ANGEL TRAVESINO EL DE LOS GOLES IMPORTANTES
“¿Cómo estoy en cuarentena? (Risas) como gato enjaulado, caminando por las paredes. Uno sale y hace lo justo y lo que corresponde, pero después sobra mucho tiempo. Y claro que se extraña el día a día y en mi caso, ver a los chicos de la escuelita de fútbol y el salir a realizar otras actividades. En casa miramos tele, charlamos, pero ya no hay más que contar y ¡mucho menos cosas de mi pasado que ya saben de memoria!”, arrancó el diálogo el puntano, nacido en Arizona, San Luis, hace 70 años, el 30 de noviembre de 1949 y que desde pibe, a los 8 años arribó a Roca, ciudad que lo considera un roquense más desde hace mucho tiempo.
Y cuando habla de la escuelita de fútbol, es la que conduce desde 2001 y que tiene a un centenar de chicos de diferentes divisiones, con la categoría 2009 como la más grande.
“En el año 2000 me recibí de entrenador, en Roca, en la primera camada de egresados y también fui profesor de estrategia y táctica dos años. Varios amigos e hijos de ellos, que ya tenían chicos para jugar, me decían que ponga la escuela y me insistían, pero yo no me sentí preparado. Cuando tuve todo, más o menos, estudiando y la idea más clara, me animé y arrancamos”, contó Ángel, esposo hace 43 años de María Gladys Bertuzzi y padre de cinco hijos.
La llegada a Roca, con el objetivo de progresar en el trabajo y el estudio
Los primeros pasos de la vida, Ángel los dio en Arizona, en el campo, viendo a papá y mamá tratando de prosperar con el mismo y el aserradero que también era parte del proyecto familiar. Pero, cuestiones económicas y del momento político, hicieron pensar en otro horizonte, en otro rumbo.
“Era chico, pero recuerdo que fue en 1957 cuando se tomó la decisión de venir a la Patagonia, a Roca. En el campo se trabajaba la madera para el aserradero, en el que mi papá era socio de mi abuelo y las cosas no andaban bien. Creo que fue el momento político, el aspecto económico y todo ello hizo que mis padres se replantearan las cosas. En especial, el tema del estudio, tenía por entonces dos hermanas más grandes y luego venía yo y querían que tengamos un futuro con estudio ¿Por qué Roca? Acá estaba un hermano de mi padre, que estaba trabajando en una empresa vial y la cual tenía la concesión del trabajo de hacer la Ruta 22, de Roca a Cervantes. Y vinimos. Papá vino como motorista y la empresa nos dio una casa, de esas prefabricadas, de madera, que estaba en Maipú y Artigas y que luego siguió estando ahí y con cambios quedó para mi madre. Luego mi papá compró un terreno en calle Alsina, no muy lejos de ahí, pero más cerca de la ruta 22. Allí trasladó la casa. Te imaginas: estaba nuestra casa y hacía el lado de la ruta no había nada (risas)”, relató Travesino sobre sus primeros pasos en suelo roquense.
Por supuesto, “Nene” y sus hermanas, a estudiar. “Arranqué en la Escuela 32, allí fue la primaria y luego la secundaria la comencé en el Colegio Nacional, en calle Mitre, lo que hoy es el lugar de enseñanza para recibirse de maestro y profesor, en cercanías del club Del Progreso. El fin de mis padres era que sus hijos estudiaran, pero no terminamos. Mis hermanas dejaron y yo hice 1º y 2º año y dejé porque el fútbol me atrapaba”, siguió contando Ángel.
Claro que el dejar de estudiar no gustó en casa. “Nooo, mis padres no querían saber nada y estuve en penitencia y con retos. Tenía 14-15 años y ya me iba bien en Tiro Federal, pero el castigo duró un tiempo. Me levantaban a las 7.30, me daban el desayuno y a salir de casa, a buscar a trabajo. Yo daba algunas vueltas, pero lo que menos hacía era buscar trabajo. Imagínate que venía de Arizona, de unos 400 habitantes y por entonces Roca era como venir a Buenos Aires”, confesó, con alguna sonrisa de por medio, el gran delantero que jugó en varios clubes de Río Negro, Neuquén y Mendoza.
“¿Un gol a elegir? Varios y siempre tuve la suerte de estar en el lugar justo. No me gusta decirle hoy a los chicos que tiene que hacer un nueve y como moverse porque cada instante es diferente y muchas veces yo tuve la suerte de estar en el lugar justo, el indicado y que la pelota venga a mí. El gol vino a buscarme”, afirmó “Nene” antes de contar esos inolvidables festejos luego de ver que sus remates o cabezazos superaron al golero rival
“La cuento porque trascendió y muchos la saben. Y además pasaron más de 40 años (risas). En un entrenamiento le estaban pegando mucho a Rolito Revelante, que era chico, un pibe tremendo y que estaba creciendo. Le pegaron fuerte y yo le digo a Cepeda que aflojen, lo reté y Carlitos me respondió con un insulto. Saqué el derechazo cortito y le pegué en el rostro, en la nariz, con tal mala suerte que le fracturé el tabique y no pudo jugar por más de tres partidos. Lo veía con la nariz toda rota y me sentía muy mal porque no fue la intención. Es hoy, que pasaron más de 40 años, que lo cruzo a Carlitos y le pido perdón. Hoy es una anécdota, en ese momento me quería matar en el club, me quería echar por lo que había hecho”, cerró con una sonrisa.
