domingo, 30 de julio de 2023

PARA CONOCER EL ORIGEN DE LA PALABRA "KIRICOCHO"

COMO NACIO LA PALBRA "KIRICOCHO" EN EL MUNDO DEL FUTBOL

FUENTE: "DIARIO CLARIN":

La palabra "Kiricocho" es utilizada en el mundo futbolero que desde la década de los '80 se utiliza como "cábala" de quien la dice para "mufar" a un rival. O sea, para que un rival falle a la hora de resolver una situación. Pero, ¿cómo surgió?




Muchos la dicen, pero no todos saben desde cuándo se utiliza o cuál fue su inicio. Lo cierto es que Kiricocho en realidad era una persona, un hincha muy cercano al Estudiantes de La Plata de la década del 70 con el inicio de Carlos Salvador Bilardo como entrenador.

Y el domingo pasado, el Betis no sólo abortó los ataques del líder de la Liga, Real Madrid, gracias a su buen quehacer defensivo, sino que la superstición volvió a hacer acto de presencia con la leyenda de «Kiricocho», que echó una mano en un par de ocasiones para evitar el gol de los dirigidos por Zinedine Zidane.

Lo recogieron perfectamente las cámaras de 'El Día Después', el programa de Movistar+. "¡¡Kiricocho!!" El Betis invocó dos veces la leyenda ante el Real Madrid». En las imágenes, se puede escuchar cómo un futbolista del Betis (dicen que fueron el chileno Claudio Bravo y el argentino Guido Rodríguez) pronunció el popular 'maleficio' justo en el momento en que el madridista Marcelo se disponía a convertir el gol, pero el balón se fue a las nubes...

Kiricocho nació de Carlos Bilardo, quien aprovechó la "mala suerte" de un seguidor propio, llamado de esa manera, para transmitir su mala vibración a los rivales. Bilardo acabó como campeón de Argentina con Estudiantes de la Plata. La leyenda cuenta que mandaba a Kiricocho a recibir a todos los adversarios de Estudiantes y le funcionó....

También cuentan que el segundo entrenador del Betis, el argentino Rubén Cousillas, utiliza entre sus 'armas' el mal augurio de Kiricocho. La palabra se la escuchó al ayudante de Pellegrini  en Betis, pero que también la utilizó en su etapa en el Real Madrid.

La historia es de fines de los 60 y tiene que ver con, justamente, Estudiantes. Resulta que Kiricocho (nadie sabe a ciencia cierta su verdadero nombre) era un hincha del Pincha famoso en La Plata por su mala suerte. Cada vez que el tipo iba a un entrenamiento había un lesionado. Entonces, a un jugador de aquel equipo muy afecto a las cábalas (Bilardo seguro...) se le ocurrió que en lugar de “afectarlos” a ellos, Kiricocho podría ayudarlos mufando rivales.

Alguna vez le preguntaron al propio Bilardo por Kiricocho y dio su  versión: "Kiricocho era un muchacho de La Plata que siempre estaba con nosotros y como ese año salimos campeón lo adoptamos como nuestro amuleto. Era un buen pibe pero después ya no lo vi más. La última vez que estuve dirigiendo a Estudiantes pregunté por él y nadie sabía nada. Pero aunque no lo creas, cuando fui a España a dirigir el Sevilla había un penal para los otros y escucho atrás mío que alguien susurra: 'Kiricocho, Kiricocho' y no lo podía creer, hasta que el Cholo (Simeone) y Diego me avivan que ellos la habían dicho un par de veces y el resto la aprendió. ¡En Europa! Parece mentira pero vos decís 'Kiricocho' ¡Y erran!...".

“Lo conocí porque estaba siempre en la estación de servicios de 1 y 60 donde yo cargaba nafta, y sin llegar a tratarlo mucho supe que era un tipo que probablemente levantaba quinielas en ese barrio cercano a nuestra cancha”, relató alguna vez Juan Ramón Verón, padre de la Brujita. Así, antes de los partidos, Kiricocho era mandado a saludar a los rivales con una tierna palmadita en la espalda. Con la llegada del "Doc" (Bilardo) a la Selección en los 80, el empleo del nombre fue ganando adeptos. Tanto que lo usaron tipos experimentados como Gustavo Alfaro, Leonardo Pisculichi y Paulo Dybala, entre otros, y hasta se lo gritaron a Griezmann al patear un penal en una práctica de la selección de... ¡Francia!

'Kiricocho' ya era leyenda. Y su historia se extendió por el mundo del fútbol, llegando a casi todos los rincones. Jugadores y entrenadores han oído hablar de él y de su poder. También Joan Capdevila que lo utilizó en la final del Mundial de Sudáfrica en la que España se proclamó campeona. "Sólo la he utilizado una vez en la famosa parada de Iker (Casillas) contra Robben. En plan desesperado, lo primero que se me pasó por la cabeza fue la palabra 'Kiricocho'. La he usado una vez y me ha ido bastante bien. No la he utilizado más", aseguro tambi{en en 'El Día Después', de Movistar+. Creer o reventar, dicen...

JCH.

sábado, 22 de julio de 2023

HISTORIA VIVIENTE

FALLECIO ERNESTO MASTRANGELO 

FUENTE: INFOBAE

A los 75 años murió Ernesto Mastrángelo. Y con él se fue una parte de aquel fútbol de los años ‘70, donde fue un implacable goleador, pero también un permanente animador de las concentraciones. Líder positivo se diría ahora. El Heber lo era, siempre con un chiste en la gatera, listo para ser disparado, como aquellos remates certeros que vencían a los arqueros. Jugó en Atlanta, River y Unión, pero el poster de su vida deportiva, se perpetuó con la camiseta de Boca, en los tiempos del Toto Lorenzo, donde ganó todos los títulos posibles. Hace un tiempo, con Infobae había hecho una de sus últimas entrevistas, donde repasó su riquísima historia.





“Llegué a los 15 años a la Capital, para jugar en Atlanta, directo a la pensión que el club tenía en Pampa y Forest. Al primero que me encontré fue al Loco Gatti, al pie de la escalera, por donde yo tenía que subir y él bajaba. Desde ese momento anduvimos siempre juntos, aunque él ya jugaba en River. Hugo fue siempre igual, un verdadero personaje. Empecé como centro delantero y luego pasé la punta derecha. Por ese conocimiento del frente de ataque es que hice muchos goles metiéndome en diagonal”.


