LA PATADA VOLADORA DE ERIC CANTONA
"Cuando las gaviotas siguen al pesquero, es porque piensan que las sardinas serán arrojadas al mar".
Estas fueron las únicas palabras que pronunció el francés Eric Cantona en marzo de 1995 tras ser sentenciado a 120 horas de trabajo comunitario por su agresión a un aficionado.
Había ocurrido dos meses antes, la tarde del 25 de enero.
El futbolista francés jugaba con su equipo, Manchester United, frente a Crystal Palace en el sur de Londres, cuando fue expulsado por una acción violenta sobre el defensor Richard Shaw.
Escoltado fuera de la cancha, los aficionados locales comenzaron a increpar a Cantona como suele ser habitual, pero hubo uno que captó la atención del francés.
Matthew Simmons había bajado once filas hasta ubicarse al borde del campo. Desde allí se dirigió directamente al futbolista con insultos que varían en su naturaleza según la fuente, pero que detonó toda la furia interior del explosivo delantero.
Cantona saltó por los aires y conectó una patada de arte marcial en el pecho de Simmons. Luego vino una seguidilla de golpes hasta que lograron aguantarlo.
Fue un impulso, un segundo de ira, una imagen que quedó congelada en el tiempo.
Esa acción, que conmocionó el mundo del fútbol, marcó la vida de Eric Cantona, tanto como jugador como en su singular mundo fuera de la cancha.
Cantona nació en el distrito de Caillols en Marsella, en la costa sur de Francia. Allí creció en una casa rural construida alrededor de una cueva a los pies del macizo de la Saint Baume.
Tras pasar su infancia en el campo, Cantona comenzó su peculiar relación de amo y odio con el fútbol. Genio con la pelota, el volátil carácter de la persona estuvo cerca de destruir su carrera como futbolista.
La lista de incidentes comenzó a crecer: tiró la camiseta de su equipo al suelo en un partido de caridad, arrojó sus zapatos a un compañero y reaccionó a una decisión de un árbitro lanzándole el balón.
Suspendido, Cantona decidió alejarse del mundo del balón y se refugió en las playas de Camargue, ocupando el tiempo leyendo, pintando y escuchando la música de, según dijo, Leo Ferre y William Sheller.
La oportunidad de resurgir su carrera apareció en Inglaterra, tras la intervención de sus compatriotas Michel Platini y Gerard Houllier.
En enero de 1992 fichó por Leeds United, pero fue a final de ese año cuando se produjo el traspaso que cambió para siempre el fútbol inglés.
Cantona llegó a Manchester United y se convirtió en el talismán de Alex Ferguson, la chispa que detonó los títulos que se multiplicaron durante dos décadas bajo la dirección del técnico escocés.
Tal fue la influencia del "Rey Eric" que incluso después de la patada que lo alejó de las canchas por ocho meses su presencia se siguió sintiendo en el vestuario de Old Trafford.
Roy Keane, quien heredó la cinta de capitán, contó que en una ocasión los jugadores pusieron sus cheques por valor de US$1.400 en un sombrero. El último nombre en salir se llevaría todo el pote.
El ganador fue Cantona, pero en lugar de quedarse con el dinero, unos US$25.000 en efectivo, lo repartió mitad y mitad entre Paul Scholes y Nicky Butt, jugadores que pese a formar parte de las inferiores tuvieron el coraje de participar.
David Beckham, por ejemplo, no lo hizo.
Cantona no pasa desapercibido, sea por su tamaño, comportamiento o palabras.
Tras anunciar su retiro en 1997, el francés se dedicó a la actuación y a jugar torneos de fútbol de playa, e incluso llegó a representar a Francia internacionalmente.
Frente a las cámaras, Cantona participó en "Elizabeth" junto a Cate Blanchett y se representó a sí mismo en "Buscando a Eric".
"Me siento mucho más contento en el mundo de la imaginación", reconoció en una ocasión. "Tal vez haya una elemento de alejarme de la realidad".
Apasionado lector, Cantona también ha colaborado con Amnistía Internacional y ha criticado abiertamente a los bancos y a la FIFA, especialmente la elección de Qatar como sede del mundial de 2022.
Mucha agua ha pasado por debajo del puente de la vida de Cantona desde aquella patada a Simmons, una acción que colocó al futbolista francés en el centro de atención del mundo del fútbol, una vitrina que aprovechó para mostrar una cara diferente de su rebeldía
De allí su línea sobre las gaviotas y las sardinas, que dio más fuerza a su imagen de ser un hombre complejo, misterioso y pensador.
Pero que después de unos años se supo fue construida sólo unos minutos antes de salir a enfrentar a la prensa junto a su agente y un miembro de seguridad de Manchester United.
Por algo el periodista británico Jim White, del Daily Telegraph, consideró en su momento que más que buscarle un significado rebuscado se trataba de una simple metáfora.
"Lo que implicó es que la prensa eran las gaviotas y que él (Cantona) era el bote que ellos estaban siguiendo".
FUENTE: BBC.COM
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