El mejor equipo en el que jugó: “Deportivo Roca de 1975, 1976, con Batalla, Tomasito del Ciotto, el Ojudo Castro. Era un equipo con mucha generación de fútbol”.
Un compañero: “un compañero y amigo, el Monito Ortiz, lateral izquierdo en el Depo”.
Un club rival: “Cipolletti, siempre era lindo y especial”.
Un jugador rival”: “Lo tuve enfrente y como campañero, Jorge Indio Solari Gil, un gran defensor y una mejor persona. Espectacular tipo. Duro en la cancha, pero una excelente clase de persona adentro y afuera”.
Un recuerdo triste: “Nunca por un resultado, una campaña o un partido. Siempre fue por algo malo en el club o con algún dirigente que no cumplió con lo arreglado, con un pago, con un pase. Cosas que pasan y uno aprende a como son en realidad esas personas”.
¿Siempre delantero? “Siempre, salvo ahora (risas). Ya con 70 años me ponen de 8 ó 10 porque veo mejor la jugada y puedo poner el pase entre líneas a los delanteros”, concluyó el estimado “Nene” Travesino.
La charla da para más. Mucho más. Pero no faltará la chance para volver a convocarlo al diálogo, invitarlo al recuerdo y hacerle revivir una campaña espectacular junto al deporte que lo apasiona.
Travecino dio sus primeros pasos en el club Tiro Federal y afianzado en primera, jugó en 1967, 1968, 1969 y 1970. En ese mismo 1970 estuvo en Sol de Mayo de Viedma, en 1971 y 1972 regresó a Tiro Federal y en 1973 viajó a Mendoza para sumarse a Gutiérrez Sport Club. En 1974 defendió los colores de Unión Alem Progresista y ya en 1975 fue uno de los primeros jugadores que tuvo Deportivo Roca, jugando con el “naranja” en 1976 y 1977, año en el que también fue refuerzo de Independiente de Neuquén jugado un Regional Clasificatorio.
En 1978 llegó a Choele Choel para reforzar a Sportsman, en 1979 volvió a jugar para Deportivo Roca y 1980 también se puso la camiseta de Alianza de Cutral Co. Los tramos finales de su carrera lo tuvieron jugando en 1981 en San Martín de Cipolletti y luego de superar una dura lesión, fractura de tibia y peroné, que le impidió jugar en 1982, se vistió de Argentinos del Norte, en 1983 para jugar sus últimos encuentros oficiales. (TodoRoca)
por Adrián Hernández
Siempre está predispuesto al diálogo, sin importar el tema y en esta ocasión, lo acepta en la mañana del Viernes Santo. Con tono tranquilo, su habitual amabilidad y con ganas de responder a todo, Ángel “Nene” Travesino acepta la invitación para repasar, desde casa y en charla telefónica, una vida llena de goles, logros, alegrías, desafíos y grandes momentos, dentro y fuera de una cancha.
“¿Cómo estoy en cuarentena? (Risas) como gato enjaulado, caminando por las paredes. Uno sale y hace lo justo y lo que corresponde, pero después sobra mucho tiempo. Y claro que se extraña el día a día y en mi caso, ver a los chicos de la escuelita de fútbol y el salir a realizar otras actividades. En casa miramos tele, charlamos, pero ya no hay más que contar y ¡mucho menos cosas de mi pasado que ya saben de memoria!”, arrancó el diálogo el puntano, nacido en Arizona, San Luis, hace 70 años, el 30 de noviembre de 1949 y que desde pibe, a los 8 años arribó a Roca, ciudad que lo considera un roquense más desde hace mucho tiempo.
Y cuando habla de la escuelita de fútbol, es la que conduce desde 2001 y que tiene a un centenar de chicos de diferentes divisiones, con la categoría 2009 como la más grande.
“En el año 2000 me recibí de entrenador, en Roca, en la primera camada de egresados y también fui profesor de estrategia y táctica dos años. Varios amigos e hijos de ellos, que ya tenían chicos para jugar, me decían que ponga la escuela y me insistían, pero yo no me sentí preparado. Cuando tuve todo, más o menos, estudiando y la idea más clara, me animé y arrancamos”, contó Ángel, esposo hace 43 años de María Gladys Bertuzzi y padre de cinco hijos.