Aquella disfonía que gozaron los hinchas Bohemios, festejando las 26 conquistas de Mastrángelo, ahora pasaba a ser potestad de un club grande, cuando al iniciarse 1972 mudó sus goles a River Plate, sediento de títulos, en una sequía que ya había consumido 15 almanaques: “Llegué para formar parte de un plantel espectacular, pero nuestro drama fue que éramos muy jóvenes y eso nos pesó. De mitad de cancha para adelante formábamos con J. J. López, Merlo, Alonso, yo, Morete y Mas. El Beto era un jugador espectacular, que hacía lo que quería con la zurda y Pinino tenía el arco entre ceja y ceja. Le pegaba desde cualquier lado con una puntería tremenda. En el Nacional del ‘72 ganamos por goleada muchos partidos y pudimos ser campeones, pero nos mató el reglamento, porque San Lorenzo ganó su zona y avanzó directo a la final, descansado una semana y nosotros tuvimos que jugar la semi contra Boca un miércoles y el domingo el partido decisivo con ellos en cancha de Velez, que perdimos 1-0. En ese torneo le hice goles a Boca las dos veces que los enfrentamos: en la semifinal y en el histórico 5-4 de la primera fecha”.


Fueron tres años con la camiseta de River, donde la maldición de no poder salir campeón se acentuaba cada vez más. Parecía no alcanzar con los destacados equipos que se conformaban, porque siempre llegaba alguna defección a la hora de las instancias decisivas. Al comenzar 1975 llegó Ángel Labruna a la dirección técnica para cambiar la historia y Heber fue parte del inicio del proceso


“Arrancamos la pretemporada en Necochea e incluso jugué un par de partidos en el torneo de verano en Mar del Plata, donde me sentí muy bien, sin embargo, en todas las charlas, Labruna hablaba de los goles de Morete y los de Pinino, pero a mí no me nombraba. Y en ese momento apareció la gente de Unión, que se portó de manera impecable y se hizo el pase. Me pagaban el hotel, la comida y hasta la tintorería (risas). Me atendieron como en el Real Madrid. A Don Ángel no le gustó, quiso que me quedara, pero yo ya había tomado la decisión, que no era fácil, porque había que irse de River a Unión, que recién había ascendido. Se armó un cuadrazo con el maestro Lorenzo como técnico y donde no fuimos campeones porque teníamos la camiseta de Unión. Cuando veníamos a Buenos Aires, ya nos cobraban un penal en contra en el túnel (risas). De locales terminamos invictos, incluido el que jugamos en Velez contra River. Ganamos 2-0 y Gatti le atajó un penal a Alonso. Allí lo conocí a Juan Carlos Lorenzo y me di cuenta que yo no sabía nada de fútbol. Era un adelantado”.


Un año inolvidable con los colores Tatengues donde marcó nada menos que 21 goles en los dos torneos que quedaron en el recuerdo. La consecuencia lógica era que aparecieran las ofertas, las que surgieron de casi todos los grandes. La más firme fue la de Independiente, en una historia poco conocida: “Faltando unos meses para terminar el ‘75 me vinieron a buscar y Lorenzo me dijo: “Quedate conmigo en Unión hasta fin de año, que pasamos juntos a Independiente, que ya tengo todo arreglado. Venís vos y Gatti también”. Esto no la sabe nadie, pero fue así. En enero, estaba de vacaciones en Rufino, mi pueblo y me llamó el Toto para decirme que no arreglara con Independiente, que él estaba por firmar con Boca y me quería. Pasaban los días y el pase no se hacía, porque había problemas con el 15% que me correspondía por la transferencia. Me empezaron a llamar los dirigentes, pero yo no atendía a nadie, hasta que el mismo día del cierre del libro de pases, vine a la Capital para reunirme con el Puma Armando. Me dio lo que le pedí y me entregó toda la plata del contrato en la mano. Una locura. Un amigo que me acompañaba se la llevó para mi casa, porque de ahí me sumé a la delegación que partió en tren, algo impensado ahora, desde Constitución para Mar del Plata para la pretemporada que se hizo en Tandil”.


El Toto fue el gran alquimista pintado de azul y oro. Logró combinar rápidamente a los destacados futbolistas que estaba en el club (Pernía, Mouzo, Tarantini, Benítez, Felman), con otros llegados de diferentes clubes (Pancho Sa, Toti Veglio), más los que arribaron con él desde Unión (Gatti, Suñé y Mastrángelo). El resultado: un equipo inolvidable, que ganó todo, aferrado al viejo estilo boquense de garra y efectividad: “Ya en el primer torneo (Metropolitano) fuimos campeones y cerramos el año de manera excepcional, ganándole la final del Nacional a River en cancha de Racing. En la previa de ese partido hay una grandiosa de Lorenzo. Yo tenía lastimado un tobillo, pero iba a jugar de cualquier manera. Me hizo vendar el otro, para que los periodistas me vieran y sacaran las fotos. Yo no entendía nada y le dije: “¿Para qué es todo esto maestro?” a lo que respondió como siempre con un guiño: “Para que te peguen en el sano” (risas). Fue una final increíble. Siempre me fue bien contra River con la camiseta de Boca, al punto que solo perdí un partido oficial de los 12 que jugué”.


Alberto J. Armando fue uno de los primeros dirigentes, quizás el precursor, en darle importancia a la Copa Libertadores. Se había quedado en la puerta en 1963 ante el Santos de Pelé, pero ahora se presentaba la chance de una revancha. Boca tomó la participación en la edición 1977 con el único objetivo de ser campeón. Y aquella vieja obsesión se convirtió en dulce realidad ante Cruzeiro en Montevideo con Hugo Gatti como protagonista estelar al atajar el penal decisivo de la definición, de la cual Mastrángelo recuerda una gran anécdota: “Yo estaba contratado por Adidas, que me daba los botines. Allá por abril del ‘77 fui un día a la empresa, me encontré con Amadeo Carrizo, que trabajaba ahí y le pedí un par de guantes de arquero, que por supuesto me regaló. Al otro día en el entrenamiento se los di a Gatti. Cuando terminó la final con Cruzeiro, en medio de la locura y la alegría por el título, se los sacó y me dijo: “Tomá, estos guantes son tuyos”, en un gran gesto, sobre todo porque para que Loco te de algo lo tenés que operar sin anestesia (risas). Ahí me confesó que eran aquellos que le había regalado y que había usado toda la Copa, muy descosidos, pero llegaron hasta el último partido de cábala”.


A partir de la gloria ante el cuadro de Belo Horizonte, en una noche lluviosa y llena de épica en el estadio Centenario, Boca se instaló definitivamente como un equipo copero. Un romance que iba a perdurar eternamente y del que Mastrángelo fue partícipe infaltable en sus inicios: “Fui el único del plantel que disputó todos los partidos internacionales de Boca en ese ciclo. No falté ni en las Libertadores (77 – 78 – 79) ni en la Interamericana contra América de México ni en las dos finales Intercontinentales frente a Borussia, donde hice goles acá y allá. Yo me cuidaba, pero el Toto también, porque antes de los encuentros decisivos en las copas, no me ponía en el torneo local. Es verdad que fuimos campeones del mundo, pero a mí dame siempre la Libertadores”.


