lunes, 28 de noviembre de 2022

HISTORIAS QUE VALE LA PENA CONOCER

ENZO FRANCESCOLI: EL PRINCIPE QUE INSPIRO MONARQUIAS

FUENTE: KODRO MAGAZZINE/PAOLA MURRANDI 




Enzo Francescoli, fue un futbolista excepcional de primer nivel, con un estilo de juego de corte clásico y elegante, un privilegio para los ojos de los más exigentes. Un estilista del balón incluido por Pelé en la prestigiosa FIFA 100, elegido por la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol como el sexto jugador más grande de su país y el 24º de América del Sur en el siglo XX. Su talento inspiró a posteriores estrellas del fútbol internacional, como a su gran admirador confeso Zinedine Zidane.

Campeón de la Ligue 1 (1989-1990), de Primera División argentina (1985-1986) y de los Torneos Apertura (1996 y 1997) y del Clausura (1997), Copa Libertadores (1996) y Supercopa Sudamericana (1997). Además del Campeonato Sudamerica Sub-20 (1981) y 3 Copa América (1983, 1987, 1995). Votado como máximo ídolo de todos los tiempos de River Plate en 2008 y considerado como el 12º mejor jugador del siglo XX por la revista France Football, entre otros muchos reconocimientos.

Enzo Francescoli Uriarte, de ascendencia italiana, nació en Montevideo un 12 de noviembre de 1961, concretamente en el barrio de Capurro. Su baja estatura, que sería una gran desventaja para Francescoli a lo largo de su carrera profesional, hizo dudar en un principio a los posibles pretendientes del joven. Mientras estudiaba y jugaba en el colegio Salesianos de Don Bosco, Francescoli realizó pruebas en Club Atlético Peñarol (su club favorito de niño) y Club Atlético River Plate (su club favorito de mayor) en Argentina. En una entrevista realizada en 2008, Francescoli se refiere a estos rumores y afirma que, aunque se habló de su fragilidad, fue «su decisión» no volver a hacer una segunda prueba en ambas entidades, y prefirió quedarse en el equipo de su instituto con el que ganó cinco campeonatos consecutivos.

“Un día me probé en River, quedé, pero falté a la segunda cita porque preferí seguir con mis amigos”. Con Peñarol también pasó el primer filtro tras esperar toda una tarde para solo jugar 20 minutos. Al final le dijo a su papá: “No sé si voy a venir, otra vez mirar toda la tarde no quiero”.

Ya en el último año de colegio el equipo de Francescoli disputó un partido contra las divisiones menores de Montevideo Wanderers. Un amigo del habilidoso jugador, Gustavo Perdomo, jugaba en el equipo rival y le advirtió a su entrenador que se fijara en Enzo. El joven de 15 años destacó y José María Martiarena le ofreció la posibilidad de incorporarse a las inferiores del Montevideo Wanderers. Finalmente, después de consensuarlo con su familia, Francescoli aceptó la propuesta.

De inmediato se volvió muy importante para el equipo juvenil, hasta el punto que el entrenador le perdonaba que algunas veces llegara algunos minutos tarde a los partidos, debido a que tenía que recuperar horas de clase los fines de semana. Curiosamente, incluso se iniciaban los partidos con Wanderers alineando solo diez jugadores, para que Enzo se pudiera incorporar al terminar el colegio.

Tal fue la influencia de la joven estrella que debutó a los 18 años en el equipo profesional y a las pocas semanas se ganó los elogios y apodos como “El Maestro”, o “El Príncipe”. Este último le acompañaría durante toda su carrera y le fue otorgado por el ex jugador del Wanderers Hannibal Ciocca, quien pensó que el nombre era apropiado para un jugador que mostraba tanta elegancia y gracia en el campo. Nuestro protagonista también admitió libremente que la costumbre de mascar chicle en el campo, comenzó durante su temprana carrera en el Wanderers para evitar que se le secara la boca. A la inversa, también lo hizo su afición a los cigarrillos; de nuevo, Francescoli aceptó sin tapujos que los cinco o seis que fumaba cada día no perjudicaban su carrera profesional.

En su temporada de debut, Francescoli ayudó al Montevideo Wanderers Fútbol Club a alcanzar el segundo puesto de la liga, su mejor posición desde que ganó el título en 1931. Francescoli participó en 26 partidos de liga y marcó tres goles. La temporada siguiente, el Wanderers terminó tercero, con él como titular. A pesar de jugar 22 partidos de liga, su cuenta de goles en esta segunda temporada aumentó a siete. La tercera y última temporada de Francescoli en el equipo de Montevideo reforzó su ya creciente reputación, con 10 goles en 26 partidos de liga.

Aquella etapa le promocionó para formar parte de la selección uruguaya sub-20, que ganó el Campeonato Sudamericano Sub-20. Otras tres participaciones en el Campeonato Mundial Juvenil de la FIFA de 1981 atrajeron la atención de un público más amplio hacia la incipiente carrera de este futbolista de talento natural.

En 1982, durante su última temporada en el Wanderers, Francescoli debutó en la Copa Libertadores, así como en la selección absoluta de la Celeste. Sería el comienzo de una carrera internacional que lo llevaría a la capitanía, así como a compararse con los jugadores que conformaron la mejor época para el puesto de número 10. Mientras que el éxito en la Copa del Mundo estaba destinado a no materializarse nunca, el éxito en la Copa América sería constante e inmediato.

En la Copa América de 1983, el nombre de Enzo Francescoli se convirtió en sinónimo de éxito uruguayo. Uruguay fue primero de su grupo y pasó sin problemas a la final a doble partido contra Brasil. La Celeste se impuso por 2-0 en Montevideo y Francescoli abrió el marcador. Un empate a uno en el partido de vuelta fue suficiente para que Uruguay se adjudicara la Copa. A nivel personal, «El Príncipe» fue nombrado Jugador del Torneo con solamente 21 años.

River, el equipo al que Francescoli optó por ignorar cuando tenía 16 años, volvió a intentar hacerse con los servicios de este talento emergente. Tras acordar un traspaso de 310.000 dólares, «El Príncipe», ahora sí, se abrió paso en River Plate y comenzó una historia de amor con el equipo de su vida.

A pesar de un comienzo relativamente discreto de su carrera en Argentina, en el que el uruguayo fue víctima de la política de selección de River, el centrocampista se coronó como el mejor jugador sudamericano de 1984. Al año siguiente, por fin se hizo realidad el potencial que se había manifestado desde su debut profesional. Francescoli marcó 29 goles y se convirtió en el máximo goleador de la Primera División. Además, se convirtió en el primer jugador no nacional en ganar el premio al mejor jugador del año en Argentina.

En la temporada 1985/86, el pequeño delantero se convirtió en el máximo goleador de la liga por segunda vez. En esta ocasión, sus goles ayudaron a sellar el título para River. La influencia de Francescoli nunca fue más evidente que en el último partido de liga de la temporada, en el que los Millonarios ganaron por 5-4 y el Príncipe marcó dos goles, incluyendo una ya característica patada de bicicleta.

Francescoli no solamente había dejado una huella imborrable en el panorama nacional argentino, sino que en 1986 lideró a su país en la fase final del Mundial de México. Por fin había llegado la oportunidad de comparar a este elegantísimo futbolista con los mejores del mundo.

