lunes, 10 de junio de 2019

UN BASQUETBOLISTA DIFERENTE

ERNESTO "FINITO" GEHRMANN

Ernesto Gehrmann, pivote misionero que marcó una época en el básquetbol nacional. Vistiendo la casaca argentina en mundiales estableció un récord global de 331 puntos, que luego de varios años, Luis Scola logró superarlo en su último mundial. “Finito”, apodo con el que se lo conocía, no era un dechado de virtudes. Seguro que no. Pero medía 2m11, altura que todavía hoy es importante y que entonces resultaba letal porque le tomaba provecho con un gancho estilizado, que sacaba bien de arriba.


Sin ser potente dado que era tan flaco como alto, ni tampoco contar con un salto siquiera estimable, algunos rebotes bajaba a favor de que sus brazos alzados se aproximaban mucho al cesto y, además, era pícaro para recibir y no lo amedrentaban las defensas duras que solían rodearlo. Contaba con un tiro de frente de buen porcentaje, recibía muchas faltas y encestaba los libres, no bajaba el balón cuando se lo entregaban y solía hacer pases seguros. Dentro y fuera de los rectángulos era un tipo tranquilo, bonachón y sencillo. Muy querible.


SUS INICIOS
Este hijo de padre y madre alemanes, de Hamburgo, nació en Oberá, Misiones, el 7 de mayo de 1945, e hizo sus balbuceos basquetbolísticos en el club Tokio. Lo reclutó Pelozzo, un correntino que trabajaba en las inferiores que le dio las primeras nociones. Luego tuvo muchos entrenadores pero fue un brasileño que andaba por la provincia, Damaseno Lopes, fue del que más aprendió, fundamentalmente en la parte psicológica, anímica, porque que el “Fino” sufría mucho con el complejo de su altura. Además, fue Damaseno Lopes, el que perfeccionó sus lanzamientos.

Llegar al plantel superior del Club Social y Deportivo Tokio e incorporarse a la selección misionera fue automático. Disfrutó defendiendo los colores de su provincia con un equipo más que aceptable, un base muy habilidoso, Ratier, que le daba muchas asistencias. En los argentinos de selecciones comenzó a toparse con los dueños de la zona pintada. Primero contra Guillermo Riofrío, que era su ídolo. Luego con Runcho Prato, un cordobés que defendía bien y tenía gran capacidad de salto. De a poco fue aprendiendo a jugar contra ellos, aunque le costó bastante.

LA CONSAGRACIÓN
Pero Gehrmann alcanzó dimensión nacional cuando viajó a La Plata para incorporarse al poderoso Gimnasia y Esgrima de Rolando Sfeir, Adolfo Perazzo, Antonio Arnal, Héctor Galliadi, Carlos González, Carlos Ratier, Jorge Martín y Orlando Butta orientados por el Bala Ripullone. Esos fueron los tiempos que referencia Finito al comienzo de esta nota. Con la selección platense chocaba en las finales contra un frontón inexpugnable: el combinado bahiense. Un karma.

Tras los provinciales se formaba el representativo bonaerense y ganaban partidos por mucha diferencia en los argentinos de selecciones. Ni Capital, ni Córdoba, ni Santa Fe ni nadie podía con ellos. El talento de Beto Cabrera, el carácter de Lito Fruet y la potencia del Negro De Lizaso daban un plus que no podían contrarrestar.

En febrero de 1966, “Finito” debutó en la selección argentina enfrentando a Paraguay. Ese mismo año fue campeón sudamericano en Mendoza y repitió el título en 1976, en Medellín, Colombia. Con Beto y Lito compartió una exitosa gira por Europa y, añadiéndose alternativamente De Lizaso, Cortondo y Monachesi donde disputaron mundiales. Yugoslavia y Estados Unidos eran grandes equipos pero el que más le impresionó en ese momento siempre fue la Unión Soviética.

En 1979 cumplió su último año como internacional argentino alcanzando el récord de presencias (12 temporadas) en la selección argentina, entonces en poder de Rafael Lledó y Ricardo Alix. En total Ernesto Gehrmann, que pisó canchas de 24 países, jugó 6 Sudamericanos, 3 Panamericanos y 2 mundiales, más uno extra, en los que, en 16 partidos, tuvo una media de 20.5. Notable…

Tras un paso por Palmeiras de Brasil regresó a Gimnasia La Plata para ser bicampeón en el torneo de Capital Federal. En 1983 se retiró jugando en Gimnasia y Esgrima de La Plata, cansado de aguantar a los extranjeros americanos que se llevaban la plata y que los nacionales quedaban relegados. A su edad se volvió a Misiones, al comienzo de todo…

SU PRESENTE
Casado con Ana María Estrada, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, Finito Gehrmann reside en Posadas, capital de Misiones. Esta jubilado y se entretiene en su tiempo con negocios inmobiliarios. Como tiene una propiedad en San Ignacio, al lado del río, de tanto en tanto se pega una escapada para pescar y descansar.