En junio de 1978 estaba el gran evento: el Mundial en condición de local. Heber había estado en la selección a comienzos de la década, pero nunca fue convocado por Menotti. En el mes de marzo, el entrenador lo colocó en la selecta lista de 40 que podían disputar la Copa del Mundo, pero él no se hizo ilusiones: “El Flaco me pasó la factura porque a comienzos del ‘72, yo estaba entrenando con él en Huracán y luego firmé para River, que me ofrecía mejores condiciones”.


A fines de 1979 se cerró el exitoso ciclo de Juan Carlos Lorenzo en Boca. La campaña de 1980 fue una de las peores de la historia del club, pero Mastrángelo solo estuvo en el primer partido, ya que una operación de meniscos lo dejó convaleciente y recién volvería a ponerse la azul y oro en 1981 con un nuevo y estelar compañero: “Diego era un pibe bárbaro al que quise mucho. Siempre mantuvimos el contacto y la última vez que hablamos fue cuando estaba en Dubai y lo escuché muy bien, fenomenal. Fue un dolor inmenso el de su muerte porque era una persona excepcional. Cuando vino en el ‘81 hablaba poco porque nos respetaba a los más grandes. Un fuera de serie”.


A lo largo de su extensa carrera se dio muchos lujos y uno de ellos fue tener como compañeros y rivales a dos grandes del arco que marcaron una era indeleble: Fillol y Gatti. “Eran completamente distintos en todo. El Pato no salía a cortar los centros, mientras que el Loco era un especialista en eso, porque lo había aprendido viendo a Amadeo Carrizo en las prácticas de River. Fillol era un monstruo debajo de los tres palos, casi invencible. Le tenías que patear de segunda, tras un amago, porque de primera te la sacaba casi siempre, así le hice el recordado gol en el Monumental en la Libertadores del ‘78, cuando pasamos a la final. De Gatti me asombraba la visión de los palos que tenía, algo impresionante: ubicado de espaldas, sabía dónde estaba el arco”.


Sus goles trascendieron las canchas, a tal punto que muchos años después de retirado, el gran Roberto Fontanarrosa, que no lo había disfrutado con sus amados colores de Rosario Central lo evocó así: “Recuerdo una noche, particularmente amarga, tras haber perdido Central un partido importante contra Unión. Faltaba poco para el final con un 0 a 0 salomónico. A poco de terminar salió un pelotazo para Mastrángelo, puntero derecho Tatengue, que lo dejó cara a cara con el arquero, sobre la derecha, pero en un ángulo bastante cerrado. Mastrángelo le pegó un derechazo bárbaro, alto al primer palo y la mandó adentro. Después lo vi hacer más de un gol de la misma forma, tanto que los pocos que se convierten de esa manera me llevan siempre a pensar que son convertidos “al estilo Mastrángelo”. Heber se emociona con esas palabras: “Que fenómeno Fontarrosa… No sabía que había escrito eso de mí. Un honor inmenso. Me acuerdo de ese gol en la cancha de Central, porque se lo marqué a mi amigo Carlos Biasutto. Fue una noche con mucho barro y en el pique, se hizo difícil dominar la pelota, entonces me abrí, le pegué alto y fue gol. Casi todos mis goles eran de chanfle, con tres dedos. Pero nada estaba estudiado, era por instinto. Definía despacito y eligiendo el lugar”.


La hora del retiro llegó en 1982 y al colgar los botines las redes descansaron de uno de sus visitantes más asiduos. Al poco tiempo, ya estaba trabajando nuevamente en Boca, como lo hizo a lo largo de más de 30 años en diversas etapas y lugares: “Arranqué en el ‘84 como ayudante de campo de Dino Sani, que era el DT de la primera y luego con Alfredo Di Stéfano, al que todos le tenían un poco de miedo, pero yo le hacía bromas y lo hacía reír. Era como un diario mojado, no se le entendía nada cuando hablaba (risas), pero sabía de fútbol una barbaridad. Cuando llegó Menotti en el ‘87 nos echó a todos los que trabajábamos en el club, pero luego pude volver y me di el gusto de ganar 14 campeonatos como entrenador con la 5° y la 6° división de Boca”.


En la década del ‘70 a nadie se le pasaba por la cabeza que podían existir las cadenas de indumentaria deportiva. Era algo utópico y fantasioso. Para conseguir esa ropa, había que ir a la casa de deportes del barrio, que tenía los elementos básicos, aunque a veces nos podía sorprender con alguna maravilla que nos hacía abrir los ojos. En una caja, habitualmente ubicada debajo del mostrador, descansaban tesoros hermosos, que eran los números de plástico con pequeños agujeros, para ser cosidos en camisetas y pantalones. Un clásico era que los chicos pidieran el 7. Con la idea de poder parecerse a ese delantero implacable. Ese mismo que hoy nos dejó, pero que queda en el recuerdo y en el homenaje eterno de aquellos que fueron buenos dentro de una cancha, pero mucho mejores fuera de ella.


miércoles, 19 de julio de 2023

LA HISTORIA DE "COCOCHA" NARVAEZ

EL VENDEDOR DE GARRAPIÑADAS 

FUENTE: "SANSADEPORTES.COM.AR:

Martín Bernardo “Cococha” Narváez nació en San Salvador, pero emigró a Concordia junto a sus padres y allí empezó su carrera como boxeador. En esta nota de “la ley del boxeo” relata su vida. Fui un boxeador guapo, duro, y que pegaba fuerte. Incluso lo dieron por muerto varias veces, pero Cococha sigue vivo y su fama se expande por toda la ciudad. Además, cuenta un hecho escalofriante que derivó en el asesinato de su madre y una hermana.




A continuación la nota que le realizaron en diciembre de 2021.

El invitado de hoy nació en San Salvador, pero sus padres decidieron buscar un futuro para él y sus siete hermanos en Concordia. A sesenta kilómetros al noreste de la «Capital Nacional del Arroz».

Hoy, con 60 años, es un amante del deporte y del río, anda por la arena, hablando, tomando sol, vendiendo maníes en los festivales populares, y siempre entreteniendo y divirtiendo a la gente. Es un personaje como salido de un cuento, o de un dibujito animado, con sus vestimentas únicas y coloridas, que le quedan «pintadas». Físicamente se mantiene impecable. Con un poco más de moneda sería «playboy». Hoy lo es, pero en retirada…

Pocos saben, salvo quienes los veteranos que lo vieron arriba del cuadrilátero, que ese hombre de «altas chapas», flaco, alto, que habla y se viste como un pibe, y que hace reír como un payaso, fue un boxeador popular y populoso. Que le complico la vida a todos los que le trajeron de afuera. Y que fue protagonista de inolvidables y dramáticas batallas.

