lunes, 28 de julio de 2025

"HISTORIAS DE COLECCION"

"HISTORIA DEL NO FICHAJE DE LEONEL ALVAREZ AL ATLETICO JUNIOR"

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

Leonel Álvarez fue presentado por el Junior de Barranquilla, incluso entrenó y protagonizó una campaña de abonos, pero al último momento cuando se le esperaba para firmar desapareció rumbo Cali… Esta es la historia del no fichaje del internacional Leonel Álvarez por el Club Atlético Junior procedente del Real Valladolid.




En 1991 el Club Deportivo Atlético Junior pese a una gran campaña y un muy buen juego, produjo una profunda desazón en la hinchada de Barranquilla al quedarse sin el título de liga. El técnico Julio Comesaña, considerado el principal responsable de la desilusión, se fue al igual que el paraguayo Javier Ferreira que ya no era considerado intocable…

El sustituto en el banquillo de «El Tiburón» fue Miguel Ángel López, quien en su última etapa al frente del Junior (1989) había clasificado al equipo al cuadrangular final, que no se pudo disputar, ya que el torneo fue cancelado por al asesinato, el 15 de noviembre de ese año, en Medellín, del árbitro Álvaro Ortega Madero. La llegada del ‘Zurdo’ tampoco ilusionó a la afición de Barranquilla, que reclamaba algo más.

Fue así como entró en escena el nombre del internacional Leonel Álvarez por segunda vez, la primera fue en 1987 cuando jugaba para el Medellín. El volante antioqueño era un titular indiscutible de los cafeteros y que por aquel entonces jugaba en el Real Valladolid de la Primera División Española, al lado del ‘Pibe’ Valderrama, René Higuita, y dirigido por el mismísimo Francisco Maturana. De Leonel se reconocía su liderazgo y se le consideraba uno de los responsables de la clasificación a un Mundial, el de Italia 90, después de 28 años.

Parecía que todo ya estaba cerrado, por lo que Junior no demoró mucho para poner en venta los abonos y para ello utilizó la imagen de Leonel Álvarez, vestido con la camiseta rojiblanca como reclamo. Leonel Álvarez incluso empezó a entrenar con Junior, pero el día que lo esperaban en la sede administrativa para firmar el contrato, nunca llegó. Así como la noticia de su contratación causó revuelo en Barranquilla, la de su ‘desaparición’ fue un completo misterio.

El volante antioqueño se había marchado en secreto de Barranquilla con rumbo desconocido. A las pocas horas, se conoció que estaba en Cali negociando su fichaje con el América y así convertirse en el principal refuerzo para la Copa Libertadores del 92. Haber cambiado a Junior por el América de Cali en el ultimísimo momento generó que el defensa se ganara para siempre la antipatía de los hinchas del equipo rojiblanco, que jamás olvidaron esa afrenta. Aunque años después de su fichaje circuló una versión, no confirmada, que contaba que el cartel de Cali amenazó a Leonel y a su familia de atentar contra ellos si no firmaba con el equipo rojo…

 

domingo, 27 de julio de 2025

"HISTORIAS QUE VALE N LA PENA CONOCER"

"EL DIA QUE PUCHE II, LE MARCO 6 GOLES AL LEGANES" 

FUENTE: "KODRO MAGAZZINE"

Antonio Puche Vicente, deportivamente conocido como Puche II, consiguió el trofeo Pichichi de Segunda División la temporada 1994-95 con los colores del CF Palamós, con 21 goles. Fue precisamente durante aquel periodo cuándo consiguió la histórica gesta de anotar hasta seis golazos, de los siete conseguidos por su equipo, ante el CD Leganés en partido oficial de la Segunda División A, además de convertirse en el primer delantero del club en superar la barrera de los 20.




El conjunto del Empordà logró doblegar con toda facilidad a los pepineros, que acudieron a conservar el empate y se llevaron una goleada de escándalo. El primer tiempo tuvo poca historia, aunque se produjeron tres acciones clave para el desarrollo del encuentro: 14 expulsión del defensa pepinero Aguilar, en el minuto 33, por doble cartulina amarilla; el gol del Palamós que abrió el camino de la victoria, y un disparo de Chuso, al filo del descanso, que no entró por muy poco. Fue esta la única opción destacable del equipo de Duque en la primera mitad. Los madrileños jugaron muy concentrados en defensa, pero poco inspirados en ataque.


sábado, 26 de julio de 2025

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

 VLADIMIR BEARA "EL MEJOR PORTERO BALCANICO DE LA HISTORIA":

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"


Vladimir Beara fue todo un líder bajos palos de la selección «plavi» en las décadas de los 50 y los 60, llegando a disputar hasta tres Mundiales con la selección absoluta de Yugoslavia además de conseguir la plata en los Juegos Olímpicos de 1952. Con un estilo repleto de rapidez y elasticidad gracias a las lecciones de baile que recibió de pequeño. Fue un portero espectacular y eficaz, con un potente salto y una descomunal velocidad de reacción a la altura de otras leyendas socialistas de la época como el húngaro Gyula Grosics y el soviético Lev Yashin. El 11 de agosto de 2014 falleció en Split a la edad de 85 años.




Beara fue la máxima representación del talento balcánico bajo palos, que siempre abundó de sobremanera. Desde el pionero Dragutin Vrdjuka, a Milovan Jaksic; desde el espectacular Franjo Glazer al gigantesco Srdjan Mrkusic; desde el acróbata Milutin Soskic al seguro Blagoje Vidinic… Por no citar a Ivan Curkovic, Ilija y Dragan Pantelic, el felino Enver Maric o Dragan Mutibaric.

Quien mejor describió a Vladimir Beara fue el ya difunto Bernard Vukas, el legendario delantero centro del Hajduk y de la selección «plavi» en los años 50, «Beara fue mejor que Gyula Grosics, Gordon Banks y los grandes metas de la época. No puedo olvidar sus paradas, fuera del alcance de los guardametas mortales». El apodo de «Gran Vladimir» llegó como un reconocimiento de la prensa londinense tras la magnífica actuación de Beara en el amistoso Inglaterra-Yugoslavia disputado el 22 de noviembre de 1950 en el estadio Highbury. A sus 22 años, volaba desde un palo al otro. El choque terminó empatado a dos, pero el joven meta balcánico no tuvo la culpa en ninguno de los goles.

Vladimir Beara nació en la pequeña localidad de Zelovo, cerca de Sinj (Croacia), el 2 del noviembre de 1928. Cuando su padre obtuvo trabajo en la policía de Split, toda la familia se trasladó a la costa adriática, donde Vladimir estudiaba para electricista y acudía a la escuela de baile. Precisamente los ejercicios de baile le ayudaron a conseguir una increíble elasticidad en su cuerpo. La casa de Beara estuvo a un paso del viejo y legendario estadio del Hajduk, toda una institución en el fútbol croata, puesto que fue fundado en 1911. Un día de 1946, al lado del césped, Vladimir Beara seguía la sesión del primer equipo del Hajduk, cuando el legendario lateral derecho Jozo Matosic se le acercó para pedirle que se situara como portero. «No tengas miedo, que no te vamos a chutar fuerte». Vladimir se colocó bajo los palos, con tanto éxito que le invitaron a que volviera el día siguiente. Así empezó curiosamente la carrera del mejor guardameta yugoslavo.