En el preciso momento que se viene el recorrido por su vida, interrumpe y se anticipa. “Ya sé. Me vas a preguntar de donde viene el apodo y la verdad es que de toda la vida. Siempre, desde chico, me dijeron Nene. Igual acá hay dos o tres que se adjudican que ellos empezaron a llamarme así (risas). Ellos dicen que arrancó con el fútbol, pero ya en San Luis me decían así. ¿Otro apodo? Y por mi forma de hacer, de hacer locuras, para varios fui el Loco”, agregó el hijo de Héctor (fallecido hace 50 años) e Irma (con 91 años cumplidos). Sus padres se llevaban 20 años de diferencia: Ángel nació con papá cumpliendo 40 y mamá 20.
La llegada a Roca, con el objetivo de progresar en el trabajo y el estudio
Los primeros pasos de la vida, Ángel los dio en Arizona, en el campo, viendo a papá y mamá tratando de prosperar con el mismo y el aserradero que también era parte del proyecto familiar. Pero, cuestiones económicas y del momento político, hicieron pensar en otro horizonte, en otro rumbo.
“Era chico, pero recuerdo que fue en 1957 cuando se tomó la decisión de venir a la Patagonia, a Roca. En el campo se trabajaba la madera para el aserradero, en el que mi papá era socio de mi abuelo y las cosas no andaban bien. Creo que fue el momento político, el aspecto económico y todo ello hizo que mis padres se replantearan las cosas. En especial, el tema del estudio, tenía por entonces dos hermanas más grandes y luego venía yo y querían que tengamos un futuro con estudio ¿Por qué Roca? Acá estaba un hermano de mi padre, que estaba trabajando en una empresa vial y la cual tenía la concesión del trabajo de hacer la Ruta 22, de Roca a Cervantes. Y vinimos. Papá vino como motorista y la empresa nos dio una casa, de esas prefabricadas, de madera, que estaba en Maipú y Artigas y que luego siguió estando ahí y con cambios quedó para mi madre. Luego mi papá compró un terreno en calle Alsina, no muy lejos de ahí, pero más cerca de la ruta 22. Allí trasladó la casa. Te imaginas: estaba nuestra casa y hacía el lado de la ruta no había nada (risas)”, relató Travesino sobre sus primeros pasos en suelo roquense.
Por supuesto, “Nene” y sus hermanas, a estudiar. “Arranqué en la Escuela 32, allí fue la primaria y luego la secundaria la comencé en el Colegio Nacional, en calle Mitre, lo que hoy es el lugar de enseñanza para recibirse de maestro y profesor, en cercanías del club Del Progreso. El fin de mis padres era que sus hijos estudiaran, pero no terminamos. Mis hermanas dejaron y yo hice 1º y 2º año y dejé porque el fútbol me atrapaba”, siguió contando Ángel.
Claro que el dejar de estudiar no gustó en casa. “Nooo, mis padres no querían saber nada y estuve en penitencia y con retos. Tenía 14-15 años y ya me iba bien en Tiro Federal, pero el castigo duró un tiempo. Me levantaban a las 7.30, me daban el desayuno y a salir de casa, a buscar a trabajo. Yo daba algunas vueltas, pero lo que menos hacía era buscar trabajo. Imagínate que venía de Arizona, de unos 400 habitantes y por entonces Roca era como venir a Buenos Aires”, confesó, con alguna sonrisa de por medio, el gran delantero que jugó en varios clubes de Río Negro, Neuquén y Mendoza.
La relación con el fútbol comenzó al poco tiempo de llegar a Roca. “No en Arizona no jugaba y acá se dio como se da en la infancia, en la calle, con los chicos vecinos. Era el potrero. Y luego fue la escuela. Lo mío siempre fue el fútbol, pero en los recreos nos poníamos a saltar en largo y no me iba mal (risas). Había concursos, no eran Olímpiadas ni se practicaba para ello, pero lo hacía bien. Igual, el fútbol era lo que me gustaba y uno iba creciendo y me llamaron desde el colegio Domingo Savio para sumarse al equipo, a mí y otros chicos del barrio. Era juntarse en la canchita que estaba atrás de la Iglesia y jugar allí como también en los encuentros de baby fútbol que se realizaban en donde estaba antes la sede del Depo en calle Belgrano, también en Círculo Italiano. No eran muchos los equipos, pero siempre había actividad”, contó Ángel.
Y un día llegó el club Tiro Federal a su vida. “Tenía como 12 años y me hablaron de una prueba de jugadores. No había inferiores como se conoce hoy. Creo que había quinta, cuarta, reserva y primera, pero tenía la chance de sumarme. Se fueron armando los equipos y en lo que hoy es Ciudad Judicial, había un baldío inmenso donde se armaba el gran torneo y allí íbamos nosotros a representar a Tiro Federal, pero nos apropiamos del nombre porque el club no tenía formativas. Recién estaba inaugurado el hospital y allí cerca se jugaba”, no dejó de hacer trabajar a la memoria el gran “Nene”.
