miércoles, 31 de julio de 2024

DE COLECCIÓN

EN EL NOMBRE DEL GOL: "GABRIEL BATISTUTA"

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"/OSCAR FLORES LOPEZ

Es difícil entender la ciudad de Florencia sin los estandartes que la hicieron bella. Basílicas, esculturas, pinturas y textos que perdurarán siglos. Ciudad de arte y cuna de grandes artistas. Todos supieron amarla bajo el embrujo de su belleza, Da Vinci, Miguel Ángel, Dante, Maquiavelo, Rafael y como no, Gabriel Omar Batistuta. Siempre me han gustado las personas comprometidas. Referentes que dicen, hablan y hacen. Caracteres que dan todo en cada acción en la vida sin dejar lugar para el reproche, que entienden la pasión y la humildad como el vehículo triunfal de la excelencia. Es una lástima que la esquizofrenia global que hoy gobierna el fútbol y que se ha encargado de mercantilizar los clubes para robarles toda su identidad, nos prive de historias que transmiten tanto por si solas.



Batistuta (Santa Fe, 1969), fue un cazador voraz del área, francotirador desacomplejado, soldado del gol y capitán del mejor batallón de la Fiorentina, a la que llegó en 1991. Antes de aterrizar en Italia definitivamente, debutó en la primera Argentina con Newell’s Old Boys en el 88. Sin embargo, el primer contacto con el país transalpino se remonta a los meses de Enero y Febrero del 89, cuando el club rosarino cede a Bati al modesto Club Sportivo Italiano, para participar en la Copa Carnevale, uno de los torneos sub-21 más importantes del mundo a los que la entidad argentina fue invitada. Tras un año de pertenencia al club «leproso», River Plate apostó por su fichaje pero el técnico Passarella le otorgó una presencia testimonial en el equipo, donde vivió un ostracismo difícil de asimilar para un chico de veinte años. Confiado en sus posibilidades y al no estar dispuesto a pasar una nueva temporada en blanco, en 1990 decide aceptar la oferta que le presenta Boca Juniors. En la Bombonera empieza a demostrar su idilio con el gol, disputa 55 partidos de xeneize y anota 24 dianas para el equipo de Tabárez, contribuyendo de forma decisiva a la consecución del Clausura del 91, para en agosto de ese mismo año desembarcar en la que el delantero considera su segunda casa, Florencia.

En poco tiempo en Italia consigue ganarse el corazón de la gente, que aplaude su derroche. Se erige como un rematador excelente y en sus dos primeros años con la Fiore consigue 13 y 17 goles en la Serie-A. No obstante, la dificultad del campeonato italiano es alta y al final de su segundo año el equipo consuma su descenso a la Serie-B. Es posiblemente la primera vez que algunos clubes importantes se acercan a Batistuta para tantear su fichaje, un goleador joven siempre es apetecible. Pero Gabriel es un hombre de valor noble, sigue de «viola» y tan solo un año más tarde el club logra de nuevo el ascenso de la mano de Claudio Ranieri, con 19 goles del delantero. La 94-95, arranca de nuevo en la Serie-A, la Fiorentina quiere seguir creciendo. Son conscientes que para retener al ariete es necesario sumarle talento a una plantilla que anda algo coja en algunas posiciones. Para ello sigue en la ciudad un joven Francesco Toldo, seguro vital en el ascenso y se consuma la llegada de Rui Costa, clave para entender el devenir del club en los siguientes años. La progresión de la sociedad entre el portugués y el argentino es temible. La fantasía de Rui Costa la convierte Batistuta, que en su retorno a primera acaba como «Capo Canonnieri » con 26 tantos. El verano del 95 se presenta movido y ya no es ningún secreto que clubes como Milán, Inter, Manchester United o Real Madrid le siguen los pasos. Pero nada más lejos de la realidad, él no quiere marcharse, está cómodo en la ciudad, la gente le adora, es el líder y capitán de un equipo que acaba en cuarta posición la temporada 95-96 y se hace con la Coppa Italia y la Supercopa, ganada en agosto al Milán del que fuera su entrenador en Boca, Oscar W.Tabárez. El resultado termina 2-1 y Batistuta culmina una actuación memorable logrando 2 auténticos golazos para que los «viola» alcen el título.

No obstante, el delantero se notó estancado, su ambición empezó a plantearle seriamente si era el momento de un cambio de aires y así aspirar a ganar un título de Liga. En verano de 1997, el F.C. Barcelona toma la iniciativa para hacerse con su fichaje. Al argentino le seduce la idea de trasladarse a la capital catalana, pero el Barça incomprensiblemente acaba echándose atrás por no ser este del agrado del técnico Louis Van Gaal. Así que siguió en Florencia y siguió marcando goles casi sin querer, además de mostrar una regularidad en su juego poco menos que asombrosa. Pasaron 3 temporadas más, y llegó un momento en que ya no encontró argumentos para seguir de «viola». Los años pasaban y posiblemente estaba ante la última posibilidad de aceptar un traspaso que beneficiase a ambas partes. Consideró que dio todo lo que tenía a la Fiorentina, batiendo todos los records habidos y por haber en la historia del club, dejando tras él un legado de más de 200 goles, un hito que parece difícilmente superable en Florencia.

Con la llegada del nuevo milenio le comunica al presidente Vittorio Cecchi que quiere aceptar la oferta de la A.S.Roma. El club capitalino construía en aquel momento un proyecto que aspiraba a reinar en la Serie-A y derrotar a la dictadura deportiva de los equipos del Norte, instaurada en Italia desde que triunfara el Nápoles de Maradona diez años antes. Arranca la 00/01 vestido de «gilarossi», con Fabio Capello al mando. Un equipo mayúsculo en todas sus líneas, capitaneados por el gran icono del club, Francesco Totti. Con el «capitano» mantienen una gran sintonía desde el primer instante.Se profesan admiración mutua Y Batigol le confiesa al 10 romano que ha escogido Roma por puro romanticismo:


-Mira Francesco, has estado en Roma todos estos años sin ganar y has decidido quedarte, del mismo modo que me ocurrió en la Fiorentina. Es el momento de unir esfuerzos, luchar juntos y demostrar que merecemos ganar esta Serie-A. Vamos a lograrlo. (Totti,F.»Un Capitán», Córner, 2019)


Con la complicidad entre ambos, y el aporte de todos, el conjunto romano fraguó su gran año y logró el Scudetto por delante de la Juventus, a lo que el delantero argentino respondió a las expectativas de su fichaje con 21 goles.

 Bati se le empiezan a torcer las cosas en la capital italiana al iniciar la temporada siguiente. Problemas en los cartílagos de sus tobillos le impiden rendir bien. No consigue enlazar 2 buenos entrenamientos en una semana, y obviamente, un jugador que basa gran parte del juego en su potencia, ve mermadas sus aportaciones. Decide parar e intentan un tratamiento conservador. Pasa un año duro, con el horizonte del Mundial ese mismo verano de 2002. Con la llegada del nuevo curso (02-03), Batigol sigue arrastrando problemas y en Roma buscan alternativas para acompañar a Totti. Atan el fichaje del joven Antonio Cassano, que se suma al buen hacer de Montella y Delvecchio. El rol y el peso en el equipo del delantero de 33 años, es discutido y este decide aceptar en invierno la propuesta del Inter de Milán.

