jueves, 13 de mayo de 2021

HISTORIAS QUE VALE LA PENA LEER

DOS MUJERES QUE FUERON PIONERAS:

FUENTE: PICK AND ROLL 



El conocimiento popular hace traer inmediatamente el nombre de Jorge Newbery cuando se busca en los comienzos de la historia del deporte argentino a una persona que practicó, medianamente de forma exitosa, varias disciplinas. Pues el nombre de Dora Rhodius debería estar codo a codo con el del aviador.

Una fuera de serie que brilló en los ´30, ´40 y comienzos de los ´50, siendo sumamente relevante en dos actividades: la natación y el básquet.

En el agua integró la Selección Argentina, siendo parte de los Campeonatos Sudamericanos de 1937 (Montevideo) y 1938 (Lima), donde en ambos casos se colgó la medalla de oro en la posta 4x100. En el plano doméstico compitió para Obras Sanitarias, donde los logros también estuvieron de su lado.

Como si fuese poco, o si el desgaste físico no existiera, a la par jugó al básquet en River, siendo siempre animadora de los torneos metropolitanos, al punto tal de ganarse un lugar en la Selección Mayor, disputando el Sudamericano de 1952 en Asunción del Paraguay. En esa ocasión nuestras chicas fueron cuartas, detrás de Paraguay, Brasil y Chile.

Lo cierto es que una vez que colgó las zapatillas, Dora siguió ligada al básquet pero como entrenadora, y los triunfos no la abandonaron. Su éxito en la AFMB la catapultó nuevamente a la selección, pero ahora, para dirigir al equipo.

El 19 de abril de 1958, en el Sudamericano de Lima, Rhodius se convirtió en la primera mujer al frente de un equipo adulto de básquet argentino, con el agregado de darle a nuestro país su segundo subcampeonato en siete ediciones, quedando detrás de la invicta Brasil.

La siguiente y última escala en la línea de tiempo se daría siete años más tarde. A nivel dirigencial el paradigma había mutado; la Selección pasó de estar dirigida por el entrenador del equipo campeón metropolitano, a darle esa responsabilidad a los mejores exponentes del Argentino de Selecciones.

En 1964 la cita fue a fines de enero en la provincia de San Juan, y en dicho certamen Mendoza se quedó con el tercer peldaño del podio, bajo las órdenes de Hilda Santillán.

Jujeña de nacimiento pero mendocina por adopción, a lo largo de toda su vida mezcló sus dos pasiones: el deporte y la docencia. Cuando fue momento de colgar las zapatillas, tal cual le pasó a Rhodius, la atracción por este deporte pudo más, y continuó ligada como entrenadora.

“Jugué en Andes Talleres y en el Club Agua y Energía, donde también dirigí” le recordó a Pick and Roll la entrenadora de 94 años, que con una memoria prodigiosa aún mantiene vivos los recuerdos de su paso por la Selección Argentina.

Ese podio en suelo cuyano la depositó en la Selección, y si bien para el común del ambiente capitalino era una total extraña, lo hecho a nivel clubes en Mendoza y con el combinado vino tinto en el más argentino de los campeonatos, sirvió para acallar los murmullos.

En Río de Janeiro 1965, Argentina terminó cuarta detrás de Brasil, Paraguay y Perú, en una preparación donde no faltaron los malos momentos y el casi nulo apoyo económico, al punto tal de que el equipo llegó a ir a un programa de TV a pedir donaciones.

Lo que prácticamente nadie supo fue que la delegación viajó al evento subcontinental con un integrante más, ya que Hilda dirigió embarazada de quien luego sería Alejandro Rubén, uno de sus hijos.

En aquellos tiempos no se hablaba de procesos ni de continuidades, por lo que no resultó extraño que ni a Rhodius ni a Santillán (luego vinculada al tenis) le permitieran seguir a cargo del primer equipo. En realidad, ni a ellas ni a nadie.

Recién tres años más tarde las selecciones femeninas darían ese salto, cuando en el Sudamericano de 1968 el mendocino Pedro Batiz dirigiría su primer torneo. Batiz ostenta el récord de ser el coach que más permaneció en su cargo, con 21 años ininterrumpidos.

Un lindo detalle es que en 1963 Don Pedro se recibió de DT nacional, en la primera camada egresada de la Escuela Técnica de la Federación de Básquetbol de Mendoza bajo la disposición y fiscalización de la CABB. En total fueron nueve los diplomados ese año, entre los que estaban Hilda Santillán y otras dos mujeres: Norma Parra y Elba Salinas.