FUENTE: NEXOSPORTS.COM

EL TERRITORIO.COM.AR lo recuerda si:

Corría el año 63 y Mendoza se preparaba para agasajar a los distintos seleccionados en una nueva versión del Campeonato Argentino de Básquetbol, certamen en el cual competiría Misiones. Y allí, como centro de atención estaba un flaquito de 2,11 metros que no salía de su timidez frente a tamaña competencia. Entonces, como parte de las cargadas que habitualmente se producen surgió el interrogante por parte de los rivales: ¿Para qué lo traen a Gehrmann?. Y la respuesta no se hizo esperar: "Para pasarle el plumero a las cataratas".



Las risas no tardaron en llegar, la ironía entre los que desconocían a Ernesto "Finito" Gehrmann predominaba, hasta que Misiones disputó su primer partido ante Formosa. En un lapso, Fino saltó a la cancha y no salió más. Marcó 24 puntos y comenzó a edificar una carrera brillante. Al año siguiente compartió la tabla de goleadores en Salta y potenció su juego en los clubes Gimnasia de La Plata (había comenzado en Tokio), Palmeiras, San Pablo (ambos de Brasil), otra vez Gimnasia, Banco Provincia y Tokio nuevamente.





Hoy hablar de básquet en Misiones es hablar de Gehrmann. Es que Fino, a pesar de que no se la crea, es símbolo del deporte en la Provincia. Y hay un dato que lo avala: en el 2000 fue reconocido como deportista del siglo de Misiones. Pero también como ciudadano ilustre de Posadas y, tanto el complejo deportivo de la capital provincial como el estadio de la ciudad de Oberá llevan su nombre.




Fino habla pausado, es como si se tomara un tiempo más para recordar las historias como jugador y de alguna manera seguir ligado al deporte que lo ayudó a superar sus complejos. "Los primeros pasos que dí acá cuando era adolescente lo debo al básquetbol por haberme insertado en la sociedad. Yo viví para el básquet y me sacó de todos los dramas por la altura que tenía", relata.





De todas maneras, más allá de que el deporte le facilitó la inserción con sus pares, a Gehrmann le costó abandonar el país. Por ello sólo optó por las ofertas de Brasil y no por otros puntos más alejados. "Tuve oportunidades de irme a Europa y deseché porque no me quería ir muy lejos de mi familia. Económicamente ahora uno se lamenta, pero las épocas son otras y ya está".




Europa no fue sólo uno de los destinos. También lo vinieron a buscar de Estados Unidos, aunque esta posibilidad nunca se concretaría ya que "no simpatizaba con los americanos". Ana María, su compañera desde el 67 está atenta al comentario de su marido. "Hasta ahora no simpatiza", añade ella, mientras le dedica el tiempo a las tareas del hogar.





Punto de partida


Fino actualmente conforma la Asociación posadeña y es uno de los impulsores de que el deporte se expanda en Misiones. Por ello, para él las consecuencias de esta competencia "también serán importantes por la infraestructura que va a dejar. Nosotros en la Asociación estamos comprando tableros electrónicos para que el básquet llegue a los barrios. Es un esfuerzo que estamos haciendo, un poco a pulmón y todo el movimiento que se haga a nivel básquet grande va a favorecer también para eso".




A partir del 12 de junio próximo, Misiones fue anfitriona del 71° Campeonato Argentino. La última ocasión que este torneo se llevó a cabo en la provincia fue en 1984, año en que el seleccionado local obtuvo el quinto puesto. Para Gehrmann "el campeonato servirá para que los jóvenes vean algo diferente, especialmente Posadas que no tiene ningún equipo en la Liga. Eso nos está faltando, un básquet grande para que los chicos se entusiasmen. Como el que había en los chicos cuando estaba Luz y Fuerza, era diferente al de ahora, al igual que el que hay en el interior".
Y acerca de los beneficios que otorgaría resaltó que "el Nacional es una empresa importante porque se va a televisar al mundo y ayudará a la promoción turística. Lo más importante para Misiones es que el público se entusiasme y se pueda armar un equipo competitivo".






Ya con la mente en lo que viene, es difícil hacer a un lado los recuerdos de la época de jugador. Entonces, las imágenes rápidamente se vienen a la memoria.