 Beara tuvo la suerte de trabajar con Luka Kalitema, aquel lobo viejo del Hajduk que pulía a las jóvenes promesas. Un tiempo después, debutaba en el mejor equipo del Hajduk el 12 del octubre de 1947, contra el Mornar. A lo largo de su estancia en el Hajduk (1947-55), Beara se convirtió en el mejor arquero balcánico y uno de los mejores en Europa. Disputó 308 encuentros con la elástica del conjunto de Split y encajó 139 goles. Ganó tres Ligas yugoslavas (1950, 52 y 55). El ‘hombre de goma’, la ‘pantera negra’, el ‘bailarín con manos férreas’… Muchos eran los apodos de Beara. Él mismo reconoce que su encuentro favorito en el Hajduk tuvo lugar en la temporada 1954/55, contra el Partizan de Belgrado, cuando detuvo un penalty a Zlatko Cajkovcki que valió una Liga.

Pese a haber sido un jugador clave, a Beara nunca le trató bien la afición y la junta directiva del conjunto de Split. La razón principal de esa animadversión era de origen racista, ya que Vladimir no era nativo de Split, py le llamaban «Vlar, un sobrenombre injurioso para todos los novatos que venían del campo. Le acusaban de estar loco y le insultaban. Beara solía decir que tanto los técnicos como los compañeros del equipo le coartaban su creatividad; estos, por su parte, le reprochaban que jugara mucho mejor en la selección que en el Hajduk. La gota que colmó el vaso de la paciencia del portero fue la celebración del título de 1955: nadie mencionó su nombre entre los héroes. Tras esa polémica, en Belgrado le recibieron con los brazos abiertos. Su marcha al Estrella Roja provocó una explosión de rabia en Split. Este hecho marcó las relaciones entre estos dos clubs, que posteriormente se convirtieron en los abanderados del nacionalismo de cada país.

Beara pasó cinco temporadas en el Estrella Roja (1955-60), y en 174 partidos encajó 83 goles, para conquistar cuatro Ligas (1956, 57, 59 y 60) y dos Copas (1958 y 59). Con siete Ligas y dos Copas en total, Beara aun a día de hoy es el jugador con más trofeos en la historia del fútbol yugoslavo. En cuanto a sus relaciones con el Hajduk, insistía en no jugar en Split contra su ex club, y los directivos del Estrella Roja lo aceptaban sin discusión alguna. Los más fervientes seguidores del Hajduk nunca perdonaron la marcha de Beara al Estrella Roja. Sencillamente, para ellos él fue un traidor; y los traidores, como los héroes, trascienden los límites del tiempo y de la memoria colectiva.

Después del Mundial en Suecia 1958, Beara quiso continuar su carrera en el extranjero, pero precisamente aquel año, Yugoslavia prohibió la salida al extranjero de todos sus jugadores. Tres años más tarde Beara volvería a solicitar la libertad, pero como no se la dieron, se dirigió directamente al presidente yugoslavo, el mariscal Tito, quien ordenó su marcha. Beara firmó por el Alemania de Aachen, y en este club pasó dos temporadas (1961/62 y 62/63), convirtiéndose en el mejor de su historia. El veterano portero balcánico demostró todas sus cualidades, pero dos fracturas de tibia le obligaron a abandonar el fútbol en 1964 pese a las ofertas que tenía tanto desde Alemania como Holanda. Con el diploma de entrenador empezó una nueva pero también fructífera etapa en su vida.

 Con su retirada atrás quedaron 59 partidos con la selección nacional yugoslava entre 1950 y 1960, su participación en los Juegos Olímpicos de verano de 1952 y en tres Copas del Mundo: la de 1950, la de 1954 y la de 1958. En 1953, Beara fue uno de los cuatro jugadores yugoslavos del Once de Estrellas Mundiales de la FIFA que jugó un partido de exhibición contra Inglaterra; el partido terminó en empate 4-4, con Beara recibiendo solamente un gol.


sábado, 19 de julio de 2025

"DE COLECCION"

 RUBEN SOSA "EL PRINCIPITO" QUE CONQUISTO EUROPA

FUENTE: "KODRO MAGAZZINE"

Rubén Sosa, apodado como «El Principito», es considerado como uno de los mejores futbolistas surgidos en Uruguay durante la segunda mitad del siglo XX. Durante su extensa carrera profesional, que tuvo lugar de 1982 hasta 2005, el exinternacional uruguayo disputó 687 partidos y marcó 221 goles en clubes de hasta 5 países. En su palmarés encontramos una Liguilla Pre-Libertadores, una Copa del Rey, una Bundesliga, tres campeonatos de Uruguay y una Copa de la UEFA, además de reconocimientos de máximo goleador de la Primera División de Uruguay de 1998 y de la Copa Libertadores de 1999 o el Premio Pirata d’Oro al futbolista del año del Inter de Milán de 1993.




Con la selección de Uruguay ganó la Copa América de Argentina 1987 y la celebrada en su país de origen en 1995, además de ser subcampeón en Brasil 1989. También participó en el Mundial de Italia 1990, en Copa América Ecuador 93, así como en las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos de 1994. Como juvenil jugó el Campeonato Mundial Juvenil en 1983. Disputó un total de 46 partidos, marcando 15 goles, que le valieron para ser el goleador de las Eliminatorias sudamericanas de 1989 y el mejor jugador de la Copa América de 1989.

Nacido en Montevideo un 25 de abril de 1966, para él y su familia nada fue fácil al comienzo. “Yo tenía 10 hermanos y mi vieja me decía, el que no viene a la 1 no come, entonces veníamos rápido. Cuando dejé el baby fútbol en Potencia, estudiaba poquísimo porque quería ayudar a mi vieja y a los 13 años empecé a matar pollos, a trabajar. Me acuerdo de que yo decía, esta es mi pretemporada, yo voy a ser futbolista”, recuerda el jugador. A los 14 debutó en la Sexta de Danubio y a los 15, Sergio Markarian lo puso en Primera división.

“Yo era un inconsciente que le gustaba correr atrás de la pelota, le quería ganar a Maradona y a todos los fenómenos. Cuando debuté en Primera estaba como loco para jugar y yo jugaba contra grandes jugadores y ya veteranos que tenían más de 30 años, pero no miraba la edad. Es como decía Markarian, cuando sos bueno no hay pasaporte, hay que meterte en la cancha. Te tienen que cuidar, porque no es meter por meter. Markarian me ponía 15 o 20 minutos, yo quería jugar más, hasta que entré de titular y no salí más”.

Cuando cumplió la mayoría de edad se fue al Real Zaragoza, después de tres años con su primer club profesional, Danubio, en Uruguay. En las tres temporadas anteriores, Zaragoza había terminado sexto, séptimo y décimo en la máxima categoría española. Sosa contribuyó con cinco goles en 17 partidos para ayudar a su nuevo equipo a alcanzar un cuarto puesto en su primer año. “Fue difícil el primer año porque entrenaban distinto ellos, en las montañas, con nieve, corría 100 metros en la montaña y yo con 18 años no tenía mucho músculo, era flaquito. Los primeros meses no le hacía un gol a nadie, era otro ritmo. Jugué contra Hugo Sánchez, Míchel, Butragueño, eran profesionales mayores. Ahí tenía un buen entrenador también, Luis Costa, que era de Zaragoza, que hizo lo mismo que Markarian, me cuidó y de repente a veces me dejaba descansar y me metía en el segundo tiempo, y después cuando vio que estaba físicamente bien, que estaba fuerte, empecé a jugar de titular”.

