El Sociedade Esportiva Palmeiras de la década de los 90 fue uno de los mejores equipos de la historia del fútbol sudamericano. Nombres como los de Djalminha, Cafú, Álex, Müller, Velloso, Roberto Carlos, Zinho, Mazinho, César Sampaio, Edílson, Evair, Carlos Zago, Luizão, Viola, Edmundo, Rivaldo, Freddy Rincón o Flávio Conceiçao, entre muchos otros, hicieron soñar como nunca a la afición del Verdão.
Pese a su reconstrucción tras la consecución del segundo Brasileirão consecutivo (1993 y 1994), el Palmeiras seguiría llenando sus vitrinas. A esos dos títulos de la Serie A brasileña se le sumarían, antes y después, una Copa de Brasil (1998), una Copa Libertadores de América (1999), una Mercosur (1998), tres Paulistas (1993, 1994 y 1996) y un Torneo Río-São Paulo (1993).
La fama de su potencial mediático y deportivo también le sirvió para dar la vuelta al mundo disputando infinidad de torneos amistosos. Ganó dos Copas de Euro-América, una Copa de Nagoya, una Copa Brasil-Italia, un Torneo Lev-Yashin, un Trofeo Naranja o una Copa da Amizade. El propio Fabio Capello declaró en alguna ocasión que consideraba a ese Palmeiras estaba entre los cinco mejores equipos del mundo que había conocido e incluso Roberto Carlos recuerda aquel conjunto como «más galáctico que el Real Madrid de los Galácticos».
«En cada convocatoria de Brasil había ocho jugadores del Palmeiras. Éramos una selección», recuerda Antonio Carlos Zago. «Parmalat hizo un esfuerzo muy grande. Invirtió mucho dinero para fichar a los mejores jugadores, tanto en el Palmeiras como en el Parma. El equipo estaba construido para ganar», prosigue el excentral.
De esa gran camada de jugadores, los dos que más lejos llegaron fueron sin duda Roberto Carlos y Rivaldo, del primero el excentral tiene un gran recuerdo. «Los dos llegamos juntos. Él, por entonces, ya era diferencial. Luego se marchó al Inter y al Real Madrid y se consagró como uno de los mejores de todos los tiempos en su puesto». Sobre Rivaldo, Balón de Oro en 1999, afirmó lo siguiente: «llegó después de la salida de Edílson. Vino junto a otros dos jugadores después de hacer una buena temporada con el Mogi Mirim, pero desde el principio se veía que él era el que más calidad tenía, el más completo. Se entendía muy bien con Zinho y luego, al igual que Roberto Carlos, se convirtió en uno de los mejores del mundo».
Prácticamente, todas las formaciones de aquel Palmeiras podrían haber confeccionado una selección brasileña más que competitiva, con un estilo de juego que conectaba con la tradición clásica brasileña, y por su ataque más que demoledor. El éxito radicó, en buena medida, en el saber hacer de sus entrenadores que supieron administrar los egos y las disputas personales de un vestuario explosivo donde abundaban los galones y escaseaban los soldados rasos. Estos fueron Émerson Leão (1989-1990), Marcos Falopa (1990-1991), Nelsinho Baptista (1991-1992), Otacílio Gonçalves (1992-marzo de 1993), Vanderlei Luxemburgo (abril de 1993-1994 y 1995-1996) y Luiz Felipe Scolari (1997-2000).
No hay que olvidar que el equipo paulista antes de aquella década dorada estuvo inmerso en una crisis de títulos y juego que duró prácticamente 20 años. Su último campeonato liguero constaba de 1973, mientras que su último Paulista lo conquistó en 1976. Para más inri, tenía que ver como sus equipos vecinos y rivales llenaban sus vitrinas de trofeos, ya que tanto Corinthians como el São Paulo de Telê Santana eran grandísimos equipos a nivel mundial. Hay que destacar que el punto de inflexión llegó el año 1990, ese curso el Corinthians conquistó el primer Brasileirão de su historia y el club tocó fondo, lo que hizo a sus directivos buscar un golpe económico definitivo para cambiar la deriva derrotista.
Todo cambió, en especial, a partir del abril de 1992, cuando la multinacional italiana Parmalat llegó a un acuerdo de patrocinio con la entidad paulista. Con José Carlos Brunoro, hombre fuerte de Parmalat, al frente de las negociaciones el equipo brasileño salió desesperado a buscar refuerzos de peso de cara el siguiente año, y el gran favorito era Diego Armando Maradona, que cumplía una sanción de quince meses de suspensión por doping.
El plan de Parmalat era negociar con el Napoli para obtener la cesión de Maradona durante una temporada y después cumplirle el sueño de volver a vestir la camiseta del equipo de sus amores, Boca Juniors, que desde agosto de 1992, también contaba con el auspicio de la compañía de productos lácteos. Era un negocio redondo para Palmeiras, para Boca, para el jugador e incluso el Napoli. En Italia, Brunoro falló ante la oferta del Sevilla. Si bien el Verdão ofrecía dos millones y medio de dólares menos que los españoles (5,5 palos contra 8), los pondría uno arriba del otro en efectivo.
