EN EL NOMBRE DEL GOL: "GABRIEL BATISTUTA"
FUENTE: "KODRO MAGAZINE"/OSCAR FLORES LOPEZ
Es difícil entender la ciudad de Florencia sin los estandartes que la hicieron bella. Basílicas, esculturas, pinturas y textos que perdurarán siglos. Ciudad de arte y cuna de grandes artistas. Todos supieron amarla bajo el embrujo de su belleza, Da Vinci, Miguel Ángel, Dante, Maquiavelo, Rafael y como no, Gabriel Omar Batistuta. Siempre me han gustado las personas comprometidas. Referentes que dicen, hablan y hacen. Caracteres que dan todo en cada acción en la vida sin dejar lugar para el reproche, que entienden la pasión y la humildad como el vehículo triunfal de la excelencia. Es una lástima que la esquizofrenia global que hoy gobierna el fútbol y que se ha encargado de mercantilizar los clubes para robarles toda su identidad, nos prive de historias que transmiten tanto por si solas.
Batistuta (Santa Fe, 1969), fue un cazador voraz del área, francotirador desacomplejado, soldado del gol y capitán del mejor batallón de la Fiorentina, a la que llegó en 1991. Antes de aterrizar en Italia definitivamente, debutó en la primera Argentina con Newell’s Old Boys en el 88. Sin embargo, el primer contacto con el país transalpino se remonta a los meses de Enero y Febrero del 89, cuando el club rosarino cede a Bati al modesto Club Sportivo Italiano, para participar en la Copa Carnevale, uno de los torneos sub-21 más importantes del mundo a los que la entidad argentina fue invitada. Tras un año de pertenencia al club «leproso», River Plate apostó por su fichaje pero el técnico Passarella le otorgó una presencia testimonial en el equipo, donde vivió un ostracismo difícil de asimilar para un chico de veinte años. Confiado en sus posibilidades y al no estar dispuesto a pasar una nueva temporada en blanco, en 1990 decide aceptar la oferta que le presenta Boca Juniors. En la Bombonera empieza a demostrar su idilio con el gol, disputa 55 partidos de xeneize y anota 24 dianas para el equipo de Tabárez, contribuyendo de forma decisiva a la consecución del Clausura del 91, para en agosto de ese mismo año desembarcar en la que el delantero considera su segunda casa, Florencia.
En poco tiempo en Italia consigue ganarse el corazón de la gente, que aplaude su derroche. Se erige como un rematador excelente y en sus dos primeros años con la Fiore consigue 13 y 17 goles en la Serie-A. No obstante, la dificultad del campeonato italiano es alta y al final de su segundo año el equipo consuma su descenso a la Serie-B. Es posiblemente la primera vez que algunos clubes importantes se acercan a Batistuta para tantear su fichaje, un goleador joven siempre es apetecible. Pero Gabriel es un hombre de valor noble, sigue de «viola» y tan solo un año más tarde el club logra de nuevo el ascenso de la mano de Claudio Ranieri, con 19 goles del delantero. La 94-95, arranca de nuevo en la Serie-A, la Fiorentina quiere seguir creciendo. Son conscientes que para retener al ariete es necesario sumarle talento a una plantilla que anda algo coja en algunas posiciones. Para ello sigue en la ciudad un joven Francesco Toldo, seguro vital en el ascenso y se consuma la llegada de Rui Costa, clave para entender el devenir del club en los siguientes años. La progresión de la sociedad entre el portugués y el argentino es temible. La fantasía de Rui Costa la convierte Batistuta, que en su retorno a primera acaba como «Capo Canonnieri » con 26 tantos. El verano del 95 se presenta movido y ya no es ningún secreto que clubes como Milán, Inter, Manchester United o Real Madrid le siguen los pasos. Pero nada más lejos de la realidad, él no quiere marcharse, está cómodo en la ciudad, la gente le adora, es el líder y capitán de un equipo que acaba en cuarta posición la temporada 95-96 y se hace con la Coppa Italia y la Supercopa, ganada en agosto al Milán del que fuera su entrenador en Boca, Oscar W.Tabárez. El resultado termina 2-1 y Batistuta culmina una actuación memorable logrando 2 auténticos golazos para que los «viola» alcen el título.
No obstante, el delantero se notó estancado, su ambición empezó a plantearle seriamente si era el momento de un cambio de aires y así aspirar a ganar un título de Liga. En verano de 1997, el F.C. Barcelona toma la iniciativa para hacerse con su fichaje. Al argentino le seduce la idea de trasladarse a la capital catalana, pero el Barça incomprensiblemente acaba echándose atrás por no ser este del agrado del técnico Louis Van Gaal. Así que siguió en Florencia y siguió marcando goles casi sin querer, además de mostrar una regularidad en su juego poco menos que asombrosa. Pasaron 3 temporadas más, y llegó un momento en que ya no encontró argumentos para seguir de «viola». Los años pasaban y posiblemente estaba ante la última posibilidad de aceptar un traspaso que beneficiase a ambas partes. Consideró que dio todo lo que tenía a la Fiorentina, batiendo todos los records habidos y por haber en la historia del club, dejando tras él un legado de más de 200 goles, un hito que parece difícilmente superable en Florencia.