 No solo el Real Zaragoza superó al Atlético de Madrid para obtener un puesto entre los cuatro primeros, sino que también llegó hasta el final en la Copa del Rey, derrotando al Barcelona de Terry Venables en la final. Sosa marcó el único gol del partido contra los catalanes, logrando meter un tiro libre raso tras una ligera desviación en la barrera defensiva. Fue el primer trofeo doméstico del Zaragoza en 20 años.

Esa fue la mejor temporada para Sosa y el conjunto maño durante su paso de tres años por La Romareda. Aunque el Zaragoza no saboreó más éxito durante ese período, Sosa, entonces con 22 años, se había establecido como uno de los nombres más emocionantes y prometedores del juego. Marcó 18 goles en la liga en su última temporada en España, lo que le valió un traslado a Lazio.

 El pase de Danubio a Zaragoza lo hizo el presidente de la Franja, el ingeniero Héctor Del Campo, junto a un abogado. Cuando terminó el contrato en el club español, empezó a representarlo Francisco Casal. “Paco me preguntó si quería ir para Italia, era el boom en los 90. Por supuesto, le dije”. Fue en Italia donde la carrera de Sosa realmente despegó. Había sido parte del equipo de Uruguay que ganó la Copa América de 1987 y ahora, un año después, estaba a punto de comenzar a ejercer su oficio en lo que entonces era la liga más importante del mundo. “En Italia me dijeron de hacer el pasaporte comunitario para jugar un par de años más y dije que no, me voy, ‘sono uruguaiano’ les decía. Me sentía un embajador de Uruguay porque respetaba a los chicos que salían de acá. Uno de los primeros fui yo, después fueron el Pepe Herrera a Cagliari, el Enzo, el Pato Aguilera la rompió».

A pesar de su estatura baja y robusta, Rubén Sosa tenía una explosión de velocidad que lo hacía especialmente efectivo en el Calcio. Además, su toque con el pie izquierdo era algo impresionante. Sosa podía ejecutar los toques más delicados por encima de un portero que avanzaba o disparos de larga distancia que parecían capaces de romper un larguero.

En un momento en que Diego Maradona estaba brillando en el Napoli, Sosa hizo su propio nombre en la Lazio, especialmente como especialista en tiros libres. Marcó ocho goles en la Serie A en cada una de sus dos primeras temporadas para los gigantes de Roma, junto a estrellas como Luigi Di Biagio y Paolo Di Canio.

En la Copa América de 1989, Sosa marcó cuatro goles mientras Uruguay terminaba segundo detrás de Brasil. Fue votado como el mejor jugador del torneo por delante de Maradona, Romário, Bebeto y el propio El Príncipe, Enzo Francescoli.

 Sosa aumentó su cantidad de goles con 11 y 13 en su tercer y cuarto año en Roma. Sin embargo, no hubo trofeos para El Principito ni para la Lazio antes de unirse a Internazionale en 1992. Los Biancocelesti no terminaron más arriba del décimo puesto en la Serie A mientras Sosa estuvo en el club.

Desde su llegada a la Serie A, Sosa nunca había formado parte de un equipo que desafiara por el título. Todo eso cambió en su primer año con el Inter. Impulsado por la presencia de estrellas como Walter Zenga, Giuseppe Bergomi, Nicola Berti, Matthias Sammer y Totó Schillaci, El Principito comenzó a jugar el mejor fútbol de su carrera. En lugar de achicarse en su nuevo entorno entre jugadores de renombre, Sosa demostró que pertenecía y que podía ser un pez gordo en lo que ya era un estanque bastante grande.

Inter había vendido a sus tres leyendas alemanas: Andreas Brehme, Lothar Matthäus y Jürgen Klinsmann, el verano en que llegó Sosa después de terminar en octavo lugar en 1991/91. Demostró ser un reemplazo más que capaz para Klinsmann, marcando 20 goles en su primera temporada.

Inter quedó segundo detrás de sus rivales locales, AC Milan, dirigidos por Fabio Capello y contando con el talento de jugadores de clase mundial como Franco Baresi, Paolo Maldini, Demetrio Albertini, Ruud Gullit, Dejan Savićević, Frank Rijkaard, Jean-Pierre Papin y Marco van Basten. En términos futbolísticos, era una vergüenza de riquezas que tenían a su disposición sus vecinos cercanos.

En 1993/94, Inter cayó a un decepcionante 13.º lugar en la Serie A, a pesar de agregar a su propia contingencia holandesa al equipo. Llegaron un joven Dennis Bergkamp y el centrocampista Wim Jonk. Sosa volvió a ser el máximo goleador del club en la liga con 16 goles. «Dennis era un chico muy cerrado, un holandés típico, con una técnica bárbara, que vino muy jovencito al Inter. Era muy tímido, no se reía, y cuando festejaba apenas abría los brazos, mientras que yo hacía un festejo a toda alegría con “el avión” (risas). Pero era un campeón, no era fácil sacársela y, así como podía errar un mano a mano, hacía un gol increíble o salía de dos o tres marcas con gran facilidad. Fue un jugador estupendo».

Inter se había clasificado para la Copa de la UEFA. Con Sosa y un influyente Bergkamp llevando los hilos, llegaron hasta el final y levantaron el trofeo. Inter venció a Austria Salzburgo 2-0 en el global en la final a doble partido. Sosa disfrutó de una gran relación con los aficionados de Inter, como mencionó en una entrevista muchos años después de retirarse. «Tengo grandes recuerdos de mi tiempo en Inter, de jugar en un escenario como San Siro. Los aficionados solían cantar mi nombre cuando marcaba goles, y ese fue uno de los equipos más importantes para mí».

En la escena internacional, Sosa y Uruguay sufrieron unos años estériles. Salieron de Italia 90 en octavos de final, perdiendo 2-0 contra los anfitriones. Sosa fue omitido del plantel de Uruguay para la Copa América de 1991 por el entrenador Luis Alberto Cubilla. La Celeste no logró avanzar más allá de la primera fase de grupos en Chile.

Cubilla aún estaba a cargo para el torneo de 1993. Esta vez llevó a Sosa a las finales en Ecuador, pero el jugador de 27 años no disputó ni un minuto en el campo. El equipo de Cubilla fue eliminado en penales por Colombia en los cuartos de final. Afortunadamente, para Sosa, su historia en la Copa América no terminó ahí.

El verano de 1994, recién comenzado la danza de fichajes de todos los años, el Real Madrid con Jorge Valdano como nuevo entrenador, andaba tras los pasos de un delantero de nivel. Sonaban algunos nombres como Eric Cantona (Francés) y Rubén Sosa (Uruguayo). Comenzaron los rumores, el representante del jugador lo daba por hecho. Fuentes del propio Real Madrid lo daban por cerrado el traspaso. Se habían reunido y pactado el fichaje por aproximadamente 500 millones de pesetas (cerca de 3,5 Millones de dólares de hoy en día).