La reputación de Uruguay al final del torneo era de brutalidad, junto con un récord no deseado de la expulsión más rápida registrada en un partido de la Copa Mundial, ya que José Alberto Batista fue expulsado a los 56 segundos contra Escocia. A pesar de la amplia derrota por 6-1 ante los daneses, Uruguay se clasificó para las fases eliminatorias, pero perdió ante su rival y posterior campeón, Argentina. A pesar de la violencia y las derrotas, Francescoli fue posiblemente el único uruguayo que salió del torneo con su reputación intacta.

Justo antes del torneo, Francescoli tomó la decisión de dejar Sudamérica y dirigirse a Europa tras fichar por el Racing Club de París, que acababa de ascender a la Ligue 1. En su primera temporada, el uruguayo condujo a su club a un respetable 13º puesto, y «Le Prince» trasladó su forma de marcar al otro lado del Atlántico, terminando como máximo goleador de la Ligue 1 con 14 goles.

 En el plano internacional, la Celeste se clasificó automáticamente para las semifinales como campeona de la Copa América 1987. Francescoli quería desterrar los recuerdos del Mundial de 1986 y en la semifinal se enfrentó a los vigentes campeones del mundo, con Maradona incluido. Jugando en su anterior lugar de trabajo, Uruguay despachó a Argentina por 1-0 en El Monumental de River Plate. Otra victoria por 1-0 en la final contra Chile cimentó la importancia de Francescoli en la Celeste al conseguir dos títulos de Copa consecutivos.

«Le Prince» permaneció en el Racing Club de París hasta el final de la temporada 1989, a pesar de que durante la temporada 1987/88 llegó una oferta del Juventus, que veía a Francescoli como un sustituto preparado para Platini. El uruguayo rechazó la propuesta de la Vieja Señora de Turín y, como último regalo al club parisino, le ayudó a evitar el descenso en su última temporada.

Francescoli había sido el máximo goleador del club francés en cada una de las tres temporadas. En 1989, una oferta del Marsella resultó demasiado tentadora y se trasladó al sur de Francia, donde, sin saberlo, cambiaría la vida de una futura superestrella francesa.

Francescoli solamente jugó un año en Marsella, pero fue una temporada de éxitos, ya que el estilo lánguido y sin esfuerzo del uruguayo era simbiótico de la forma de jugar de «Les Olympiens». Durante su singular temporada en el sur, Francescoli marcó 11 goles, contribuyendo a la consecución del título de la Ligue 1, además de quedarse a las puertas de la Copa de Europa, tras caer en semifinales ante el Benfica por los goles marcados fuera de casa. La amenaza ofensiva de Jean Pierre Papin, Chris Waddle y Enzo Francescoli atrajo la imaginación y la atención de toda Europa.

Durante su estancia en el Stade Vélodrome, Francescoli dejaría una huella indeleble en un joven marsellés. Zinedine Zidane, futuro campeón del mundo, quedó cautivado por el uruguayo, y más tarde admitió haber modelado su propio estilo de juego a partir del irrefutable creador de juego, recordando: «Era mi jugador favorito y solía ir a verlo entrenar». El maestro francés también bautizó a su primer hijo con el nombre de la estrella uruguaya. De joven, Zidane había encontrado un espíritu afín, un modelo de juego.

Al final de su temporada en Marsella volvió a llevar a la Celeste a una fase final de la Copa del Mundo. Las hazañas de Francescoli en los distintos torneos de la Copa América habían creado expectativas y el escenario estaba preparado para que el uruguayo pusiera de relieve su talento al más alto nivel, en el escenario más público. Por desgracia, solamente un gol en el minuto 91 contra Corea del Sur en el último partido de la fase de grupos permitió a Uruguay pasar a la fase eliminatoria. Una vez más, la Celeste no llegó más lejos, ya que pareció congelarse de nuevo en la gran ocasión, perdiendo por 2-0 ante la anfitriona Italia.

Irónicamente, Italia sería el siguiente destino de Francescoli, que fichó por el Cagliari de la Serie A. Esta vez, el Príncipe estaría acompañado por sus compatriotas Daniel Fonseca y José Óscar Herrera en el Stadio Sant’Elia. Francescoli no tuvo el protagonismo ofensivo que había adoptado con gran éxito en sus anteriores clubes, jugando en un sistema que anulaba el estilo de juego espontáneo de Francescoli. Ya no se animaba al veloz creador de juego a proporcionar inspiración ofensiva; los «rossoblu» desplegaron a Francescoli como creador de juego en profundidad y, como consecuencia, su producción de goles se resintió.

 Durante sus tres temporadas en el Cagliari, Francescoli marcó 17 goles en 98 partidos. Para un observador neutral, esta proporción podría parecer un rendimiento moderado para un jugador considerado por muchos como uno de los mejores del mundo. Sin embargo, los sardos abrazaron a Francescoli y, a pesar de que su rendimiento goleador no alcanzó los niveles esperados, sus actuaciones le hicieron ganarse el cariño de los aficionados del Cagliari. Dos temporadas de mediocridad en la tabla fueron sustituidas por una última temporada de relativo éxito. La sexta posición en la Serie A y la consecución de una plaza en la Copa de la UEFA fueron más que suficientes para que Francescoli fuera elegido en el mejor once de la historia del Cagliari.

El uruguayo jugó una última temporada en Europa en el Torino. De nuevo, Francescoli fue empleado en un papel más profundo, anulando su potencial goleador. A pesar de un comienzo poco prometedor, la temporada de Francescoli en el Torino fue un reflejo de su última temporada en el Cagliari, ya que ayudó al equipo turinés a conseguir un sexto puesto y una posterior plaza en la Copa de la UEFA.

A los 33 años, Francescoli optó por regresar a su casa espiritual. En 1994, el Príncipe volvió a cautivar a la afición en el Monumental, y eligió volver a vestir la franja roja de River Plate. El más enigmático de los futbolistas, que se creía en su mejor momento y en el ocaso de su carrera, estaba a punto de vivir un final fenomenal y alargado.

Su primera temporada en River se saldó con una campaña de liga invicta, la primera en la ilustre historia de River, y otra medalla de campeón. Empleado de nuevo en su posición preferida, más adelantada, Francescoli aportó 17 goles en esa temporada invicta. Si la primera temporada del uruguayo fue exitosa, 1995 sería la confirmación de su inmenso talento.

Doce años después de su primera Copa América con la Celeste, Francescoli volvió a llevar a su equipo a la gloria sudamericana. Jugando en su país predicó con el ejemplo, marcando en dos de los partidos de la fase de grupos y llevando a su equipo a una final contra el actual campeón del mundo, esta vez el Brasil de Mário Zagallo. Tras el empate a uno en el Estadio Centenario, Francescoli se encargó de lanzar el primer penal, con la calma y la frialdad que le caracteriza. El capitán marcó la pauta para que Uruguay marcara todos sus penales y volviera a levantar la Copa América.

El empeño de Francescoli por escapar de las garras del tiempo le llevó a sumar nuevos títulos de liga con los Millonarios y, finalmente, en 1996, el jugador del que se dudaba por ser demasiado delgado y frágil para el fútbol profesional añadió la Copa Libertadores a su palmarés. A punto de cumplir los 36 años, Francescoli condujo a un equipo increíblemente talentoso pero inexperto a la victoria en la principal competición de clubes de Sudamérica. Jugadores como Hernán Crespo y Ariel Ortega tendrían la oportunidad de aprender de uno de los mejores futbolistas de su generación.