En las veladas boxísticas, maratones, canchas de futbol, recitales, teatro, carnavales, y fiestas que anden dando vueltas, sus bailes lo transformaron en un showman. Es como las guirnaldas: está en todas las fiestas. Es un honor presentar una de las personalidades más famosas y queridas de la vieja Concordia. Bienvenido boxeador y vendedor de «frutos secos» Martín Bernardo «Cococha» Narváez a «La Ley del Boxeo»:

«Hola querido, ¿cómo estás? ¿Todo bien? Sufra… Ja, ja, ja. Yo siempre quise ser boxeador. Como «Tiriti» Osuna y «El Negro» Bogado, con quienes tuve el gusto de hacer guantes. Mi hermano Luis ha sido boxeador. A mí entrenaba «Banana» Enrique. Hice como 40 peleas amater y otras tantas como profesional. Mi carrera no duro mucho, pero era difícil que me lleven por delante. Usaba mi alcance y las metía fuerte».

«Debuté ganando un 12 de agosto de 1977 a Juan Carlos Galván en Concordia. Luego le gano a Mario Matthysse y pierdo por puntos con Oscar «El Mono» Vallejos, que era de La Bianca. La gente siempre se acuerda de los clásicos con «El Mono» Vallejos, «El Pato» Rojas, y Roberto Yoni, que eran muy buenos boxeadores. Puf, había que aguantarlos… Antes había muchos más boxeadores que ahora y se llenaba, lo mismo que en el fútbol, antes iban miles de personas, repleto. Eran otras épocas…».

«La gente sabe que fui boxeador. Pero los chicos muchos no. Fui un boxeador guapo, duro, y que pegaba fuerte. Lo que me reconforta cuando salgo de mi casa es la gente, que me da su cariño. Los chicos me saludan y me dejan muy contento. Yo disfruto como loco compartiendo».

«Me visto bien, porque me gusta estar presentable en la calle, te levanta el espíritu. Hay gente que nunca vi y siempre me dice «hola Cococha».

«Tengo en mi bolsito maní y salgo a ganarme el pesito. En su momento vendía agujas, hilo, todo lo que había «en la rápida». Salgo al revoleo para hacerme «la diaria».

«A mí siempre me gustó la gimnasia, empecé con el boxeo. Lamentablemente, anduve con problemas de menisco acá y no pude hacer otra cosa después. El boxeo me dejó muchos amigos. Soy una persona que no me niego a nada, me hago querer por mi forma de ser».

«Hace algunos años, salió una noticia que yo había fallecido, fue el tema de conversación, explotaron las redes sociales, jajajá, tuvo en vilo a la ciudad. Salí hasta en El Heraldo. Después los medios y hasta la policía dijeron que estaba más vivo que nunca. Tuve que salir a desmentir por todos lados para que sepan que estaba vivo. Mi mamá justo paseaba por Mar del Plata, y con mis hermanas la llamamos para avisarle que estaba bien».

«Vivo en la zona sur de la ciudad, mis raíces están en la Gruta de Lourdes, donde tengo un especial cariño con el recordado padre Andrés Servín, quién hizo mucho por la gente. Hay muchas necesidades en el barrio y a eso le pudo hacer frente el padre Andrés cuando estaba vivo. Gracias al padre pudimos tener los cordones cunetas, las cloacas. Yo vi cómo trabajó para poder tener el muro de contención, que hoy nos salva de las inundaciones. No hubo otro como el padre Andrés Servín».

«El río es hermoso, tiene miles de colores, como el corso, es imprescindible, pero cuando crece se lleva todo… Las inundaciones nos llevó toda la barriada por arriba. Ex Aeroclub, Tiro Federal, Gruta de Lourdes, Carretera La Cruz… fue un desastre. Después la Pandemia… Yo ando todo el día en la calle, hablando con cualquiera, y sé cómo viven muchas personas. Sin trabajo, mendigando… Me gustaría que vengan las empresas. Y que dejen producir a la gente que siembra cebolla, zanahoria, en el terreno de «los otros». En su momento estaba la Coca, el Molino Río de La Plata, el Frigorífico Yuquerí, Pindapoy… Todo se fue cayendo».

«La pobreza va a existir en toda la Argentina. Lamentablemente, los punteros se la quedan, y no la quieren repartir. En mi barrio hay mamás que tienen diez chicos. Algunos ya han crecido y hasta son padres, pero pocos saben o les gusta trabajar. Cansado de vagos… Ja, ja, ja».

«Quiero ver la gente contenta, dándole prioridad al deporte que te enseña todo. Me gustaría hacer campeonatos de fútbol para reunir a más gente y que las mamás hagan torta frita para vender. La alegría que habría en el barrio sería total. Antiguamente, pasaba eso, y la gente vivía mucho más feliz».

«El ingreso de las drogas a los barrios ha sido un desencadenante. Ha malogrado al país. Es la peor mugre, yo nunca entré en esa. Ni fumo, ni me drogo, solo un poco de alcohol. De tanto en tanto. Como sano, me cuido, lo manejo con la mente».

«Sufrí en carne propia lo que es tener un enfermo por drogas. Mi sobrino David Acuña mató a palazos a mi mamá Marta Bejarano de 85 años, y a mi hermana Mabel Narváez, que tenía 56 años».

«Lo hizo por encargue. Siempre consumió drogas y era un chico violento. «El Pai» Marcelo era su maestro espiritual. Marcelo le pide el sacrificio de las personas más queridas y las eligió a ellas. “El Pai” es trolo y tenían una relación, porque lo compraba dándole drogas a cambio de sexo y lo empezó a usar. “Yo te doy, vos me das”. El le metía todas las ideas, es del barrio Las Viñas”.

“Encontré en su cama un ritual de ropas blancas, un pañuelo, una vela, y un dibujo donde había cuatro mujeres, que serían su hermana menor, mi mamá, mi hermana, y la otra una exnovia. Las flechas del dibujo apuntaban hasta otra figura que decía: “David Manda».

«David se drogaba desde chico y yo lo veía cada vez más cambiado. Lo único que decía era «mamá o abuela dame plata», y con la mirada las dominaba, le tenían terror. Ya les había pegado, pero nunca mi mamá me expresaba nada porque se las tenía que ver conmigo, ya un día lo fajé porque andaba tirando todas las cosas«.

“Veinte días antes de los asesinatos, apareció bañado en sangre, debía permanecer así sin lavarse, y despedía un olor a podrido. Habían hecho un ritual de bañarse en sangre de gallina, eso tenían que aguantarle mi mamá y mi hermana, si le decían que se saque la ropa se enojaba mal, por eso no le decían nada. Terminó asesinándolas a palazos… Y a él le dieron solo veintidós años de prisión… No se hizo justicia».«.