 Al final ni fichaje ni nada, e incluso Sosa fue multado en el Inter por sus declaraciones, y además se quejó públicamente de la actitud de Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid. Así pues, la temporada 1994/95 sería la última de Sosa en Italia. El nuevo entrenador Ottavio Bianchi llevó al Inter a un respetable sexto lugar en la Serie A con Sosa nuevamente como máximo goleador del club, aunque con solo ocho goles. Sin embargo, no pudieron defender con éxito su corona de la Copa de la UEFA, ya que Sosa falló el penalti vital en Villa Park después de que el Inter empatara 1-1 en dos partidos con el Aston Villa de Ron Atkinson. El lanzamiento de Sosa golpeó el larguero y rebotó al otro lado de la línea. Villa marcó su último penalti y eso fue todo. La aventura del Inter en la Copa de la UEFA había terminado y Sosa partió hacia Alemania en el verano de 1995.

Ottmar Hitzfeld llevó a Sosa a la Bundesliga, persuadiéndolo para unirse al campeón defensor Borussia Dortmund. Aunque solo pasaría un año en Alemania, Sosa ganó su primer título de liga doméstica allí. Junto a Jürgen Kohler, Andreas Möller, Karl-Heinz Riedle y Stéphane Chapuisat, Sosa se encontró siendo utilizado como jugador de plantilla. Disputó 17 partidos (ocho como titular) para el Dortmund de Hitzfeld, contribuyendo con tres goles. El Dortmund fue eliminado de la Liga de Campeones en los cuartos de final, derrotado 3-0 en el global por un Ajax inspirado por Jari Litmanen.

Hablando de su experiencia en la Bundesliga, Sosa dijo: «Es un fútbol rápido, creo que fue más un impacto físico para mí que técnico. Pero veo que hay muchos aficionados. Los aficionados son apasionados por el fútbol. Fue un año hermoso para mí, porque ganamos el campeonato alemán».

Sosa ganó su último trofeo en el fútbol internacional como parte del plantel de la Copa América de 1995 dirigido por Héctor Núñez. Principalmente, fue utilizado como suplente en las primeras etapas de la competencia, ya que Núñez había decidido sobre una pareja de ataque titular compuesta por Francescoli y Daniel Fonseca. Sin embargo, Sosa había ganado su segunda medalla de oro de la Copa América. Lamentablemente, nunca volvería a representar a su país, terminando con un respetable registro de 15 goles y 46 apariciones para Uruguay.

 Después de solo un año en Alemania, Sosa regresó a LaLiga, uniéndose al recién ascendido CD Logroñés. Aunque ya superaba los 30 años, jugó 35 partidos en la máxima categoría y marcó siete goles. Sin embargo, no pudo evitar que el club descendiera directamente a la segunda división. Con eso, se cerró el capítulo europeo de la carrera futbolística de Sosa.

En 1997, Sosa regresó a su tierra natal, uniéndose al club que había apoyado de niño: Nacional. Tres títulos uruguayos seguirían en sus cinco años en Nacional en 1998, 2000 y 2001. Sosa volvió a disfrutar de su fútbol y de la adoración de los aficionados de Nacional. En 1999, aunque Nacional solo llegó a los octavos de final de la Copa Libertadores de ese año, Sosa fue el máximo goleador del torneo con seis goles.

 Le siguió un traslado al club chino Shanghai Shenhua en 2002. Allí, Sosa ganó un título de liga, aunque sería retirado de los honores del club debido a hallazgos de amaño de partidos más de diez años después. El delantero regresó a Uruguay para jugar intermitentemente durante los próximos años en Nacional y Racing Montevideo, finalmente poniendo fin a su carrera profesional en 2006, a la edad de 40 años.

 

domingo, 13 de julio de 2025

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

 "EL FENOMENO DE LA PRENSA FANTASMA, HISTORIA DE UN FRAUDE"

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

Tras años de silencio ha llegado el momento de hablar de forma clara sobre el fenómeno de la «prensa deportiva fantasma» que se vive desde hace años, especialmente en países como España. Supuestos medios de comunicación, con trabajadores y oficinas, que se perpetúan año tras año de forma milagrosa, a pesar de que su modelo de negocio es totalmente inviable debido a audiencias testimoniales y altísimos costes de producción. Todo eso sin nombrar que ofrecen contenidos sin un gran valor cultural o histórico, y hasta en ciertas ocasiones se han permitido el lujo de bromear sobre temas graves como el narcotráfico o el racismo.




Si hay una constante que siempre se repite en el modus operandi de la «prensa deportiva fantasma» es que acostumbran a lucir perfiles en redes sociales con miles y miles de seguidores, aunque su engagement es el de un perfil de 100 seguidores. El incremento de su número de seguidores, suscriptores o de likes por post o vídeo no es orgánico, sino que tiene lugar de forma puntual y radical, generando métricas de vértigo que nadie en su sano juicio puede dar como reales. También los podrás detectar por sus alianzas comerciales con otros medios de similar naturaleza, que usan los mismos proveedores de bots y granjas de clics, y con los que comparten gran afinidad por la corrupción, a pesar de denunciar la de la FIFA (curiosamente una de las entidades que nunca ha subvencionado su fraude)…

Todo lo expuesto no solo representa un claro caso de competencia desleal, sino un uso fraudulento del dinero público e institucional, distorsionando el ecosistema mediático y limitando la llegada de nuevos medios de comunicación al profesionalismo. Mientras los responsables de centenares de medios de comunicación independientes luchan por sobrevivir, generando contenido de calidad y construyendo audiencias masivas reales para profesionalizar su actividad, ¡otros incluso se pueden permitir el lujo económico de crear galas con entregas de premios o hasta autocrearse un club de fans aupado por un ejército de bots compartiendo el mismo texto! ¿El resultado? Un empobrecimiento gradual y grave del periodismo deportivo y la cancelación de proyectos con audiencia real.

En el liderazgo de estas empresas encontramos a descendentes directos de pequeñas y grandes fortunas que ven en el periodismo deportivo el trampolín hacia otros grandes medios de comunicación o la oportunidad de destacar gracias a la compra indiscriminada de seguidores y visitantes web, falseando sus resultados de audiencia. Y no solo para lucir «grandes» ante el público que los sigue, sino ante organismos públicos, mixtos y privados (con la capacidad de otorgar ayudas económicas) que son incapaces, a propósito o no, de detectar su vil engaño. Prácticas que incluso se extienden más allá de su actividad principal basada en una revista, periódico o canal de YouTube, como la venta y producción de libros o la creación de pódcast.

¿El dinero todo lo puede comprar? En este caso la respuesta es un rotundo sí, incluso les da lo suficiente como para incorporar en sus filas a «fieles escuderos» que les acompañan y apoyan en este demente viaje a cambio de recibir migajas de su gran pastel.

 

¿Cuál es el proceso para crear un medio de comunicación y vivir del fraude en España?

El primer paso, imprescindible, consiste en instalar el negocio en una oficina física y contratar un mínimo de uno o dos empleados. Sin ello, es difícil proyectar la imagen de relevancia necesaria ante quienes otorgan las ayudas económicas a dedo. Los organismos e instituciones mixtas o privadas que las pueden proveer son varias, desde las que son controladas por el gobierno central hasta ayuntamientos locales, federaciones o incluso clubes. Si esto no basta, el segundo paso es establecer vínculos con los partidos políticos o los mandatarios que controlan estos organismos, algo que a menudo puede lograrse mediante contactos personales o redes de influencia. ¿Os acordáis del caso Rubiales y del silencio sepulcral (durante la primera semana) de una popular revista de fútbol?