 En una final de la Copa Intercontinental contra la Juventus, Zidane saltó al campo contra su ídolo. El protegido estaba a punto de tomar el relevo del maestro. La victoria por 1-0 de la Vecchia Signora no impidió que Zidane volviera a elogiar el sublime talento de su inspiración futbolística: «Cuando veía jugar a Francescoli, era el jugador que yo quería ser. Era el jugador que veía y admiraba en el Marsella, mi ídolo cuando jugaba contra él cuando estaba en el Juventus. Enzo es como un Dios».

Una última temporada en River le proporcionaría otro título de liga y una Supercopa Sudamericana. Lo que sería la cúspide de la carrera de la mayoría de los jugadores fue más bien una nota a pie de página adicional en la larga e ilustre carrera de Enzo Francescoli. Con el tiempo, el tiempo y la jubilación alcanzarían al centrocampista. En 1999, se jugó un partido de despedida en El Monumental, y tal fue la influencia de Francescoli en Argentina y Uruguay que los presidentes de ambos países asistieron para mostrar su agradecimiento al flaco fumador de Montevideo.

jueves, 24 de noviembre de 2022

CONOCIENDO AL ARBITRO DEL SABADO POR QATAR 2022 ENTRE ARGENTINA Y MEXICO

¿QUIEN ES DANIEL ORSATO?

FUENTE: "TyC SPORTS":

El italiano Daniele Orsato será el encargado de impartir justicia en el partido clave que tendrá la Selección Argentina en Mundial de Qatar 2022, cuando se mida a su par de México por la segunda fecha del Grupo C. Como en toda cita mundialista, los protagonistas cuentan con historias por demás apasionantes, pero no sólo los futbolistas: el árbitro es electricista, un emblema de la lucha contra el racismo y fue el encargado de prender las luces de una nueva Copa del Mundo.




Nacido el 23 de noviembre de 1975 en Vicenza, Italia, Daniele Orsato comenzó a dirigir en 1993, pero recién en 2002 lo hizo de manera profesional en la Serie C. Ya para el año 2006 impartía justicia en en la máxima categoría del fútbol italiano, mientras que en 2010 obtuvo su acreditación FIFA para arbitrar de manera internacional. 

Sin embargo, antes de decidir ganarse la vida entre tarjetas y silbatos, Orsato era electricista, profesión que lo obnubiló desde pequeño. “Cuando era niño tenía curiosidad por saber por qué se encendía la luz y mi meta era convertirme en electricista. Estudié en el centro de formación profesional de Trissino y luego encontré un trabajo”, supo revelar para luego contar que en ese entonces pensaba que ese era su sueño: “El primer día que me puse el overol azul y sostuve mi caja de herramientas en la mano, salí de la casa y esperé en el camino a que mis compañeros me recogieran. En ese camino, mientras esperaba, pensé que había logrado mi sueño”.

Contra todo pronostico, en ese viaje con sus nuevos compañeros de trabajo comenzó el camino al arbitraje que hoy lo tiene en la cima del fútbol mundial. Allí, en su estreno laboral, conoció a un compañero que le propuso apuntarse a un curso de árbitro de fútbol y mal no le fue. Más allá de haber sido designado para el partido inaugural del Mundial de Qatar 2022, también tuvo el privilegio de comandar la final de la Champions League 2020 en Lisboa, donde Bayern Múnich se impuso por 1-0 ante PSG en el año de la pandemia. "Estaba entrenando en Recoaro cuando recibí una videollamada de Rossetti, el designador de la UEFA. Me hizo una pregunta, ¿estás listo para jugar otro partido? Pensé. 'En ese momento el único partido por jugar era la final de copa entre Paris Saint-Germain y Bayern Munich! Llegué a casa, me senté en la cama y lloré. Cuando mis hijos me vieron con lágrimas en los ojos, supieron de inmediato que me habían asignado la final y nos abrazamos", develó. 

Como hecho destacable, Daniele Orsato cumple un papel preponderante como referente en la lucha contra el racismo dentro y fuera del campo de juego. En la Serie A de Italia se lo considera de tal manera ya que en diversas ocasiones decidió detener encuentros ante aberrantes insultos xenófobos que bajaban de las tribunas. De hecho, en un Atalanta-Fiorentina, en Bérgamo, pidió que se leyera un comunicado en consonancia con su militancia por los altoparlantes del estadio.

Se trata de un árbitro sobrio, con un andar pragmático y no muy amante de las tarjetas, proclive a darle una continuidad al juego y con una tendencia a volcar muchas de su decisiones en la tecnología. No sería extraño que el VAR, ante su postura, asuma protagonismo si hay jugadas complejas en las áreas. “En el campo soy serio y hasta brusco, en el día a día soy diferente, mucho más tranquilo y alegre. Es el papel que interpreto durante 90 minutos lo que me hace estricto y, a veces, incluso duro”, él mismo se describió. 

El italiano fue nombrado mejor árbitro del año calendario 2020 por la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Fútbol.



miércoles, 23 de noviembre de 2022

EL MESSI JAPONES

CONOCIENDO A RITSU DOAN 

FUENTE: "TYC SPORTS":

En un Mundial de Qatar 2022 que comenzó con varios batacazos, la selección de Japón protagonizó el suyo con un triunfo por 2-1 ante Alemania en el debut por el Grupo E. Además del sorpresivo triunfo del combinado oriental ante la poderosa máquina teutona, el duelo tuvo también como protagonista a Ritsu Doan, una de las estrellas del futbol nipón al que, como alguna vez hicieron con Takefusa Kubo, lo bautizaron "el Messi japonés".




El ascenso de Doan en el fútbol japonés ha sido meteórico. Con 16 años y 344 días, en 2015 se convirtió en el segundo jugador más joven en haber debutado con el Gamba Osaka. Un año después, se coronó en la Copa Asia Sub 19 y fue elegido tanto MVP del torneo como también Mejor Jugador Joven del continente. Ya en 2017, dio un paso más y su doblete contra Italia en el Mundial Sub 20 no sol le dio la clasificación a su país hacia octavos de final del certamen, sino que además le valió el mote de "Messi Japonés", según la propia FIFA.

El paso de Doan por las selecciones niponas ha sido igual de bueno. Su debut mundialista en Qatar 2022 llega después de haberse destacado en todas las divisiones inferiores internacionales: Sub 16, Sub 19, Sub 20 y Sub 23. Desde 2018 se ha establecido con la Mayor y hasta ahora acumula 30 partidos y cuatro goles, el último de ellos, ante Alemania en la actual Copa del Mundo.

Groningen fue el primer equipo en apostar por él y sus buenas actuaciones en el equipo neerlandés despertaron el interés de PSV, equipo que lo adquirió en 2019 a cambio de 7,5 millones de euros. Allí, firmó un contrato por cinco años, convirtió 10 goles en 43 partidos y fue cedido al conjunto alemán Arminia Bielefeld, en donde hasta logró marcarle un gol al Bayern Münich. Actualmente milita en el Freiburg de la Bundesliga, equipo que lo adquirió a cambio de 8,5 millones de euros.