«La venta ambulante de maní en bolsitas es mi especialidad con la muletilla que me distingue: «marihuana-maní, me quedan las últimas 200 bolsitas», «Sufra», «Cansado de Vagos», que siempre dejan una sonrisa en quienes lo escuchan. O son motivo de las memes en redes sociales. Con la imagen de mi cara, ja, ja, ja. Es así… Sufra Cococha. Ja, ja, ja».

«Me gustaría que me recuerden como un buen tipo buena onda que siempre le gustó sacarle una sonrisa a la gente. Deseo que me cremen y me tiren las cenizas al río Uruguay, donde soy muy feliz, por supuesto».

El músico Marcelo Pedrozo fue el autor de la canción «Nocaut» protagonizada por el ex boxeador Martín Bernardo «Cococha» Narváez. El videoclip presenta un homenaje a su figura, se lo ve recorriendo con su bicicleta las calles del barrio Gruta de Lourdes, Carretera La Cruz, saludando a los vecinos por el muro de contención, paseando por la costanera, y culminando su recorrido en el Gimnasio Municipal, donde se prepara y sube al ring. Refleja su vida misma.

«Cococha» es una de esas personas que te la cruzás por la calle y siempre tiene una historia y una sonrisa para ofrecer. La otra noche lo llevamos a su casa con mi amigo «El Legui» y escuchamos sus cuentos de amor «extra maritales». Geniales y sin filtro. Son sensacionales. Como su vida misma. Su carisma lo ha llevado a ganarse muchos amigos. Cuando falta «Cococha» en el río o en el box… Falta el color, el calor, el show, y todo eso que en las fiestas populares tienen mucho valor

LA LEYENDA DEL ARCO

AGUSTIN "EL MONO" IRUSTA DE SAN LORENZO 

FUENTE:"PROYECTOBOEDO.WORDPRESS.COM.AR"

Agustín Enrique Irusta nació el 19 de julio de 1942 en Noetinger, un pueblo de Córdoba cercano a Villa María. Hijo de arquero, hermano de arquero (y posteriormente tío de arquero) su destino estaba escrito debajo de los tres palos.




En 1961 vino a probarse a San Lorenzo. Jugaba en la tercera y mientras esperaba que llegue su oportunidad, trabajaba en el club. Barría, hacía mantenimiento. Fue albañil, cerrajero, electricista y hasta pintaba las butacas del Gasómetro. Dos años después, debutó en primera.

1963 no fue un buen año para San Lorenzo. Arrancó el campeonato dirigido por una dupla de preparadores físicos, Pablo Amándola y Adolfo Mogilevsky. El experimento duró poco: en las 6 primeras fechas, el equipo ganó un solo partido (a Boca, como manda la historia, como toda la vida) empató uno y perdió 4. Se comió 16 goles en 6 encuentros. El arquero era Marwell Periotti. Tras ese comienzo desastroso, la dupla técnica fue eyectada. En la fecha 7 asumió José Barreiro y puso en el arco a Juan Carlos Bertoldi, recién llegado de Huracán. Fue debut y despedida. San Lorenzo perdió 4-3 con Racing y Bertoldi jamás volvió a jugar.

Ante la falta de respuestas de los guardavallas, el maestro Barreiro, gran promotor de juveniles (y futuro creador de los Carasucias) para el partido siguiente le dio la chance a aquel pibe cordobés que era suplente en la tercera. El 23 de junio de 1963, Agustín Irusta defendió el arco del Ciclón por primera vez. En la cancha de Atlanta, San Lorenzo cayó derrotado ante el conjunto local por 3 a 2. Eran 6 derrotas en 8 partidos.

Pero en la fecha siguiente comenzó la recuperación. San Lorenzo le ganó el clásico a Huracán (como manda la historia, como toda la vida) 3-1 en el Gasómetro y el Mono empezó a ganarse el corazón de la gente cuando a los 2 minutos de juego atajó un penal. Terminó adueñándose de la valla azulgrana hasta el final del campeonato, siendo una gratísima revelación en un equipo con sangre joven, que levantó el nivel ganándole a Racing en Avellaneda después de 21 años y 3-0 de visitante a Boca (como manda la historia, como toda la vida).

En ese torneo hubo otros dos partidos que Irusta no se va a olvidar. Así como debutó contra Atlanta, en la segunda rueda contra los Bohemios sufrió la única expulsión de su extensa carrera. Le dió un golpe a Carone y fue expulsado. Por la agresión del Mono, el juez cobró penal. El Tucumano Albrecht se paró bajo los tres palos. Ejecutó Julio Nuin y el tiro se estrelló en el poste derecho.

Y la última fecha del campeonato del ’63 será recordada por siempre como una de las páginas más oscuras y vergonzosas de la historia del fútbol argentino. Independiente recibió en su cancha a San Lorenzo. Si le ganaba era campeón. Una victoria del Ciclón dejaría el torneo en manos de River. A los 20 minutos el Bambino Veira abrió el marcador. Pero el árbitro Manuel Velarde decidió robarle literalmente el partido a San Lorenzo: no cobró un claro penal  contra Casa, le regaló otro a Independiente y dejó que los jugadores del Rojo le peguen arteramente a los azulgranas. Veira, Telch y Zárate salieron lesionados (en esa época no existían los cambios), Páez y Albrecht fueron expulsados y San Lorenzo quedó con 6 jugadores contra 11 de Independiente. Los azulgranas decidieron protestar contra la escandalosa actuación del árbitro haciendo una huelga dentro de la cancha. Se cruzaron de brazos y no opusieron ninguna resistencia. Se limitaron a mirar cómo los rivales convertían. El bochornoso espectáculo terminó 9 a 1 a favor de Independiente. El último gol fue de antología. Coco Rossi pateó contra su propio arco desde la mitad de la cancha y el Mono Irusta la dejó pasar. Después aplaudió irónicamente al juez Velarde, que nunca más en su vida volvió a dirigir. “Nunca supe muy bien qué me pasó. Yo tenía 20 años y tanta bronca contra el referí, Manuel Velarde, que reaccioné así. Es más, sobre el final hubo una jugada en la que Coco Rossi me la tocó atrás y la dejé pasar. Entró, y yo festejé el gol con ironía. Todavía hay gente que me recuerda esa tarde que quedó en la historia… El árbitro jugó para ellos. Incluso no volvió a dirigir más”, recordó el Mono previo a la victoria de San Lorenzo que terminó con el descenso de Independiente en 2013.

1964 fue el año de los “Carasucias”, el mítico equipo al que no le hizo falta salir campeón para quedar flotando eternamente en la memoria popular. Doval, Telch, Areán, Veira y Casa desplegaban su maravilloso fútbol de orfebrería, lleno de flores y guirnaldas, apoyados desde atrás por la jerarquía de Albrecht y la  seguridad de Irusta, quien ya definitivamente consolidado, atajó los 30 partidos de titular.