Con la llegada del nuevo milenio le comunica al presidente Vittorio Cecchi que quiere aceptar la oferta de la A.S.Roma. El club capitalino construía en aquel momento un proyecto que aspiraba a reinar en la Serie-A y derrotar a la dictadura deportiva de los equipos del Norte, instaurada en Italia desde que triunfara el Nápoles de Maradona diez años antes. Arranca la 00/01 vestido de «gilarossi», con Fabio Capello al mando. Un equipo mayúsculo en todas sus líneas, capitaneados por el gran icono del club, Francesco Totti. Con el «capitano» mantienen una gran sintonía desde el primer instante.Se profesan admiración mutua Y Batigol le confiesa al 10 romano que ha escogido Roma por puro romanticismo:
-Mira Francesco, has estado en Roma todos estos años sin ganar y has decidido quedarte, del mismo modo que me ocurrió en la Fiorentina. Es el momento de unir esfuerzos, luchar juntos y demostrar que merecemos ganar esta Serie-A. Vamos a lograrlo. (Totti,F.»Un Capitán», Córner, 2019)
Con la complicidad entre ambos, y el aporte de todos, el conjunto romano fraguó su gran año y logró el Scudetto por delante de la Juventus, a lo que el delantero argentino respondió a las expectativas de su fichaje con 21 goles.
A Bati se le empiezan a torcer las cosas en la capital italiana al iniciar la temporada siguiente. Problemas en los cartílagos de sus tobillos le impiden rendir bien. No consigue enlazar 2 buenos entrenamientos en una semana, y obviamente, un jugador que basa gran parte del juego en su potencia, ve mermadas sus aportaciones. Decide parar e intentan un tratamiento conservador. Pasa un año duro, con el horizonte del Mundial ese mismo verano de 2002. Con la llegada del nuevo curso (02-03), Batigol sigue arrastrando problemas y en Roma buscan alternativas para acompañar a Totti. Atan el fichaje del joven Antonio Cassano, que se suma al buen hacer de Montella y Delvecchio. El rol y el peso en el equipo del delantero de 33 años, es discutido y este decide aceptar en invierno la propuesta del Inter de Milán.
En Milano no mejoran las cosas, pasa más tiempo en la enfermería que en el verde y apenas puede jugar 12 partidos con los «nero-azzurri». Al finalizar la temporada, consciente de que no puede rendir como el mismo se exige, acepta la oferta proveniente de Qatar. El Al-Arabi, aborda el fichaje de Batigol ofreciéndole un gran sueldo y este acepta la propuesta como la gran operación económica de su vida. Juega 26 partidos, está bien, la intensidad del juego no es la misma que en Europa, pero Batistuta anota 26 goles y acaba como máximo goleador de una Liga que su equipo termina ganando. Finalizado el curso en Qatar, busca su retorno a Argentina de la mano de Boca Juniors. La operación jamás se concreta y sus maltrechos tobillos contribuyen a adoptar la decisión más sensata y dicen basta. Llega el momento más duro en la carrera de un jugador, la retirada.
La punta de lanza de la Selección Argentina, desde su debut en 1991 y durante once años, en los que tuvo el honor de defender la camiseta albiceleste en la conquista de 2 Copas América (91 y 93). Disputó tres Mundiales, sin fortuna. En 1994, suyo fue el gol que permitió a la Argentina clasificarse en la repesca jugada contra Australia para el Mundial de Estados Unidos. La fase final arrancó con un prometedor hat-trick en la victória 4-0 ante Grecia, pero el posterior positivo de Maradona, mandó al traste el ánimo del combinado nacional y cayeron en octavos de final ante la Rumania de Hagi i Popescu. En Francia 98, el equipo se mostró sólido y se plantó en cuartos, tras eliminar a Inglaterra en octavos. Batigol, después de anotar 5 goles incluido otro hat-trick ante Jamaica, algo insólito hasta el momento, estrelló un balón en el poste en un momento crucial con el marcador 1-1, poco antes de que Dennis Bergkamp anotase para Holanda el 2-1 definitivo en el minuto 89 y les eliminase de manera cruel, quebrándoles el sueño de pasar a semifinales.
4 años después en 2002, el combinado entrenado entonces por Marcelo Bielsa, que venía de hacer una increíble fase de clasificación y se presentaba como máximo favorito a la cita que organizaron conjuntamente Corea y Japón, decepcionó y no logró pasar de la fase de grupos. Batistuta decidió tras la conclusión del Mundial, así como otros compañeros, poner punto y final a su etapa en el combinado Nacional. A ellos y a nosotros nos quedará la espina, de no ver a una gran generación con los Ortega, Simeone, Almeyda y Pochettino entre otros, alzar el gran trofeo continental. De la etapa albiceleste serán recordados sus 56 goles, que le mantuvieron como máximo goleador de la historia de la Selección hasta 2016, cuando Lionel Messi le arrebató dicho honor, algo que confesó en el tono amigable de un competidor nato, que no le hizo ni pizca de gracia. Además de sus números, se recuerda la conexión que formó junto a Claudio Caniggia en sus primeros años, así como la dupla que nunca fue junto a Hernan Crespo, por el empecinamiento de Bielsa en que ambos no podían compartir delantera en un mismo once. Un episodio que fue a su vez, objeto de interminables debates y un foco ferviente de críticas de los aficionados alrededor del fracaso que supuso la eliminación del Mundial de 2002.
El tiempo vuela, los jugadores pasan y quedan sus legados. Más allá de los goles o lo válido que hayas sido en tu trabajo, creo que nada puede llenarle más de satisfacción a uno, que ser valorado por lo que transmitiste en cada momento. Honestidad, compromiso y disciplina. Pocos le han dado el honor que merece a una camiseta como lo hizo Batistuta.
Larga vida al Rey León!
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