EL RACING DE MOZAMBIQUE
MOZAMBIQUE es uno de los países más pobres del mundo. La desigualdad, la baja esperanza de vida, la falta de trabajo y de futuro lo convierten en un lugar hostil para la mayoría de sus habitantes. En el año 2019 la esperanza de vida de las mujeres fue de 63,67 años, mayor que la de los hombres que fue de 57,78 años.
Si la comparamos con las mediciones del año 2000 mejoraron y mucho: ese año el promedio de las mujeres era de 51,03 años y el de los hombres 46,78 años. La economía del país se basa en la agricultura, con un creciente sector turístico e industrial, centrado principalmente en alimentos y bebidas, fabricación de productos químicos y la producción de aluminio y petróleo.
Para hacerse una idea de lo que es vivir en Mozambique, el alimento es un bien preciado y muchos mozambiqueños solo tienen acceso a una comida al día. En ese entorno muchas veces faltan los hombres adecuados para que las cosas mejoren.
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”, supo decir el dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
Juan Gabriel Arias llegó a Mozambique en el año 2000: "Vine por tres meses y me quemó la cabeza, me encantó el pueblo, su gente, vi las posibilidades que había para trabajar. Desde ese momento empecé a prepararme para instalarme definitivamente”.
La ciudad de Mangundze está a 240 kilómetros de la capital de Mozambique, Maputo. Allí Juan Gabriel desarrolla su labor social día a día. Su amor por Racing Club se ve a simple vista, más allá del tatuaje de Jesús en su brazo derecho con el escudo de su amada Academia, la parroquia de Mangundze lleva los colores albicelestes.
-Para los que no conocemos o no sabemos, ¿cómo es la vida en Mozambique?
-Te respondo con un dato estadístico: es el país con mayor tasa de suicidios entre chicos de 15 a 25 años, porque no hay expectativas para ellos. Es muy difícil estudiar, es muy difícil conseguir trabajo y las condiciones de vida son complicadas. La salud, la alimentación, el agua, todo depende de donde vivas, es distinto hacerlo en la ciudad que en el campo. El día a día de Mozambique es complicado.
-¿Cuál fue tu idea al fundar Racing de Mozambique?
-La idea es ayudar a los jóvenes, promover el deporte y para algunos incluso tener una salida laboral, que puedan seguir progresando en otros clubes. Hoy Racing de Mozambique es amateur, está en la Segunda División de Mozambique -Moçambola- que prácticamente es toda amateur. La idea es ir promoviendo jugadores y trabajar con los jóvenes. Lo hago en la misión en la parroquia a nivel mucho más amateur que en que en la ciudad, en Maputo con Racing de Mozambique oficial es a nivel clubes y con más probabilidades de ser profesional.
-¿Cómo fueron los inicios del Racing de Mozambique?
-Acá siempre promoví el fútbol, siempre jugué con camisetas de Racing. Tengo un amigo, que es como si fuera mi hermano, en la capital Maputo a 240 kilómetros de dónde estoy; él fue jugador de fútbol y ahora es empresario. De hecho, fue presidente del club Costa del Sol, que es uno de los más grandes de Mozambique. Él quería fundar un club, con una intención social, para ayudar a los jóvenes. Él quería ponerle Benfica, pero lo convencí de llamarlo Racing. De hecho, yo lo conocí de una manera muy especial: en ese momento estaba en la comisión directiva y había un jugador de Mozambique llamado Clesio -tenía 18 años en ese momento- que ya había debutado en la selección mayor y era el goleador de la sub-20. Mi intención era traerlo a Racing. Cuando empiezo a averiguar quién lo representaba doy con el que con el tiempo se convirtió en mi amigo, Bruno.
-¿Y cómo siguió?
-Ahí empezamos a cambiar emails y a él le quemó la cabeza que un cura sea dirigente de fútbol. Él no es religioso, es agnóstico, pero le llamó mucho la atención que ese cura también trabajaba en Mozambique, en su país. Me sorprendió que conociera mucho de Racing, tenía conocimiento de los jugadores y empezó a preguntarme por Fariña, Zuculini, De Paul, distintos jugadores de las inferiores que él conocía perfectamente. Siempre tuvo afinidad con el club y, de hecho, queríamos llevar jugadores a probarse. Cuando fue a Argentina visitó el club y el predio Tita. No es que decidió llamarlo Racing porque sí, estaba al tanto de todo, tiene cariño por la Academia y se convirtió en hincha.
-¿Cómo fueron los primeros momentos? Muchas veces los sueños se construyen con dinero.
-En los inicios lo bancó todo él que lo hizo desde cero y todavía lo sigue bancando bastante. Además hay un grupo de amigos que estamos tratando de ayudar, por ahora es muy difícil el tema económico. Hay otros clubes en la categoría que si son profesionales, entonces eso también complica, porque por ahora Racing Mozambique no tiene casi ingresos.
