pocos sostenían que era un diamante en bruto. Su debut en Gimnasia no sería para nada auspicioso: derrota 2 a 0 con Guaraní Antonio Franco por la Copa Argentina. El partido de vuelta contra los misioneros fue completamente diferente: el equipo platense igualó 4 a 4, con tres goles de Onnis. Ahí los hinchas comenzaron a ver que el pibe era cosa seria.
No obstante sus actuaciones, la campaña de Gimnasia durante el Metropolitano y el Reclasificatorio de 1969 no fue del todo buena. A lo largo de ese campeonato el Tano convertiría 17 goles en 35 encuentros. En el Metro ’70 la cosa fue un poco diferente: su rendimiento acompañó al del equipo, que a falta de cuatro fechas estuvo en el lote de arriba pero que a partir de allí se mancó y no volvería a obtener la victoria. En aquel torneo que se llevó Independiente, Onnis anotaría 13 goles en 18 partidos. Esa buena campaña del Tripero le permitió acceder al Nacional, donde dejó una huella que aún hoy es recordada por sus hinchas, tanto por el buen fútbol que desplegaba como por su desenlace final. Fue aquel equipo recordado como La Barredora.
Aquel equipo -que además de Onnis contaba con figuras como Hugo Orlando Gatti, Roberto Zywica, Ricardo Rezza y Roberto Gonzalo– terminó segundo en su zona detrás de Chacarita, lo cual le permitió acceder a las semifinales del torneo. El arribo a esa instancia.
fue casi dramática, ya que en la última fecha el Lobo jugaba con San Lorenzo, mientras que River -escolta del Funebrero – iba a Mendoza a enfrentar a Gimnasia. Si los de Nuñez perdían, quien saliera victorioso del encuentro entre Gimnasia y San Lorenzo ocuparía su lugar. Finalmente, el conjunto platense vencería al Cuervo y su homónimo mendocino haría lo propio con River. Era la gran oportunidad para acallar las cargadas de sus eternos rivales. Pero la ilusión se iría por los caños.
Un conflicto económico entre dirigentes y jugadores del Lobo terminó en una huelga por parte de éstos últimos. Nada menos que a punto de jugar la semifinal. En el partido de ida, nada pudo hacer ante Rosario Central y cayó por 3 a 0, sentenciando prácticamente la llave. La vuelta fue 0 a 0 en El Bosque. Se perdió una chance única. Onnis lo recordaba así en una entrevista al diario El Dia: “nos debían seis meses de sueldo y por ganar el partido contra Central teníamos premio. Viendo como estaba la situación, le pedimos al Presidente Oscar Venturino que nos pague lo adeudado y nosotros resignábamos aquel premio, pero nos dijo que no. Le presentamos una nueva propuesta pidiendo que nos abone al menos tres de los seis meses, pero también se negó. Nosotros esperamos hasta el final a ver si el hombre cedía, pero finalmente no fue así. Incluso nos puso a la gente en contra, nos querían matar. Nos dolió muchísimo a todos, pero su soberbia nos llevó a eso. Esa es la verdad de la historia”. Tras aquel Nacional -donde el Tano marcaría 16 goles en 18 encuentros- el equipo prácticamente se desmanteló.
Onnis permaneció en la institución Mens Sana un semestre mas, donde alcanzó a disputar el Metro ’71, y en el cual a Gimnasia no le fue nada bien, quedando en el 12º puesto. El rendimiento de su goleador tampoco fue como el de los campeonatos anteriores, marcando 9 tantos en 25 encuentros. Aún así, consiguió hacerse un nombre en nuestro fútbol y los equipos grandes comenzaron a tantear su situación. Los primeros en sacar ventaja fueron Independiente y River, quienes habían obtenido el permiso del club platense para negociar los números con él. Sin embargo, la casualidad hizo que el destino de Onnis fuera el fútbol europeo.
Durante el receso europeo de 1971, dirigentes del Stade Reims arribaron al país para ver en acción al Mono Obberti, figura de Newell’s Old Boys. El primer partido que presenciaron fue justamente frente a Gimnasia en 60 y 118, que tuvo como saldo la victoria local por 4 a 3. Esa tarde, Obberti anduvo muy bien e incluso anotó un gol, pero el que la rompió de verdad fue Onnis, quien anotó un doblete. Aún así, para los franceses el objetivo seguía siendo el jugador leproso. Tras unos meses de negociación, ambos clubes llegaron a un acuerdo, pero se encontraron con una traba: la esposa de Obberti se negó a trasladarse a un país con un idioma y costumbres diferentes. Esta situación echó por tierra la transferencia y los dirigentes del Stade Reims, desesperados por encontrar un crack que ocupe la vacante de ídolo que había dejado nada menos que Raymond Kopa parecía haber fracasado, hasta que uno de ellos recordó “a aquel delantero espigado y grandote, algo torpe pero que cabeceaba todo” que habían visto jugar en La Plata. Cuando Onnis escuchó la oferta, no se lo pensó dos veces.