Y un día llegó el club Tiro Federal a su vida. “Tenía como 12 años y me hablaron de una prueba de jugadores. No había inferiores como se conoce hoy. Creo que había quinta, cuarta, reserva y primera, pero tenía la chance de sumarme. Se fueron armando los equipos y en lo que hoy es Ciudad Judicial, había un baldío inmenso donde se armaba el gran torneo y allí íbamos nosotros a representar a Tiro Federal, pero nos apropiamos del nombre porque el club no tenía formativas. Recién estaba inaugurado el hospital y allí cerca se jugaba”, no dejó de hacer trabajar a la memoria el gran “Nene”.
Claro que no todo era jugar y ganar los puntos en la cancha. Había una “motivación extra” para sumar puntos en el mencionado torneo. “Para jugar había que ir a misa. Creo que muchos conocieron al cura Videla, quien armaba los torneos. Y para que todos vayan a misma puso la regla de los dos puntos de bonificación, además de los del partido, por ir a misa. Creo que como mínimo, siete jugadores debían ir a misa. Llegabas a misa, un señor te marcaba con un sello en la mano a las 9 y un rato después de misa nos íbamos a jugar y contaban los sellos (risas). Era una alegría juntarnos e ir a misa para sumar dos puntos más. Me pasaban a buscar y era ir a misa y de allí enseguida a la cancha”, agregó quien el 2 de marzo de 1997, en el “Luis Maiolino” y la camiseta de Deportivo Roca le marcó un gol a Hugo Orlando Gatti en la visita del seleccionado argentino, en la previa al Mundial de 1978.
Con 14 años, Ángel se afianzó en Tiro y su apellido se fue haciendo conocido, por compañeros y rivales. Se afianzó en cuarta, subió a reserva y ya entre 1966 y 1967 era, con solidez, uno de las fijas en el ataque de ese inolvidable club. En ese mismo 1967 sumó su primer gran festejo como campeón.
“Teníamos una cuarta rabiosa, imparable. Yo llegué a hacer entre 6 y 8 goles por partido y con todo respeto lo digo, no teníamos rivales. Luego pasé a Reserva y me siguió yendo bien, seguí como goleador. Recuerdo que terminó la Liga Mayor y como se fueron los chicos que habían venido de afuera, el plantel de primera quedó corto y fueron subiendo jugadores. En mi caso, creo que el debut en reserva fue en Regina, reemplazando a Osvaldo Gil, el 9 de ese equipo y ya me quedé. Y ya entre 1965, 1966 y 1967 tenía mi lugar en primera. Fueron grandes años y como olvidar que en ese 1967 logré mi primer título”, remarcó ese delantero de 1,67 metros que brillaba en la cancha que Tiro tenía ubicada sobre la Avenida Roca.
“Esa cancha era chica, pero preciosa. Tenía una Visera sobre la tribuna, hermosa y abajo tenía una gran construcción que era para una pileta, amplia, pero nunca fue pileta y nunca nadie supo decirme quien la construyó. Era una cancha hermosa, uno se sentía muy bien jugando de local en ese escenario y con el respaldo de la gente”, siguió repasando Ángel.
Con 14 años, Ángel se afianzó en Tiro y su apellido se fue haciendo conocido, por compañeros y rivales. Se afianzó en cuarta, subió a reserva y ya entre 1966 y 1967 era, con solidez, uno de las fijas en el ataque de ese inolvidable club. En ese mismo 1967 sumó su primer gran festejo como campeón.
“Teníamos una cuarta rabiosa, imparable. Yo llegué a hacer entre 6 y 8 goles por partido y con todo respeto lo digo, no teníamos rivales. Luego pasé a Reserva y me siguió yendo bien, seguí como goleador. Recuerdo que terminó la Liga Mayor y como se fueron los chicos que habían venido de afuera, el plantel de primera quedó corto y fueron subiendo jugadores. En mi caso, creo que el debut en reserva fue en Regina, reemplazando a Osvaldo Gil, el 9 de ese equipo y ya me quedé. Y ya entre 1965, 1966 y 1967 tenía mi lugar en primera. Fueron grandes años y como olvidar que en ese 1967 logré mi primer título”, remarcó ese delantero de 1,67 metros que brillaba en la cancha que Tiro tenía ubicada sobre la Avenida Roca.
“Esa cancha era chica, pero preciosa. Tenía una Visera sobre la tribuna, hermosa y abajo tenía una gran construcción que era para una pileta, amplia, pero nunca fue pileta y nunca nadie supo decirme quien la construyó. Era una cancha hermosa, uno se sentía muy bien jugando de local en ese escenario y con el respaldo de la gente”, siguió repasando Ángel.
