jueves, 27 de junio de 2019

RECUERDOS ACADEMICOS


RACING Y UN PARTIDO PARA EL RECUERDO:

En el año 2009 la institución de Avellaneda vivió una situación curiosa cuando Rodolfo Molina, entonces presidente de la Academia, anunció la llegada de Lothar Matthaus a la conducción técnica del equipo. Finalmente, aquello quedó en la nada. Pero Racing y Alemania tienen una historia poco conocida: la visita del Bayern Munchen para enfrentar al Equipo de José en el Cilindro. En Xenen vamos a recordar aquel partido histórico.

Por Carlos Aira (info@xenen.com.ar)






No hay club en Argentina que tenga una historia tan plagada de lugares infrecuentes como Racing Club. En octubre de 2009, en pleno caos de su fútbol profesional, Rodolfo Molina llamó a conferencia de prensa anunciando la llegada de Lothar Matthaus como entrenador. Finalmente, no se concretó. Es más, el penta mundialista jamás arribó a Avellaneda. Si el ex capitán del seleccionado alemán campeón del mundo 1990 hubiera tomado el vuelo que lo hubiera llevado al dulce infierno que significa el mundo Racing, habría sido el primer germano en dirigir en nuestro medio. La realidad es que Lothar dijo niet por SMS y Claudio Vivas, una opción más terrenal, tomó un equipo que en aquellos días peleaba por no descender de categoría. Pero la historia de Racing y Alemania se tocaron en 1966. Aquel dorado 1966 en blanco y celeste.



La historia tiene su génesis en agosto de 1966. Santiago Saccol, presidente de Racing, firmó contrato con la Siemens para la instalación de un nuevo sistema lumínico en el Cilindro (que no podía llamarse Presidente Perón por aquello de las proscripciones). El estadio de Avellaneda tendría la mejor iluminación de Sudamérica y una de las mejores del mundo. Recordemos que en aquellos años una de las grandes deficiencias de nuestros estadios era la iluminación. Como ejemplo, el mítico Gasómetro de San Lorenzo tuvo durante años una iluminación compuesta por cables que bordeaban los laterales del campo de juego; colgados de ellos, enormes y vetustos tachos de luz y un sin fin de focos que llenaban de bichos la noche. De iluminación, poco y nada.



Una de las clausulas del contrato era la presencia, en el partido inaugural, de un equipo alemán. El Bayern Munchen era el mejor equipo de Alemania Federal, campeón de la Bundesliga 1965/66 viajó hacia el Río de la Plata. Dirigido por el croata Zlatko Čajkovski, el equipo bávaro tenía en sus filas tres figuras de excepción. Ellos eran Sepp Maier, considerado el mejor arquero del mundo en aquellos días. Un joven Franz Beckenbauer, sin dudas la gran figura del fútbol europeo de sus días. También vino Gerd Muller. Con sólo 22 años, en el Cilindro dio muestras de por qué, años después, sus compatriotas lo bautizarían El Bombardeo de la Nación.





El partido se jugó el miércoles 21 de diciembre de 1966. Un mes antes, Racing se había consagrado campeón revolucionando al fútbol argentino. El Equipo de José. Se presagiaba un partidazo. Pasadas las nueve de la noche, los equipos salieron al campo de juego. Una luz excepcional por lo blanquecina iluminó el campo de juego. La Academia formó con Carrizo; Martín, Chabay, Basile y Díaz; Rulli, Mori y JJ Rodríguez; Martinoli, Cárdenas y Bocha Maschio. El gran ausente fue Roberto Perfumo. El Mariscal se casó aquella misma noche.  Por su parte, los alemanes salieron con Sepp Maier; Kunstwald, Kupferschmidt, Olk y Chwarsenbeck; Ohlhauser, Beckenbauer y Rigotti; Nafringer, Gerd Muller y Brenninger.




Muchos testigos coinciden en afirmar que el partido tuvo un ritmo sensacional. La visita tenía velocidad y mecanización en sus movimientos. Racing le opuso técnica y el torbellino propio de aquel equipo. El Cilindro estuvo lleno aquella noche. Recordemos que por disposición de ubicaciones de aquel entonces, ingresaban más de setenta mil hinchas cómodos.



Nadie especuló. Bayern se puso en ventaja por intermedio de Gerd Muller a los diez minutos. El empate llegó pronto, con un cabezazo de Rubén Panadero Díaz. Un sueño: una cancha repleta, un partido de altísimo vuelo, lleno de figuras. El segundo tiempo fue histórico. No sólo por los goles, sino también por la enorme calidad de juego y actuaciones superlativas. Muller puso nuevamente en ventaja a los teutones. Una definición fantástica ante la salida del ingresado Agustín Mario Cejas. Beckenbauer se llevaba todos los aplausos; pura admiración de los hinchas presentes cada vez que Franz levantaba la cabeza y encabezaba los ataques de su equipo. Pero aquel Racing era nervio y corazón. Cárdenas le ganó al defensor Kupferschmidt y definió con clase ante la salida de Sepp Maier. La historia es injusta con el Chango. Tiene el cielo ganado luego del zurdazo en el Centenario, pero fue un goleador lleno de recursos. Goleador en la década del sesenta, cuando – por estadística – las defensas le ganaron a los ataques.




2 a 2. Un partido frenético. Miguel Angel Mori jugó su mejor partido con la camiseta de la Academia. La ambición de Racing fue la misma que mostró al año siguiente cuando ganó una extenuante Copa Libertadores. Pizzuti hizo debutar al brasileño Joao Cardoso, que días atrás era jugador de Independiente. Maschio, recostado sobre la izquierda, jugó un partido excepcional. Años más tarde, el uruguayo Rubén Paz jugaría en el mismo sector de la cancha. El ingresado Fernando Parenti también tuvo un gran partido, vital en la jugada previa al gol del triunfo racinguista, conseguido por el veterano Juan José Rodríguez, uno de los tantos desahuciados para el mundo futbolero que Tito Pizzuti reposicionó para hacer historia.



Pasadas las 23:30 finalizó el partido. Los aplausos bajaron como cataratas. Una noche increíble para Racing. Por una iluminación soñada, por un equipo que se animaba a jugarle de igual a igual a los mejores del mundo. También por un momento del fútbol argentino en el cual existían posibilidades de traer a las mejores figuras del fútbol internacional y testearlas en nuestras canchas.



FUENTE XENEN.COM.AR

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