En Milano no mejoran las cosas, pasa más tiempo en la enfermería que en el verde y apenas puede jugar 12 partidos con los «nero-azzurri». Al finalizar la temporada, consciente de que no puede rendir como el mismo se exige, acepta la oferta proveniente de Qatar. El Al-Arabi, aborda el fichaje de Batigol ofreciéndole un gran sueldo y este acepta la propuesta como la gran operación económica de su vida. Juega 26 partidos, está bien, la intensidad del juego no es la misma que en Europa, pero Batistuta anota 26 goles y acaba como máximo goleador de una Liga que su equipo termina ganando. Finalizado el curso en Qatar, busca su retorno a Argentina de la mano de Boca Juniors. La operación jamás se concreta y sus maltrechos tobillos contribuyen a adoptar la decisión más sensata y dicen basta. Llega el momento más duro en la carrera de un jugador, la retirada.

La punta de lanza de la Selección Argentina, desde su debut en 1991 y durante once años, en los que tuvo el honor de defender la camiseta albiceleste en la conquista de 2 Copas América (91 y 93). Disputó tres Mundiales, sin fortuna. En 1994, suyo fue el gol que permitió a la Argentina clasificarse en la repesca jugada contra Australia para el Mundial de Estados Unidos. La fase final arrancó con un prometedor hat-trick en la victória 4-0 ante Grecia, pero el posterior positivo de Maradona, mandó al traste el ánimo del combinado nacional y cayeron en octavos de final ante la Rumania de Hagi i Popescu. En Francia 98, el equipo se mostró sólido y se plantó en cuartos, tras eliminar a Inglaterra en octavos. Batigol, después de anotar 5 goles incluido otro hat-trick ante Jamaica, algo insólito hasta el momento, estrelló un balón en el poste en un momento crucial con el marcador 1-1, poco antes de que Dennis Bergkamp anotase para Holanda el 2-1 definitivo en el minuto 89 y les eliminase de manera cruel, quebrándoles el sueño de pasar a semifinales.

4 años después en 2002, el combinado entrenado entonces por Marcelo Bielsa, que venía de hacer una increíble fase de clasificación y se presentaba como máximo favorito a la cita que organizaron conjuntamente Corea y Japón, decepcionó y no logró pasar de la fase de grupos. Batistuta decidió tras la conclusión del Mundial, así como otros compañeros, poner punto y final a su etapa en el combinado Nacional. A ellos y a nosotros nos quedará la espina, de no ver a una gran generación con los Ortega, Simeone, Almeyda y Pochettino entre otros, alzar el gran trofeo continental. De la etapa albiceleste serán recordados sus 56 goles, que le mantuvieron como máximo goleador de la historia de la Selección hasta 2016, cuando Lionel Messi le arrebató dicho honor, algo que confesó en el tono amigable de un competidor nato, que no le hizo ni pizca de gracia. Además de sus números, se recuerda la conexión que formó junto a Claudio Caniggia en sus primeros años, así como la dupla que nunca fue junto a Hernan Crespo, por el empecinamiento de Bielsa en que ambos no podían compartir delantera en un mismo once. Un episodio que fue a su vez, objeto de interminables debates y un foco ferviente de críticas de los aficionados alrededor del fracaso que supuso la eliminación del Mundial de 2002.

El tiempo vuela, los jugadores pasan y quedan sus legados. Más allá de los goles o lo válido que hayas sido en tu trabajo, creo que nada puede llenarle más de satisfacción a uno, que ser valorado por lo que transmitiste en cada momento. Honestidad, compromiso y disciplina. Pocos le han dado el honor que merece a una camiseta como lo hizo Batistuta.


Larga vida al Rey León!

lunes, 29 de julio de 2024

HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER

LA NOCHE AMARILLA, CUANDO SE HACEN REALIDAD LOS SUEÑOS DEL BARCELONA SC

FUENTE: "KODRO MAGAZINE": 

Ronaldinho (2016), Diego Forlán (2017), Kaká (2018), Andrea Pirlo (2019), Alessandro del Piero (2020), Javier Mascherano (2021) y Carlos Tévez (2022) han vestido el uniforme oro y grana del Barcelona de Guayaquil en una sola ocasión, y lo han hecho para una ocasión verdaderamente especial, la Noche Amarilla.




Quizás la fecha más especial para los «canarios», una jornada para presentar el nuevo plantel del Barcelona Sporting Club, que competirá durante una nueva temporada en la Serie A de Ecuador, para ver sobre el verde el nuevo uniforme titular, y para poder disfrutar de la participación de una estrella del fútbol internacional vistiendo los colores oro y grana.

Iniciada casi siempre con algún espectáculo musical, en la Noche Amarilla se procede a presentar a los nuevos jugadores del club para luego jugar un partido amistoso ante un equipo internacional como invitado, encuentro que generalmente ha tenido como escenario futbolístico el Estadio Monumental Isidro Romero Carbo, aunque también se ha celebrado en otras partes del país.

Este ya mítico evento se ha celebrado desde 1995, tal y como lo conocemos, ininterrumpidamente a excepción de la edición de 2001 debido a la crisis financiera y deportiva de la entidad ecuatoriana. Hay que remarcar que su primera edición realizada en 1994, solamente contó con la presentación del equipo en un hotel de la ciudad de Guayaquil.

 Los aficionados «amarillos» han visto a su equipo competir contra equipos internacionales como el América de Cali, Grêmio, Independiente de Medellín, Olimpia, Universidad César Vallejo, Universidad de San Martín, Juan Aurich, Deportivo Cali, Millonarios Sport Boys y Alianza Lima, entre otros, además de equipos de Ecuador.


viernes, 19 de julio de 2024

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

ROMARIO Y BEBETO ENTRE LA RIVALIDAD Y LA AMISTAD:

FUENTE: "KODRO MAGAZINE"/PAOLA MURRANDI 

«No subiré al mismo avión que Bebeto», Romário no bromeaba en una polémica rueda de prensa meses antes del inicio de la Copa del Mundo que se celebraría en Estados Unidos. La rivalidad llevada a enemistad entre ambos arietes se había convertido en un problema nacional y en una de las historias (con final feliz) más intensas nunca protagonizadas por una dupla de delanteros.




Ambos eran la noche y el día, Bebeto era el hombre de familia, religioso y de vida limpia, un bastión adecuado del papel de héroe sano que habían asumido Zico antes de él y Kaká después. Romário, por el contrario, era extrovertido, hedonista y a menudo volátil, el carioca fanfarrón cuya mezcla de genio en el campo y extravagancia fuera de él le situó en la línea de sucesión de sus compañeros brasileños Garrincha y Sócrates. El propio Romário subrayó el contraste cuando dijo: «Somos personas diferentes, Bebeto es un tipo familiar, que se queda en casa. Yo soy un gato callejero». Aunque la química entre Romário y Bebeto dentro del campo era indiscutible, su relación personal no siempre fue tan fluida como las celebraciones en Dallas querían hacernos creer. De hecho, las diferencias de personalidad, actitud y estilo de vida entre ambos hicieron que sus logros en el terreno de juego fueran aún más épicos.

 Mientras los dos arietes en su juventud competían anualmente por los títulos nacionales, y luchaban en el Campeonato Carioca -la liga estatal de Río-, los medios de comunicación brasileños empezaron a crear una rivalidad competitiva, al tiempo que difundían rumores de un choque de personalidades entre ambos. Ambos marcaron muchos goles, sobre todo en la liga regional, pero al final Romário y el Vasco se hicieron con el derecho de presumir, ganando el título estatal al Flamengo en 1987 y 1988.

Sin embargo, Bebeto se tomó la revancha a nivel nacional, al marcar en la victoria por 2-1 sobre el Vasco, en la que el Flamengo se proclamó campeón de la Copa União, una competición de liga excepcional creada por los equipos más grandes de Brasil debido a la incapacidad de la CBF para financiar el Brasileirão de ese año.