-Esa diferencia complica la competencia.
-Sin duda y además pasa como en España, donde hay clubes grandes como Costa Del Sol como Black Bulls que tienen un equipo B que juega en la Segunda División, que tienen jugadores profesionales, los que no juegan en la primera o son jugadores que están empezando a jugar lo hacen ahí.
Más allá de que la actividad social de ayuda a la población se realiza en la parroquia de Mangundze, Juan Gabriel cuenta: "En el club tratamos que los chicos tengan una comida al día; muchas veces nuestros jugadores llegan sin haber comido en todo el día, llegan a la mañana sin haber desayunado o a la tarde, quizás ni almorzaron. Se trata de asegurarle una comida antes entrenar, tratar de ayudarlos en su desarrollo, pero el trabajo social fuerte está en la misión".
-¿Cuál es la colaboración con Racing de Avellaneda?
-Racing de Avellaneda nos ayuda con la ropa para vestir al equipo, pero aparte también “Locademia”, el local de ropa de Racing, siempre me guarda cosas que no pueden salir a la venta o tienen algunas fallas y las envían para acá. Cuando les regalo camisetas de Racing a los chicos se vuelven locos, les parte la cabeza y está muy bueno.
Juan Gabriel Arias es apasionado por lo que hace, por lo que da, en ayudar a aquellos que más lo necesitan. Los hombres como él también deben ser ayudados.
“Tenemos muchos proyectos en la misión, uno de ellos y quizás el más importante es el de los desayunos que damos en las escuelas primarias. Gracias a la ayuda de la Fundación Messi, que hace seis años viene apoyando este proyecto. Son 40 escuelas y 3 orfanatos en los que servimos desayunos, unos 15000 chicos todos los días. Es un proyecto que cambió mucho la vida de ellos, son chicos que no están acostumbrados a desayunar, no entraba el desayuno en la idea de ellos, muchos comen una vez por día nada más, le estás duplicando su alimentación, además cómo se sirve en la escuela mejoró también la calidad escolar. Mejoraron las notas de los chicos, terminó con la deserción escolar porque no quieren faltar a la escuela para no perderse el desayuno, cosa que los hacen llegar temprano. Más allá de ayudar en la nutrición, también lo hizo en el desarrollo escolar, aumentó la matrícula porque los chicos que no estaban en la escuela empezaron a ir para poder desayunar todos los días”, profundizó.
-¿Cómo te acercaste a Dios?
-Venía de una familia católica practicante, mis viejos se conocieron en acción católica, pero después de casarse no fue lo mismo… Especialmente mi viejo, largo todo colgó los botines, paró de ir a misa y de hecho quizás eso influyó también en mi vocación, en mi vida. La relación familiar era muy mala entre mis viejos, se llevaban muy mal. Se separaron cuando tenía 8 años. Nuestra situación económica siempre fue mala, siempre fui de una familia pobre pero tuve la suerte de que me becaran en un colegio privado, en el que me dieron una muy buena educación y me ayudaron y contuvieron mucho, la que no tuve en mi casa, en mi familia. Esa contención la encontré en la fe, en Dios, en la religión y tal vez también en Racing encontré un poco el clima de familia que no tenía en mi casa. Psicológicamente debe haber influido seguramente también, no hay una religiosidad químicamente pura, siempre hay condicionamientos humanos mezclados.
-¿Ese lugar de contención que encontraste en la religión les sirve también a los chicos de Mozambique?
-El mozambiqueño es muy religioso en general ya de por sí. Sea el culto católico o en cualquier otro. La religión es algo muy importante en la vida de ellos. Creo que también en la manera en que vivo la religión, también mi manera de ser cura quizás. En mi vocación fue muy importante ser para otros lo que yo no tuve, así que para mí la paternidad sacerdotal es muy importante. Soy un poco el papá de los de los chicos, de los jóvenes. Muchos padres mueren jóvenes o se van a trabajar a Sudáfrica o a Maputo, a otros lados. Hay muchos huérfanos o muchos que no tienen padres y algunos transitan problemas familiares complicados. Yo sé que inconscientemente muchos de estos jóvenes y chicos proyectan la imagen paterna en mí. Respondo a eso tratando de cuidarlos y acompañarlos. Para los grandes también estoy. Acá te llaman mucho de padre de papá y te dicen que eso es el papá de todos, porque con todas las necesidades que hay trato de ayudar en lo que puedo, de escucharlos y acompañarlos. A veces se puede solucionar el problema y a veces no. Pero siempre se sienten contenidos, cuidados, escuchados. Entonces para ellos también es importante una imagen paterna que no es que la hago a nivel personal, no es Juan Gabriel Arias, es un cura, es el padre el que lo hace.
-¿Cómo te acercaste a Racing? ¿Cómo nació la pasión por la Academia?