Al año siguiente también siguió custodiando el arco del Ciclón sin competencia. Una perla de ese 1965 se dio en el match entre San Lorenzo y Lanús en el Gasómetro. Se enfrentaron los hermanos Irusta: Agustín y Rolando, arquero del equipo granate, quien al año siguiente integró el plantel de Argentina en la Copa del Mundo 1966 (el hijo de Rolando y sobrino de Agustín, Gustavo Irusta, fue arquero de Independiente y Talleres en la década del ‘90)

El técnico de la Selección en el Mundial de Inglaterra fue el Toto Lorenzo. Antes de asumir ese cargo, dirigía a San Lorenzo. En 1966 llegó a Boedo Carlos Buttice. Lorenzo le dio la titularidad y Batman, con su estilo audaz y sus fantásticas voladas de palo a palo, se quedó con el puesto. Y gracias a su nivel superlativo, no volvió a largarlo durante los siguientes 5 años.

Durante ese lustro, el Mono jugó poco, pero eso templó su personalidad. Solo un hombre con una tremenda fortaleza anímica pudo aguantar estar más de dos años sin jugar un solo minuto. Sin hacer un solo reclamo, siempre sumando y apoyando a sus compañeros. Durante 1966 y 1967 Buttice tuvo asistencia perfecta. Irusta volvió a custodiar el arco azulgrana recién en la primera fecha del Metropolitano 1968. Y así se dio el gusto de salir campeón por primera vez integrando el fabuloso equipo de “Los Matadores”, el primer campeón invicto de la historia del fútbol argentino. Jugó 5 partidos de esa campaña: el 5-1 a Atlanta en la fecha 1, el triunfo 2-1 a Boca en la Bombonera (como manda la historia, como toda la vida), 0-0 con Racing, 1-1 con Estudiantes y 5-0 a Ferro.

En 1970, “Batman” Buttice volvió a jugar absolutamente todos los partidos y a fines de ese año se fue a jugar al fútbol brasileño. En 1971 Irusta alternó la titularidad con Jorge D’Alessandro. Y en 1972 tuvo su revancha. El mismo Toto Lorenzo que años antes había optado por Buttice, ahora le dio plena confianza y el Mono respondió en forma brillante, alcanzando el pico culminante de su carrera. San Lorenzo, dueño total y absoluto del fútbol nacional, pasó por arriba a todos sus rivales y ganó los dos campeonatos que se disputaron en el año, el Metropolitano y el Nacional (este último en forma invicta una vez más). Irusta fue pieza clave de una defensa inexpugnable. Entre los dos torneos jugó 43 partidos (solo faltó a 5) y en 19 cotejos mantuvo la valla invicta.

En 1973 fue el arquero titular del equipo azulgrana que llegó a las semifinales de la Copa Libertadores. Y en 1974 jugó todo el Metropolitano, pero en el Nacional, Osvaldo Zubeldía le dio la titularidad a Alfredo Anhielo, que había llegado de Defensores de Belgrano. De todas maneras, el Mono se dio el gusto de ganar su cuarto campeonato en el CASLA, habiendo jugado dos partidos, con sendas victorias, Atlético Regina 4-0 y Chacarita 3-1.

En 1975 alternó con Anhielo y otro recién llegado, Ricardo La Volpe. 1976 fue la última temporada del Mono en Boedo como futbolista profesional. Aprovechando la convocatoria de La Volpe para integrar la Selección Argentina, Irusta se volvió a apoderar del arco azulgrana y terminó su ciclo en el club jugando la mayoría de los partidos, haciéndolo en gran nivel. Se ganó el cariño incondicional de la hinchada que lo erigió en uno de sus ídolos y hasta recibió el aplauso de parcialidades rivales, que reconocían su humildad y profesionalismo. Ese año la campaña de San Lorenzo fue paupérrima, poco quedaba de aquellos brillantes planteles campeones de la época dorada del club. Todas las grandes figuras habían emigrado. Era tan grande el caos institucional que cuando el Mono jugó su último partido con el buzo del Ciclón, un empate 2-2 contra Ferro en Caballito, el equipo fue dirigido por la Subcomisión de fútbol: ni técnico había.

En 1977, dieciséis años después de haber llegado a San Lorenzo, Agustín Enrique Irusta fue contratado por Unión de Santa Fe.

Años después volvió al club, su club, para trabajar como entrenador de arqueros, en las inferiores. También lo hizo en primera división, por ejemplo en tiempos del Coco Basile, Ramón Díaz y el Bambino Veira como directores técnicos. En su labor por las divisiones formativas, desde niños pasaron por sus manos arqueros campeones en San Lorenzo, como Saja y Orión, que llegaron a jugar en la Selección mayor o Ramírez, Centeno, Champagne y Devecchi, que integraron seleccionados juveniles. Todos resaltan su sabiduría, experiencia y sus grandes conocimientos técnicos, como también sus inmensas cualidades humanas.

El Negro José Ramírez le destacó al respecto: “La técnica para pegarle a la pelota. Irusta solía corregir esos defectos en los arqueros, te tenía horas trabajando para perfeccionar la pegada y buscaba hacer del arquero un jugador más dándole participación en el juego”.

En San Lorenzo jugó 270 partidos. Está en el Top Ten de máximas presencias en la historia del club en el profesionalismo. Es el arquero que más partidos jugó; el que más veces terminó con la valla invicta: 91 en 270 partidos (33%). El que más campeonatos ganó: 4 títulos (Metro ’68, Metro ’72, Nacional ’72 y Nacional ’74). Atajó 7 penales y lo expulsaron una vez. Y encima barría y pintaba el Gasómetro. Y a la hora de renovar los contratos los firmaba en blanco.  Les decía a los dirigentes: “Ustedes pongan lo que creen que tengo que ganar”.

Como arquero, los hinchas cuervos que lo aplaudieron en la cancha, lo recuerdan enfundado en una polera negra, con su físico imponente, sus manos enormes, sus reflejos, su audacia para arrojarse encima de los delanteros que lo enfrentaban y sobre todo, la más maravillosa pegada en los saques de arco que se haya visto; le daba con tres dedos y la ponía justa en los pies de los compañeros:«Eso lo aprendí de Amadeo Carrizo, un maestro. Yo le pegaba de costado, le daba dirección y la pelota bajaba limpita. Además se las daba al ras del piso. Me salía bien, tuve esa virtud”, explicó con humildad.

Demasiada, para un hombre que es ejemplo de compromiso profesional, amor por los colores, identidad y pertenencia sanlorencistas.

Un hombre que llegó a San Lorenzo a los 19 años, cumplió 80 y sigue ligado al club.