 En 1987, Romário fue convocado por primera vez con la selección brasileña en un amistoso contra la República de Irlanda. A diferencia de su futuro compañero de ataque, Romário se adaptaría inmediatamente al fútbol internacional, marcando cuatro goles en sus seis primeros partidos. Afortunadamente, el buen momento de Bebeto en su club le permitió volver a la selección a tiempo para los Juegos Olímpicos de 1988 en Seúl, lo que supuso la primera oportunidad para que ambos jugaran juntos. Ambos dejarían su huella en la competición, aunque en diferente medida.

 Romário fue toda una revelación, y el artillero del Vasco se dio a conocer en la escena mundial con siete goles en otros tantos partidos en los que Brasil llegó a la final. Aunque su gol en la final no pudo evitar que la Unión Soviética se hiciera con el oro, sus actuaciones individuales hicieron que se le considerara universalmente como estrellas.

Si bien los dos goles de Bebeto desde el banquillo le situaron a la sombra de su compañero de ataque más joven, sus goles y su contribución general fueron suficientes para reavivar una carrera internacional que parecía haberse estancado el año anterior.

Las actuaciones olímpicas de Romário demostraron sin lugar a dudas que la liga brasileña se le había quedado pequeña, y «O baixinho» fichó por el PSV en un acuerdo de 2 millones de libras antes del comienzo de la temporada 1988/89. Fue en Eindhoven donde Romário se consagró como uno de los mejores jugadores del planeta, y su espectacular récord de goles en 144 partidos catapultó al PSV a la consecución de tres títulos de liga y dos victorias en la Copa KNVB durante sus cinco temporadas en Holanda. Tal fue el impacto del brasileño en Holanda, que muchos lo consideran el mejor jugador extranjero de la historia de la Eredivisie.

Con el Vasco aún resentido por la pérdida de su delantero estrella, el gigante carioca lanzó una ambiciosa operación para fichar al preciado activo de su mayor rival. En un movimiento que conmocionó a todo Río, Bebeto cambió el famoso rojo y blanco del Flamengo para vestir los colores negros y blancos del Vasco en 1989. Bastó el simple hecho de poner un bolígrafo en el papel para que Bebeto, un jugador famoso por su aversión a la histeria fuera del campo, provocara una polémica que Romário sólo podía soñar.

Las dudas sobre cómo se desenvolvería el apacible delantero ante semejante hostilidad se fueron despejando a medida que avanzaba la temporada. En su campaña más impresionante hasta la fecha, las excepcionales actuaciones individuales de Bebeto condujeron al Vasco a su primer campeonato brasileño en 15 años, y el delantero nacido en Salvador terminó la temporada como máximo goleador del Campeonato Carioca, además de ser nombrado Futbolista Sudamericano del Año.

Con ambos delanteros en plena forma en sus respectivos clubes, sería en la Copa América de 1989 en Brasil donde el pronto bautizado como «Dúo Diabólico» se anunciaría como la pareja más potente del fútbol internacional. Como país anfitrión, Brasil tenía la inmensa presión de poner fin a sus 40 años de sequía en el Campeonato Sudamericano y ganar su primer gran trofeo desde la Copa Mundial de 1970.

Mientras que la historia de los torneos organizados por la Seleção está plagada de imágenes de jugadores cabizbajos que se derrumban bajo el peso de las insuperables expectativas de una nación enfervorizada, Romário y Bebeto se burlaron de esa presión, guiando a su país hacia la gloria con una serie de actuaciones espontáneas, fanfarronas y de todo menos asfixiantes.

El movimiento, el juego de enlace y la destreza individual de ambos hombres funcionaron en un tándem telepático que dejó a las defensas rivales en un estado permanente de desconcierto. Aunque la asociación se caracteriza tradicionalmente por el hecho de que Bebeto es el creador de juego más profundo y Romário el depredador, la habilidad general de ambos jugadores hizo que los papeles fueran fluidos e intercambiables, un rasgo que se demostró en el hecho de que fue Bebeto, y no Romário, quien terminó como máximo goleador de la competición con seis goles.

El formato de ida y vuelta entre los cuatro últimos equipos para decidir el vencedor, fue en este momento de la competición cuando el dúo comenzó a desatar un infierno sobre sus desventurados rivales, con la mejor de sus actuaciones ante la campeona del mundo, Argentina. Los brasileños superaron a Maradona y a sus compañeros en el Maracaná con un gol cada uno, y se impusieron por 2-0.

El primer gol fue un ejemplo de su genio sinérgico, con un delicado lanzamiento elevado de Romário que Bebeto remató acrobáticamente de volea. El partido decisivo contra Uruguay también lo decidirían los socios; el cabezazo de Romário que dio el título vino de un exquisito centro de Bebeto.

Si bien sus hazañas en la Copa América hicieron soñar a muchos aficionados con la posibilidad de ver a ambos brillar en la Copa Mundial del año siguiente, Italia 90 resultó ser un torneo demasiado pronto para que Romário y Bebeto brillaran en el escenario más grande del fútbol. La lesión de Romário, que seguía por detrás de Careca, le limitó a ser un único suplente en la derrota de Brasil en octavos de final contra su viejo rival, Argentina. Bebeto, por su parte, se limitó a una única salida desde el banquillo.

Después de otros tres años estelares en el Vasco, Bebeto daría por fin el ansiado paso a Europa, fichando por el Deportivo en 1992. Por aquel entonces, los gallegos no estaban considerados como uno de los grandes clubes de LaLiga, pero el fichaje de Bebeto, junto con el de su compatriota Maura Silva y la aparición del héroe local Fran, anunciaron el comienzo de la muy respetada era del Super Depor. La primera temporada de Bebeto en LaLiga fue la mejor de su carrera en el fútbol de clubes, ya que la cruzada individual del brasileño hizo que el Depor pasara de ser un equipo modesto a un aspirante al título de la noche a la mañana, ya que sus 29 goles le valieron el Pichichi.

Con Romário y Bebeto trabajando en ligas distintas, parecía posible que los dos delanteros dejaran de lado su rivalidad inicial y continuaran trabajando juntos para su país en el siguiente Mundial. Desgraciadamente para Brasil, la temporada siguiente pondría un enorme obstáculo en el camino.

Cuando el entrenador del Barcelona, Johan Cruyff, decidió reforzar su ya imperioso ataque recurrió a Romário, fichando al jugador de 27 años por 10,8 millones de libras durante el verano de 1993. Con Bebeto convirtiendo al Depor en aspirante al título y Romário liderando el «Dream Team» de Johan Cruyff, los delanteros estrella de Brasil se enfrentarían en una temporada doméstica que casi hizo irreconciliables sus diferencias.

A medida que avanzaba la temporada, se hizo evidente que el Barça y el Depor se encontraban en una carrera de dos caballos por el título, y las fricciones entre los dos brasileños empezaron a aflorar de forma más flagrante que antes. Con la carrera por el título en el filo de la navaja, Romário empezó a referirse públicamente a Bebeto como «Charao (llorón en portugués)», por la costumbre que tenía el delantero del Depor de quejarse de los árbitros.

En un emocionante final de temporada, el Deportivo llegó a la última jornada con dos puntos de ventaja sobre su rival catalán. Con la victoria del Barcelona ante el Sevilla, el Depor también necesitaba los dos puntos para no perder el título de Liga. Al empatar con el Valencia, el Depor recibió un penalti en el tiempo añadido que le dio el título. Se esperaba que Bebeto lo lanzara, pero el brasileño eludió la responsabilidad, dejando que Miroslav Đukić lanzara y fallara el penalti, entregando el título al Barça en el proceso.

Con la tensión y la volatilidad de la temporada nacional poniendo en peligro el futuro de la asociación, Romário había creado más complicaciones al enemistarse con el seleccionador de Brasil, Carlos Alberto Parreira. Furioso por su exclusión de la alineación titular en un amistoso contra Alemania, Romário denunció públicamente a Parreira, quien suspendió al delantero de la selección por tiempo indefinido, lo que provocó su ausencia durante la mayor parte de la campaña de clasificación para el Mundial.