En 2019, previo a la Copa Asia, Doan no ocultó su deseo principal a nivel personal y de cara al futuro de su carrera: "Siento que puedo ir un paso más arriba, pero no sé cuándo sucederá. Quiero hacer historia ganando la Champions League. Eso es lo que busco, ningún japonés lo ha logrado". Lo cierto es que ese deseo, por ahora, está en pausa mientras dure el Mundial, pero si sus actuaciones siguen la línea de su debut en Qatar, será cuestión de tiempo hasta que algún equipo poderoso de Europa lo tiente para unirse a sus filas.

jueves, 17 de noviembre de 2022

EL GRAN DOLOR MUNDIAL QUE SE PIERDE EL MUNDIAL DE QATAR 2022

SADIO MANE Y EL ADIOS A UNA ILUSION

FUENTE: "EL GRAFICO"

SADIO MANÉ, la gran estrella de Senegal, fue desafectado del plantel y se perderá el Mundial de Qatar por una lesión en la pierna derecha de la que no pudo recuperarse.



En un fútbol cada vez más profesional, el senegalés de 30 años, 179 centímetros, 69 kilos, vértigo, desequilibrio y gol es una joya capaz de reunir el talento en la cancha y una profunda conciencia social.

"¿Para qué quiero diez coches Ferrari, veinte relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué harán estos objetos por mí y por el mundo? Yo pasé hambre, trabajé en el campo, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy puedo ayudar a la gente. Prefiero construir escuelas y dar comida o ropa a la gente pobre", dijo alguna vez.
 

Hace semanas, en la gala del Balón de Oro celebrada en París, la revista France Football lo condecoró con el premio Socrates, creado para recompensar al futbolista de mayor acción social fuera de los terrenos de juego.

 ¿Pruebas de su generosidad? Donó casi un millón de dólares para la construcción de un hospital de alta complejidad y una escuela en Bambali. Invirtió en el desarrollo de un programa contra el VIH en Malawi; en otro para la prevención del Covid-19 en su país y fomentó el suministro de internet 4G en su pueblo natal.

"Gracias a todos, estoy muy contento, un poco intimidado, pero feliz de hacer algo por personas en mi país para que su vida mejore", aseguró al recibir el galaradón de parte del exfutbolista Raí, hermano de Socrates.

Su recorrido comenzó en Metz, siguió en Salzburgo, tuvo su escala en Southampton hasta llegar a dos camisetas pesadas: Liverpool y Bayern Múnich.

Todo eso, fruto de la habilidad natural que enriqueció en la escuela formativa "Generation Foot" de Dakar. En su Satou natal, barrio humilde del caserío de Bambali, jugaba al fútbol con pomelos porque no había dinero para comprar una pelota. 

A Satou, su madre, no le avisó cuando de forma repentina viajó de Dakar a Francia."No tenía crédito en mi tarjeta telefónica. Y la llamé al otro día. Estoy en Francia, mamá. ¿Qué Francia?, tú vives en Senegal, respondió ella. Francia, Europa, mamá. Mi sueño se ha hecho realidad".

Desde su debut en Metz de la Ligue 1, antes de cumplir 20 años, la carrera de Mané fue de menos a más y de más a más, al punto que ya ronda los 200 goles y ha sido campeón en Austria, Alemania e Inglaterra.  En 2015, cuando jugaba en Southampton, hizo tres goles en 2 minutos con 56 segundos y estableció el récord en la Premier League

En el último mercado europeo protagonizó una de las transferencias más resonantes al firmar con el Bayern Múnich después de una gloriosa etapa en el Liverpool, donde festejó 6 títulos (Champions League y Mundial de Clubes 2019, entre otros) y anotó 120 goles en 269 partidos.

Mané anotó el penal decisivo que permitió a Senegal quedarse con la clasificación a Qatar tras una infartante definición con la Egipto de su compadre Mo Salah.


Un mes antes de ese partido, en febrero pasado, Mané había determinado, en otra tanda de penales y frente al mismo rival, la primera consagración de Senegal en la historia de la Copa Africana de Naciones, en la que fue distinguido con el premio al mejor jugador.

Es el máximo anotador de su país con 34 tantos en 93 participaciones. Nombrado como Futbolista Africano del Año (Gio-CAF Award) en 2019 y 2022, iba a disputar su segundo Mundial consecutivo. El apretado calendario le jugó una mala pasada y una lesión en su rodilla lo dejó afuera. 

miércoles, 16 de noviembre de 2022

PARA RECORDAR

LA HISTORIA DE NAVARRO MONTOYA Y LA CASA DEL CAMION:

FUENTE: KODRO MAGAZINE 

Carlos Fernando «El Mono» Navarro Montoya, durante su etapa bajo palos en Club Atlético Boca Juniors, hizo famosa una llamativa camiseta en la que se le podía ver a él conduciendo un camión.




Esta camiseta dio mucho que hablar en los años 90 por su llamativo y original diseño, aunque en realidad fue un «homenaje» del portero colombiano al portero Jörg Schmadtke, cancerbero del Fortuna Düsseldorf, Friburgo, Bayer Leverkusen y Borussia Mönchengladbach, adaptando su diseño original.

En Boca Juniors Navarro Montoya sucedió al «Loco» Gatti y permaneció durante ocho años, en los que disputó 479 partidos vestido con camisetas tan espectaculares como las que os mostramos a continuación.

Su camiseta tuvo tanto éxito que incluso inspiró al portero goleador brasileño Rogério Ceni para que creara sus propias variantes.


martes, 15 de noviembre de 2022

GRANDES MOMENTOS DEL DEPORTE

PIRRI LA LEYENDA ESPAÑOLA QUE SE RETIRO EN EL PUEBLA 

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

Julio de 1980 el Club Puebla mexicano logra convencer con una fabulosa oferta económica a la leyenda del Real Madrid, José Martínez Sánchez «Pirri», para que deje las filas del Real Madrid. La idea del Club Puebla era la de llevar «la mística y el espíritu madridista» del veterano y célebre jugador, para impulsar el fútbol mexicano durante sus dos años de contrato. Cuarenta y ocho millones de pesetas, al cambio, por dos años; un rancho, a 108 kilómetros de la capital mexicana, coche, la seguridad para Pirri de continuar sus estudios de medicina y la solvencia de un colegio para sus hijos fueron razones suficientes para que el Madrid perdiera a su símbolo tras diecisiete años como merengue.




A pesar de que Pirri tenía firmado un nuevo contrato con el Real Madrid y que precisamente debía iniciar su decimoséptima temporada con el club blanco, rescindió el compromiso y aceptó la ventajosa oferta mexicana. Atrás quedaba la consecución de 1 Copa de Europa (1965-1966), 10 Campeonatos de Liga (1964-65, 1966-67, 1967-68, 1968-69, 1971-72, 1974-75, 1975-76, 1977-78, 1978-79 y 1979-80), 3 Copas del Generalísimo (1970, 1974 y 1975) y 1 Copa del Rey (1980).

El Real Madrid ciertamente ayudó lo suyo a que la operación se concretara dando todo tipo de facilidades al jugador y asegurando también el cobro de tan importante cantidad. «Se trata de Pirri», dijo el presidente De Carlos, «una persona que en su escala, puede compararse con el irrepetible Santiago Bernabéu. «Hace cuatro años tuve una valiosa oferta del Cosmos neoyorquino. Entonces no la acepté. Y puedo asegurar que ni por todo el oro del mundo hubiese ido a México sin la certeza de poder continuar mi carrera de medicina, comienzo el cuarto curso, y sin la garantía de un colegio adecuado para mis hijos, aunque lógicamente el fondo esencial de una oferta así es el dinero, claro, y por ello he aceptado».