“¿Un gol a elegir? Varios y siempre tuve la suerte de estar en el lugar justo”
Las preguntas van y vienen y se mezclan las respuestas, pero todo es culpa de una charla rica, llena de recuerdos y que uno tras a otro de manera inmediata.
Y cuando llega el momento de elegir el mejor gol de la carrera, para un gran goleador no es tarea sencilla.
Las preguntas van y vienen y se mezclan las respuestas, pero todo es culpa de una charla rica, llena de recuerdos y que uno tras a otro de manera inmediata.
Y cuando llega el momento de elegir el mejor gol de la carrera, para un gran goleador no es tarea sencilla.
“¿Un gol a elegir? Varios y siempre tuve la suerte de estar en el lugar justo. No me gusta decirle hoy a los chicos que tiene que hacer un nueve y como moverse porque cada instante es diferente y muchas veces yo tuve la suerte de estar en el lugar justo, el indicado y que la pelota venga a mí. El gol vino a buscarme”, afirmó “Nene” antes de contar esos inolvidables festejos luego de ver que sus remates o cabezazos superaron al golero rival
“A fines de los sesenta se jugaba la Copa de Campeones entre los clubes de Río Negro y Neuquén. En 1967 la ganó Independiente de Neuquén y al año siguiente, las semis se fueron a jugar a cancha de Independiente. Nosotros, con Tiro Federal superamos a Ciclón de Patagones y jugamos la final con el dueño de casa. Y fue una final que parecía perdida. Faltaban 10 minutos y nos ganaban bien 3-1. Nosotros íbamos con todo y ellos se defendían bien. Ya mucha gente de Tiro se había ido de las tribunas y Carrasco puso el 3-2. Y tuvimos la última. Teníamos como punta derecha a Paolucci, que había jugado en River, un hombre grande, vivo, rápido y que le pega con un cañón, terrible como le daba. Y bueno, nos pusimos en el borde del área, vino el remate, recto muy fuerte y fui el único que saltó: te juró que la pelota me pegó en la cabeza. Me pegó tan fuerte, que desde la línea del área grande salió disparada contra un palo del arquero. Fue un golazo, pero yo me enteré minutos más tarde (risas). Quedé mareado, veía estrellitas y sentía los abrazos de mis compañeros y escuchaba los gritos. Empatamos 3-3 y terminamos ganando 5-3 en el alargue y hasta errando un penal para llevarnos la Copa”, relató sobre uno de esos goles que no se borrarán nunca más de su mente.
Uno que también valió un título lo gritó con el alma en 1974 y con la camiseta de Unión Alem Progresista de Allen. “Todavía, cuando voy a Allen o me cruzo con gente de allá, se acuerda de ese partido y de ese gol. Eso es lindo”, arrancó con el recuerdo Ángel.
También fue sobre el cierre del cotejo y cuando era derrota. Fue ante Cipolletti. “Ya se terminaba el encuentro, perdíamos 3-2 y vino un córner a favor y salió el rechazo. Y yo tenía la costumbre de salir del área porque era chico de estatura y si bien me las aguantaba, uno enfrentaba a defensores grandes, tipo de más de 30 años, fuertes, con muchas mañas y que te hacían sentir el rigor. Y bueno, yo salía para poder tomar el rebote. Y la pelota es rechazada, no me acuerdo por quien, se va para el vértice derecho del área y me quedó justa. Metí la chilena y puse el 3-3. Con el empate fuimos campeones y fue un inolvidable título con chicos como Dómina, Gugliara, el Ruso Engraff, Scarlatta, Gentili, entre otros”, completó Travesino.
Y por supuesto, el gol a Gatti, a la selección nacional, es muy especial. “Le dimos un gran susto y eso que tuvieron la ayuda del árbitro. Pensaron que se iban a comer a los chicos crudos y nosotros salimos a jugar muy en serio. Al principio jugaron de manera displicente y el Depo, con lo que tenía, dio todo. Nos terminaron ganando 2-1 muy apretado y hubo felicitaciones. Y pensar que al año siguiente, Argentina ganó el Mundial con muchos de esos jugadores. Hacerle un gol a un grande como Gatti no se da todos los días, pero hoy uno valora mucho más todo. En ese momento jugas de igual a igual y sin faltar el respeto, no estás pendiente de los pergaminos del rival. Es casi como lo que viví teniendo a Omar Oreste Corbatta a mi lado en Tiro Federal. Después cuando lees lo que logró, uno se informa, escucha y hasta ve, te das cuenta que jugaste con una gloria de Racing Club. También me pasó con Prospitti en Allen, jugando al lado de un campeón del mundo con Independiente. En esos momentos tampoco llegaba tanta información como te invade ahora o la chance de verlos, pero sí muchos comentarios. Jugabas de igual a igual, siempre buscando ganar”, contó Ángel sobre esa noche única en el “Luis Maiolino”.