Un hombre que logró convertir el arco en leyenda.



martes, 18 de julio de 2023

EL PRIMER TROFEO PATROCINADO DEL FUTBOL INGLES

"LA MILK CUP "

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

Milk Cup fue el nombre que recibió la League Cup entre 1981 y 1986, y supuso el primer patrocinio de un gran torneo inglés. La compañía Milk Marketing Board Milk Cup abrió de esta forma el camino hacia posteriores patrocinios de la League Cup: Molson Coors/Carling Cup, Coca-Cola Cup, Worthington Cup, Rumbelows Cup, Capital One Cup, Littlewoods Challenge Cup o Carabao Cup.




En la primera final, bajo la nueva denominación, el Liverpool FC se proclamó ganador, y recibió dos trofeos: el de la antigua EFL y el de la Milk Cup, pero a partir de entonces se decidió que un solo trofeo era suficiente para exponer en las vitrinas del ganador. The Reds no solo se llevaron aquella primera Milk Cup de 1982, sino también las dos siguientes ediciones, antes de que el Norwich City y el Oxford United rompieran su monopolio.

A lo largo de la historia la Milk Cup tuvo grandes sorpresas, como cuándo el modesto Southend United se impuso al Fulham por 1-0 con gol de Garry Nelson en 1982.


viernes, 14 de julio de 2023

PARA CONOCERLA MEJOR

¿QUIEN ES LA BOXEADORA CORDOBESA DAYANA SABCHEZ"

FUENTE: "EL DESTAPE"

Dayana Sánchez, la boxeadora argentina que sufrió un incendio en su casa de Córdoba, tiene una interesante y extensa carrera con varios galardones. Junto a su hermana Leonela -hijas del exboxeador Víctor Hugo Sánchez-, y bajo el ala de Virgilio "Pato" Aráuz, dieron sus primeros pasos en el deporte de los puños y trascendieron mucho más allá de su provincia. Ambas púgiles se afianzaron en la Selección de boxeo amateur, pero sólo Dayana logró un hito que quedará en lo más alto por siempre.




Mientras pelea por su vida, es importante destacar que la joven oriunda del Barrio Juan Pablo II fue la primera mujer -y única hasta el momento- que representó al país en la disciplina durante un Juego OlímpicoSánchez lo hizo nada más y nada menos que en Tokio, pero su participación no fue una más. Luego de quedarse con la medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019"Day" dio positivo en un control antidoping al igual que su hermana y esto peligró la presencia de las dos en Japón. Sin embargo, sólo "Day" los disputó por invitación del Comité Olímpico Internacional (COI) y cayó en la primera ronda.

Luego de hacer historia en el boxeo, Dayana Sánchez esperaba que la sanción por la sustancia furosemida finalmente se levante para poder competir a nivel profesional. Sin embargo, el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) intervino para extenderla por cuatro años -hasta 2025-. Para colmo, la noticia que fue un gancho al hígado para las hermanas llegó en noviembre del 2021 en los días previos al debut de "Day" y un mes antes de que Leonela haga lo propio.

Al margen de este mal momento que vivió, la más grande de las hermanas, nunca se alejó del deporte en el que dio sus primeros pasos a los 14 años. Contra boxeadoras más grandes que ella demostró que tenía mucho futuro en el deporte de los puños y se ganó un merecido lugar en la Selección. Con el paso del tiempo, se colgó varias medallas y cada una tuvo una historia diferente. Sin dudas, la oportunidad de disputar en Tokio también fue una de ellas, aunque no tuvo la merecida presea. Hoy, ambas púgiles tienen un merecido mural en su barrio en el un artista rememoró lo sucedido en Lima.

Los Juegos Odesur de Chile en 2014 fueron los primeros en los que se subió a un podio. Dayana Sánchez consiguió la medalla de plata tras un impresionante torneo y con el tiempo siguieron los éxitos. Ya en 2015, en los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá, confirmó su gran nivel y ganó otra presea tras quedar segunda, pero no consiguió clasificar para los Juegos Olímpicos de Río 2016.

En 2017 fue parte de la Selección Cordobesa de Box y volvió a lucirse: ganó la medalla de oro en el Campeonato Nacional Femenino de Box y y también la V Copa Internacional Femenina Elite “Lic. Carlos Velázquez”. Un año después, formó parte de la delegación argentina en los Juegos Odesur de Bolivia. Por último, en 2021 participó de los Juegos Olímpicos de Tokio, una gran oportunidad que le llegó tras varios años de esfuerzo. Allí, cayó ante la turca Esra Yildiz en los octavos de final por 5-0 en la categoría de 57 a 60 kilos.

El incendio en su hogar del Barrio Juan Pablo II de Córdoba comenzó cerca de las 23 del miércoles 12 de julio y le provocó algunas quemaduras de segundo grado, lo que le generó problemas en las vías respiratorias altas que no dejaron otra opción que intubarla en una sala de terapia intensiva. Según informó el primer parte médico de la joven púgil, se encuentra en un grave estado de salud.

Según informó Virgilio “Pato” Aráuz, el entrenador de Dayana y su hermana Leonela, en diálogo con el diario La Nación, el motivo que generó el incendio fue por una una estufa con garrafa ubicada en el dormitorio de Sánchez, que tuvo inconvenientes para salir de la habitación. “Se quemó todo, el colchón, la pieza y ella no podía salir”.



jueves, 13 de julio de 2023

HISTORIAS GENUINAS

"EL GRAN GAMBETEADOR"

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

«Pulga» Rodríguez y su historia de superación cautivan a todos los que amamos a los jugadores formados en el fútbol callejero. El actual jugador de Gimnasia y Esgrima LP ha sido a lo largo de su carrera campeón de Tercera, Segunda división y Primera división de Argentina.


Desde José Sand (Ap 2008 y Cl 2009), no había un jugador que pudiera ser dos veces consecutivas goleador del torneo argentino, además de ser el máximo artillero de la Copa Maradona y Copa de la Liga. Vaselinas, caños, gambetas y demás regalos de un tipo de jugador que difícilmente podemos ver en el fútbol actual. Luis Miguel Rodríguez, más conocido como el «Pulga» Rodríguez simboliza con sus destellos de calidad la agonía de un fútbol que prácticamente ha desaparecido de los terrenos de juego. Y tal es el cariño que le procesa el pueblo que incluso fue abierta una campaña para convocarlo para los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

Nacido un 1 de enero de 1985, pasó su infancia en Simoca (Tucumán, Argentina) jugando a fútbol descalzo y trabajando de albañil, pintor, y otros trabajos totalmente alejados del deporte, para ayudar a su familia numerosa de 9 hermanos a escapar de la extrema pobreza. «Pocholo», su papá, a pesar de sus limitaciones económicas, pudo regalarle un par de botines cuando Luis Miguel cumplió su décimo aniversario para que no siguiera jugando descalzo. «Cuando se sufre en la infancia, lo que se logra después se valora y se cuida el doble. Uno no se olvida de aquello.» Declaró en un reportaje para «El Gráfico» posteriormente.

