LA COLECCION DE VICENTE VIOLA DE LA PLATA
FUENTE: AMBITO.COM/ LEANDRO GAMBETTA
El lápiz, ese instrumento de escritura o de dibujo consistente en una mina o barrita de pigmento, se convirtió en el fiel aliado de Vicente Viola, el arquitecto platense que vive por y para los lápices. Es un apasionado de lo que hace, los colecciona, y atesora más de 21.000 ejemplares que se reparten en diferentes categorías, algunas increíbles, y otras llenas de vivencias históricas.
Actualmente ejerce su profesión como docente de la facultad de Arquitectura de La Plata y es jubilado del Instituto de la Vivienda de la Provincia de Buenos Aires. Además, se reparte sus días en la Escuela de Fotografía, de la cual es director hace 26 años (www.foto-escuela.com).
Su relación con los lápices la inició en 2011. “Siempre amé el lápiz, dada mi profesión de arquitecto, ya que es uno de los elementos gráficos que más me acompañó. Aunque a todos nos acompaña desde nuestra niñez. No conocía a nadie que coleccionara lápices, y me gustó mucho por la gran variedad, diseño y color que tienen. Luego, buscando por internet descubrí a otros coleccionistas por el mundo que también lo hacían y comencé a conectarme con muchos de ellos”, cuenta Vicente en diálogo con Ámbito.
Y agrega: “Dado que hasta antes de la pandemia tuve la suerte de viajar mucho, en especial a Europa, me puse como propósito conocer a la mayor cantidad de coleccionistas. No solo de conocer su colección sino de hacer intercambios y eso hizo subir mucho mi colección e interés en el tema”.
Los mundiales de fútbol tienen su lugar en el corazón coleccionable de Vicente. Tan es así, que logró diseñar los 32 modelos que representan a las distintas selecciones que participarán de la cita mundialista. Además, cuenta entre sus reliquias con ejemplares de los mundiales de México 1986, Italia 1990 y Brasil 2014.
“Pude conseguir luego de muchos años los lápices del Mundial 86 de México; el año pasado conseguí los del Mundial 90 de Italia, y este año ya me diseñé los 32 lápices del Mundial de Qatar. Un gusto que me puedo dar, dado que es muy difícil que pueda conseguirlos”, deslizó.
Para un coleccionista, la organización es clave. Más si se ostenta una cantidad semejante. En ese sentido, Vicente aporta que tiene “15 categorías principales que se pueden ver en mi página web (www.matiteviola.com.ar), con un total de unas 53 sub categorías. Las más grandes o importantes son los lápices (Staedler, Faber Castell, Fila, entre cientos más). Los de museos y ciudades que son infinitos son los que a mi más me gusta coleccionar, porque digo que son los más difíciles de conseguir, dado que si no se viaja a esa ciudad o no se visita ese museo no se puede tener. Luego hay grandes categorías como los lápices de fantasías, el gran lápiz de carpintero, los publicitarios, y muchos etcéteras más. Invito al lector a visitar la web.
La Numismática y la Filatelia tienen reglas y desde hace siglos se colecciona. El lápiz que también tiene sus siglos de existencia no tiene aún definido como se clasifican”.
“En Argentina somos unos 5 o 6 coleccionistas. Mi primer encuentro fue con Silvana, de Buenos Aires, que no solo me mostró su hermosa colección, sino que también me contó muchos entretelones que no conocía. En este momento tengo 21.156 lápices, quizá sea la colección más grande en Argentina, pero en el mundo hay quienes tienen muchos más. Creo que lo importante no es quién tiene más, sino considero que es más importante cómo clasificarlos y ordenarlos”, sostuvo Vicente.
Quien recordó: “Durante la pandemia me comuniqué con todos los coleccionistas que conocía y formamos un grupo llamado “Lápices del mundo”, que mediante el WhatsApp todos los días nos comunicamos e intercambiamos ideas. Ya somos 30, de Chile, Brasil, Colombia, México, Costa Rica, República Dominicana, España, Portugal, Italia, Rusia y por supuesto de Argentina. Y yo digo que estamos fundando las bases del coleccionismo de lápices”.
Asimismo, remarcó que “durante la pandemia organicé mis lápices en grandes bandejas expositoras y creé el “Museo MIL” –Museo Itinerante del Lápiz- el cual pude exponer 2 o 3 veces. No tiene un lugar físico definido, por eso el nombre de “itinerante”, para poder llevarlos y mostrarlos donde me inviten”.
Vicente convive con los lápices, son parte de su vida, de su andar cotidiano. ”Todos los días estoy con la colección. U ordenando, o conectándome con otros coleccionistas, o diseñando lápices distintos”, puntualiza.
Y sostiene: “Compro lápices para mi colección y también repetidos, porque los intercambio con los otros colegas. La forma más linda de intercambiar es mano a mano, uno por uno, pero dada la gran distancia que nos separa es difícil hacerlo, por lo tanto lo resolvemos por mail o WhatsApp; nos mostramos los lápices duplicados, nos seleccionamos mutuamente los que a cada uno le interesa, y nos los enviamos por correo o cuando alguno de los coleccionistas viaja los lleva e intercambia. Es como cuando cambiábamos figuritas en la escuela, uno por uno”.
“También en ese gran tiempo muerto de la pandemia se me ocurrió fabricar lápices de temas que no existen, especialmente de Argentina. Por ejemplo lápices de mi ciudad La Plata, de los equipos de futbol de Estudiantes y Gimnasia (en Argentina solo conseguís de los equipos de Boca y River), de todas las facultades de La Plata, lápices personalizados de cualquier tema. Dado que toda mi vida también fui fotógrafo, logré un combo; he utilizado muchas de mis fotos para diseñar el lápiz como a mí me gusta: sobre papel fotográfico muy fino y los pego en lápices neutros. De esta forma siento que uní mis 3 pasiones: el diseño, la fotografía y el coleccionismo de lápices inéditos. Y tengo algunos clubes y museos que me han pedido el diseño de sus lápices representativos”, completa como parte de su experiencia.
“Mi padre era guarda del ferrocarril del sur, del 1920 más o menos, y le daban un lápiz de fabricación inglesa para marcar los boletos. Para que no se pierda en el tiempo me lo donó para el Museo MIL”, recordó, haciendo mención a esta entrega especial.
Como así también “un amigo que viajó a Nueva York, paseando por un gran edificio en construcción en pleno centro de la city, encontró un lápiz de carpintero muy usado que se cayó de la obra; un lápiz publicitario de Chicago, lo juntó y me lo trajo expresamente para la colección”.
Por otro lado, agregó el obsequio de “un señor mayor de Buenos Aires que me regaló un pack de 12 lápices italianos sin abrir, que eran de la familia, lápices de una marca de pan dulces de Milano, Ambrosiana, de la época de la segunda guerra mundial. Eran lápices publicitarios de la familia que se los había mandado de recuerdo”.
Asimismo, “maestras jubiladas que me regalaron su lápiz dado por el estado que dicen uso oficial, y varios que me han regalado sus lápices japoneses preciosos de cuando eran niñas.
Por último, Vicente admite que solo colecciona lápices de grafito negro. “De todos los coleccionistas que conozco pocos coleccionan lápices de colores. El llamado lápiz negro es el que más historia tiene”.
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