 Los primeros pasos hacia un mejor entendimiento entre ambos empezaron cuando la selección brasileña deambulaba en la clasificación para el Mundial, y se lo tuvo que jugar todo en el partido ante Uruguay. Incluso Bebeto aconsejó a Parreira que convocara a Romário, al fin y al cabo todo el país exigía lo mismo al seleccionador. El entrenador finalmente sucumbió ante la asfixiante presión y Romário voló a Río con el halo de salvador. En rueda de prensa se mostró totalmente confiado con la victoria en Maracaná y su aportación decisiva: «vi el futuro, ganaré a Uruguay por vosotros», y luego, como solo él sabía, convirtió la arrogancia en una declaración en hechos reales. Brasil ganó 2-0, Romário anotó ambos goles… el primero, a pase de Bebeto.

Nadie dudaba que las posibilidades de Brasil para hacerse con el campeonato pasaban por el entendimiento de la dupla Romário y Bebeto, fuera y dentro del campo. Reconciliarlos era fundamental, aunque hacerlo parecía imposible. Con la clasificación de Brasil y los preparativos para el Mundial en marcha, las esperanzas de una tregua fuera del terreno de juego entre sus dos principales delanteros volvieron a quedar en la cuneta, ya que Romário, elevando los niveles de petulancia a 11, convocó una rueda de prensa para anunciar que no se sentaría junto a Bebeto en el vuelo del equipo a Estados Unidos. Cuando la mayoría de los brasileños se resignaron a la irrisoria realidad de que los sueños de su nación descansaban en la química futbolística de dos hombres que luchan por compartir un Boeing 747, una serie de acontecimientos fuera del campo pusieron fin a la animosidad.

El 2 mayo de 1994, unos desconocidos secuestraron a Edevair de Souza Faría, padre de Romário y exigieron un rescate de 7 millones de dólares. Practicamente un mes después otros secuestradores apuntaron con una pistola a la esposa embarazada de Bebeto y a su hermano. Romário fue el primero en apoyar a su compañero publicamente y dejar de lado sus diferencias. Los graves problemas acercaron a ambos delanteros que se ayudaron mutuamente. Por suerte hubo final feliz.

Estos sucesos traumáticos, combinados con una obsesión mutua por conseguir la primera Copa Mundial de la Seleção en 24 años, hicieron que los jugadores desarrollaran un vínculo personal sin precedentes a medida que se acercaba el torneo. La diplomacia de Bebeto y el carisma de Romário hicieron que su fuerza combinada fuera del campo fuera mayor que la suma de sus partes individuales.

En los últimos amistosos antes de la gran cita, Romário anotó el primer gol de Canadá y luego marcó 7 goles más en dos partidos, contra el Salvador y Honduras. Brasil se había calmado. El pragmático equipo de Parreira, que lucía una versión poco habitual de la famosa equipación amarilla y verde, estaba muy lejos, al menos estéticamente, de los míticos equipos de 1970 y 1982. A falta de un creador de juego en el centro del campo, como Zico o Rivellino, Parreira se decantó por el acero laborioso que ofrecían los centrocampistas Dunga y Mauro Silva, y por Romário y Bebeto como principales fuentes de inspiración en el ataque. Los dos tardaron sólo 27 minutos en demostrar los efectos de su asociación clínica.

En su primer partido en el Mundial de Estados Unidos de 1994, contra Rusia, un córner perfectamente lanzado por Bebeto encontró la bota derecha de Romário, y el delantero del Barcelona superó sin problemas a Dmitri Kharine en la portería rusa. Al final de la fase de grupos, Romário y Bebeto sumaban cuatro goles entre ambos, y cada uno había dado una asistencia al otro.

En un partido de octavos de final contra el país anfitrión, Brasil, muy perjudicado por la expulsión de Leonardo, volvió a recurrir a sus dos delanteros para salir del atolladero. En el minuto 72, los dos demostraron una vez más la fluidez de sus funciones, y Romário culminó una carrera decidida con un delicado pase en profundidad a Bebeto, cuyo remate lateral encontró la esquina inferior e inició un carnaval en California. Cualquier insinuación de que su relación fuera del terreno de juego seguía siendo frágil se disipó cuando un Bebeto exultante abrazó a Romário y le dijo «te quiero».

El 9 de julio de 1994, los 64.000 aficionados presentes en el estadio Cotton Bowl de Dallas pudieron presenciar la total reconciliación de la dupla brasileña y una de las escenas más emblemáticas de la historia de la Copa Mundial. Romário abrió el marcador con un remate depredador tras un balón con clase de Bebeto desde la banda. Dos minutos más tarde, Bebeto superó a la defensa holandesa y posteriormente al guardameta Ed de Goey, para empujar el balón al fondo de la red. Segundos más tarde, Bebeto corre hacia el eléctrico público tejano, balanceando espontáneamente sus brazos en un movimiento de balanceo de bebé, mientras sus compañeros Mazinho y Romário le alcanzan e imitan la ya omnipresente celebración dedicada a su hijo Mattheus.

La primera persona a la que Bebeto abrazó después fue Romário. Las expresiones impagables que aparecen en los rostros de ambos jugadores transmiten un sinfín de emociones; la esperada euforia cruda se ve compensada por una juguetona camaradería, que sugiere que sus actuaciones telepáticas sobre el terreno de juego son una mera manifestación de un vínculo genuino fuera del campo que tarde o temprano debía florecer. El gol en el minuto 81 de Branco proclamaba la locura absoluta entre el combinado brasileño.

De nuevo, en las semifinales, la eliminatoria se decidiría por Romário, cuyo cabezazo a bocajarro fue suficiente para derrotar a Suecia.

En la final, Brasil se enfrentó a Italia, y el escenario fue una batalla apetitosa entre tres de los mejores atacantes del mundo, con la potencia combinada de Romário y Bebeto frente a la majestuosidad individual de Roberto Baggio. En una final aburrida, disputada en el Rose Bowl de Pasadena (California), fue Baggio quien acaparó los titulares: su postura encorvada y cabizbaja fue la imagen que definió el torneo al fallar el penalti decisivo.

Romário y Bebeto se llevaron la gloria, y la victoria de Brasil en la tanda de penaltis otorgó a su pareja la inmortalidad que merecía. Después de años de rivalidad y, en ocasiones, de antipatía, se combinaron para entregar el premio máximo del fútbol a su adorada nación.

Aunque la edad de la pareja y la aparición de Ronaldo supusieron el fin de su asociación poco después, los nombres de Romário y Bebeto parecen destinados a cruzarse para siempre, independientemente del rumbo que tomen sus vidas. En 2010 incluso compartieron aventura en el América de Río de Janeiro, donde Romário trabajó como mánager y Bebeto como técnico (el primero tuvo que despedir al segundo tras siete partidos en el cargo). Como si su relación futbolística no fuera suficiente, los legendarios delanteros son ahora compañeros en la arena política en el mismo partido.

En un guiño a su pasado deportivo, las carreras políticas de Romário y Bebeto también han incluido periodos de animosidad, siendo el primero un feroz opositor a la organización de la Copa del Mundo de 2014 por parte de Brasil y Bebeto un embajador del torneo. Afortunadamente, estas diferencias parecen haber quedado en el pasado, ya que ambos se esfuerzan por obtener los mismos resultados brillantes en el cargo que en el terreno de juego.