Tras un jugadón del recordado Tomás del Ciotto, Tavesino le ganó la espalda a Carrascosa y definió, de caño, ante el “Loco” Gatti.
Después aparecen otros gritos, como la presentación en Sol de Mayo en 1970, marcando los dos goles de un gran 2-2 con Gremio de Porto Alegre. “Fue en pleno Servicio Militar, en Viedma y luego de salir campeón con Tiro ese mismo año de la Copa de Campeones. Había una gran expectativa en Viedma y arranqué muy bien”, destacó Travesino.
Y uno que también valora como especial fue el primer gol ante Cipolletti, en su primer clásico con Deportivo Roca. “Recién arrancaba Deportivo Roca, recién comenzaba la Liga Confluencia y si bien perdimos 2-1 fue un lindo tanto, de volea, a la salida de un tiro de esquina, como el de Unión. Ya comenzaba la pica y la historia del clásico. El Depo llevaba más de 2.000 personas de Huergo, Oro, Obrero Dique, a todas las canchas. Fue una etapa que también arrancó de manera increíble”, sumó Ángel al repaso por goles importantes.
Luego llegaron los lindos pasos por clubes de otros puntos en la región. “El fútbol me trató bien y me fue bien en casi todas partes. Pude lograr títulos en casi todos los clubes que jugué, menos en Gutiérrez de Mendoza, en San Martín de Cipolletti por la fractura y en Independiente de Neuquén que jugué como refuerzo en un clasificatorio”, contó Travesino.
¿Fractura? “En 1980 Deportivo Roca me dio el pase, buscamos con Beovide llegar a San Martín de Cipolletti, pero era mitad de año y recién pude acordar la llegada en 1981. Y ese año me fracturé tibia y peroné y estuve sin poder jugar ese año. Luego ya costó el regreso, pero además tenía como prioridad la familia, ya estaba casado y la idea era cerrar la carrera. Pasaron unos años y en 1983 vino la gente de Argentinos del Norte, me vinieron a invitar a jugar, les conté que estaba sin actividad y que venía de la lesión, pero bueno, volví. Jugué unos 4 partidos y ya con 34 años dije adiós”, quien cierre contando el final de su campaña deportiva.
También fue sobre el cierre del cotejo y cuando era derrota. Fue ante Cipolletti. “Ya se terminaba el encuentro, perdíamos 3-2 y vino un córner a favor y salió el rechazo. Y yo tenía la costumbre de salir del área porque era chico de estatura y si bien me las aguantaba, uno enfrentaba a defensores grandes, tipo de más de 30 años, fuertes, con muchas mañas y que te hacían sentir el rigor. Y bueno, yo salía para poder tomar el rebote. Y la pelota es rechazada, no me acuerdo por quien, se va para el vértice derecho del área y me quedó justa. Metí la chilena y puse el 3-3. Con el empate fuimos campeones y fue un inolvidable título con chicos como Dómina, Gugliara, el Ruso Engraff, Scarlatta, Gentili, entre otros”, completó Travesino.
Y por supuesto, el gol a Gatti, a la selección nacional, es muy especial. “Le dimos un gran susto y eso que tuvieron la ayuda del árbitro. Pensaron que se iban a comer a los chicos crudos y nosotros salimos a jugar muy en serio. Al principio jugaron de manera displicente y el Depo, con lo que tenía, dio todo. Nos terminaron ganando 2-1 muy apretado y hubo felicitaciones. Y pensar que al año siguiente, Argentina ganó el Mundial con muchos de esos jugadores. Hacerle un gol a un grande como Gatti no se da todos los días, pero hoy uno valora mucho más todo. En ese momento jugas de igual a igual y sin faltar el respeto, no estás pendiente de los pergaminos del rival. Es casi como lo que viví teniendo a Omar Oreste Corbatta a mi lado en Tiro Federal. Después cuando lees lo que logró, uno se informa, escucha y hasta ve, te das cuenta que jugaste con una gloria de Racing Club. También me pasó con Prospitti en Allen, jugando al lado de un campeón del mundo con Independiente. En esos momentos tampoco llegaba tanta información como te invade ahora o la chance de verlos, pero sí muchos comentarios. Jugabas de igual a igual, siempre buscando ganar”, contó Ángel sobre esa noche única en el “Luis Maiolino”.
Tras un jugadón del recordado Tomás del Ciotto, Tavesino le ganó la espalda a Carrascosa y definió, de caño, ante el “Loco” Gatti.
Después aparecen otros gritos, como la presentación en Sol de Mayo en 1970, marcando los dos goles de un gran 2-2 con Gremio de Porto Alegre. “Fue en pleno Servicio Militar, en Viedma y luego de salir campeón con Tiro ese mismo año de la Copa de Campeones. Había una gran expectativa en Viedma y arranqué muy bien”, destacó Travesino.