La figura de Pirri a lo largo de sus diecisiete años en el Madrid sobrepasó ya lo meramente deportivo. Se había convertido en el símbolo del club, por su conocido pundonor. «Fuera del Bernabéu», dijo De Carlos, «le humillan a todos menos a él». Es el único jugador que tiene la laureada del club, como premio a su actuación en un partido, en la temporada 1968-1969, que jugó con fiebres tifoideas y con la clavícula rota a poco de iniciarse el juego. Fuera del terreno de juego, baste señalar su convocatoria, hace unas fechas, a una cena con el presidente Suárez con otros destacados deportistas, y su entrevista, hace una semana, con un ministro del actual Gabinete, junto con otros tres representantes de los futbolistas españoles, sobre temas relacionados con los problemas de los profesionales.

El dueño del Puebla, Jorge Suárez, destacó, en síntesis, que «las cifras de esta operación no se acostumbran a barajar en el fútbol de mi país. Pero Pirri era conocido allá como el defensa libre de oro. Su personalidad y significado tienen una mística especial que impulsará el fútbol mexicano». A nivel deportivo, el Puebla era por aquel entonces uno de los equipos más modestos de la Primera División mexicana, que formaban veinte clubes, distribuidos en cuatro grupos de cinco. En 1979 fue cuarto en uno de esos grupos. Pirri jugaría dos años allí, aunque tuvo opción a otro más. «En realidad voy como cedido. Volveré al Madrid con la carrera de medicina terminada, especializado en la deportiva, para ocupar un puesto en la plantilla médica del club».

Pirri tuvo una presentación bastante extraña, ya que debutó con el Puebla en un partido amistoso contra el Zacatepec, disputado a puerta cerrada. Entre los escasos, pero distinguidos espectadores del encuentro, se contaron el presidente de la federación mexicana y el ex jugador español Isidro Lángara, que estaba a cargo de las divisiones inferiores del club. Pirri jugó 85 de los noventa minutos del partido y demostró una excelente condición física, hasta el punto de que Rafael del Castillo, presidente de la federación, afirmó que «muchos jugadores con diez años menos que él darían un ojo de la cara por poseer las mismas condiciones físicas». También señaló que, a su juicio, la presencia de Pirri en el equipo sería un imán para la taquilla, y que eso haría que al Puebla le resultara barata la adquisición del jugador español, que cobraría cincuenta millones por aquella temporada.

Por su parte, Isidro Lángara (tres veces máximo goleador del campeonato español antes de la guerra y varias veces internacional) alabó también el juego de Pirri: «Es un jugador con una colocación estupenda sobre la cancha, con recursos de maestro y que derrocha energía y entusiasmo como si fuese un chaval». Lángara se afincó en México a raíz de la guerra española, cuando formó parte de la selección de Euskadi, que jugó una serie de encuentros por Europa y América.

El partido de la presentación de Pirri finalizó con victoria de uno a cero a favor de su equipo, el Club Puebla. El gol fue marcado por el extremo izquierdo, al aprovechar un lanzamiento largo del propio Pirri. Algunas jugadas de Pirri, especialmente una serie de regates suaves en el centro del campo, llenaron de admiración al escaso público que fue invitado a esta presentación.

Finalmente, su debut oficial y presentación abierta a todo el público tuvo lugar el 20 de septiembre en el partido inaugural de la liga mexicana, ante Cruz Azul. El Club Puebla acabó ganando 0-1 ante todo pronóstico.

El 12 de agosto de 1982 José Martínez, Pirri, declaró que se retiraba definitivamente del deporte en activo. Aunque terminaba aquel año su contrato con el Club Puebla, en el que militaba desde su marcha del Real Madrid, después del Mundial-78 tenía opción de prorrogarlo una temporada más, pero la situación económica de la entidad lo hizo imposible. Asensi e Idígoras, otros jugadores españoles en el Club Puebla, así como el entrenador del equipo, Joaquín Rifé, deberían cambiar de club.

Pirri, se convirtió poco después en el doctor Martínez, especialista en Medicina Deportiva, y obtuvo trabajo en el Real Madrid tras su aventura mexicana, premio más económico que deportivo a los servicios prestados, sin sacar todos los beneficios que tenía previstos. El Club Puebla decidió cancelar sus compromisos con el entrenador y los jugadores españoles: Rifé, Pirri, Asensi e Idígoras, debido a la devaluación sufrida por el peso mexicano ante el dólar, moneda en la que estaban estipulados sus contratos. El propietario del club lo puso a la venta ante la grave situación económica producida, haciéndose cargo del mismo el propio Gobierno del Estado de Puebla.

Tanto los jugadores como el entrenador aseguraron que no hubo ningún problema ante el hecho planteado, pese a su perjuicio, quizá como un ejemplo a seguir en el por aquel entonces estado de bancarrota del fútbol español. Mientras Pirri terminaba aquel año su compromiso con el club, Asensi tenía aún una temporada de contrato y a Idígoras, que se casó, precisamente, a principios de verano en San Sebastián, tras conocer a su esposa en Puebla, le quedaban tres. El ex capitán del Barcelona y Pirri recibieron aquellos días la carta de libertad, pero el que fue extremo de la Real Sociedad el que tendría un tratamiento diferente por su mayor ficha.

El expropietario del Puebla (sistema directivo de funcionamiento habitual en los clubes de fútbol de México), de origen español, tuvo precisamente por ello especial interés en reforzar la plantilla con figuras del fútbol nacional. Pirri, defensa libre ya en su última etapa de la selección y del Real Madrid, puesto en el que la experiencia y la calidad pueden suplir como en ningún otro la lógica merma de facultades en el jugador veterano, fue el primer fichaje. En el club blanco no solamente no hubo inconvenientes ante el traspaso, sino que fue la mejor salida para el capitán, con el premio económico, además, que suponía. Aunque se le llegó a echar de menos, en una primera temporada ausente con especiales fallos defensivos, difícilmente hubiese podido rendir al brillante ritmo de temporadas anteriores. Su marcha fue bien distinta a la de Di Stéfano al RCD Espanyol bastantes años antes, con Santiago Bernabeu. El Real Madrid abrió así un camino ideal para la colocación de viejas glorias y el Barcelona, de una forma un tanto sorprendente, cuando no parecía tan clara su desvinculación con el equipo, siguió el surco con el otro capitán, Juan Manuel Asensi. Después vendría el ex jugador y ex entrenador Rifé, el último del cuarteto. Antes se había producido la llegada de Idígoras, un caso distinto por la edad, pero parecido en las lógicas apetencias económicas de un profesional y, tal vez, en su falta de sitio en la Real Sociedad, pues también era claramente rechazado por el público de Atocha.

El rendimiento de los refuerzos españoles no defraudó a los técnicos ni a la afición poblana, pero el equipo de la ciudad no consiguió ningún título, ni siquiera clasificarse para las liguillas finales de cada temporada en las que se dilucida el campeón de las correspondientes ligas. Mientras en su propio terreno los resultados fueron habitualmente buenos, fuera de casa el Puebla perdió todas sus posibilidades.