Mientras que Brasil ha producido un sinfín de asociaciones ofensivas que han definido una época -desde las hazañas individuales de Pelé y Garrincha en 1958 hasta el majestuoso tridente de Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho en 2002-, Romário y Bebeto tenían una química que pocos pueden rivalizar. En los 23 partidos oficiales que ambos compartieron con su país, Brasil se mantuvo invicto, con 17 victorias y 6 empates. De los 48 goles marcados por la Seleção en ese tiempo, ambos fueron responsables de 33, con 18 goles del primero y 15 del segundo.

Aunque estos números son impresionantes por sí mismos, la divina asociación de Romário con Bebeto debe verse para creer, ya que las estadísticas por sí solas nunca podrían hacer justicia al bello arte que crearon sobre el terreno de juego.


 


jueves, 18 de julio de 2024

EN EL RECUERDO

 LA MITICA SOCIETA SPORTIVA LA LAZIO DE LOS AÑOS 90

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

La mítica Società Sportiva Lazio de los años 90 tuvo al exbanquero Sergio Cragnotti como gran artífice, llegando a la entidad romana en 1992, para cambiar la dinámica de un club «ascensor», que incluso llegó a flirtear con la Serie C.




Lejos quedaba su último Scudetto conseguido la temporada 1973-1974, y los Biancocelesti soñaron a lo grande durante años disfrutando de estrellas como Signori, Gascoigne, Jugović, Verón, Simeone, Mancini, Nesta, Inzaghi, Marcelo Salas, Nedved o Mihajlović, entre otros. Todo bajo la batuta de 3 entrenadores: Dino Zoff, en dos etapas: 1990-1994 y 1996-1997 (volviendo en 2001), Zdeněk Zeman (1994-1997) y Sven-Göran Eriksson (1997-2001).

Fase 1: Dino Zoff y la vuelta a Europa

Para la temporada 1990-1991, la SS Lazio contrató al técnico friulano Dino Zoff. Un fichaje clave realizado por el presidente Gianmarco Calleri. Con la leyenda italiana sentada en el banquillo romano, el club lograría puestos de mitad de tabla en los dos primeros campeonatos de los años 90, antes de devolver al equipo romano a Europa en su tercera y última campaña (de su primera etapa) en el banquillo, después de casi quince años, gracias a un quinto puesto la temporada 1992-1993. Tras un año de su «aplicación», el método Cragnotti tuvo un inicio que no pudo ser más contundente.

En aquellas tres primeras temporadas de la Lazio de los años 90, destacaban nombres como los de Karl-Heinz Riedle, Rubén Sosa, Paul Gascoigne, Aron Winter o Giuseppe Signori.

Fase 2: Zdeněk Zeman y la construcción del imperio

Para el campeonato de Serie A de 1994-1995, Zeman logró el subcampeonato en el año de su debut en el banquillo, después de luchar durante un tiempo por hacerse con el preciado Scudetto. Destacadas fueron sus victorias por amplio margen contra la Fiorentina (8-2) y el Foggia (7-1), así como las conseguidas contra el Nápoles (5-1), el Milan (4-0), el Inter (4-1) y la Juventus (3-0), que se alternaron con derrotas como el 0-3 encajado en el derbi contra la AS Roma. El equipo romano llegó hasta cuartos de final de la Copa de la UEFA, donde cayó ante el Borussia Dortmund, mientras que en la Coppa Italia el equipo capitolino se detendría en semifinales, eliminado por doble derrota ante la Juventus.

La segunda temporada en el banquillo siguió los pasos de la primera, con resultados como el 4-0 al campeón italiano, la Juventus, que permitió a los biancocelesti acabar terceros (con el mejor ataque de la liga y Giuseppe Signori como máximo goleador). En la Coppa Italia, los biancocelesti fueron eliminados por el Inter en cuartos de final, mientras que en la Copa de la UEFA, donde la Lazio no pasaría de octavos, fueron eliminados por el Olympique de Lyon francés.

 En su tercera temporada, tras la venta de jugadores clave como Bokšić, Di Matteo y Winter, la Lazio no logró ensamblarse bien durante la primera mitad de la temporada y fue eliminada en la Coppa Italia en cuartos de final ante el Nápoles (posteriormente finalista perdedor de la competición) y en la Copa de la UEFA en octavos de final ante el Tenerife. El 26 de enero de 1997, tras una derrota en casa por 1-2 ante el Bolonia, el técnico bohemio fue destituido. Él fue el responsable de consagrar a Alessandro Nesta y potenciar a Marco Di Vaio y Pavel Nedvěd. La temporada la terminaría Dino Zoff, que alternaría la función de entrenador con la de presidente. Por su parte, Zeman ficharía la siguiente temporada por la AS Roma.

Fase 3: Sven-Göran Eriksson y la etapa de máximo esplendor

Cuando Sven-Göran Eriksson llegó a la Ciudad Eterna el verano de 1997, Cragnotti y Zoff (entonces a cargo de la presidencia) probablemente aún no lo sabían, pero acababan de fichar al hombre que iba a hacer historia. Sus logros en Europa lo avalaban: campeón de la Copa de la UEFA en 1982 con el IFK Gotemburgo, y finalista de la Copa de la UEFA en 1983 y finalista de la Copa de Europa de Clubes Campeones en 1990 con el SL Benfica.

El equipo, que ya contaba en sus filas con Nesta, Favalli y Pavel Nedved, se reforzó con Matías Almeyda, Vladimir Jugović, Alen Bokšić y Roberto Mancini. La primera gran decisión de Eriksson fue prescindir de Beppe Signori, uno de los máximos goleadores del club y de la liga en cinco años de leal servicio. El delantero fue vendido a la Sampdoria en el mercado invernal de traspasos con gran pesar, ya que Signori se hubiera quedado con los Biancocelesti el resto de su vida. El equipo seguía siendo igual de ambicioso y competitivo. Aunque los laziali solamente acabaron séptimos en Serie A, la temporada 1997-1998 marcó el comienzo de una época dorada.

En su primer año en el banquillo, Eriksson dio a la SS Lazio su primer título desde el Scudetto de 1974, y la Coppa Italia, la segunda de su historia, a costa del AC Milan. Para coronar su prometedor comienzo, el equipo liderado en el terreno de juego por Roberto Mancini alcanzó la final de la Copa de la UEFA contra el Inter, pero perdió por un duro 3-0; Ronaldo aquella noche estuvo imparable. Fue una temporada de aprendizaje en la que el guardameta Luca Marchegiani mantuvo su portería intacta durante 745 minutos.

Con el objetivo de hacer de su Lazio el mejor equipo de Italia, Cragnotti inyectó más dinero en las arcas del club para traer a Marcelo Salas, Mihajlović, Conceição, Stanković y Vieri. Los hombres de Eriksson empezaron la temporada 1998-1999 de la mejor manera posible, ganando la primera Supercoppa Italia contra la Juventus. 2-1, el gol del empate de Del Piero en el minuto 87 solamente dio esperanzas a los bianconeri por poco tiempo. La culpa la tuvo el fichaje Sérgio Conceição, que crucificó a Peruzzi en el minuto 94.

A pesar de este buen comienzo, la primera fase del campeonato fue un poco más accidentada. Las lesiones de Nesta durante el Mundial de Francia y de Vieri, que no regresó al equipo hasta diciembre, tuvieron mucho que ver. Tras la undécima jornada, la Lazio solamente ocupaba la décima plaza. Salas siguió marcando, Mihajlović siguió anotando tiros libres (marcó tres en el Lazio-Sampdoria de diciembre, convirtiéndose en el único jugador de la Serie A en marcar tres en el mismo partido), Mancini renació y Vieri volvió a estar a la altura de las expectativas puestas en él. Una serie de nueve victorias consecutivas permitió al equipo hacerse con el liderato de la liga. En marzo, los laziali aventajaban en seis puntos a los subcampeones florentinos y en siete a los milaneses. Una cómoda ventaja que se perdió rápidamente cuando la Lazio se topó con la Roma y la Juve en el espacio de unos pocos partidos. El AC Milan inició su remontada y volvió a situarse a un punto, mientras que el Fiorentina retrocedió. La diferencia de un punto se mantuvo hasta la penúltima jornada, en una carrera sin respiro por el título. Hasta el Fiorentina-Lazio, el 15 de mayo de 1999.

