EL DIA QUE GIMNASIA DE LA PLATA SE LE PLANTO AL FUTBOL ARGENTINO
FUENTE: "INFOCIELO"
Tras el escándalo ocurrido entre el plantel de Patronato y el árbitro Jorge Baliño, que terminó con cuatro jugadores detenidos en una comisaría de Floresta y graves denuncias por parte del presidente de los de Paraná - calificó de “robo a la institución” a lo ocurrido en la cancha – las y los hinchas del fútbol argentino mostraron su indignación ante lo sucedido encontrando como culpables al Director Nacional de Arbitraje en Argentina, Federico Beligoy y al presidente de AFA, Claudio Tapia. Lo que mucha gente desconoce es que Gimnasia fue el primer equipo en plantarse ante este tipo de situaciones.
Corría el año 1933, eran los primeros del profesionalismo del fútbol argentino y Gimnasia se había metido en una pelea que hasta el momento era sólo para los poderosos. Aquel equipo, recordado como “El expreso” sufrió el primer gran manoseo por parte de la dirigencia y de los arbitrajes cómplices. Lejos de dejar pasar el hecho primero buscó justicia por mano propia para luego realizar una sentada a modo de protesta que marcaría un antes y un después en la historia futbolera nacional.
El equipo tripero, que era dirigido por el húngaro Emérico Hirschl, peleó en lo más alto de la tabla casi toda aquella temporada, pero, a la hora de la definición sucumbió ante el abuso de las autoridades.
El equipo llegaba a la cancha de Boca tras golear 7 a 1 a Talleres. Aunque todavía faltaba mucho, sufrió el primer sabotaje. Gimnasia ganaba 2 a 0 pero el tristemente recordado árbitro De Dominicis cobró un penal inexistente para los xeneizes y luego se omitió el off side del 3-2 final.
El Lobo se repuso en el torneo, pero lo peor estaba por pasar. Gimnasia y Boca estaban igualados en la punta con 39 puntos y ambos eran perseguidos por San Lorenzo con 38. El 8 de octubre de 1933 Cuervos y Triperos se medían en el Gasómetro al que el Lobo llegaba con bajas considerables.
Tal como lo recordó este medio ese día el juez fue un tal Alberto Rojo Miró, desconocido al día de hoy pero tapa de los diarios a la jornada siguiente de aquel año. Con San Lorenzo en ventaja por 2 a 1 y Gimnasia buscando el empate, cada acción de la visita terminaba invalidada de manera sospechosa por un fallo oportuno del árbitro, que no medía con la misma vara.
Así fue que José Hipólito Fossa, zaguero del Cuervo, contó con la impunidad de una violenta infracción al delantero Juan Raúl Echevarrieta, digna de expulsión, que el juez decidió por el contrario ni siquiera sancionar. Dos minutos más tarde, en el área Tripera, llegaría el gran detonante de la historia que más se recuerda de aquel día.
Corrían los 26 minutos de la segunda parte cuando un centro enviado al área visitante fue contenido por el arquero Atilio Herrera sin que la pelota ingrese, pero el juez y el asistente vieron lo contrario. Allí, los jugadores Triperos explotaron. Ricardo Martín quiso hacer justicia por mano propia, golpeó a Rojo Miró y se fue expulsado.
Esa expulsión dio vuelta los ánimos de los jugadores del Expreso, que pasaron de querer linchar al juez a resolver, de manera inédita, sentarse en el campo de juego y no levantarse más que para sacar del medio. Así, en cuestión de cinco minutos, el dueño de casa convirtió cuatro goles más y se impuso con un bochornoso 7 a 1.
La silbatina general y lo insólito de la situación llevaron al árbitro, desorientado, a acabar el partido diez minutos antes del tiempo reglamentario. Antes, Diego García se dio el gusto, pasando entre los inmóviles jugadores Triperos, de convertir tres goles más a los 28, 30 y 32, mientras que Gabriel Magán a los 31 anotó el restante.
Ese equipo finalmente se quedaría con las ganas. La cuarta colocación fue su posición final, cuatro puntos por detrás de quien sería campeón, a tres del segundo y a dos del tercero. Solo cuatro unidades. Dos triunfos que bien pudieron haberse dado en esos dos partidos en los que los malos arbitrajes signaron su suerte. El campeón fue, justamente, San Lorenzo
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