Pirri, ceutí de nacimiento y madridista de adopción, que se convirtió con su fuerza y buen hacer futbolístico, a lo largo de los años en una de las figuras que puede presentar con orgullo el fútbol español en su libro de oro, volvió a dejar huella de su clase en México. Se aclimató rápidamente a la altitud y cumplió con la honradez que le ha caracterizado siempre en su carrera profesional, primero en el Real Madrid y luego en el Puebla, sus dos únicos clubes.

La casa blanca le ofreció su homenaje el 15 de mayo de 1981. Se enfrentó a la selección, con la que se despidió no muy amigablemente tras el anterior fracaso mundialista, el de Argentina-78. Después de amenazar con sacar a la luz pública una agenda de lo ocurrido en la lamentable concentración de La Martona, no lo hizo y quedó en situación embarazosa, no concordante con su trayectoria profesional, ejemplar tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.


lunes, 14 de noviembre de 2022

EL GOL GIGANTE BULGARO

EL GRAN LUBO PENEV

FUENTE: KODRO MAGAZINE/OSCAR FLROES

Lyuboslav Mladenov Penev, nacido en Dobrich un 31 de agosto de 1966, muy pronto destacó como un rematador excelente con buena capacidad para el juego de espaldas a portería. Mejilla roja, con 187 cm de altura y una corpulencia poderosa, el bueno de Luboslav debutaba con la camiseta del histórico CSKA Sofía en 1984. La mayoría de edad le regaló el sueño de jugar con uno de los clubes más históricos de Bulgaria, que le había visto nacer y crecer como futbolista, a la vez que le había forjado el temperamento que acabaría siendo unos de los signos característicos de su fuerte carácter. Un detalle clave para entender su juego, tan elogiado por su agresividad y tan odiado por los rivales que le enfrentaban.




En 1989, 4 temporadas, 2 títulos de liga, 101 partidos y 80 goles después, Lubo, ya internacional y nombrado mejor jugador de su país, abandonaba Bulgaria y comenzaba la aventura extranjera, era el Valencia quien tras unas duras negociaciones «se llevaba el gato al agua», y conseguía ficharlo para hacer del búlgaro su referencia ofensiva. Sus goles y sobre todo su entrega, hicieron de Penev rápidamente, un ídolo de la siempre exigente grada del entonces estadio Luis Casanova.

La temporada 93-94 era año de Mundial, Penev una de las estrellas de la selección búlgara, se encontraba en un gran momento de forma, pero en una revisión tras un golpe fortuito en los testículos le diagnosticaron un tumor que necesitaría tratamiento. Lubo se perdió el Mundial de Estados Unidos de aquel verano, y paradojas de la vida, la selección de los Stoichkov, Letchkov y Kostadinov lo hace mejor que nunca, consiguiendo una histórica cuarta posición. Quién sabe que hubiera pasado con Penev en el campo durante aquella semifinal contra la Italia del gran Roberto Baggio.

Penev no ganó títulos en Valencia, del que acabó siendo uno de los capitanes, pero ayudó a asentar los cimientos del club después de un período difícil antes de su fichaje a base de goles y ambición. La 95-96, el delantero, ya recuperado, acusa a Paco Roig, presidente del Valencia, de haberlo querido rescindir por la enfermedad cuando estaba todavía convaleciente, Lubo se lo tomó como una traición y después de 207 partidos en 6 temporadas con 88 goles, ficha por el Atlético de Madrid de Jesús Gil y Radomir Antic. Penev hace un gran año, sus 22 goles contribuyen a hacer una temporada inolvidable para los aficionados colchoneros, el equipo gana Liga y Copa, la obra maestra de una plantilla con Kiko, Simeone o Pantic, un doblete del que todavía se habla a menudo en la capital. De ese año también será recordado el incidente entre Penev y Roig tras un partido de Copa disputado en Valencia en el cual el delantero precisamente no jugó. Se insultaron con acusaciones mutuas, reproches y sed de venganza, Lubo le espetó un puñetazo a Paco, que terminó con un pómulo hinchado… La cosa acabaría en querellas y juicios, un drama.

La temporada siguiente el Atleti ficha Esnáider, y Penev incomprensiblemente acaba firmando por el Compostela, del también polémico presidente y futuro «amigo» de Gil, Jose María Caneda. En San Lázaro lo adoraron, y Penev, durante dos temporadas, se erigió como un auténtico líder indiscutible del mejor Compos que se recuerda. En total jugó 75 partidos, consiguiendo marcar 36 goles, que al final de la segunda temporada y después de una promoción, no sirvieron para que el equipo mantuviera la categoría y acabó siendo traspasado al Celta por 300 millones de pesetas.

En Vigo hace un buen año con Víctor Fernández en el banquillo, un equipazo que juega de cine, comparte vestuario con Salgado, Makelele, Karpin, Mazinho o Mostovoi. Allí juega 41 partidos y perfora el arco 18 veces, pero terminada la temporada decidiendo poner punto final a su larga aventura española, vuelve a casa y ficha por el CSKA de su corazón. Fue una etapa en la que a pesar de no tener demasiada regularidad en cuanto a la presencia en el equipo, siguió haciendo gala de su olfato y en 2 años es partícipe de 22 partidos en los que anota 8 goles más. Ya con 36 años, Lubo, ficha por el que será su último equipo, el Lokomotiv Plovdiv, donde con 37 y tras una temporada discreta, anuncia su retirada del fútbol profesional.

Atrás deja un bagaje de 265 goles en 552 partidos oficiales entre clubes y selección. Consumada la retirada, nacía la leyenda búlgara de lo que fue sin lugar a dudas, uno de los mejores «killers» de los 90. «Los porteros recuerdan sus goles, los defensas, sus codos», decía la voz en off que narraba la cinta, yo recordaré un delantero letal, agresivo y entregado. Le agradeceré siempre que nos enseñara a soñar y nos demostrara cuando la cosa pintaba muy negro, que en la actitud estaba salir.



miércoles, 9 de noviembre de 2022

HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER

DENNIS BERGKAMP Y SU MIEDO A VOLAR 

FUENTE: "KODRO MAGAZZZINE"

¿Por qué Dennis Bergkamp tenía miedo a volar? La vida personal y la carrera futbolística de la superestrella holandesa transcurría con total normalidad, hasta que esta fobia le condicionó el resto de su existencia y rendimiento.




 La federación holandesa de fútbol organizó un amistoso solidario en Surinam entre jugadores originarios de este país que militaban en la Eredivisie y un combinado holandés. La convocatoria para Surinam sufrió grandes ausencias como las de Gullit, Winter y Rijkaard, que finalmente no viajaron al no tener permiso de sus clubes italianos.

El 6 de junio de 1989, a las 23:25 el vuelo 764 de Surinam Airways se estrelló durante el aterrizaje, chocando violentamente contra los árboles que delimitaban la pista. En este grave accidente fallecieron 176 de los 187 tripulantes del avión, entre ellos 15 futbolistas holandeses y un entrenador, originales de Surinam. Lloyd Doesburg, portero del Ajax y compañero íntimo de Bergkamp, fue una de las víctimas. Ese accidente activaría por primera vez el miedo a volar a Dennis.