El tercer paso implica iniciar la actividad, generalmente acompañada de la compra masiva de seguidores en redes sociales y tráfico web para simular un gran éxito de inicio. A partir de ahí, basta con mantener una inversión constante en visibilidad digital —a través de granjas de clics y bots— para sostener una presencia online aparentemente activa y exitosa. Una vez toda la estructura funcional necesaria para subsistir está operativa, muchas veces se suman un gran número de becarios, amigos y colaboradores, para generar más contenido y en la mayoría de casos a coste cero. Y cuándo todo esto no es suficiente, incluso se practica el plagio sin ningún tipo de escrúpulo (creednos que es algo que conocemos perfectamente).

 

¿Cuál es el papel de las autoridades e instituciones españolas ante una realidad cada vez más evidente?

El problema de fondo de la existencia y supervivencia de la «prensa deportiva fantasma» es la falta de controles rigurosos y la formación adecuada de los auditores públicos y privados que deben validar la veracidad de los datos de audiencia facilitados. Mientras no existan mecanismos serios que luchen contra la pillería, el fraude seguirá funcionando como una vía rentable para sostener medios con audiencias ficticias y condenar a cualquiera que intente hacerles frente a pesar de generar audiencias masivas.

¿Estamos dispuestos a seguir financiando con nuestros impuestos a la «prensa deportiva fantasma»? ¿No merecen los amantes del deporte —y el periodismo en general— un ecosistema más transparente, más justo y más riguroso, que dé oportunidades al talento? El periodismo deportivo también merece ser practicado y disfrutado con integridad, y nunca te olvides que si tú les sigues comprando, ellos seguirán robando.

sábado, 21 de junio de 2025

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

 EL MILAGRO DEL CASTEL DI SANGRO

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"

El Castel di Sangro Calcio es un popular club de fútbol italiano del propio pueblo que le da nombre, situado en la provincia de L’Aquila (Abruzos). Su momento de gloria llegó en 1996, cuando ascendió a la Serie B.




Allí permaneció durante dos temporadas históricas que aún son recordadas por los amantes del calcio como la gesta más increíble nunca realizada por un club modesto. No hay que olvidar que en el estadio Teófilo Patini, donde disputaba sus partidos, cabían más espectadores, 7.220, que población tenía el pueblo en aquel momento, 5.500 habitantes. Los colores históricos del equipo son el rojo y el amarillo, que siempre ha combinado con el blanco y el azul en sus primeros y segundos uniformes.

El origen del calcio en Castel di Sangro se remonta tras la Segunda Guerra Mundial, cuando un sacerdote llamado Don Arbete organizó un equipo de fútbol para ayudar a reconstruir la comunidad. Los materiales eran escasos y los recursos inexistentes, así que los jugadores utilizaron un balón de calcetines atado con cordel durante sus primeros entrenamientos, hasta que posteriormente llegó el primer balón a la modesta localidad de l’Aquila. En su primer partido (amistoso), ganaron contra un pueblo vecino en lo que fue la primera gesta de una localidad que por aquel entonces no aspiraba a grandes retos. En 1953 por primera vez el Castel di Sangro Calcio se inscribió en competición, y se unió a la más baja de todas las ligas de Italia, la Terza Categoria (décima categoría).

El equipo tardó treinta años en conseguir el ascenso a la Seconda Categoria, en 1983. Sin embargo, el salto de liga provocó más problemas económicos en las arcas del club: los salarios de los jugadores y un mejor equipamiento, que no lo tenían. Su salvador fue Pietro Rezza, un sureño de la región de Apulia que se había casado con una de las familias más ricas de la ciudad y que dejó la gestión del equipo al marido de su sobrina, Gabriele Gravina.

El ascenso del club a la Prima Categoria se produjo tan solo dos años después. En ese momento, ya no era posible seguir siendo competitivo con un equipo compuesto únicamente por talentos locales, y aunque todavía no era un equipo profesional, Gravina “contrató” a jugadores de fuera de la ciudad para que trabajaran en empleos locales y estuvieran así disponibles para jugar en el equipo. De este modo, el equipo ante todo pronóstico ascendió rápidamente y, en 1989, alcanzó la categoría profesional de la Serie C2.

La permanencia en la categoría, aunque se vio amenazada en más de una ocasión, se consolidó hasta la temporada 1994-1995, cuando el Castel di Sangro Calcio volvió a sorprender a todo el mundo con un ascenso totalmente inesperado a la Serie C1. En aquel entonces la diferencia entre la C1 y la C2 era enorme. La C2 era profesional, pero apenas lo era, y los equipos solían ser de ciudades pequeñas. Sin embargo, resultaba alucinante que un equipo de la pequeña Castel di Sangro, en el interior de los Abruzos, no solo llegara hasta allí, sino que se mantuviera durante siete años. Llegar a la C1 era inconcebible, ya que en la C1 había equipos verdaderamente profesionales, algunos de los cuales habían estado incluso en la Serie A en algún momento (el Ascoli había estado allí en 1990, y el Lecce en 1993).

Naturalmente, las expectativas en la Serie C1 eran mínimas. La simple permanencia habría supuesto todo un logro, pero el equipo se clasificó para los playoffs de ascenso a la Serie B. Su primer partido fue contra el Gualdo. Perdieron el primer partido por 1-0. En casa, parecía que el partido terminaría en un empate sin goles, cuando el entrenador Jaconi hizo una sustitución aparentemente extraña. A falta de unos quince segundos, dio entrada a un defensa que solo había jugado siete partidos en toda la temporada. Su maniobra funcionó a la perfección: Marcó siete segundos después. De ese modo, el Castel di Sangro avanzó, al quedar mejor clasificado que el Gualdo, quinto clasificado.

La segunda eliminatoria fue a partido único contra el Ascoli, ante el que habían perdido dos veces durante la temporada. Transcurrieron noventa minutos sin goles, y después de treinta minutos más de prórroga, todavía sin goles, hubo que recurrir a la tanda de penaltis para decidir el vencedor. Un minuto antes del final de la prórroga, Jaconi hizo otra sustitución inexplicable: hizo salir al campo a Pietro Spinosa, un portero que no había jugado ni un solo minuto esa temporada. A medida que avanzaba la tanda de penaltis, ninguno de los dos equipos fallaba, hasta que en la octava ronda Spinosa realizó una parada aparentemente imposible, asegurando la victoria y el loco ascenso de su equipo. El “Milagro de Castel di Sangro”.

En Serie B el equipo se vio obligado a mejorar su estadio de acuerdo con la normativa, y como la construcción no había terminado antes del primer partido, el Castel di Sangro tuvo que jugar sus primeros partidos en casa en Chieti. Tras meses de retrasos, cuando por fin se inauguró en diciembre, el mal tiempo invernal y el escaso fertilizante hicieron que el terreno de juego fuera totalmente impracticable.

Aquel momento fue el inicio de una serie de catástrofes que asolarían al club durante los siguientes meses. Ese mismo mes, dos de sus jugadores, Danilo Di Vincenzo y Pippo Biondi, murieron en un accidente de tráfico. A principios de 1997, otro jugador, GigiPrete, fue detenido en relación con una operación de contrabando de drogas. Prete fue finalmente absuelto tras permanecer detenido durante 22 semanas.