Emanuel Niel
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jueves, 6 de mayo de 2021

SE FUE UN MAESTRO

NOS DEJO CARLOS TIMOTEO GRIGUOL

FUENTE: LA CAPITAL

A los 86 años, falleció el ex futbolista y entrenador Carlos Timoteo Griguol, figura de Rosario Central, y del fútbol argentino y mundial. El emblema del fútbol nacional murió este jueves, según confirmó su yerno, el ex jugador Víctor Marchesini.




Se encontraba internado en el Sanatorio Los Arcos, en el barrio porteño de Palermo, desde el 12 de abril debido a una afección pulmonar asociada a un diagnóstico de covid-19. Griguol había sido vacunado contra el coronavirus en la sede del club Ferro Carril Oeste hace poco más de un mes.

Carlos Timoteo Griguol había nacido un 4 de septiembre de 1934 en Villa Las Palmas, Córdoba, en una casa con un amplio jardín delantero que, bajo la atenta mirada de su padre Carlos o su madre Mafalda, se transformaba en la canchita del barrio. Tenía dos hermanas.

Llegó a Buenos Aires con su sueño de fútbol a una pensión del barrio porteño de Balvanera donde conoció a uno de sus mejores amigos, Luis Artime. Para aguantarse la estadía vendió artículos de electricidad, hasta que don Victorio Spinetto y Adolfo Mogilevsky lo adoptaron y lo pusieron en carrera.

Debutó como futbolista profesional en Atlanta en 1957 y en ese equipo ganó la Copa Suecia de 1958. Los Bohemios le ganaron un playoff a Rosario Central en la semi y la final a Racing Club. En 1959 fue convocado a la selección argentina con la que ganó el Campeonato Sudamericano, hoy denominado Copa América.

Se casó con Betty, una chica que jugaba al básquet en Atlanta, y con ella tuvo cuatro hijas: Mariana, Karina, Tamara y Carla.

Griguol era un centrojás de pierna fuerte, jugaba en el medio de 5 y llegaba al área para imponer su físico, era serio, sacrificado. Luego la experiencia lo había puesto de 6, donde tuvo aún más ascendencia entre sus compañeros.

Creía que haber nacido en el campo lo había dotado de “un puñado de costumbres”, como “escuchar a los mayores, aprender de sus años, respetarles lo vivido”. Quizás por eso también nunca perdió su tonada cordobesa.

En Rosario Central

Griguol pasó en 1966 a Rosario Central y el primer día que debió presentarse en la concentración no pudo hacerlo. Viajaba desde Buenos Aires en auto, la copiosa lluvia cortó el camino y se lo impidió. Responsable como era, se agarró una buena calentura. Ya en Rosario, sobresalió inmediatamente, como lo haría cualquier jugador que luego de la práctica se quedaba a entrenar solo.

Jugó en el Canalla hasta su retiro en 1969 cuando cambió sin dilación la camiseta por el buzo de DT, y comenzó a trabajar en las inferiores del club. Con Francisco “Pancho” Erausquin como ladero laburaban 12 horas por día con unos 300 pibes.

En 1971 dirigió en forma interina al primer equipo y el 6 de mayo de 1973 reemplazó a Ángel Tulio Zof en el banco de suplentes. Cuando terminó el Metropolitano, se llevó a todo el plantel doce días a La Cumbre, Córdoba, a una pretemporada ya que le preocupaba la condición física de sus jugadores.

Ese mismo año con Los Picapiedras, como el periodismo había bautizado al Canalla, gritó campeón del Torneo Nacional. Griguol festejó el 29 de diciembre de 1973, con 37 años, su primer campeonato como DT. Fue subcampeón en el Metropolitano y el Nacional de 1974 con “el mejor equipo de Central de la historia”, y jugó la Copa Libertadores de ese año y 1975. Luego un hasta pronto lo alejó de Central.

1976 fue un año sabático, y tras su paso por Tecos de Guadalajara, México, volvió a Central para dirigirlo en 1977 y 1978. Con un equipo de jóvenes valores no pudo campeonar y fue reemplazado por Zof.