Los romanos, que viajan a Florencia, no tenían margen de error, ya que el AC Milan recibía a un Empoli ya descendido. Batistuta abrió el marcador, pero Vieri empató rápidamente; 1-1. En la segunda parte, el suspense fue impresionante y el ambiente irrespirable. Sobre todo cuando el árbitro, el Sr. Treossi, parecía haberse olvidado de señalar un penalti claro a Marcelo Salas. Unos minutos más tarde, Marchegiani rechazaba un penalti del portugués Rui Costa. El marcador no se movió. El Milan, por su parte, ganó 4-0 y el Lazio se quedó a un punto del Scudetto. Un destino cruel para la mejor defensa de la liga, con solamente 31 goles encajados.

«Con Nesta, Mihajlović y Negro, es cierto que formamos una defensa extremadamente fuerte. Una de las más fuertes en las que he jugado, junto con la defensa del Milan de Maldini, Cafú y donde encontré a Alessandro (Nesta)», recuerda Pancaro.

 A pesar de esta terrible decepción, la temporada 1998-1999 no terminó para Vieri y sus compañeros. Todavía quedaba por disputar la (última) final de la Recopa de Europa, contra el RCD Mallorca. Aunque no había que tomarse a la ligera al equipo de Héctor Cuper, la Lazio era la favorita. En el minuto 7 de juego, «Bobo» Vieri abrió el marcador con un cabezazo que batió al guardameta español. Pero el Mallorca empató cuatro minutos después por mediación de Dani, tras una gran jugada colectiva. El resto del partido estuvo muy reñido, y aunque Vieri fue el más peligroso esta noche, ambos equipos pudieron adelantarse en cualquier momento. El Mallorca se mostró sorprendentemente valiente, pero no fue suficiente. En el minuto 81, Pavel Nedvěd introdujo de volea en la portería española, desde el borde del área, un disparo frustrado de Vieri. 2-1, el marcador ya no se movería. La Lazio ganaba así su primer título europeo. Un pequeño consuelo tras perder el campeonato.

La temporada, tan rica en emociones como fue, apenas había concluido cuando Cragnotti no cejó en su empeño de reforzar su equipo. No dudó en desprenderse de Vieri, vendiéndolo al Inter por 46 millones de euros para comprar otros jugadores de talla mundial. Verón, Simone Inzaghi, Sensini, Ravanelli y Simeone se mudaron a la capital. Y al igual que el año anterior, la Lazio empezó fuerte con una victoria en la Supercopa de Europa contra el Manchester United de Ferguson, ganador de la Liga de Campeones. Los hombres de Eriksson se impusieron por 1-0, con gol de Marcelo Salas en el minuto 35.

El principal rival de la temporada 1999-2000 era la Juventus, entrenada por Carlo Ancelotti. Aunque la temporada empezó bien para los laziali, sufrieron un revés en invierno y vieron cómo la Juve les adelantaba en lo alto de la tabla. En marzo, después de que el equipo de Nedved perdiera en Hellas, los bianconeri tomaron una ventaja de 9 puntos. La suerte parecía estar echada y era difícil que la Lazio pudiera remontar aquella desventaja. Sobre todo porque el club romano seguía inmerso en la Coppa Italia y la Copa de Europa.

 Se trataba de la primera participación del club en la máxima competición europea, tras quedar excluido en 1974. Le tocaron el Bayer Leverkusen, el Dinamo de Kiev y el Maribor. Al quedar primeros de grupo, los laziali demostraron su potencial. De hecho, en la segunda fase de grupos, la Lazio solamente perdió una vez, en casa contra el Feyenoord. Incluso el Chelsea perdió en su propio estadio y el OM fue aplastado por un póker de goles de Simone Inzaghi, digno sustituto de Vieri, en una victoria por 5-1. A continuación, el Valencia se interpuso en el camino de los romanos en cuartos de final. La SS Lazio era la favorita para derrotar a los españoles. Sin embargo, el Valencia se impuso en la ida por 5-2 en un partido que muchos aún lamentan. El partido de vuelta se ganó 1-0 con un gol de Verón. No fue suficiente y la Lazio cayó eliminada ante el futuro finalista.

Una victoria crucial por 2-1 en el derbi y una derrota de la Juve contra el Milan en el mismo fin de semana permitieron a los biancocelesti volver a situarse a 6 puntos por la lucha del Scudetto. La semana siguiente, la Juve recibió al segundo clasificado en un partido fundamental. La Lazio ganó 1-0 gracias a Diego Simeone. El campeonato se encarriló y los romanos se situaron a solamente 3 puntos. Comenzó entonces una loca persecución. Tres puntos de desventaja, luego cinco, después dos, tras la inesperada derrota del Juventus en casa del Hellas Verona. En la penúltima jornada, la Lazio ganó 3-2 en Bolonia. La Juve ganaba 1-0 al Parma y, en el minuto 92, el árbitro anuló el gol del empate de Cannavaro. Los tifosi del Lazio estaban furiosos. Con aquel clima se disputó la última jornada del campeonato, el 14 de mayo de 2000.

 Solamente dos puntos separaban a los de arriba. Una vez más, los romanos estuvieron cerca del gol. En la última jornada, la Lazio recibía al Reggina, mientras que la Juve viajaba a Perugia. Los dos partidos se disputaron, por supuesto, a la misma hora. Los laziali se adelantaron rápidamente. Pero al mismo tiempo, el partido en Perugia se interrumpía debido a un diluvio que caía sobre la ciudad. Llegados al descanso y el marcador seguía 0-0. El partido en Roma se reanudó y la Lazio ganaba finalmente por 3-0, pero el partido en Perugia aún no había comenzado. El terreno de juego estaba intransitable y el árbitro, Pierluigi Collina, intentaba hacer botar el balón sobre el césped, pero sin éxito. Finalmente, tras más de una hora de interrupción, los dos capitanes acordaron reanudar el juego. Los 70.000 aficionados romanos que habían permanecido en el estadio, con la radio en los oídos, contuvieron la respiración. Entonces ocurrió lo imposible. En el minuto 50, Alessandro Calori, un modesto jugador del Perugia, abrió el marcador. 1-0 Perugia, Roma y el Olímpico estallaron. La Juve hizo todo lo posible por remontar, sin embargo, no se hizo nada. Los minutos pasaron y la espera se hizo interminable.

18:04: Pitido final en Perugia. La Juve había sido derrotada. Tras 26 años de espera, la Lazio era campeona de Italia por segunda vez en su historia, en el año de su centenario. Pocos días después, ganó la Coppa Italia a costa del Inter de Milán. Un doblete, y luego un triplete histórico unos meses más tarde, al ganar la Supercoppa Italia contra el mismo Inter. Cragnotti no se equivocaba. Sven-Göran Eriksson construyó una Lazio imparable y se convirtió en el entrenador más laureado del club, con siete trofeos ganados.

 

martes, 16 de julio de 2024

EN EL RECUERDO

DEPORTIVO ESPAÑOL EN LA PRESIDENT´S CUP DE COREA DEL SUR

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

El Club Deportivo Español de Buenos Aires fue invitado en 1987 a disputar la President’s Cup de Corea del Sur. Una competición organizada por la Asociación de Fútbol de Corea de 1971 a 1999, que originalmente fue creada para entrenar al equipo de fútbol nacional de Corea del Sur y desarrollar el fútbol asiático en Corea.