A lo largo de la confusión, el equipo estuvo cerca del fondo de la clasificación, y solamente las actuaciones monumentales del portero Massimo Lotti, así como los goles decisivos de Claudio Bonomi y Gionatha Spinesi (obtenido en préstamo del Inter de Milán), evitaron que cayera otra vez a Serie C1. En el penúltimo partido, consiguieron una victoria por 2-1 sobre el Pescara para evitar el descenso, y el milagro continuó una temporada más.

Su segundo año en la Serie B no fue tan bueno. Muchos jugadores fueron vendidos o se marcharon, y el técnico Jaconi fue despedido a mitad de temporada. El descenso de ese año fue el primero del club en cualquier liga desde 1983.

Sin embargo, el primer año de regreso a la Serie C1 tuvo cierto éxito en la Coppa Italia de 1999, donde fue capaz de derrotar a dos equipos de la Serie A, el Perugia y la Salernitana, antes de perder contra el Inter de Milán en los cuartos de final.

En 2005, el club fue liquidado por problemas financieros. De sus cenizas se formó un nuevo club, llamado Pro Castel Di Sangro que compitió en Promozione. El equipo luchó por el ascenso de principio a fin. Tras una larga y reñida temporada, el club se quedó a las puertas de conseguirlo por tan solo tres puntos (73) frente al Canistro (76). En 2006-07, el Pro Castel di Sangro ganó claramente la liga con una ventaja de 11 puntos sobre el segundo clasificado, ascendiendo a Eccellenza para la siguiente temporada, con una plantilla en la que figuraban antiguos protagonistas de la Serie B, Bonomi y Martino.

El Pro Castel di Sangro terminó su primera campaña en la Eccellenza de la década de 2000 con un puesto en la mitad de la tabla, en una liga en la que también estaban los antiguos equipos profesionales Chieti (que acabó siendo campeón) y L’Aquila. Tras unos años el club volvió a la realidad de las categorías amateurs.

En el verano de 2008, el club cambió su nombre por el de A.C.D. Castel di Sangro CEP 1953 que actualmente compite en Secunda Categoria, intentando reinventarse para volver algún día a la élite del calcio.



viernes, 20 de junio de 2025

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

 FERNANDO CORNEJO, CORAZON DE MINERO

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

Fernando Andrés Cornejo Jiménez fue un exfutbolista internacional chileno que jugaba de centrocampista, y que a lo largo de su carrera vistió las camisetas de O’Higgins, Universidad Católica y Cobreloa, donde fue ídolo absoluto. El 24 de enero de 2009 falleció a los 39 años a causa de un cáncer gástrico.




 Nacido en Quinta de Tilcoco un 28 de enero de 1969, Fernando debutó profesionalmente jugando por O’Higgins en 1988, situándose rápidamente como un jugador de referencia, incluso se convirtió en capitán del equipo cuando era dirigido por Nelson Acosta. En su trayectoria en Rancagua marcó 25 goles antes de ser transferido a Cobreloa en 1991, con el que ganó el título de Primera División al año siguiente. Sus buenas actuaciones en el equipo naranja lo llevaron a fichar por la Universidad Católica, donde estuvo dos temporadas, para luego regresar a Cobreloa. En su segunda etapa en el club loíno se coronó campeón de los torneos de Apertura y Clausura 2003 y Clausura 2004. Anunció su retiro en septiembre de 2005.​

Durante su carrera deportiva, su vida profesional y personal demostró ser una persona con grandes valores y un gran profesional, gran padre, amigo y compañero. Quizás una persona que de verdad dejó uno de los más grandes legados al deporte chileno. En la selección chilena participó en 2 Copas América y en el periplo que llevó a Chile al Mundial de Francia de 1998, participando en 3 de los 4 partidos que disputaron los chilenos en la fase final. Para la memoria quedará el gol de tiro libre con el cual enmudeció a la grada argentina que colmaba el Estadio Monumental de River Plate, en diciembre de 1996, en un partido que terminó igualado a 1.




miércoles, 18 de junio de 2025

"DE COLECCION"

 RUI COSTA LA PERLA DE PORTUGAL 

FUENTE: "KODRO MAGAZIINE":

Rui Manuel César Costa es considerado uno de los mejores centrocampistas ofensivos de la historia del fútbol y uno de los mejores de Portugal. Apodado «El Maestro» e «Il Musagete», era especialmente conocido por su excelente técnica, capacidad de creación de juego y olfato de gol.




En una carrera de 17 años compitiendo en la élite, ganó varios trofeos, entre ellos una Primeira Liga, una Taça de Portugal, una Serie A, tres Coppa Italia, una Liga de Campeones y una Supercopa de la UEFA. Como internacional portugués, acumuló 94 partidos y marcó 26 goles con la Seleção y representó al país en tres Eurocopas y una Copa Mundial de la FIFA.

Rui Costa, nacido en 1972, jugó con la camiseta roja del Benfica SL desde 1977, donde se formó como persona y jugador hasta conquistar el Estádio da Luz. Prácticamente nacido en el club, el Benfica y el mayor héroe de Portugal, Eusébio, se fijaron en él por primera vez a la edad de cinco años, y continuó desarrollándose en su cantera durante 13 años, antes de marcharse cedido durante una temporada al Associação Desportiva de Fafe donde disfrutó de 38 partidos en los que pudo marcar 6 goles.

Tras su gran rendimiento volvió al Benfica SL inmediatamente, donde se convertiría por méritos propios en el favorito de la afición con actuaciones estelares en competiciones europeas que le dieron a conocer a los grandes clubes del momento.

La influencia de su pasión por el futsal se manifestó desde sus primeros días como profesional de fútbol 11. El balón parecía pesado cuando llegaba a sus pies y ligero cuando salía, se perfilaba como uno de los jugadores más excitantes y prometedores que había producido Portugal. De 1990 a 1994 sumó 78 goles y 13 goles.

En Italia, la Fiorentina estaba construyendo un equipo formidable, en su retorno a la Serie A tras un injusto descenso. Rui Costa firmó en 1994 con Claudio Ranieri en el banquillo para armar un conjunto capaz de estar a la altura de su gran estrella, Gabriel Omar Batistuta.

En una liga repleta de números 10 de talla mundial, Costa no tardó en erigirse en el más destacado junto a Zinedine Zidane. Con una gracia seductora y un arte fascinante, era el creador de juego total en un equipo que carecía de defensa y que no se desenvolvía mucho mejor en el centro del campo sin él. Junto a Batistuta formaron una dupla en ataque extremadamente eficaz que incluso podía suplir el resto de mancanzas del equipo.

Su vínculo casi telepático los consolidó rápidamente como el dúo más formidable e icónico de la Serie A, los números 9 y 10 completos. Su asociación no era muy diferente a la de Dwight Yorke y Andy Cole en el Manchester United. Eran hermanos de armas, con el instinto de un killer y la calidad hipnótica de dos virtuosos del balón. El fútbol italiano era tradicionalmente conservador y defensivo, pero el equipo toscano construyó su éxito de mediados de los noventa sobre la fuerza arrolladora de su ataque.

Juntos, no solamente ganaron dos Coppa Italia y una Supercoppa Italia, sino que se lucieron ante el mundo. Costa será recordado tanto por lo que consiguió como por la forma en que lo hizo. Su forma de jugar parecía fácil, y en cierto modo lo fue con el tiempo, pero fue su ritmo de trabajo y su formación eran la base de su talento.