Griguol ya no volvería a ocupar el cargo de director técnico canalla, aunque su impronta quedó incólume en el club. El cariño con los hinchas fue eterno y se manifestaba cada vez que El Viejo pisaba el Gigante de Arroyito.

Recordando su paso por Central en una entrevista firmada por el periodista Eliseo Trillini que el Diario La Capital publicó el 1º de octubre de 1998, Griguol se ufanaba de “la cantidad de gente que hemos tenido en los planteles y la posibilidad de haber podido orientar a muchos jugadores”. Creía además que “el Central del 75 no tiene nada que ver con el actual (...). Con Pancho Erusquin y el Indio Solari comenzamos a trabajar con las inferiores y si hubiese existido la posibilidad de vender en el mercado europeo como en la actualidad, Central sería multimillonario”. Y si bien Central creció con los años, para Griguol “se estancó al no tener la visión de convertirse en un club grande”.

Quizás la mayor de las gratitudes de Central con Griguol se resuma en una palabra: profesionalidad. Timoteo heredó un vestuario ya ordenado por Miguel Ignomiriello, y le agregó ropa limpia para los jugadores, horarios estrictos, campos de juego en condiciones y un médico permanente. Y un cambio de actitud en el equipo sorpresivo para la época: se jugaba igual

Tras algunos pasos fugaces por Kimberley de Mar del Plata (1979), River Plate (1987-1988), Betis de España (1999-2000) y Unión de Santa Fe (2002), su pasión y conocimiento se asentaron en Ferro Carril Oeste (1979-1987 y 1988-1993) y en Gimnasia y Esgrima de la Plata (1994-1999, 2000-2001 y 2003-2004). En el Lobo platense tuvo su despedida como Mister. Con Ferro salió subcampeón de Boca Juniors y River en el Metropolitano y el Nacional de 1981, y en 1982 se coronó campeón invicto del Nacional. En 1984 repitió el título y fue segundo en el Metropolitano. Por su parte, con River ganó en 1987 una Copa internacional, llamada Interamericana, y con Gimnasia logró tres subcampeonatos en los Clausura 1995 y 1996, y en el Apertura 1998.

Griguol y el trabajo

El Maestro utilizaba hasta el infinito la palabra trabajo, “capaz de transformar una pierna de picapiedra en pierna hábil” y de “garantizar el logro de objetivos”. Era su receta para superar las dificultades. “Trabajando siempre, sin perder el ritmo”, afirmaba. Publicado por el Diario La Capital el 8 de junio de 1999, un imperdible ping pong con el periodista Mauricio Tallone lo pinta con el overol puesto:

-¿Con trabajo se aprende a definir como (Gabriel) Batistuta?, pregunta el cronista.

-Por supuesto, algunos lo hacen a los 17 años y otros a los 24. El tema es saber quién se aguanta esos siete años de aprendizaje, contesta Timoteo.

-Pero hay chicos que son malos jugadores y no aprenden más..

-Debe ser porque la madre los cagó a palos para que no rompan las plantas. O porque no tienen esa manteca especial para aprender.

-¿Y cómo se consigue esa manteca?

-Muy simple, en lugar de practicar diez veces, lo hacés un millón de veces.

Griguol y la educación

La preocupación de Griguol por los pibes fue una constante y lo dejó muy en claro no solamente con su estrategia de renovación generacional. “Sé perfectamente que las instituciones necesitan vender y les doy la solución a través de mi trabajo”, decía, mientras sembraba y regaba futuros cracks en las inferiores. Tal era su eterno proyecto que el 8 de junio de 2000 le confesó al periodista Fernando Gabrich de La Capital: “Hubiera agarrado las selecciones juveniles, pero las mayores no. Lo que pasa es que a mi no me gusta trabajar de a ratos”.

El Maestro la tenía clara y no miraba únicamente para arriba. “De los chicos que están en el fútbol sólo el uno o el dos por ciento llega a jugar en Primera y una pobre cantidad logra ser estrella, mientras que los demás son comparsa (...). El problema son los que no llegan. Esa es nuestra preocupación como cuerpo técnico”, obligó en esa misma entrevista.

Pero el diablo sabe más viejo que por diablo y Griguol tenía la solución: “Hay que implantar que todo jugador que está en divisiones inferiores debe, obligatoriamente, estudiar (...). Ya sea computación, idiomas, peluquería, abogacía o medicina. Lo importante es que el jugador se prepare para realizar otra cosa ajena al fútbol. Nosotros a todos los jugadores les exigimos que terminen la secundaria”.