-La recibí de mi viejo, que es hincha de Racing pero no fanático. A los 12 años empecé a ir a la cancha con la familia de un compañero de colegio, especialmente por un tío de él, Guillermo Gallegos, un fenómeno que me llevaba a todos los partidos. Después seguí yendo solo, me enganché cada vez más y con el tiempo también fui conociendo gente. El hecho de estar estudiando para ser cura y después serlo a muchos les llamó la atención. Empecé a hacerme más conocido por el hincha, por el programa que hacía Alberto Martín: “La cocina de Racing”. Él siempre le daba espacio al trabajo que yo hacía en lo social. En ese momento trabajaba en una parroquia de Belgrano con hombres que vivían en situación de calle. En el programa también hacía pedidos para campañas y demás, y después comíamos todos juntos con los invitados y hablábamos de Racing en general. Eso quizás me hizo más conocido a nivel general, me empezaron a invitar de filiales, me fui enganchando más. Paralelamente empezaron los problemas con Blanquiceleste y en el programa convocaba las marchas que se hacían frente al juzgado del Gorostegui, o las diferentes actividades que se hacían en el predio Tita. Participé también en todas esas movidas, me metí mucho más en la vida interna del club.
-¿Ves partidos de Racing?
-Me cuestan las horas de diferencia, porque a veces juega a las dos de la mañana de acá y al otro día a las seis ya estoy levantado. Si no puedo en vivo veo el resumen ni bien me levanto. Acá es difícil, hay pocas personas que tienen acceso, no hay internet prácticamente, especialmente en la zona en la que estoy que es una zona rural. No hay acceso wifi, no tienen teléfonos y los que sí tienen no cuentan con la plata para cargarle megas para poder ver los partidos.
-¿Cómo es un día tuyo en Mozambique?
-Es muy variado, lo bueno es que no te aburrís, siempre pasan cosas buenas y malas. No es un estilo rutinario, como quizás imagine la gente. A veces tengo reuniones con la población por algún tema, voy a las comunidades para alguna actividad relacionada a la religión, para visitar a un enfermo o para enterrar un muerto, hago un entierro por semana… A veces trabajo en la computadora y también atiendo gente que viene a hablar acá la parroquia. Tengo reuniones con gente de la comunidad o tengo que ir a Maputo, a Xai-Xai, a diferentes ciudades, para hablar con autoridades por distintos proyectos. Estos días estuve armando el esquema de la escuelita de fútbol que apoya “Scholas Ocurrentes”, la fundación del Papa Francisco. Después del paso del Covid empezamos a reactivar los proyectos. También estamos haciendo un pozo de agua en una escuela; hay que ir y ver cómo progresa esa situación, comprar los materiales y demás. El trabajo es muy variado. Y en los minutos que me quedan rezo.
-Bueno pero digamos que tu acción social, más allá de rezar, es importante, quizás más que sentarte a tomar un tiempo de rezo, porque estás ayudando al otro.
-Es cierto, en mi trabajo social se expresa mi oración sino la misma sería vacía, no tendría frutos. También es importante el hecho de cargar pilas y tener intimidad; mi tiempo de hablar con Dios también me ayuda para poder trabajar con más fuerza, más pilas y poner todo lo que hago en sus manos también.
-Debe ser muy difícil, más allá de la fe en Dios, poder sobrellevar todo lo que ves.
-Yo lo que trato de hacer en ese caso es darme manija con las cosas buenas, con lo que consigo. Si me doy manija con las cosas malas te deprimís, te ponés mal, no lo aguantás. Me motivo con las pocas o muchas cosas que vas consiguiendo y que van saliendo bien, a veces hay cosas muy duras y que te ponen triste, pero no me doy manija con eso porque sino después te sacás pilas para lo bueno.
-¿Qué te gustaría que pase con Racing de Mozambique?
-Obviamente la idea es afianzarse, que empiecen a jugar mejor y puedan ascender a Primera División, la Moçambola. Fundamentalmente que los chicos empiecen a crecer y a poder ganarse la vida con el fútbol; algunos ya fueron por otros clubes, cosa que es importante. Me gustaría que sea una cantera de captación de valores para que jueguen después en Argentina. De hecho, ya se está hablando cada vez más en Mozambique de eso y hay chicos que eligen venir al Racing de Mozambique por esta posibilidad. Creo que cuando vayan los primeros jugadores para Argentina y empiecen a andar bien, el Racing de acá va a explotar.
Juan Gabriel Arias, párroco de Mangundze, hombre de Dios, hincha de Racing y fundador de la Mozademia, es de esos hombres que luchan toda la vida, los que para Bertolt Brecht y muchos más son los imprescindibles.
FOTO DE PORTADA: Facebook Juan Gabriel Arias
Racing de Mozambique: TW @racingmoza / IG @racingdemozambique