DIEGO ARMANDO MARADONA EN SEVILLA
FUENTE: "KODRO MAGAZINE":
Diego Armando Maradona aterrizó en Sevilla con 32 años el 13 de septiembre de 1992, para ponerse 9 días después bajo las órdenes de un entrenador que lo hizo campeón del mundo en 1986, Carlos Salvador Bilardo. «El Pelusa» llegó tras una sanción por doping que le apartó quince meses del fútbol por consumo de cocaína, en una operación entre la Società Sportiva Calcio Napoli y el Sevilla Fútbol Club que no fue para nada sencilla, y que se solucionó solo tras la intervención directa de la FIFA. Parte del éxito de aquella operación también se debió a la mediatización del conflicto tras una carta firmada por los 11 argentinos que disputaban por aquel entonces la Serie A y B.
Tras rechazar el interés de otros grandes clubes, destacando el Olympique de Marsella, y decir a los periodistas que venía a España a ganar la Liga, el acuerdo final se cerró en siete millones y medio de dólares (750 millones de las antiguas pesetas), que en buena medida aportó Silvio Berlusconi, en alianza con el presidente del Sevilla en esos años, Luis Cuervas, y su vice, José María del Nido. Curiosamente, fue el dirigente italiano el que tuvo intención de fichar a Diego (pocos meses antes de su traspaso al Sevilla) para su AC Milan solo para disputar partidos amistosos con el «Dream Team rossonero», con un segundo equipo al uso que tenía que protagonizar una gira internacional de amistosos con varias figuras que no estaban en nómina con el primer equipo.
Tras su llegada, el jugador y la familia residieron con un séquito de una veintena de personas, en el Andalusí Park, situado en la localidad de Benacazón, a unos 25 kilómetros de Sevilla, a la espera de que el entonces presidente napolitano, Corrado Ferlaino, diera su consentimiento al traspaso. Con aquel fichaje, la capital andaluza, ya revolucionada por la Expo 92, lo recibió con un gran despliegue periodístico que mantenía guardias permanentes en la zona del hotel- Miles de personas también se agolpaban casi a diario en la ciudad deportiva para contemplar sus malabarismos con el balón.
Prueba de aquella locura social que se vivió, su partido de presentación frente al Bayern de Múnich, orquestado por la compañía mercantil que dirigía su agente Marcos Franchi, alcanzó una recaudación de 150 millones de pesetas, suponiendo ¡casi una cuarta parte de lo que había costado su fichaje!
El club, consciente de la locura que aún producía Maradona entre los fanáticos del fútbol, aprovecharía los parones de Liga para viajar a Turquía y a la propia Argentina, donde se disputaría un amistoso contra Boca Juniors. En aquel recordado choque en La Bombonea, Diego Maradona jugó una parte con cada equipo como nota más que curiosa.
Maradona disputó su primer encuentro oficial de Liga con la camiseta del Sevilla FC en San Mamés, donde los hispalenses cayeron derrotados por 2-1, después de adelantarse en el marcador tras una falta que ejecutó el propio Diego. Ese mismo día, el argentino ya portó el brazalete de capitán, que le cedió Manolo Jiménez, y compartió once con su compatriota Diego Pablo Simeone, recién fichado para aquella temporada.
Maradona y sus habilidades balompédicas con naranjas o una diminuta bola de papel de plata, coparon reportajes y noticieros de la época, aunque su mejor versión sobre el terreno de juego se pudo ver el 19 de diciembre de 1992 ante el Real Madrid. El Ramón Sánchez-Pizjuán vibró con la actuación del centrocampista argentino, redondeada con la victoria sevillista por 2-0. Su mejor aliado durante su etapa sevillista fue Davor Šuker, con el que llegó a compartir 22 partidos oficiales, ayudándole a mejorar sus registros goleadores en su segunda temporada en el club, de 6 a 13 dianas.
Durante el primer tramo del campeonato, el Sevilla de Maradona se mantuvo en las primeras posiciones optando a una plaza para competiciones europeas, aunque el nivel fue decreciendo a medida que se acercaba el final de la temporada y luciendo en la camiseta la mítica publicidad de la consola Super Nintendo. La séptima posición en Liga, perdiendo la plaza europea por la diferencia de goles con el Atlético de Madrid, y la eliminación en octavos de final de la Copa del Rey ante el Valencia, fueron motivo suficiente como para considerar aquella temporada un fracaso, a pesar de los muchos aciertos que vivió el club del Nervión.
La relación con Bilardo, que había sido cercana en la etapa que compartieron en la Selección Argentina, se tensó y mucho. Demasiadas faltas a los entrenamientos y mucha vida nocturna exponían también al entrenador, que lo había llevado al club generando altas expectativas. Una de las muchas fiestas en las que estuvo Maradona fue la de la ficticia Feria de Abril de Sevilla, con collar hawaiano, tamboril en mano y un par de chicas vestidas de gitana para la ocasión. Todo ello bajo la atenta mirada de Cuervas, que se reía a su lado y le echaba el brazo por encima.
Finalmente, Maradona disputaría su último partido con la camiseta del Sevilla FC en el Ramón Sánchez-Pizjuán, en el encuentro de la jornada número 37 de Liga ante el CF Burgos, donde Maradona es sustituido en el minuto 53. Las desavenencias con la directiva y el propio entrenador hicieron que el argentino ya no jugase la última jornada, en la que el Sevilla FC vencería sin premio europeo final al Sporting de Gijón. Maradona disputó 29 partidos, marcando 7 goles en el Sevilla entre LaLiga y la Copa del Rey. Los 5 ligueros fueron ante el Zaragoza, el Rayo Vallecano, el Celta de Vigo, el Sporting de Gijón y el Albacete. Dos de ellos de penalti. En la Copa del Rey marcó ante el Mérida y el Alcázar.
Los escándalos de Maradona insultando a Bilardo por no estar de acuerdo con el cambio en un partido contra el Burgos, o cuando se fue expulsado por extralimitarse en la protesta después de recibir una dura falta de su compatriota Redondo en un partido contra el Tenerife ensuciaron la memoria de su paso por Sevilla. También se hartó el club, que le puso detectives para constatar aquellas fechorías de las que toda Sevilla hablaba. Él sabía que lo espiaban, pero le daba igual. El argentino regresó a su patria, para defender la camiseta del Newell’s Old Boys, los ‘leprosos’ de Rosario. Ayudaron a convencerle otro entrenador, Jorge Solari, y uno de los jugadores, «El Tata» Martino.
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