Los equipos participantes de aquella edición fueron Australia, Corea del Sur A y B, Fortuna Sittard (Holanda), Marruecos, Chile B, Shamrock Rovers (Irlanda), Egipto, un combinado de estrellas de la liga húngara, el Deportivo Español (Argentina), Estados Unidos y Tailandia.

Aquel Deportivo Español de 1987, en el que destacaban Catalano, Charly Batista, Correa y el Puma Rodríguez, entre otros, empezó con mal pie al sufrir el robo de su indumentaria antes de llegar a Seúl. Los organizadores de la competición (en la que también participaban Tailandia, Egipto, Estados Unidos, un combinado húngaro y Corea del Sur) les ofrecieron hacer una réplica de su tradicional camiseta Adidas para poder disputar sus partidos. Resignados, los argentinos aceptaron y grande fue la sorpresa cuando vieron que la camiseta llevaba en el cuello y las mangas ¡la bandera italiana!

Finalmente, el Deportivo Español jugó sus partidos, aunque no pudo clasificarse para las semifinales del torneo al quedar cuarto del grupo A. Ganó ante Tailandia por 1-0, empató a 2 contra Estados Unidos, empató ante el combinado húngaro a un gol, y sucumbió por 3-2 ante Egipto y 3-0 ante Corea del Sur.

El torneo, interrumpido en más de un partido por gases de manifestantes, se lo llevó Corea del Sur tras derrotar a Australia 5-4 en los penaltis, después de un empate a 1.

lunes, 15 de julio de 2024

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

"EL PIBE DE ORO CALCIO ASD", EL CLUB HOMENAJE MARADONIANO

FUENTE: KODRO MAGAZINE:

El Pibe De Oro Calcio Associazione Sportiva Dilettantistica de Roma nació como club deportivo el año 2001, y su fundador es Fabrizio Amato, un gran amante del SSC Napoli y de Diego Armando Maradona. Amato también ha sido presidente de la entidad hasta este pasado 7 de julio, cuando se anunció la venta oficial del club a un grupo empresarial liderado por Giovanni Risi, que intentará llevar al equipo más allá de la actual Prima Categoria (séptimo nivel) de la regional italiana.




«Hoy es un día lleno de emociones: por un lado, un velo de melancolía por los 20 maravillosos años al frente de una criatura que concebí y creé allá por 2001 y que conduje con amor y devoción, y por otro, el placer de que esta criatura siga existiendo en el panorama amateur del Lazio y de la que me convertiré en el primer aficionado. Mi más sincero agradecimiento a Cesare Barchiesi, una vieja gloria de Pibe de Oro, que ha involucrado al nuevo Presidente Giovanni Risi en el proyecto de Pibe de Oro, y al propio Presidente Risi, que ha abrazado el proyecto. Saludo a todos con emoción, agradeciendo a cada persona su trabajo, sus pensamientos y las hermosas situaciones que me han acompañado en estos 20 años. Nunca te olvidaré, me has hecho mejor persona. Gracias de todo corazón, te quiero, vamos «PIBE DE ORO», así rezaba el comunicado del expresidente Amato.

El Pibe de Oro ASD inició su andadura en la última categoría del fútbol italiano, la Terza Categoria, luciendo con orgullo los colores azul (cambiando de tonalidad en varias ocasiones) y blanco (e incorporando el amarillo alguna vez), la firma del propio Diego en su escudo, y disputando sus partidos como local en Ilari, en Centocelle, antiguo campo universitario de Roma. El Pibe de Oro Calcio ASD se fundó entre amigos y posteriormente se fue profesionalizando poco a poco, a pesar de jugar en una categoría totalmente amateur.

El primer año sirvió para probar a decenas de jugadores que iban a conformar la plantilla del primer equipo para afrontar el campeonato de Terza Categoria 2002-2003. La búsqueda fue larga, los jugadores probados fueron muchos, y cabe recordar el espléndido debut del equipo en el primer partido amistoso oficial de su historia, venció a un equipo de la Seconda Categoria, el Due Leoni, por 4-1.

Los primeros años de existencia del club fueron sin duda de aclimatación y experimentación. Durante la primera temporada terminaron en noveno lugar, mientras que en la segunda tuvieron unas primeras 12 jornadas horribles (el equipo quedó antepenúltimo), y posteriormente 14 jornadas de ensueño que le llevaron a la tercera plaza de la zona de ascenso. 14 partidos invictos, 11 victorias y 3 empates en casa de los primeros del campeonato llevaron al equipo al ansiado campeonato de Seconda Categoria. Esa temporada nació la rivalidad con el Vetrice, al que vencieron en el partido decisivo por 3-1 en Ilari. Ese año, Bagnuoli Fabrizio se incorporó al equipo directivo y desempeñó un papel fundamental en la modernización del club.

El mayor logro, hasta el momento, del Pibe de Oro Calcio ASD llegó en su séptimo aniversario con el ascenso a Prima Categoria y la clasificación para la Copa Lazio, tras 6 victorias consecutivas en las primeras 6 jornadas, solamente dos derrotas en 26 días, 6 empates y 20 victorias les llevaron a ganar (por primera vez en todos los campeonatos amateurs romanos) el título con 4 jornadas de antelación y 16 puntos de ventaja. Algunas de las victorias, como el 1-5 en Rocca di Papa y el 2-5 en Vermicino, así como el 0-2 en casa contra el Certosa en lo que fue un enfrentamiento directo, son legendarias. Con el ascenso también llegó un cambio de sede más acorde a la nueva categoría, y actualmente disputan sus encuentros como local en el Centro Sportivo Agapito Sbardella de Roma, compartiendo sede con el ASD Giardinetti 1957 que actualmente disputa la categoría Promozione (sexto nivel de Italia).


jueves, 11 de julio de 2024

DE COLECCION

SINISTERRA EL PRIMER ARQUERO GOLEADOR DE COLOMBIA:

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":


Cruz Alejandro Sinisterra Garcés, exinternacional colombiano, se erigió en el primer portero goleador del fútbol colombiano con 13 goles reconocidos por la IFFHS, aunque su hijo asegura que fueron un total de 31 goles, y de penalti.


Nacido el 11 de julio de 1937 en Cali, Alejandro Sinisterra se formó en la Escuela Sarmiento Lora, de Cali, donde comenzó jugando como delantero, aunque al no poder disfrutar de suficientes minutos decidió probar como portero aprovechando su estatura. “»Cuando llegué al Deportivo Cali, había muchos jugadores y me di cuenta de que arqueros casi no había», contó el propio protagonista en el libro»Cúcuta Deportivo, historias y anécdotas» publicado en 2006.

El vallecaucano, tras su paso por el once azucarero con el que participó entre 1949 y 1956, fue contratado después por el Atlético Bucaramanga, donde permaneció hasta 1960, para posteriormente conseguir el pase al Cúcuta Deportivo, donde fue leyenda.

Tras su retiro en 1976, Alejandro Sinisterra se fue a trabajar con el Deportivo Galicia de Venezuela, fue además entrenador del equipo de la Aduana en San Antonio del Táchira y de la Guardia Nacional. También fue técnico del conjunto de la Acord Norte de Santander y dirigió varias escuelas de fútbol infantiles. El 17 de agosto de 2014 falleció a los 77 años, consecuencia de un paro cardiorrespiratorio.