El objetivo del Stade Reims era volver a estar en las principales posiciones, algo que no ocurría hace años, siendo la temporada 61-62 la última en la que obtuvo el título. Aquel torneo para el equipo del Marne no fue para nada bueno, ya que finalizaría 15º a tan solo cuatro puntos de los puestos de descenso. A pesar de eso, el rendimiento de Onnis fue descollante, convirtiendo 22 goles en 32 partidos por la Ligue 1 (quedando por encima de nombres como Lacombe o Angel Marcos).
En su segunda temporada el equipo estuvo por encima de las expectativas y terminó octavo, y aunque él anotó cinco goles menos con respecto al anterior campeonato, de acuerdo a las crónicas de la época “mejoró notablemente su juego al salir del área, asistiendo a compañeros tanto con el pie como de cabeza”. Aún con un año más de contrato con el Reims, una oferta tentadora se le apareció en el camino. Y poco tenía que ver el dinero o pelear campeonatos. A Onnis lo obnubiló la ciudad.
En su primer año en Francia, al Reims le había tocado visitar al AS Mónaco. El Tano quedó fascinado con el Principado, a tal punto que ese mismo día, al finalizar el partido, compró una postal y se la mandó a sus padres. En el reverso decía: “Si algún día el Mónaco me viene a buscar, si es necesario me voy caminando”. Cosas del destino: el equipo monegasco lo contrató para la temporada 73-74. La campaña debut con el Mónaco fue agridulce: evitó el descenso en la última jornada de manera prácticamente milagrosa, pero a su vez arribó a la final de la Coupe de France, ante nada menos que el Saint Etienne campeón de Liga, que tenía en sus filas a Osvaldo Piazza, Rocheteau y Santini. Onnis cumplió con su cuota goleadora, pero no alcanzaría para doblegar a un rival que se llevaría la victoria por 2 a 1. Ese año, el Tano marcaría un total de 36 goles en 40 encuentros, quedando cuatro goles por debajo del goleador del campeonato: un tal Carlos Bianchi, que curiosamente había llegado al Stade Reims para reemplazarlo tras su partida y con quien mantendría un duelo muy particular en la lucha por ser el máximo artillero casi todas las temporadas.
El siguiente campeonato, Onnis obtendría al fin el título de goleador campeonato al anotar 30 tantos en 37 encuentros. Los números no fueron mejores que el curso anterior, pero aprovechó al máximo la fractura de tibia y peroné que había sufrido Bianchi tras un partido con el PSG. En la temporada 75-76, cuando parecía que podía ser el despegue definitivo, todo salió mal y el club terminaría descendiendo a Segunda División. A pesar de los 29 goles anotados por Onnis, sería otra vez el Virrey quien se consagraría goleador con 34 tantos. El pasaje por la D2 sería efímero, ya que obtendría el ascenso de manera inmediata, quedando como subcampeón del Racing de Estrasburgo. Onnis marcaría 30 goles en 31 encuentros y sería el máximo anotador de la categoría. La vuelta a la Ligue 1 era una gran alegría, a pesar de no haber podido hacerlo como campeón. Sin embargo, nadie se imaginaría lo que ocurriría un año después.
Para la temporada 77-78 el Mónaco no hizo grandes incorporaciones. Mas bien todo lo contrario: optó por mantener la base del equipo que logró la vuelta a la Ligue 1. Tras un campeonato muy reñido, los de la Riviera obrarían el milagro: ascenso y campeón de liga en dos años. Onnis tocaba el cielo con las manos y se alzaba con el trofeo de Le Championnat, pero el título de goleador nuevamente le fue esquivo: sus 29 tantos estuvieron lejos de los 37 de Bianchi.
La temporada siguiente a la obtención de la Liga el Mónaco terminó en cuarta posición, a doce puntos del campeón, Racing de Estrasburgo. En su regreso a la Copa de Campeones de Europa tampoco le iría bien, quedando eliminados en dieciseisavos de final frente al Malmö. Onnis marcaría 22 goles en aquel torneo, quedando nuevamente a las puertas de título de goleador, que como no podía ser de otro modo quedó en manos de Bianchi. Con más de 30 años, su constancia y presencia en las redes rivales seguía vigente.