A los 13 años, se fue a buscar fortuna en Italia para jugar en el Società Sportiva Arezzo, de la Serie B del Calcio. Estuvo en las divisiones inferiores del club y llegó a jugar el Mundialito de fútbol base que se jugó en la isla Gran Canaria en 2003. A los 14 años fue el Inter de Milán que mostró interés en el atacante de 1,67 metros de estatura. Incluso un futbolista que compartió con él en esa época (Obafemi Martins) llegó a expresar: “Era un jugador impresionante, apilaba a todos los que se le ponían en frente de una manera tremenda”. Finalmente su traspaso al conjunto del Giuseppe Meazza no se dio por motivaciones personales de su representante que lo quería colocar en la liga de Rumanía.

El supuesto acuerdo con el Craiova rumano a cambio de 500 dólares mensuales nunca se llegó a dar y el representante se esfumó dejando tirado a la «Pulga» en una estación de trenes sin dinero, vivienda, ni club, ni siquiera entendía nada de italiano. Después de un larguísimo viaje lleno de escalas, consiguió volver a su casa y le dijo a su madre, Bety, que había decidido no jugar más, “pero mis padres no querían que trabajara y me desgastara porque tenía que seguir jugando».

Así pasó otra vez a ser albañil, en Bernachea-Falcon Servicios y en su tiempo libre participaba en pachangas en una Central Eléctrica. Al tiempo, gracias al aliento de su hermano Walter, retomó la actividad futbolística, jugando primero en UTA, un club menor, pasando luego por Racing de Córdoba, Newell´s Old Boys, Atlético Tucumán (donde llegó de la mano de Jorge Solari y fue campeón del Torneo Argentino A en 2008 y del Nacional B en 2009, campeón del Nacional B en 2015 y finalista de la Copa Argentina en 2017 más la disputa por Copa Libertadores en 2018 que perdió con Grêmio) hasta que en 2018 llegó una oferta del presidente de Colón de Santa Fe, José Vignatti, para incorporarse a su club.

No olvidemos que en el Decano llegó a jugar 323 partidos y marcó 130 goles, convirtiéndose en el segundo máximo anotador de la historia del club, detrás de Santiago Coya Michal (209).

En el club santafesino volvió a tener actuaciones destacadas, tanto en la Superliga como en la Copa Sudamericana, especialmente en esta última donde logra llevarlo a la primera final internacional del Sabalero en su historia. En el equipo de Eduardo Domínguez «El Pulga Rodríguez» pasó por arriba a Racing, hizo golazos y se coronó por primera vez en la historia. El Sabalero fue un merecido campeón de la Primera División Argentina, y le valió su fichaje para el Gimnasia y Esgrima LP.

Entre los otros tantos momentos emblemáticos de su carrera está sin duda alguna la convocatoria de Diego Armando Maradona a la Selección Argentina en el año 2009.


miércoles, 12 de julio de 2023

PARTIDOS QUE NO SE OLVIDAN

INTERCONTINENTAL DE 1963: EL SANTOS DE PELE CONTRA EL MILAN DE RIVERA

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

La Copa Intercontinental de 1963 reunió al mítico Santos FC de «O Rei» Pelé y al AC Milan de Gianni Rivera en tres inolvidables partidos disputados en San Siro y Maracaná, en una de las eliminatorias más recordadas de este torneo.

 


 

El Associazione Calcio Milan se clasificó al ganar la Liga de Campeones de la UEFA 1962-63, al imponerse al Benfica de Eusebio por 2-1 en la final disputada en Wembley, logrando por primera vez su primera Copa de Europa.

 

En la Copa de Campeones de América de 1963 el «Peixe» ingresó en semifinales, por ser el vigente campeón. En dicha instancia se enfrentó con otro equipo de su país, el Botafogo, al que venció por un global de 5 a 1. En la final lo esperaba Boca Juniors con jugadores como Marzolini, Rattín y el polémico Sanfilippo. En el partido de ida, disputado en el Maracaná se impuso el local por 3 a 2, pero llegó a estar 3 a 0 arriba en el marcador por los dos goles de Coutinho y Lima. La vuelta se jugó en la Bombonera ocho días después y otra vez se impuso el Santos dando vuelta el marcador. Los argentinos se avanzaron con un golazo del “Nene”, pero primero Coutinho y luego Pelé le dieron la victoria y el título por segunda vez consecutiva al Santos.

 En 16 de octubre de 1963, en el estadio San Siro de Milán se jugaría el partido de ida, arbitrado por el austriaco Alfred Haberfellner. El partido sería ganado por los «rossoneri» entrenados por el reputado técnico argentino Luis Carniglia por un contundente 4-2. Los goles de Trapattoni, el brasileño Amarildo por partida doble y Mora, se impondrían a los dos de Pelé.

 

Este potente Milan disponía en sus filas de jugadores como Cesare Maldini (padre de Paolo), Bruno Mora, Giovanni Trapattoni, Giovanni Lodetti, Gianni Rivera (Balón de Oro de 1969), y los internacionales brasileños Dino Sani, José João Altafini «Mazzola» (este nacionalizado italiano) y Amarildo Tavares da Silveira.

El Santos de Pelé entrenado por Lula lucía en su once inicial de cracks de la época como Gilmar en la portería, José Ely de Miranda «Zito», Dorval, Coutinho, José Macia «Pepe» y Mengálvio Pedro Figueiró.

El 14 de noviembre de 1963, en el mítico Estadio Maracaná, se jugaría el partido de vuelta, con malas perspectivas para los brasileños, los internacionales brasileños Zito y Calvet causarían baja. Ante un estadio lleno hasta la bandera (150.000 espectadores), el argentino Juan Regis Brozzi sería el colegiado encargado de dirigir el partido. Aunque el partido se puso 0-2 a favor de los italianos al final de la primera parte con goles de Altafini y Mora, el Santos devolvió el marcador del partido de ida en la segunda parte arrollando con cuatro goles marcados por «Pepe» por partida doble, Almir y Lima. El estadio literalmente enloqueció con esta gran remontada histórica totalmente inesperada después de los primeros compases de partido y la inoportuna lesión de Pelé a causa del juego sucio de Trapattoni.

 Dos días más tarde llegaría el partido decisivo, forzado por dos partidos de clara igualdad entre ambos conjuntos. El 16 de noviembre Maracaná rozó la locura, y vivió una de las grandes noches de su larga historia con la victoria del Santos por 1-0, gracias al gol de penalti transformado por Dalmo en el minuto 31 de partido.

Fue un verdadero espectáculo, con abundancia de grandes jugadas de ataque y luchas cuerpo a cuerpo, pura emoción durante 90 minutos. La única nota negativa fue el descarte de Pelé por lesión.

  

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

LA HISTORIA DE LOS HERMANOS BONETI FUENTE: "KODRO MAGAZINE" Ivano y Dario Bonetti fueron los únicos hermanos de la mítica plantill...