Su particular historia de terror, más allá de los hechos de 1989, empezó en el aeropuerto de Ámsterdam, cuando junto al resto de la expedición neerlandesa esperaban el avión que los llevaría a Estados Unidos. Una falsa amenaza de bomba retrasó el vuelo y causó el pánico entre los integrantes del equipo, aunque la rápida acción policial ayudó a tranquilizar a los «oranje». El viaje hacia tierras norteamericanas empezaba de la peor manera.

Durante el aterrizaje vino el segundo momento de pánico, cuando una bolsa de aire provocó una caída libre del aparato durante varios segundos. Nadie resultó herido, pero el susto fue rotundo, y Denis acabó el trayecto en un grave estado de nerviosismo, el recuerdo de la muerte de su amigo Lloyd estuvo más presente que nunca.

En su autobiografía Dennis explica que después de sus experiencias en Estados Unidos su fobia evolucionó de forma violenta. Poco a poco el hecho de volar en aviones pequeños para asistir a los encuentros se le hizo insoportable, hasta el punto que le creó una claustrofobia que se hizo totalmente incontrolable.

“He volado muchas veces en aviones grandes, pequeños y muy pequeños. En el Ajax, una vez, me tocó uno que era minúsculo. Volamos sobre el Monte Etna y, cerca de Nápoles, agarramos una terrible bolsa de aire. Sufrí. Vi todo e hice todo y simplemente dije que no volaría nunca más. Nunca”, contaba el jugador del Arsenal, en una experiencia que vivió antes de aquel incidente del 1994. En su regreso a Europa decidió que nunca más volaría y nadie, ni nada, pudo convencerlo de lo contrario.

 

martes, 8 de noviembre de 2022

LA LEYENDA DE "LA ARAÑA NEGRA"

LA HISTORIA DE LEV YASHIN 

FUENTE: KODRO MAGAZINE 

Lev Ivánovich Yashin, también conocido como la “Araña Negra” o “El León”, fue una de las leyendas más conmovedoras del deporte. Un portento físico soviético de 1,89 cm, siempre vestido de negro, capaz de dejar a 0 su portería en 8 de cada 10 partidos de liga, y por encima de todo protagonista de una historia de superación constante, que siempre lo dio todo en sus 812 partidos oficiales.




Su famoso sobrenombre “Araña Negra” se basa en su austera y discreta forma de vestir, siempre de color negro, y en su increíble capacidad para atajar el balón en todo tipo de lances sobre el terreno de juego. Sus grandes actuaciones y su liderazgo le llevaron a conquistar cinco títulos de liga y tres copas de la liga en el exigente campeonato soviético con el Dynamo de Moscú, el club que le dio su primera oportunidad profesional y al que nunca abandonó.

En vida y posteriormente a su fallecimiento, ha sido reconocido y galardonado en multitud de ocasiones. Destacando reconocimientos como la Orden del Mérito de la FIFA en 2013, formar parte del Dream Team de la FIFA (equipo de ensueño) de la historia de los Mundiales, galardonado con la Orden de Lenin y ganador del Balón de Oro de France Football.

Nacido el 22 de octubre de 1929 Lev Yashin tuvo una infancia muy triste y desgarradora, y no solamente por vivir una guerra 5 años después de haber nacido, sino porque vivió en la pobreza y perdió a su madre, Anna Mitrofanovna, por tuberculosis, cuando solamente había cumplido 6 años. Posteriormente, su padre reharía su vida sentimental con Alexandra Petrovna, con la que tendría un segundo hijo, Boris.

Con el inicio de la Gran Guerra Patriótica (participación de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial) en 1943, él y el resto de sus familiares con los que convivía en un diminuto piso, fueron evacuados de Moscú y llevados a la región del río Volga. Durante esta etapa de incertidumbre y hambruna Yashin tuvo que lidiar con el miedo y las secuelas psicológicas de la perdida de su madre, desarrollando la primera fase de una enfermedad nerviosa que casi le destroza la vida por completo.

 En 1944, con el retorno de su familia a Moscú, se mudaron al norte de la capital, en el distrito moscovita de Tushino (actualmente ciudad independiente), donde Yashin consiguió su primer trabajo. Con 13 años recién cumplidos, se ocupaba como aprendiz de ingeniero en la fábrica Krasny Bogatyr (Red Hero) para piezas de aviones de guerra, donde también trabaja su padre, Ivan Petrovich. Junto al resto de niños de la Unión Soviética, tuvo que compaginar la escuela con el trabajo para aportar su granito de arena durante la fase final de la Segunda Guerra Mundial, con el fin de aplastar y repeler al casi invencible ejército nazi.

Una vez terminada la guerra, y después de 3 años sin actividad deportiva reglada en el país debido al conflicto militar, Yashin encuentra desahogo en el hockey sobre hielo, enrolándose en el equipo de la fábrica donde trabaja, y lo compagina con el fútbol callejero. Sus grandes actuaciones como portero de hockey sobre hielo llaman la atención del entrenador de la sección de fútbol de su mismo club, Vladímir Chícherov, que le obliga a olvidarse de su sueño de ser delantero goleador, para seguir defendiendo los tres palos de la portería. Con este entrenador debuta en un partido de fútbol de liga infantil, dando así su primer salto al mundo del fútbol competitivo.

El duro trabajo en la fábrica, acompañado de una alimentación insuficiente y dañina, sigue desgastando física y mentalmente al joven Lev. Y a sus 18 años sufre una gran depresión, además de llegar al clímax de su enfermedad nerviosa, decidiendo poner punto final a su trabajo, y por consecuente a su actividad deportiva. Siendo consciente del peligro que supone haber dejado de trabajar, y aconsejado por uno de sus compañeros de trabajo, decide unirse al ejército de la URSS.

En 1947 combinando los deberes militares y los deportes en sus ratos libres, encuentra quizás por primera vez el camino de la felicidad. Arkady Chernyshev, famoso entrenador de hockey del Dynamo de Moscú (equipo asociado a la Policía y al Ministerio de Seguridad Soviético), es informado acerca de un militar con excelentes dotes como cancerbero y no duda en ficharlo. Dos años después Yashin decide repetir su historia, cambiando la sección de hockey sobre hielo por la de fútbol, e ingresa en el equipo de reservas del Dynamo de Moscú, de nombre Dynamo Sports Society. El otoño de 1949 tiene lugar su primer gran triunfo, cuando el equipo reserva gana al primer equipo en las semifinales de la Copa Moscú, su espléndida actuación lo promociona como tercer portero de la primera plantilla, compitiendo con el “Tigre” Khomich y su eterno suplente Walter Sanaya.

El debut de Yashin con el primer equipo del Dynamo Moscú se produce en un amistoso contra el Traktor Stalingrad (actualmente Rotor Volgograd), y no puede ser más desastroso. El colmo de su mala actuación llega cuando sale de su área para repeler un balón despejado por el portero rival, choca contra un defensa de su propio equipo, y el viento acaba convirtiendo ese balón perdido en un gol vergonzoso.

Aun así, su debut en partido oficial llega el 2 de julio de 1950, cuando Yashin suple a un gravemente lesionado Khomich faltando 15 minutos para clausurar el encuentro, y con 1-0 en el marcador a favor del Dynamo, que se enfrenta al Spartak. A los 3 minutos de su ingreso en el campo un centro de Paramonov con efecto lo coge otra vez desprevenido en su salida a destiempo, con tanta mala suerte que vuelve a chocar contra un defensa, y Parshin marca a placer.