Y uno que también valora como especial fue el primer gol ante Cipolletti, en su primer clásico con Deportivo Roca. “Recién arrancaba Deportivo Roca, recién comenzaba la Liga Confluencia y si bien perdimos 2-1 fue un lindo tanto, de volea, a la salida de un tiro de esquina, como el de Unión. Ya comenzaba la pica y la historia del clásico. El Depo llevaba más de 2.000 personas de Huergo, Oro, Obrero Dique, a todas las canchas. Fue una etapa que también arrancó de manera increíble”, sumó Ángel al repaso por goles importantes.
Luego llegaron los lindos pasos por clubes de otros puntos en la región. “El fútbol me trató bien y me fue bien en casi todas partes. Pude lograr títulos en casi todos los clubes que jugué, menos en Gutiérrez de Mendoza, en San Martín de Cipolletti por la fractura y en Independiente de Neuquén que jugué como refuerzo en un clasificatorio”, contó Travesino.
¿Fractura? “En 1980 Deportivo Roca me dio el pase, buscamos con Beovide llegar a San Martín de Cipolletti, pero era mitad de año y recién pude acordar la llegada en 1981. Y ese año me fracturé tibia y peroné y estuve sin poder jugar ese año. Luego ya costó el regreso, pero además tenía como prioridad la familia, ya estaba casado y la idea era cerrar la carrera. Pasaron unos años y en 1983 vino la gente de Argentinos del Norte, me vinieron a invitar a jugar, les conté que estaba sin actividad y que venía de la lesión, pero bueno, volví. Jugué unos 4 partidos y ya con 34 años dije adiós”, quien cierre contando el final de su campaña deportiva.
“En 1973, Mumo Orsi, campeón del mundo con Italia, me llevó a Gutiérrez, a Mendoza y fue una gran experiencia. Luego llegó el ya contado paso por Unión de Allen, Sportsman, Alianza e Independiente. ¿Tuve la chance de ir a otros equipos? Sí, pero bueno, en ese momento se pedía una buena cifra por mi pase y no se dio la llegada a All Boys de La Pampa, a Olimpo de Bahía Blanca y tampoco se dio lo de Rangers de Talca de Chile. Sí tuve una chance de ir a Cipolletti, fue en 1973, con todo arreglado, pero tuve una contractura fuerte antes de sumarse y justo hubo un amistoso el primer día y entré a jugar desgarrado creyendo que iba a poder estar bien. En el primer pique llegó la lesión y el pase se cayó”, siguió recordando Travesino.
Pero lejos estuvo de apartarse del fútbol. Siguió jugando en los torneos seniors, de veteranos y no paró de hacer goles y dar vueltas olímpicas en diferentes competencias, en diferentes escenarios y en distintas categorías.
“En octubre de 2019 me invitaron, desde la Liga Mendocina, para un encuentro de veteranos que tuvo a 500 jugadores de la época del ´73, año en el que jugué en Gutiérrez. Me encontraron en la guía telefónica y me llamaron. Me encontré con ex compañeros y recordamos ese año. Se acordaban de hasta mi pelo largo. Fue un placer inmenso volver luego de 47 años y saqué fotos hasta con Leopoldo Luque”, contó Ángel sobre su presente futbolero que sigue ligado al pasado.
Travesino no da rodeos en las respuestas. Es auténtico, frontal y entre tantos recuerdos, el “mejor partido de su vida” es una consulta respondida de inmediatez. “Mi mejor partido fue siempre el mejor del equipo. Es que un goleador depende de sus compañeros y si ellos juegan bien, uno también lo hace. Podría hablar de alguno que hice seis o más goles, pero cuando lo hice fue porque me daban el pase para anotar. Con Deportivo Roca ganamos una tarde 9-1, hice 8 goles, pero al lado tenía de Batalla, Del Ciotto, Castro y en varios me dieron la pelota para empujarla a la red”, es la respuesta.
Pero lejos estuvo de apartarse del fútbol. Siguió jugando en los torneos seniors, de veteranos y no paró de hacer goles y dar vueltas olímpicas en diferentes competencias, en diferentes escenarios y en distintas categorías.
“En octubre de 2019 me invitaron, desde la Liga Mendocina, para un encuentro de veteranos que tuvo a 500 jugadores de la época del ´73, año en el que jugué en Gutiérrez. Me encontraron en la guía telefónica y me llamaron. Me encontré con ex compañeros y recordamos ese año. Se acordaban de hasta mi pelo largo. Fue un placer inmenso volver luego de 47 años y saqué fotos hasta con Leopoldo Luque”, contó Ángel sobre su presente futbolero que sigue ligado al pasado.