Los italianos lo llaman «sprezzatura», término que significa hacer algo sin que parezca que se haya pensado o hecho ningún esfuerzo, cuando en realidad sí se ha hecho. Antes de un partido, todo tenía que estar bien: el aceite en el pelo, la cinta adhesiva bajo la rodilla, los calcetines remangados y la camisa medio metida por dentro. Era la encarnación del estilo del fútbol italiano, lo que le daba el aire temerario de un auténtico inconformista que recorría el campo. Su estilo influiría en toda una generación de chavales que veían religiosamente sus actuaciones cada fin de semana, pegados a sus pantallas y tratando de emularlo en su parque local.

Su estilo servía para algo: cuando todo iba bien, lo que ocurría en el campo se convertía en algo instintivo. Sus rituales antes del partido liberaban su mente, permitiéndole operar en lo que a menudo parecía un nivel subconsciente en el campo. Esta despreocupación, combinada con su pasión, lo convirtió en un jugador enigmático, con un culto devoto en la Fiorentina, y cuando Batistuta se marchó a Roma en 2000, fue el lógico heredero del trono de capitán.

Cada vez que Rui Costa tenía el balón, daba la sensación de que podía pasar cualquier cosa, tal era el carácter imprevisible de su juego que sus pases llegaban un segundo antes de lo previsto, confundiendo a muchos defensores y guardametas con su sincopado ritmo. El mejor ejemplo fue cuando Portugal se enfrentó a Inglaterra en la Eurocopa 2000. Con una desventaja de 2-0 al principio del partido, Costa se animó con su magia de física esférica y asistió a tres goles que dieron la victoria. El tercer pase en profundidad que puso en bandeja a Nuno Gomes fue de una visión y una precisión pocas veces vistas en una cita de tanta exigencia.

En 2001, el entonces entrenador del Fiorentina, Fatih Terim, se hizo cargo del AC Milan, trayendo consigo a Costa por algo menos de 44 millones de euros, una oferta que la Fiorentina no pudo rechazar dadas sus propias dificultades financieras. Costa cambiaría a Batistuta por Filippo Inzaghi, e Inzaghi cambiaría a Zinedine Zidane por Costa, quien comentó al firmar por su nuevo club que Costa era un jugador superior a Zidane, un eterno debate en el fútbol italiano, similar al de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi ahora. Costa y Zidane desempeñaban papeles similares, y no se puede cuestionar la genialidad de Zidane a lo largo de su carrera, pero en su época de esplendor en la Serie A, era Costa el que parecía emocionar y atraer a un nivel más visceral. Mientras Zidane jugaba con la cabeza, Costa lo hacía con el corazón, y eso caló hondo en los aficionados italianos.

El fútbol italiano vive y muere por su defensa, una filosofía desarrollada desde tiempos inmemoriales por entrenadores como Helenio Herrera y alabada por escritores clásicos del calcio como Gianni Brera, del Gazzetto dello Sport. El Milan era sólido en la defensa con Paolo Maldini y Alessandro Costacurta, pero el trabajo de Costa era añadir un poco de talento ofensivo a la famosa garra de la defensa. El norte de Italia ya tenía Ferrari, Lamborghini, Maserati, y ahora tenía a Rui Costa. Él era la pintura reluciente, el rugido del motor y el desenfoque sin esfuerzo ante los ojos de los defensores.

En Milán recibió otro apodo, «Il Maestro», en alusión al director de un conjunto de música clásica o de una ópera. El caso es que no era tanto el director de orquesta clásico como el músico de jazz espontáneo. Se movía con libertad, sin restricciones, sin respetar el compás ni la escala, ocupando un papel de número 10 que ha ido disminuyendo en la última década, dejando paso a un papel más ofensivo para el número.

El paso de Rui Costa por el club «rossonero» no llegó a alcanzar las cotas que se esperaban de una superestrella que entraba en una plantilla sobrecargada, pero no fue en absoluto una aventura fallida. Durante su estancia, consiguió añadir más títulos a su colección personal, incluido un trofeo de la Liga de Campeones en 2003.

Rui Costa se enfrentó a Zidane, como parte de los Galácticos del Real Madrid, en la fase de grupos del torneo. El Milan ganó gracias en parte a una victoria por 1-0 en casa que contó con el pase favorito de Rui Costa. Antes de llegar al descanso, y detrás de su propio círculo central, su escogió a un solitario Andriy Shevchenko con un pase que buscaba el calor por el suelo, dividiendo a los cuatro defensores en su propio campo que nunca podrían haber anticipado la jugada. Su aparente clarividencia de los movimientos de sus propios compañeros y de los contrarios le convirtió en un personaje único: en su momento fue el mejor pasador de fútbol del mundo.

 Desgraciadamente, su impacto global en el club se vio limitado por una lesión y por la llegada de Kaká, que se vio favorecido por encima de Costa para situarse por detrás del ataque, lo que le empujó a un papel más profundo en la creación de juego con Andrea Pirlo. Aun así, dejó huella cuando tuvo la oportunidad, pero la regularidad fue difícil de conseguir en un equipo milanés especialmente fuerte. Aunque dejó el club con 65 asistencias de gol, él mismo admitió que no era lo suficientemente eficaz ante la portería y que no era tan natural como Pirlo en el papel.

Ser eficaz ante la portería requiere un equilibrio y un enfoque metodológico que no encajan con el estilo de Costa. Era poco convencional y despreocupado, lo que no suele traducirse en consistencia, pero es estimulante ver cómo se desenvuelve. Su cuerpo se movía en posiciones imposibles, como una ágil gacela tratando de evitar las garras del león. Hasta que se presentaba la oportunidad de que el cazado se convirtiera en cazador. Hacía un pase imposible o, cuando le pegaba bien al balón, marcaba un gol de un calibre que muy pocos jugadores podían presumir.

El verano de 1991, las exhibiciones de Rui Costa en el Fafe habían impresionado tanto al seleccionador de Portugal sub-21, Carlos Queiroz, que fue llamado a la selección para representar a Portugal en el Mundial Juvenil. La selección portuguesa sub-20 se proclamó campeona del mundo juvenil en 1991. Su penalti decisivo contra Brasil en la final ayudó a ganar el título en casa y anunció a Costa como uno de los miembros más brillantes de lo que se conocería como la «Generación Dorada». Costa formó parte de los años más dulces de la absoluta de Portugal, ya que el equipo alcanzó los cuartos de final de la Eurocopa 1996, las semifinales de la Eurocopa 2000 y la final de la Eurocopa 2004.

 En la semifinal, Portugal llegó a la prórroga contra Inglaterra con el marcador empatado a uno. Costa recogió el balón un par de metros dentro del campo de Inglaterra en un rápido contraataque, buscando hacer un pase, pero no había opciones viables. Mantuvo el balón cerca de sus pies y se lanzó hacia el borde del área inglesa, mirando rápidamente a Simão, que estaba demasiado marcado.

Costa levantó la vista una última vez y soltó un derechazo sin concesiones, que se estrelló en la parte inferior del larguero en la trayectoria ascendente del disparo, batiendo a David James. Portugal ganó en la tanda de penaltis, pero cayó en la final ante Grecia, y lo que podría haber sido un momento cumbre en la carrera internacional de Rui Costa terminó con un desengaño. Una derrota que solo fue olvidada gracias a la consecución de la Eurocopa de 2016, con Cristiano Ronaldo como gran líder y tomando el relevo de la generación de Rui Costa y compañía.