 

miércoles, 10 de julio de 2024

HISTORIAS QUE VALE LA PENA CONOCER

ROMARIO EN EL VASCO DA GAMA 

FUENTE: "KODRO MAGAZINE":

Romário se incorporó por primera vez a la disciplina del Club de Regatas Vasco da Gama en 1981, concretamente en el juvenil, aunque volvió al club en tres etapas posteriores: 2000-2002, 2005-2006 y 2007. Un club con el que vivió dos de los momentos más decisivos de su carrera: su debut en la máxima categoría de Brasil, y el día que marcó su gol número 1000 goles.




En total fueron 349 partidos y 266 goles con el primer equipo del «Gigante da Colina», consiguiendo 3 Taças Guanabara (1986-1987-2000), 2 campeonatos cariocas (1987-1988), 2 Taças Río (1988-2001), 1 Campeonato brasileño (2000) y 1 Copa Mercosur (2000).

 

Primera etapa

Aun sabiendo que no podría disputar ningún partido oficial hasta final de temporada, Romário fichó para el juvenil del Vasco da Gama para la temporada 1981-1982. La sanción se debía a que el delantero aceptó la primera la oferta del Vasco sin consultar al Olaria (su anterior club), y este último no dio el visto bueno al traspaso.

Aquella situación atípica no gustó a nadie y menos al jugador, que incluso pensó en tirar la toalla. Los partidos de vóley en las playas eran su única válvula de escape durante ese duro periodo. No podía entender cómo los que le habían tratado como a un hijo, ahora le impedían mejorar en su incipiente carrera deportiva.

“Sabía que por el fútbol lo haría todo. Él había nacido con el balón pegado en los pies y yo fomentaba esa afición, pero llegó un momento en que no quise que perdiese el mundo de vista. Aquel golpe del pase al Vasco da Gama, no podía marcarle y le llamé para hablar con él y decirle ‘jugarás a fútbol, si estudias bien en el colegio’”, recuerda su padre.

Romário comprendió la lección que le daba la vida y el consejo de su familia, así que estudió y consiguió notas más que satisfactorias, además de casarse, con 17 años, con su primera mujer, Mónica Santoro. El estudio, el fútbol y la vida de pareja no eran incompatibles y debían ir juntos, al menos durante aquellos meses de pura resignación. Sus amigos aseguraban que todo aquello le fue muy bien. Al menos, para comprobar que las cosas no eran fáciles… A pesar de ello se proclamó tricampeón carioca en categorías inferiores entre 1982 y 1984, siendo el máximo goleador las dos últimas temporadas.

Casi cuatro años después de su llegada y con 19 años, Romário debutó como titular en el primer equipo un 13 de febrero de 1985 ante el Santa Cruz. Un día, llamó a Edu Antunes, el entrenador, y le dijo: “Profesor, póngame en el equipo, quiero ser titular. Juego mucho más que ese camisa 10 (Roberto Dinamite) de ahí”. Tras ello, empezó a ganar cierto estatus, conquistando la Taça Guanabara y ser el máximo goleador del Campeonato Carioca con 20 goles. Aquello le valió para acceder a las convocatorias de la Sub-20 de Brasil, con la que marcó 11 goles en 11 partidos.

Aquellos fueron números suficientes para ser convocado para el Campeonato Mundial Juvenil de 1985 celebrado en Moscú. Fue allí donde afloró el primer indicio de su temperamento destructivo… fue enviado a casa antes de que pudiera pisar el terreno de juego, tras ser sorprendido orinando en el balcón del hotel del equipo en Moscú.

Dos años más tarde; tras marcar 29 goles en 48 partidos en 1986, conquistando nuevamente la Taça Guanabara, y el año siguiente coronándose campeón del Carioca y siendo su máximo goleador; la Seleção volvería a llamarle, esta vez para debutar en la absoluta en un amistoso contra la República de Irlanda. “O baixinho”, como era de esperar, se adaptó perfectamente al fútbol internacional, marcando cuatro goles en sus seis primeros partidos, incluyendo un gol para Brasil durante la celebración de la Copa América de 1987 como suplente contra Venezuela. Romário se había consolidado como el consistente heredero de Careca y como la gran arma de Brasil para ganar los Juegos Olímpicos de 1988. Durante aquella temporada previa al certamen, con 21 años, marcó 24 goles.

La URSS se impuso en la final olímpica a los brasileños, pero Romário con siete goles de camino a la final, demostró estar en su mejor momento. Algo que llamó la atención del PSV holandés, para ofrecerle el gran salto a Europa. De esta forma, puso punto final a su primera etapa en el Gigante da Colina, donde permaneció hasta 1988. Antes de irse ganaría el Campeonato Carioca y su primera Taça Río.

La segunda etapa

«¿Compañeros? ¡Joder! Los compañeros, que se jodan. Si vienen a hablar conmigo sobre el tema de si puedo o no salir de noche los mando ya sabéis dónde. No les tengo que dar explicaciones sobre estas cuestiones. Cuando salgo de la ciudad deportiva soy el dueño de mi vida y hago lo que quiero. Mi vida privada es mía. Y si queréis, cuando salga, os llamo y os digo estoy en tal o tal bar. Yo no me escondo. Hace 18 años que juego al fútbol y la noche siempre ha sido amiga mía. El día que el presidente vino a ficharme le comenté que la noche me encanta y que cuando no salgo, no marco. El día del Palmeiras salí por la noche, llegué a las siete de mañana al hotel luego, marqué tres goles. Desde entonces no he vuelto a salir más y los goles no llegan, así que habrá que empezar a salir por las noches. Salí el jueves, salí ayer, saldré hoy y la próxima semana creo que haré igual. Y a quien no le guste…».

Aquellas declaraciones marcaron el punto final de su carrera con el Valencia en España, y de 1997 a 2009 Romário volvió a los terrenos de juego de Brasil, a excepción de los 100 días que pasó jugando en el Al-Sadd SC de Catar, y de su paso por Estados Unidos y Australia.

Así pues, en el año 2000 fue contratado por el Vasco da Gama, viviendo en sus filas una extraordinaria primera temporada, durante la que ganó el Campeonato Brasileño, nuevamente la Copa Mercosur, siendo el máximo goleador en ambos eventos. Al finalizar la temporada fue galardonado como el Futbolista Sudamericano del Año. Permanecería hasta 2002, cuándo fichó por el Fluminense.

Tercera etapa

A finales de 2004 volvió al Vasco da Gama y, en 2005, con 39 años de edad, fue nuevamente el máximo artillero del Campeonato Brasileño gracias a los 22 tantos que marcó durante la competición. Su siguiente destino profesional fue la United Soccer League estadounidense.

Cuarta etapa

Romário a los 41 años marcó el domingo 20 de mayo de 2007 el gol número 1000 de su carrera profesional, en un partido de la segunda jornada del Campeonato Brasileño que su equipo, Vasco da Gama, disputó contra Sport Club do Recife y que ganó por 3 a 1. Esta cifra está discutida por la FIFA, organismo que otorga al brasileño algo más de 930 tantos, discutiendo así, goles anotados en amistosos. En octubre de ese año, cumplió un nuevo hito al actuar como jugador-entrenador del Vasco da Gama.

El 15 de abril de 2008 anunció su retirada del fútbol profesional a los 42 años de edad tras ser considerado uno de los mejores jugadores de la historia y haber marcado más de 1000 goles. Ese mismo día declaró: «Se acabó. Mi tiempo ya pasó», ante las cámaras de televisión durante la fiesta de lanzamiento del DVD «Romário es gol», que celebra su exitosa carrera de más de dos décadas. Aún le quedaron fuerzas para descolgar las botas y debutar con el club favorito de su padre, el America-RJ.

"HISTORIAS QUE VALEN LA PENA CONOCER"

LA HISTORIA DE LOS HERMANOS BONETI FUENTE: "KODRO MAGAZINE" Ivano y Dario Bonetti fueron los únicos hermanos de la mítica plantill...