Con el aval de Parmalat, el negocio estaba 50% concretado. Solo restaba convencer a Maradona, al que le tiraba más volver a La Liga que irse a Brasil, a pesar de que Zico también hizo lo posible para convencerlo. Así fue que a comienzos de septiembre de 1992, el director de deportes del equipo paulista aterrizó en Ezeiza para hablar mano a mano con Diego. “Maradona era un deseo de Parmalat. Hicimos el contacto a través de nuestra filial en Argentina, pero solamente nos recibió su representante. Maradona no quiso hablar con nosotros porque decía que no jugaría en Brasil”, contó el propio Brunoro más de una década después. La novela, ya se sabe, terminó con un breve paso del 10 por Sevilla, dirigido otra vez por Carlos Salvador Bilardo.
En 1993 el Palmeiras ganó prácticamente todo lo que disputó, cayendo únicamente en la tanda de penaltis de los cuartos de final de la copa brasileña ante el Grêmio. Salió victorioso del Brasileirão, del Campeonato Paulista y del Torneo Río-São Paulo. De la mano del técnico Vanderley Luxemburgo y con la llegada de nuevos fichajes de renombre como Edmundo, Roberto Carlos o Edílson, el Verdão ganó la liga tras 16 años de sequía, con únicamente dos derrotas en su casillero, y ganando en la final al Vitória por un parcial de 3-0 en los dos encuentros.
La temporada siguiente se mejoró el equipo y se mantuvo el nivel ofrecido en la campaña anterior. Se unieron Rivaldo y Flávio Conceição, y se repitió éxito en la liga y en el Paulista. En la final del Brasileirão destacó Rivaldo, que con tres goles en los dos partidos ante el Corinthians se erigió en la gran estrella de un equipo que solamente falló en la Copa Libertadores. Allí cayó en octavos contra el São Paulo y en la fase de grupos goleó a Boca Juniors (6-1) y al campeón Vélez Sarsfield (4-1). Desde principios de los años 70 el Palmeiras no ganaba dos campeonatos brasileños consecutivos ni cosechaba tantos éxitos.
A partir de entonces, el Palmeiras no supo mantener el mismo nivel, en parte por las numerosas bajas que sufrió. Mazinho fichó por el Valencia, Roberto Carlos dio el salto al Inter de Milán, Edílson hizo lo propio con el Benfica, Edmundo cambió São Paulo por Río al firmar con el Flamengo, y Sampaio y Evair se mudaron a Japón. Además Luxemburgo, que fue reemplazado por Carlos Alberto Silva, técnico con experiencia en Portugal y Japón y que al año siguiente probaría suerte en La Coruña, se fue antes de volver a enderezar el rumbo tan solo un año después de su marcha.
El 1995 fue un año en blanco, perdiendo la final paulista ante el Corinthians en la prórroga y terminando en el quinto lugar en el campeonato nacional. En la Copa Libertadores a punto estuvo de lograr una verdadera hazaña. En cuartos quedó emparejado con el Grêmio, con el que le unía una intensa rivalidad en los últimos años, que le endosó un 5-0 en la ida con dos jugadores del Palmeiras expulsados. La vuelta se esperaba como un mero trámite, y más tras adelantarse el Grêmio a los ocho minutos por medio de Jardel. Al final, victoria del Palmeiras por 5-1 con dos goles de Cafú, que jugó de centrocampista, y con los de Porto Alegre pidiendo la hora.
Con la vuelta de Luxemburgo en 1996, el Palmeiras firmó un Campeonato Paulista de ensueño, logrando el mejor registro de un equipo en la era profesional en la historia de la competición al conseguir 83 puntos de 90 posibles, un 92,2% de los puntos disputados, y la friolera de 102 goles en 30 partidos. El segundo clasificado, el São Paulo, se perdió a 28 puntos de distancia. En la final el equipo alviverde ganó fácilmente al Santos, al que había machacado en su casa tres meses antes por 0-6, y cerró un campeonato para enmarcar. Luizão fue el máximo goleador del equipo con 22 goles (a dos del pichichi del torneo Giovanni del Santos), seguido de los 18 de Rivaldo y de los 15 de Djalminha y Müller. Al año siguiente, Carlos Alberto Silva juntó en La Coruña a Rivaldo, Conceição, Djalminha y Luizão, coincidiendo todos en plantilla únicamente en el Trofeo Teresa Herrera de 1997.
En 1998 el Palmeiras ganó la Copa de Brasil y la Copa Mercosur, y en 1999 por fin la tan esperada Copa Libertadores con Luiz Felipe Scolari al mando del club. La final de aquel torneo la disputó con el Deportivo Cali de Colombia.
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