viernes, 24 de marzo de 2023

NUNCA SE SUPO MAS DE EL

EL ARQUERO DE TODOS: "EL TANO" PIOVOSO

FUENTE: "REVISTAELPASAJERO.COM.AR"

Por Walter Epíscopo - periodista

Entre las 30 mil vidas que se robó la última dictadura cívico-militar de nuestro país (1976-1983), estaba la de Antonio Enrique Piovoso Mengarelli, nombre completo con el que aparece en el listado del “Nunca Más”. 

 



Estudiante de arquitectura, le quedaba poco para recibirse. Tenía 24 años cuando aquel 6 de diciembre de 1977 un grupo armado vestido de civil ingresó a una oficina en la Galería Williams del centro de La Plata, donde funcionaba un estudio de arquitectura. No lo buscaban a él, que estaba allí por que trabajaba de dibujante. Buscaban y encontraron a un amigo suyo, pero según relatos de sobrevivientes de ese momento que quedaron tirados en el piso, también se lo llevaron por tener el “pelo largo y barba” y no “haber hablado”. Y nunca más se supo de ninguno de los dos. 

Para el mundo del fútbol, era el “Tano” Piovoso. El arquero. El que jugaba y se vestía como Hugo Gatti, pero que además llegó a reemplazarlo. Piovoso es hoy, el único futbolista de Primera División de AFA desaparecido. Pero por muchos años, el fútbol lo olvidó por completo, incluso hasta algunos compañeros. Hasta que hace unos años, su sobrino Sebastián Piovoso empezó a investigar en la familia y a hacer preguntas. Algo había pasado con un tío, pero no se hablaba mucho del tema. Investigaciones periodísticas también ayudaron a reconstruir la historia del “Tano” para que saliera a la luz. Y hoy, vamos por un poco más de este deportis- ta, que como muchos otros que también se encuentran desaparecidos, dio nuestra ciudad.

Antonio nació en La Plata, el 13 de agosto de 1953. Vivió en el histórico Barrio Gambier con su familia, en 132 entre 45 y 46. Jugó al fútbol infantil en el Club Peñarol y con edad de empezar a jugar en cancha de once, con algunos amigos fueron a Estudiantes. En el barrio jugaba de número cinco, pero tal vez, como era hincha de River, su idolatría por Hugo Gatti lo llevó al arco. A mediados de los ´60 y a pesar de su 1,77 metros (bajo para el puesto) empezó a atajar en Estudiantes donde dejó su impronta en sus años de inferiores. Cuando llegó el momento de firmar contrato no se lo ofrecieron, y a eso se le sumó una discusión con uno de sus entrenadores (compañeros hoy señalan que fue puntualmente con Rubén Cheves), y terminó cruzándose de “vereda” con sus bermudas, el pelo largo y remeras de colores. Sí, se fue a jugar a Gimnasia donde en ese momento ya estaba nada más y nada menos que su ídolo máximo: El “Loco” Gatti. El destino le ponía adelante como compañero a quien tanto admiraba a compartir un entrenamiento, un vestuario. Llegaba para jugar en Reserva pero tiempo después llegó a reemplazarlo en dos partidos en Primera.

El “Tano” tenía 19 años y un póster de los Beatles en su habitación. Le gustaba ir a comer a la Modelo los sandwich “Monstruo” con sus amigos. Usaba pantalones anchos y patilla larga, bien de la época. “Tenía mucha facha, era muy pintón”, recuerdan sus amigos. La tarde del 19 de abril de 1973 por el Torneo Metropolitano de ese año, Gimnasia visitó a Argentinos Juniors en La Paternal. A los 41 minutos del primer tiempo, el arquero albiazul aquella tarde, Daniel Guruciaga, sale lesionado y se produce el debut en Primera División del “Tano”. El Lobo cayó 2-0 (Villagra erró un penal para los platenses cuando estaban 0-0), pero Piovoso tuvo una correcta labor.

El destino le daría poco tiempo después la posibilidad de reemplazar a su máximo ídolo, dos veces en cuestión de días y en el Bosque. El 24 de junio ante All Boys, Piovoso reemplazó a Gatti a los 30 minutos del complemento en un encuen- tro donde Gimnasia cayó 3-2; y el 28 de junio en un partido nocturno y televisado ante Rosario Central, el “Tano” salió a jugar el complemento por que el “Loco” que arrastraba una lesión, no pudo seguir. Sus amigos del barrio estaban todos en la tribuna. El partido estaba 1-1 y en un tiro libre que patea desde unos 25 metros Pascuttini, la pelota fácil se le escapa entre las manos a Piovoso, decretando el 2-1 para los rosarinos cuando faltaba muy poco para el final del partido. Ese gol sería lapidario y marcaría el final de su carrera en Primera, y además ya no volvería a defender el arco del Lobo. Es más, se iría del club.

Y con los 20 años recién cumplidos a comienzos de 1974 comenzaría su recorrido por el fútbol del interior de la Provincia, y también a dedicarle tiempo a su carrera de Arquitectura. Arrancó atajando en Huracán de Tres Arroyos; también pasó Atlético Mones Cazón de Pehuajó; por Nación de Mar del Plata; y Athletic de Azul. En la semana estudiaba y trabajaba en un estudio de arquitectura donde dibujaba, y los sábados a la mañana se subía a un colectivo o directa- mente a su Citroën y agarraba la ruta para los domingos disfrutar de su pasión: Atajar.

En cada lugar donde estuvo dejó su sello. Su destreza como arquero, pero también su don de buena gente. Sus ojos azules, su simpatía y el gesto siempre alegre.

Tenía una vida intensa entre el estudio, el trabajo y jugar los fines de semana, no quedaba lugar para mucho más. Quienes lo conocieron afirman que no tenía una militancia política, solo alguna vez repartió volantes en la Facultad para ayudar a algunos amigos que si militaban y estudiaban con el, y para estar cerca de algunas chicas, “las más lindas están en Arquitectura”, decían. Esa tarde del 6 de diciembre del ´77 se lo llevaron aunque no era con el, solo “por tener barba y pelo largo”, y no “haber hablado”. Se dijo luego que se escuchó la voz del “Tano” en el centro clandestino de detención “La Cacha”, pero nunca más apareció.

El 13 de agosto pasado Antonio hubiese cumplido 67 años. Solo lo dejaron vivir 24. Su imagen vestido de arquero con el pelo largo quedó perpetuada e inmortalizada, como manteniéndose joven eternamente. Para que esté presente para siempre. Para que no lo olviden, “Nunca Más”.

Por Walter Epíscopo - periodista


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