Su obsesión por no ser un simple portero, y avanzar su posición como si de un líbero se tratara, le provocan gravísimos problemas con sus entrenadores, la mofa del público y las quejas de la policía secreta de la Unión Soviética que exige que se le expulse del equipo. Con los años se ha considerado a Yashin como un pionero en su demarcación, ayudando a evolucionar la posición del guardameta más allá de la línea de gol actuando como líbero con buen juego de pies.

Aun así, su tercera oportunidad acaba llegando en otro partido de liga disputado durante el otoño de ese mismo año, esta vez ante el Dinamo Tbilisi que le marca la friolera de 4 goles en 10 minutos. Aunque acaba ganando el Dynamo por un ajustado 5-4, la paciencia del cuerpo técnico se acaba, y ahora sí finaliza su presencia en el primer equipo. Yashin lejos de renunciar prefiere no cambiar de aires, seguir trabajando duro y esperar una nueva oportunidad para brillar en el primer equipo del Dynamo, aunque parece del todo imposible que pueda ocurrir.

Durante casi tres largas temporadas compite con el segundo equipo y vuelve a combinar el fútbol con el hockey sobre hielo. Curiosamente con esta sección del club incluso gana una copa de la URSS en 1953 y acaba tercero en el campeonato de liga. Es durante esta difícil etapa cuando conoce a la que será la mujer de su vida, su amada esposa Valentina, que le brinda las mayores alegrías de su vida, y le transmite el suficiente coraje para seguir adelante en su sueño.

 Ese mismo 1953 se gana por insistencia, disciplina y talento innato su retorno al primer equipo, con el que ya no deja de jugar hasta su retirada en 1970, ganando el campeonato de Liga de la URSS cinco veces y la Copa Soviética tres veces.

Su leyenda futbolística empieza cuando ataja un penalti en el gran derbi ante el Torpedo de Moscú, y con la posterior consecución de su primer título de liga con el Dynamo de Moscú, año 1954. Su mentor en esta nueva etapa es el retirado Alexei “El Tigre” Khomich, el exguardián del equipo nacional soviético, que lo entrena para ser el mejor portero de la historia.

 En 1956 Lev Yashin consigue la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne, y cuatro años después levanta la Eurocopa (la primera de la historia) de 1960 después de ganar la final 2-1 ante la antigua Yugoslavia en un partido espectacular, disputado bajo la lluvia en el Parque de los Príncipes de París ante casi 18.000 espectadores. Durante las celebraciones, que tienen lugar en el restaurante de la Torre Eiffel, tiene lugar un momento histórico, cuando Santiago Bernabéu le ofrece un contrato para jugar en el Real Madrid con un cheque en blanco. El portero declina elegantemente la irresistible oferta blanca, alegando el amor eterno que siente por su actual club, y le agradece amablemente el interés.

Yashin llega a disputar cuatro Copas del Mundo, de 1958 a 1970, alcanzando siempre los cuartos de final y quedándose con el cuarto lugar en Inglaterra 1966. El Mundial de Chile 1962 es especialmente duro para Lev, en especial cuando la URSS queda eliminada tras perder 2-1 ante los anfitriones y es señalado como el gran responsable del fracaso soviético por la prensa de su propio país.

Posteriormente, se sabe que el Kremlin es el responsable detrás de la campaña mediática orquestada contra él, aconsejando a los periodistas mostrarle como el gran culpable del fiasco de la selección soviética, e intentando forzar su retirada a los 32 años. Yashin y su familia sufren desde ese momento continuas amenazas, agresiones, y menosprecios por parte de sus camaradas, debido al odio promovido por la prensa.

Al año siguiente, en 1963, todo cambia radicalmente para Yashin, que se convierte en el único portero de la historia en conquistar el Balón de Oro, después de conceder solamente 7 goles en 27 partidos disputados. Además, el 24 de octubre de ese mismo año es convocado para jugar en un partido amistoso en conmemoración de los 100 años de la Federación Inglesa de Fútbol, formando parte del once inicial de un combinado mundial de estrellas en el mítico estadio de Wembley. Lev forma onze inicial al lado de Alfredo Di Stéfano (capitán), Denis Law, Djalma Santos, Eusébio da Silva, Ján Popluhár, Josef Masopust, Karl-Heinz Schnellinger, Paco Gento, Raymond Kopa y Svatopluk Pluskal; en el banquillo se encuentran Ferenc Puskás, John Baxter, Luis Eyzaguirre, Milutin Šoškić y Uwe Seeler, dirigidos por el míster Fernando Riera. La selección inglesa acaba ganando por 2-1.

 Yashin vuelve a jugar otro Mundial más, el de Inglaterra 1966, donde lidera a la URSS hasta la cuarta plaza y es incluido de nuevo, como ya ocurriera en Suecia 1958, en el equipo ideal como el mejor portero del torneo. En su biografía, Yashin afirma que este último Mundial jugó un papel importante en la prolongación de su carrera. Finalmente, acaba defendiendo la capitanía de los soviéticos en un total de 78 ocasiones, encajando 70 goles. En cuanto a fútbol de clubes Yashin ostenta el récord de más partidos jugados en la extinta Liga Soviética, con 326 partidos, de los cuales en 270 acabó con la portería a cero, ¡además de haber atajado la friolera de 150 penales durante toda su carrera!

Su primer partido de despedida se disputa el 27 de mayo de 1971, ese día el Dynamo se enfrenta a otra selección mundial donde destacan la figura del portugués Eusébio da Silva Ferreira, el inglés Robert Charlton y el alemán Gerhard Müller, quien a pesar de su constante asedio a la portería de la estrella soviética, nunca pudo anotar. Al final del partido Lev Yashin se quita los guantes y se los entrega al arquero de la selección uruguaya y del Peñarol de Montevideo, Ladislao Mazurkiewicz (considerado en aquel momento como el mejor arquero del continente americano), a quien Yashin le dice: “Tú serás mi sucesor”. Después se dirige a las abarrotadas tribunas del estadio Luzhnikí y visiblemente emocionado solo puede pronunciar una corta frase: “Gracias, público”. Yashin pese al menosprecio que vivió después del Mundial de Chile cuelga los guantes como un héroe nacional a sus 41 años.

Lev siguió ligado al mundo del fútbol trabajando durante casi 20 años en varios puestos administrativos del Dynamo de Moscú. Y para celebrar su 60 cumpleaños, el club organizó un segundo partido de homenaje en el que una selección soviética se enfrentó a un combinado del resto del mundo, integrado por jugadores como Eusebio, Bobby Charlton y Beckenbauer. Yashin con problemas graves de salud observó el juego desde la tribuna, junto a su esposa Valentina.

En 1986, después de una tromboflebitis contraída mientras estaba en Budapest, Yashin se somete a la amputación de una de sus piernas, y muere en 1990 de cáncer de estómago, a pesar de una intervención quirúrgica en un intento de salvar su vida. Un funeral de estado como un Maestro del Deporte Honrado por los Soviéticos, es el último regalo de su país. Actualmente, en el paseo de la fama del estadio Luzhnikí se encuentra un monumento dedicado a su figura, una estatua de bronce que nos recuerda a todos que un héroe como Lev Yashin nunca se rindió por muy adversas que fueran las circunstancias.



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