Ya se lo había dicho a La Capital en 1998: “Yo les exijo a los chicos que hagan un curso de algo, que aprendan algún oficio. No acepto que vengan y me digan ‘lo único que sé hacer es jugar al fútbol’. Hay que estar preparado para la vida”.

Para eso les exigía a sus jugadores que no inviertan su dinero en autos y farra, sino en devolverle la plata a los padres o en el mercado inmobiliario, ya que su experiencia era amarga: “Casi todos los jugadores invirtieron mal. Le puedo nombrar a cinco jugadores por equipo que pueden haber invertido bien el dinero ganado (...), el resto están todos viviendo no sé de qué”.

Por qué será recordado Griguol

Porque era disciplinado exigente como pocos.

Porque le enseñó a Hugo Gatti a orinar en un inodoro y no en cualquier lado.

Porque organizó rifas, asados y hasta donó parte de su sueldo para comprar semillas para sembrar un campo de juego o ropa para las inferiores.

Porque de su bolsillo compró un tractorcito para cortar el césped de la cancha como él quería. Y lo hacía él mismo.

Porque nunca se privó de disfrutar del fútbol y jugaba apuestas, mayormente asados, con sus jugadores por los resultados.

Porque le gustaba “enseñar, y que los jugadores puedan rendir sin ser estrellas”.

Porque les inculcaba a sus jugadores “la infrecuente gentileza de alcanzarle la pelota a un rival”.

Porque utilizaba estrategias de otros deportes: “(Los jugadores) saben que esto es como la NBA. Tenés diez segundos y en ese tiempo hay que convertir. No importa quien lo haga, da lo mismo”.

Porque a la salida del túnel les propinaba a sus jugadores un sopapo en la cara o en el pecho: “Las trompadas eran para despertarlos. Había partidos bravos, entonces vos les encajabas un cachetazo en la cara y se les perdía el cagazo que tenían y entraban a la cancha puteándome a mí”.

Porque para su equipo quería “a todos los (jugadores) que se rompen el alma. No me interesa de qué forma. Y si no lo hacen, los hablo hasta que se la rompan”.

Inteligente, tan cerebral como desmesurado, quizás adelantado a su tiempo y decidido a hacer del fútbol una escuela de vida, en un cable de Télam publicado el 11 de agosto de 1998 en el Diario La Capital, Carlos Timoteo Griguol tenía hasta planificado cómo le gustaría colgar los botines de su propia vida: “Sueño con ser recordado como un buen tipo”, se esperanzó. Así será. Gracias Maestro.

Producción periodística: Elbio Evangeliste / La Capital

Retoque fotográfico: Jorgelina Cerrutti / La Capital

Referencias bibliográficas

Bazán, Fabián (2009) De chiquito yo te vengo a ver. Rosario Central para canayitas. Rosario, Homo Sapiens Ediciones.

Brisaboa, Jorge (1996) De Rosario y de Central. Rosario, Homo Sapiens Ediciones.

Fontanarrosa, Roberto (2000) No te vayas campeón. Equipos memorables del fútbol argentino. Buenos Aires, Editorial Sudamericana.

Artículos periodísticos

“Griguol: ‘Vuelvo a Central si se dan las condiciones’” (1995) Por Alejandro Cachari. 30 de mayo. Diario La Capital. Suplemento Ovación. Rosario, Editorial Diario La Capital.

“La lección del maestro” (1995) Por Pablo Ramón. 27 de junio. Diario La Prensa. Personajes. Buenos Aires, Multimedios La Capital (Mar del Plata).

“La leyenda continúa” (1998) Agencia Télam. 11 de agosto. Diario La Capital. Suplemento Ovación. Rosario, Editorial Diario La Capital.

“Griguol, el viejo maestro” (1998) Por Eliseo Trillini. 1º de octubre. Diario La Capital. Suplemento Ovación. Rosario, Editorial Diario La Capital.

“Carlos Timoteo Griguol, última serie” (1999) Por Mauricio Tallone. 8 de junio. Diario La Capital. Suplemento Ovación. Rosario, Editorial Diario La Capital.

“Silencio, habla el maestro” (2000) Por Fernando Gabrich. 8 de junio. Diario La Capital. Suplemento Ovación. Rosario, Editorial Diario La Capital.


 


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