En la siguiente temporada su equipo volvería a repetir el cuarto lugar, pero para Onnis ese año sería inolvidable, ya que lograría obtener por fin el título de goleador (compartido con el alemán Kostedde, marcando ambos 21 goles) y además obtendría un nuevo título, al vencer en la final de la Coupe de France al Orleans por 2 a 1. Recibido como verdadero ídolo en el Principado, los números que llevaba hasta allí eran tremendos: 223 goles en 278 encuentros oficiales. Sin embargo, tras esa temporada se encontró con una sorpresa: los dirigentes del club le querían buscar reemplazante, ya que consideraban que su mejor época estaba por llegar a su fin y querían traer sangre joven, más precisamente a Hans Krankl, aquel goleador infalible con pasado en el Barcelona. Durante sus últimos meses de contrato, los dirigentes lo esquivaban a la hora de renovar el vínculo ya que preferían al goleador austriaco. Cuando éste rechazó el ofrecimiento, fueron corriendo a los pies de Onnis, quien ya estaba enterado de lo sucedido. “Fracasaron y cuando vinieron a mí, me acercaron un contrato de tan solo un año. Fue hiriente, se me rieron en la cara”, recuerda el Tano. “El Tours me ofreció el triple de dinero. Al dejar Mónaco, mi esposa y yo lloramos como dos niños”.
La llegada de Onnis al FC Tours fue toda una revolución para una ciudad que jugaba en la máxima categoría por primera vez en su historia. Si bien se puede presuponer que el Tano terminó jugando allí por la cantidad de dinero que le ofrecían, la verdad de la milanesa era otra: quería demostrar que estaba vigente. El desafío era doble jugando en un equipo debutante, pero el goleador se despachó con 24 goles que le permitirían salvar del descenso al equipo y recibirse nuevamente como goleador del campeonato.
La segunda temporada fue la mejor del equipo en su corto paso por la máxima categoría del fútbol francés, logrando un 11º puesto. Onnis repetiría la hazaña de ser goleador del campeonato -esta vez con 29 goles- aventajando al polaco Szarmach y al enorme Michel Platini, quien disputaría su último año en Saint Etienne antes de partir a Juventus. Al arribar a Italia, al crack francés le preguntaron cómo podía ser que habiendo sido campeón de todo nunca había sido goleador del campeonato. Con cara de pocos amigos, respondió: “Era imposible teniendo que competir con dos monstruos como Bianchi y Onnis”. Pavada de elogio. Lamentablemente para él, su última temporada en Tours no fue la mejor: sólo convirtió 11 goles y su equipo descendería. Pero no estaba dispuesto a irse del fútbol de esa manera.
Sporting Toulon fue su siguiente destino. El club había ascendido de Tercera a Primera en tan sólo cuatro años, volviendo a jugar en la máxima categoría tras 24 temporadas. En su arribo, en la conferencia de prensa el goleador fue claro: “Este será el cementerio del elefante”. Sin duda que lo era, porque a pesar de su edad no se olvidó como mandarla adentro del arco. Con 36 años volvería a consagrarse máximo anotador del campeonato, marcando 21 goles en 36 encuentros.
En la temporada 84/85 lo de Toulon fue excepcional, terminando en un glorioso sexto puesto. La temporada 85/86 sería la última de Monsieur But, como lo apodaron en tierras galas. Con 38 años y una lesión traicionera a cuestas, se retiraría el 1º de Marzo de 1986, en una victoria frente al Nancy por 1 a 0 con gol de otro argentino, Victor Rogelio Ramos.
Onnis cerró su carrera con unos números tremendos: 461 goles en 707 partidos. En Francia su nombre es sinónimo de gol, ya que allí marcaría 381 goles en 564 encuentros. Las diferentes regulaciones -algunas expresas y otras no tanto- le impidieron jugar para alguna selección nacional: en la de Argentina no pudo hacerlo ya que estaba vetada la convocatoria a jugadores del exterior (cosa que después no terminó siendo cumplido a rajatabla) y en la de su país natal estaban vetados los jugadores que poseían otra nacionalidad. Hoy pasa el tiempo entre Francia y Argentina, donde pocos saben de sus logros. A él parece no importarle. Sea como fuere, a ambos lados del Atlántico sigue siendo recordado.
(*) Periodista / Abrí la Cancha
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