Travesino no da rodeos en las respuestas. Es auténtico, frontal y entre tantos recuerdos, el “mejor partido de su vida” es una consulta respondida de inmediatez. “Mi mejor partido fue siempre el mejor del equipo. Es que un goleador depende de sus compañeros y si ellos juegan bien, uno también lo hace. Podría hablar de alguno que hice seis o más goles, pero cuando lo hice fue porque me daban el pase para anotar. Con Deportivo Roca ganamos una tarde 9-1, hice 8 goles, pero al lado tenía de Batalla, Del Ciotto, Castro y en varios me dieron la pelota para empujarla a la red”, es la respuesta.
Una calentura del momento, una piña y a pedir perdón siempre que lo ve
La charla suma y suma imágenes, goles, viajes, experiencias y es tiempo de buscar anécdotas y hay muchas, pero el “Nene” es rápido, como lo era en el área para definir y enseguida encuentra una y cercana. “Mira, hay una por la cual cada vez que lo veo a Carlitos Cepeda le pido perdón”.
Carlos Cepeda era compañero suyo en Deportivo Roca y en un entrenamiento, intentando evitar que le sigan cometiendo más faltas fuertes a un juvenil llamado Néstor “Rolo” Revelante, Ángel reaccionó y no se reconoció.
La charla suma y suma imágenes, goles, viajes, experiencias y es tiempo de buscar anécdotas y hay muchas, pero el “Nene” es rápido, como lo era en el área para definir y enseguida encuentra una y cercana. “Mira, hay una por la cual cada vez que lo veo a Carlitos Cepeda le pido perdón”.
Carlos Cepeda era compañero suyo en Deportivo Roca y en un entrenamiento, intentando evitar que le sigan cometiendo más faltas fuertes a un juvenil llamado Néstor “Rolo” Revelante, Ángel reaccionó y no se reconoció.
“La cuento porque trascendió y muchos la saben. Y además pasaron más de 40 años (risas). En un entrenamiento le estaban pegando mucho a Rolito Revelante, que era chico, un pibe tremendo y que estaba creciendo. Le pegaron fuerte y yo le digo a Cepeda que aflojen, lo reté y Carlitos me respondió con un insulto. Saqué el derechazo cortito y le pegué en el rostro, en la nariz, con tal mala suerte que le fracturé el tabique y no pudo jugar por más de tres partidos. Lo veía con la nariz toda rota y me sentía muy mal porque no fue la intención. Es hoy, que pasaron más de 40 años, que lo cruzo a Carlitos y le pido perdón. Hoy es una anécdota, en ese momento me quería matar en el club, me quería echar por lo que había hecho”, cerró con una sonrisa.
El mejor equipo en el que jugó: “Deportivo Roca de 1975, 1976, con Batalla, Tomasito del Ciotto, el Ojudo Castro. Era un equipo con mucha generación de fútbol”.
Un compañero: “un compañero y amigo, el Monito Ortiz, lateral izquierdo en el Depo”.
Un club rival: “Cipolletti, siempre era lindo y especial”.
Un jugador rival”: “Lo tuve enfrente y como campañero, Jorge Indio Solari Gil, un gran defensor y una mejor persona. Espectacular tipo. Duro en la cancha, pero una excelente clase de persona adentro y afuera”.
Un recuerdo triste: “Nunca por un resultado, una campaña o un partido. Siempre fue por algo malo en el club o con algún dirigente que no cumplió con lo arreglado, con un pago, con un pase. Cosas que pasan y uno aprende a como son en realidad esas personas”.
¿Siempre delantero? “Siempre, salvo ahora (risas). Ya con 70 años me ponen de 8 ó 10 porque veo mejor la jugada y puedo poner el pase entre líneas a los delanteros”, concluyó el estimado “Nene” Travesino.
La charla da para más. Mucho más. Pero no faltará la chance para volver a convocarlo al diálogo, invitarlo al recuerdo y hacerle revivir una campaña espectacular junto al deporte que lo apasiona.
Travecino dio sus primeros pasos en el club Tiro Federal y afianzado en primera, jugó en 1967, 1968, 1969 y 1970. En ese mismo 1970 estuvo en Sol de Mayo de Viedma, en 1971 y 1972 regresó a Tiro Federal y en 1973 viajó a Mendoza para sumarse a Gutiérrez Sport Club. En 1974 defendió los colores de Unión Alem Progresista y ya en 1975 fue uno de los primeros jugadores que tuvo Deportivo Roca, jugando con el “naranja” en 1976 y 1977, año en el que también fue refuerzo de Independiente de Neuquén jugado un Regional Clasificatorio.
En 1978 llegó a Choele Choel para reforzar a Sportsman, en 1979 volvió a jugar para Deportivo Roca y 1980 también se puso la camiseta de Alianza de Cutral Co. Los tramos finales de su carrera lo tuvieron jugando en 1981 en San Martín de Cipolletti y luego de superar una dura lesión, fractura de tibia y peroné, que le impidió jugar en 1982, se vistió de Argentinos del Norte, en 1983 para jugar sus últimos encuentros oficiales. (TodoRoca)
FUENTE TODO ROCA:
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