¿Qué fue lo primero que sintió al saber de este torneo?
"Una gran alegría porque viene gente importante del básquetbol, uno se encuentra con gente que estuvo y especialmente los campeonatos Argentinos hasta el 84, eran lo máximo a nivel nacional. Era una cita anual en la que estaban los mejores del país, las mejores selecciones y eso con la Liga Nacional se perdió un poco. Pero lógicamente con los premios que hay de la televisión, hay muchas figuras nacionales que vuelven a integrar la provincias y se hace un torneo competitivo e interesante. Ojalá que a Misiones vengan muchas figuras para dejar bien alto el torneo".
Gehrmann confía en el nivel del seleccionado local pero también advierte lo significativo que es formar parte de este torneo.





"Estuve en el campeonato juvenil que se hizo en Oberá y muchas figuras representan a otras provincias, como me tocó a mí, por reglamentación o por intereses de los jugadores para estar en un equipo mejor. Pero a veces hay un amor por la tierra y hay que ver a los chicos jóvenes que quieren mostrarse y el Argentino es realmente eso: una gran vidriera para el básquetbol argentino. Pienso que ahí está lo importante del torneo".





La selección


El básquet cambió desde la época en la que jugaba Gehrmann, a la actual. Y hoy, a raíz de las competencias nacionales, todos los seleccionados, incluido Misiones, disponen de escaso tiempo para trabajar. A pesar de estos contratiempos, el ex jugador considera que el elenco anfitrión debe apostar a todo su potencial.




"No sé cómo están los de afuera. Pienso que es importante traer las mejores figuras y mezclar con los chicos. Hay varios juveniles que ví y tienen mucho futuro y esos son los que van a poner más ganas. Ojalá que vengan, no lo vi jugar a Mauricio Hedmann, (José) Fabio; también hay que buscar la gente grande y Misiones, lo poco que tiene, debe rescatar".





"En Oberá, Eldorado hay varios que andan bien y son los que están en mejor forma. Siempre pasa lo de la escasez de tiempo, después que se creó la Liga Nacional todos los seleccionados no vienen con una preparación de equipo, ellos juntan las figuras. Hasta en la NBA se hace a veces un juego más de figuras que de equipo. Pienso que está en la mentalidad del jugador jugar en equipo y ojalá que Misiones forme un plantel que nos entusiasme", agrega.





El entusiasmo que pretende es que el se vivió en el 84, donde la expectativa generada fue importante. "El del 84 fue el último gran seleccionado. Se juntaron los mejores valores. Después Misiones nunca logró juntar muchachos como el caso de Mauricio Hedmann. Lógicamente que cambió la mentalidad del jugador porque ya quería dinero y cambió la filosofía que teníamos nosotros. Yo representé 21 años a Misiones y nunca recibí nada a cambio, pero jugaba por amor a la camiseta, por orgullo, por la amistad. Y esa clase de deporte no la viví y no sé qué pasa por la mente de los muchachos. Por eso anhelo que en esta ocasión vengan y pongan su grano de arena, porque si tenemos que hablar de dinero en todo, es muy difícil hacer deporte".
El deseo de que el básquet grande regrese a Misiones se está cumpliendo en parte para Gehrmann. Como emblema del deporte, se verá identificado con este Argentino y seguramente la nostalgia lo invadirá. "Viví para el básquet", fue su explicación. Sería bueno que de ahora en más, el deporte se lo retribuya.






Cuando enfrentó a Misiones




El hecho de jugar en otra Liga, obligó a Fino a tener que enfrentar a Misiones. Aunque el respeto por los colores llevó a que éste, en un primer momento se niegue a jugar ante sus coterráneos. Tal actitud trajo como consecuencia que lo suspendieran.




"Hubo un conflicto con la Asociación platense", recuerda. "Estaba obligado para jugar en la selección. Y en el 68 no lo hice para ninguno de los dos. Ahí me suspendieron tres meses. Y al año siguiente (en el 69) si no representaba a provincia (de Buenos Aires) me suspendían cinco años. Ahí se hicieron muchas tratativas, a través del Gobierno, pero nunca me reconocieron”. 
También resaltó que “Provincia tenía un equipo muy fuerte, era como una selección argentina y el primer año les pedí para no jugar contra Misiones, mientras que acá me decían que juegue".
Posteriormente se fue al extranjero y en el regreso tuvo su revancha. "Cuando vuelvo de Brasil en el 76, quiero jugar para Misiones y había una reglamentación que todo jugador que había actuado para dos provincias no podía estar en su selección de origen. A mí me consideraron, Misiones no figuraba en la cartelera grande y ahí en el 84 conseguimos el quinto puesto".




Por otra parte, subrayó que en la etapa de jugador "cuando venía a Misiones se me respetaba mucho. Un poco me admiraban, a veces venía a la casa de mi mamá y había 50 o 60 personas, pero siempre tuve en mente volver a Misiones, tuve oportunidad de quedarme en otros lugares pero Misiones me gustó siempre".

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