Costa prometió en su día volver a Lisboa y al Benfica. En 2006 cumplió esa promesa, renunciando a un contrato de 4,6 millones de euros anuales en Milán para volver a casa. Los jugadores del estilo particular de Costa tienen una cualidad efímera que caracteriza su carrera por los fugaces momentos de magnificencia, en comparación con una construida sobre la consistencia. Así que, después de haber hecho vibrar a Italia durante más de 10 años, ¿será capaz de causar algún impacto en el Benfica?

En términos puramente futbolísticos, los mejores años de Costa quedaron atrás en Florencia, pero al regresar al Benfica su presencia fue incandescente. Esto no quiere decir que no haya aportado nada a la calidad del juego, sino todo lo contrario. En su primera temporada de regreso, fue constante y ayudó al Benfica a alcanzar el tercer puesto, por detrás del Oporto y del Sporting.

Al comienzo de la temporada 2007-08, su contribución con dos goles contra el FC Copenhague permitió al Benfica acceder a la Liga de Campeones, rompiendo su reciente racha de mala suerte. Por desgracia para los aficionados, sabían que su tiempo juntos era limitado; al principio de la temporada había anunciado su retirada del club al final de la campaña, y después de cada gol o partido, se acercaba a sus seguidores para darles las gracias, cada vez más sagaz en sus últimos años.

Tras su retirada, Rui Costa se convirtió en Director de Fútbol del Benfica, cargo que dejó el 10 de octubre de 2021 para convertirse en el presidente número 34 del Benfica.

 

 

 


viernes, 13 de junio de 2025

"DE COLECCION"

 EL RETORNO DE SOCRATES EN LA NOENA DIISION INGLESA A LOS 50 AÑOS

FUENTE: KODRO MAGAZZINE:

El legendario mediocampista fue uno de los mejores talentos de su generación, ganando 60 partidos con Brasil y capitaneándolos durante la Copa Mundial de España 1982. Sócrates se retiró del fútbol profesional en 1990, pero más de una década después descolgó sus botas para abandonar su retiro para disputar por primera vez en su vida la liga inglesa.




Cuando el empresario Simon Clifford se convirtió en propietario de Garforth Town AFC en 2003, anunció su plan para llevarlo de la Northern Counties East League a la Premier League en un plazo de 20 años. No es de extrañar que la mayoría de la gente no lo tomara en serio, pero el empresario había hecho su fortuna creando una red mundial de escuelas de fútbol brasileño, y tenía muchos contactos dentro del mundillo.

Después de que el Garforth Town AFC perdiera sus dos primeros partidos durante la temporada 2004-05, Clifford se autonombró entrenador y empezó a trabajar para traer nuevos talentos al club, mientras intentaba dar un giro radical a la situación. Primero contrató al exjugador del Manchester United Lee Sharpe, y posteriormente aparecieron los rumores de que estaban haciendo una gran jugada maestra para traer a un legendario exjugador de fútbol brasileño.

Clifford consiguió poner al Garforth Town en las portadas de todos los periódicos deportivos del mundo al confirmar que la superestrella retirada Sócrates, de 50 años en ese momento, estaba a punto de unirse al club como jugador-entrenador con un contrato de un mes.

Nadie podía tomarse en serio que una leyenda aceptaría jugar por primera vez la liga inglesa en su novena división, pero Sócrates confirmó la noticia y reveló que sus motivos para unirse al club no estaban relacionados con el hecho de volver a jugar a fútbol o la necesidad de dinero. «Estoy aquí porque fui invitado por Simon para ver su proyecto infantil, el cual encuentro muy interesante. Utiliza el deporte, en particular el fútbol, para ayudar a los niños a socializar y a mejorar su condición física. La cuestión no es jugar al fútbol. El punto es el proyecto de Simon y me he enamorado de él.», dijo Sócrates.

Su llegada fue sin duda una forma de promocionar las academias de fútbol de Clifford, pero ¿a los aficionados les importaba realmente que fuera solamente un truco publicitario? Por supuesto que no.


Bajo la dirección de Clifford, Garforth subió posiciones en la tabla de la liga y todavía tenía su arma no tan secreta para desatar. Antes de su tan esperado debut contra el Tadcaster Albion en noviembre, la «Socratesmanía» se apoderó de la ciudad mientras la demanda de entradas se disparaba.

«Tengo muchas ganas de poner mi granito de arena en el proyecto del Garforth Town. No sé nada del lugar y nunca he estado en el norte de Inglaterra, pero siempre estoy listo para nuevas experiencias», dijo Sócrates después de llegar a Inglaterra. Será divertido ver cómo es la calidad del juego contra el Tadcaster. No estoy seguro de cuánto tiempo aguantaré, pero lo intentaré con todas mis fuerzas. Tengo 50 años, así que evidentemente no seré el hombre más rápido del campo. Pero estoy seguro de que puedo recordar algunos trucos.

Sócrates pasó de jugar ante 80.000 personas en Maracaná a poco más de 1.000 personas que se presentaron en Wheatley Park esa fría tarde del 20 de noviembre de 2004. El clima de West Yorkshire también demostró ser un choque cultural para el brasileño, ya que se envolvió en un abrigo y una bufanda antes de ocupar su lugar en el banquillo.

Parecía que Garforth se las arreglaría sin su nuevo fichaje estrella, ya que iban 2-0 arriba en el descanso mientras Sócrates permanecía al margen. Pero el Tadcaster dio la vuelta al partido en la segunda mitad para empatar 2-2, así que los aficionados empezaron a pedir la introducción del brasileño con cánticos de «¡We want Sócrates!». En el minuto 78, el creador de la «Democracia Corinthiana» con guantes, pantalones cortos hasta la rodilla y una camisa extra-grande luciendo el flamante número 6 del Garforth Town entró en el campo, siendo recibido con entusiasmo por el público local. Con su primer toque de balón lanzó un potente disparo desde 25 yardas que obligó al guardameta a lucirse, la noche prometía.

Sin embargo, el mediocampista de barba gris y vientre de cisne pasó el resto del partido divagando por el campo, logrando solo unos pocos toques y luchando contra sí mismo para mantener el ritmo del juego. El partido terminó 2-2, y «El Doctor» parecía aliviado de poder volver al vestuario, pero los aficionados saltaron al campo para acercarse al legendario futbolista.

«Hacía demasiado frío, al segundo de salir tenía un increíble dolor de cabeza. No estoy acostumbrado. Era mucho más rápido que el tipo de fútbol al que estoy acostumbrado. Era mucho más competitivo y disputado, pero lo disfruté mucho y fue una experiencia interesante», dijo el ex «magrão» después en la zona de prensa.

Clifford en declaraciones a la BBC explicó por qué decidió rescindir el contrato del astro brasileño, «decidí no contar con él en el siguiente partido porque su calentamiento había consistido en beber dos botellas de Budweiser y tres cigarrillos que teníamos en los vestuarios. No creí que fuera una buena idea que siguiera jugando mucho más, aunque tenía ganas de que lo hiciera».

Así pues el partido contra Tadcaster Albion resultó ser su primera y última aparición en el club, y su carrera en Garforth Town terminó en un abrir y cerrar de ojos.




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